PRIMER INCENDIO FORESTAL DOCUMENTADO EN LA SIERRA DE SEGURA: «ESTE DÍA SE QUEMÓ EL HARDAL» (2 DE SEPTIEMBRE DE 1559)

Primera noticia documentada de un incendio forestal en la Sierra de Segura: el incendio de «El Ardal» (Siles) en septiembre de 1559, por Carlos Javier Garrido García.

Situación de «El Ardal» en el Plano topográfico de Siles en 1897. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA ÉPOCA PREINDUSTRIAL

El uso del fuego en las zonas rurales de la época preindustrial era una práctica común destinada a la regeneración de pastos para la ganadería y en la roturación del territorio y quema de rastrojos y residuos agrícolas en la agricultura. En las zonas de clima mediterráneo, caracterizado por unas elevadas temperaturas y una fuerte sequía en verano, este uso del fuego producía frecuentemente incendios forestales. Sin embargo, estos incendios no tenían el carácter catastrófico y masivo de los incendios actuales, ya que eran poco frecuentes y afectaban a pequeñas superficies, ya que las comunidades rurales aprovechaban intensamente el bosque, lo que reducía la cantidad de combustible potencial, y además estas mismas comunidades, asentadas a lo largo del territorio, eran muy eficaces en la lucha contra los incendios, actuando de manera inmediata y logrando por lo general su extinción rápida.

Todo ello explica que, en realidad, no se pueda hablar de incendios forestales masivos en España hasta mediados del siglo XX cuando el éxodo rural empezó a vaciar el medio rural, con la consecuencia del abandono de aprovechamientos agrarios y forestales, de la desarticulación de las comunidades rurales y del aumento del combustible potencial debido también a la transición energética a los derivados del petróleo.

En cualquier caso, la existencia de los incendios forestales en la España preindustrial generó, desde época visigoda, la existencia de una legislación estatal para la protección de las masas boscosas y la persecución de los incendiarios. Así, en 1558 el rey Felipe II ordenó que en los montes quemados en Andalucía, Extremadura y Toledo no pudieran pastar los ganados sin autorización del Consejo, para evitar los incendios intencionados para aumentar los pastizales. Por otra parte, la Real Ordenanza de Montes aprobada por Fernando VI en 1748 impuso penas de prisión y embargo de bienes a los que incendiaran montes. Del mismo modo, los fueros y ordenanzas de las ciudades y villas, que poseían como bienes de propios o gestionaban bienes comunales entre los que se encontraban pastos y bosques, regularon el uso del fuego como medio de evitar incendios forestales.

LA SIERRA DE SEGURA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN

Durante la época medieval y moderna la Sierra de Segura tuvo una economía basada en la explotación ganadera, que se complementaba con la existencia de una agricultura de subsistencia basada en los cereales. Ambas actividades económicas utilizaban extensamente el fuego como medio de generar pastos y de aumentar y limpiar la superficie de cultivo. Tales prácticas chocaban con los intereses de explotación de la madera de los amplios bosques comunales del territorio, gestionados con el Concejo de Segura de la Sierra. Esto provocó que este intentara controlar el uso del fuego a través de sus Ordenanzas del Común, es decir, el texto legal que regulaba la explotación de los bienes comunales.

Así, en las Ordenanzas del Común de Segura aprobadas en 1580 se regula el uso del fuego por agricultores y ganaderos. En la ordenanza 24 se indica que si un agricultor «echando fuego a su heredad a restroxo e tala e roça» provocara una extensión del mismo fuera de su propiedad hasta un límite de 60 pasos no sería multado por ello. En la ordenanza 25 se prohíbe «echar fuego los labradores a sus labores, roças i rastroxos» entre el 15 de mayo y el 15 de agosto (Día de la Virgen de Agosto) ya que tales prácticas habían provocado que se hubiera «ençendido mucha parte de los montes». Por último, la ordenanza 26 establece la obligatoriedad de que los «pastores i gañanes i otras personas» que encendieran fuego para «guissar de comer en el campo» apagaran debidamente el fuego antes de abandonarlo y limpiaran las inmediaciones antes de encenderlo, ya que, especialmente en los meses de mayo a agosto, las negligencias en estos aspectos producían grandes daños. 

NOTICIAS SOBRE INCENDIOS FORESTALES EN LA EDAD MODERNA ESPAÑOLA

Más allá de las normas estatales o locales referidas, no es frecuente la existencia de noticias sobre incendios concretos en esta época. Ello se debe a que, como ya se ha indicado, los incendios forestales solían ser de pequeña escala. Por tanto, los daños que generaban eran pequeños y no solían generar preocupación en las autoridades y, en consecuencia, no dejaban registro alguno. En cualquier caso, a escala local, dada la importancia económica de los recursos forestales en las comunidades rurales, había ciertas ocasiones en las que los incendios sí dejaron registros documentales, Así, en el centro de la Península, hay incendios concretos documentados en las provincias de Salamanca (1497), Ávila (1564) y Madrid (1588). En nuestro ámbito, la Sierra de Segura, no hay incendios documentados hasta el siglo XVIII, como el de Beas de Segura en 1763, en el que ardieron 6.900 chaparros, 1.500 robles y 380 pinos carrascos.

Por tanto, el incendio en la Sierra de Segura que documentamos el 2 de septiembre de 1559 no es solo importante por constituir la primera referencia concreta a un incendio en la Sierra de Segura, sino que también es la segunda referencia más antigua en el conjunto de España. 

EL INCENDIO FORESTAL DEL ARDAL EL 2 DE SEPTIEMBRE DE 1559

Como ya he indicado, las referencias a incendios forestales concretos en el Antiguo Régimen procede fundamentalmente de fuentes locales, fundamentalmente municipales, como pueden ser las actas capitulares o cuentas de propios. En el caso que nos ocupa, la referencia procede de la serie de bautismos de la parroquia de Siles. Los registros parroquiales de bautismo, prescriptivos en la Iglesia Católica desde el Concilio de Trento, contienen los datos de los bautizados de cada parroquia y es relativamente frecuente que los párrocos, al registrarlos, hicieran también anotaciones sobre sucesos importantes para la comunidad, como inundaciones, actividades bélicas o festivas y, en nuestro caso, incendios forestales.

Trabajando las series de bautismo de Siles en una investigación de otra materia, encontré una partida de bautismo de 2 de septiembre de 1559 que decía así:

«A dos de setiembre el suso dicho baptizó a Francisca, hija de Catalina de Perea y de su padre ella lo sabe. Compadre Alonso Martínez, alcalde. Comadre Ysabel Gonzáles, muger de Ramos. Testigos los dichos. Este día se quemó el Hardal».

Partida de bautismo de 2 de septiembre de 1559 en que se hace referencia al incendio forestal de «El Ardal». Fuente: Archivo Parroquial de Siles, Libro 2º de Bautismos, fol. 8v.

El incendio forestal de este monte cercano a la villa de Siles hubo de crear una fuerte inseguridad y conmoción en la localidad, de ahí que el párroco incluyera la referencia al final de la partida. 

Como es normal en este tipo de referencias, no se indica nada sobre las causas del incendio forestal. En cualquier caso, como hipótesis, se podría deducir que por la situación del Ardal, cercano a las tierras de cultivo del Arroyo de los Molinos, puede que fuera un incendio provocado por las prácticas agrarias de quema de rastrojos tras la cosecha de cereales. Otra posibilidad es que fuera un incendio provocado por los intereses ganaderos de aumentar los pastos para el ganado, ya que en esa época los usos ganaderos en la Sierra de Segura estaban creciendo de manera exponencial y además se estaban produciendo conflictos de intereses entre las oligarquías locales y los ganaderos forasteros, que entraban a pastar en la Sierra a cambio del pago de un canon al Concejo de Segura, que controlaba así mismo la explotación forestal. 

Localización de «El Ardal» en el mapa topográfico de Siles de 2001. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

 

 

UN MAPA DE LA SIERRA DE SEGURA EN LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1809)

Análisis de un mapa de la Sierra de Segura en la Guerra de Independencia, por Carlos Javier Garrido García.

Mapa de la Sierra de Segura en 1809.

INTRODUCCIÓN

En la Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid se conserva un mapa de la Sierra de Segura, elaborado en junio de 1809, que refleja el sistema defensivo de la zona ante la inminente invasión de las tropas francesas. Aprovecharé su descripción y estudio para realizar una aproximación a la Guerra de Independencia en tierras serranas. Esta modesta contribución sigue la senda de los estudios ya realizados sobre el tema, que indico en la bibliografía, y debe ser entendida como un adelanto de futuras investigaciones. Por último, quiero que esta pequeña contribución sirva de homenaje a Ignacio Martínez, padre y alma máter de la «Segurología».

LA GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)

A partir de 1796 (Tratado de San Ildefonso), la España de Carlos IV quedó sometida a los intereses franceses, especialmente desde el acceso al poder de Napoleón en Francia en 1799. La política expansionista de este y los conflictos internos en la monarquía española son los que explican la Guerra de Independencia.

Napoleón Bonaparte, retrato de Jacques-Louis David. Fuente: Wikipedia.

Para obligar a Portugal a cumplir el bloqueo continental contra Gran Bretaña, Napoleón firmó con España el Tratado de Fontainebleau (1807), que permitía el paso de tropas francesas por el país para invadir Portugal. Napoleón aprovechó para invadir también España, frente a lo cual se produjo el Motín de Aranjuez (marzo de 1808) por el que Fernando VII desplazó a su padre Carlos IV del trono. Napoleón aprovechó el enfrentamiento para llamar a los dos a Bayona para mediar en su enfrentamiento, aunque lo que hizo en realidad fue obligarles a abdicar en su favor, cediendo la corona española a su hermano José I Bonaparte (Abdicaciones de Bayona, mayo de 1808). El desplazamiento de la familia real a Bayona y el descontento por la invasión francesa hizo que se iniciara la sublevación popular en Madrid el 2 de mayo de 1808, dando comienzo la guerra.

Sublevación del 2 de mayo de 1808 en Madrid, por Francisco de Goya (Museo del Prado).

Para organizar la lucha contra los invasores, se formaron Juntas, primero locales, luego provinciales y, finalmente, en septiembre de 1808, la Junta Suprema Central. En Andalucía se formó un ejército, comandado por el General Castaños, que consiguió derrotar a las tropas francesas en la Batalla de Bailén en junio de 1808. Esta derrota obligó a Napoleón a intervenir en persona en España con lo mejor de su ejército, derrotando a las tropas españolas en las batallas de Somosierra (noviembre de 1808) y Ocaña (noviembre de 1809), lo que le permitió ocupar Andalucía a partir de enero de 1810 y acabar dominando todo el país, con la excepción de la ciudad de Cádiz, donde se reunirán las Cortes.

Sin embargo, el dominio efectivo de los franceses sobre el territorio se concentró en las ciudades y poblaciones grandes, siendo muy tenue en las zonas rurales, en las cuales los españoles aplican una nueva táctica de guerra: la guerrilla. Esta desgasta enormemente al ejército francés, lo que unido a  la concentración de efectivos para la campaña de Rusia y a la ofensiva que el general inglés Wellington inicia desde Lisboa con tropas inglesas, portuguesas y españolas, supone su completa derrota en España. Tras las victorias de Wellington en las batallas de Arapiles (julio de 1812), Vitoria (junio de 1813) y San Marcial (agosto de 1813), Napoleón reconoce su derrota y por el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) devuelve la corona española de Fernando VII, acabando así la guerra.

CONTEXTO DE LA ELABORACIÓN DEL MAPA: EL CONFLICTO EN LA SIERRA DE SEGURA

Tras los sucesos de mayo de 1808, y dentro del contexto de formación de juntas ya referido, se formó la Junta de Partido con sede en Segura de la Sierra, dependiente de la Junta Provincial de Murcia.

Segura, Orcera y Hornos en el mapa de la Sierra de Segura de 1809.

Las distintas localidades van contribuyendo al esfuerzo bélico. Así, en las cuentas de propios del Ayuntamiento de Siles referidas al año 1808 consta el empleo de 764 reales en «gastos causados en virtud de órdenes de la Junta en los principios de la revolución para la defensa de la Patria»; de 1.269 reales en los «gastos de proclamación del nuestro rey Don Fernando 7º en virtud de orden de la Junta de esta Provincia»; y 343 reales en «rogativas por el feliz éxito de nuestras armas».

La inicial victoria de las tropas españolas en Bailén en junio de 1808 pronto se convierte en derrota en la batalla de Somosierra de noviembre de ese año, que permitió la entrada en Madrid de las tropas francesas y del rey José I Bonarparte.

Esta derrota provocó que el sur peninsular se preparara para la posible ocupación francesa. En este contexto, en marzo de 1809 la Junta de Segura convocó una reunión de todas las villas de su partido para tratar sobre la defensa de la zona, decidiéndose fortificar La Puerta de Segura y el Puerto de Villarrodrigo y reunir armamento y víveres en Segura de la Sierra. Este plan defensivo se completaría con la llegada del Regimiento de Almansa, elaborándose en junio de 1809 el plan defensivo que muestra el mapa que nos ocupa.

Finalmente, en noviembre de 1809 se produce la derrota española en la batalla de Ocaña, tras lo cual se inicia la invasión francesa de Andalucía. Así, el 22 de enero de 1810 las tropas francesa, procedentes de Montizón, ocupan Úbeda y un día después entran en Jaén. Sin embargo, el ejército francés se vio incapaz de ocupar de manera efectiva el medio rural, optando por establecer guarniciones en las localidades principales, cuyos destacamento controlarían el medio rural. Esto dio la oportunidad de formar guerrillas, aumentada en la zona de la Sierra de Segura por el hecho de que el reino de Murcia seguía libre de ocupación.

Riópar en el mapa de la Sierra de Segura de 1809.

 

Por tanto, en la Sierra de Segura siguió gobernando de facto la Junta de Gobierno de Segura de la Sierra. Así, el 5 de agosto de 1810 esta ordenó al ayuntamiento de Siles la entrega de 100 fanegas de trigo, 60 de cebada, 16 arrobas de aceite, 180 cabezas de ganado lanar o cabrío y 400 arrobas de paja para «suministros a las tropas que devan acantonarse y guarnecer estas abenidas, y  a las partidas de Guerrilla si se ofrece una retirada» . Ante la queja del Ayuntamiento de Siles, que en sesión de 7 de agosto afirmaba haber contribuido ya para el esfuerzo bélico con 70.000 reales, la Junta decidió el día 20 disminuir la contribución  de la localidad a 50 fanegas de trigo, 30 de cebada, 6 arrobas de aceite, 100 cabezas de ganado y 200 arrobas de paja. Finalmente, esta contribución fue repartida entre los 320 vecinos y 5 refugiados («emigrados») de la localidad el 16 de septiembre de 1810, aunque «el azeyte, cevada y paja, por si no hay cómoda dibisión va reducido a dinero», aportando la localidad 2.158 reales, 159 fanegas de trigo y 164 reses. 

Siles en el mapa de la Sierra de Segura de 1809.

Frente a todo ello, el ejército francés, establecido en Úbeda, Villacarrillo y Villanueva del Arzobispo realizaba entradas periódicas en la Sierra de Segura para cobrar impuestos, perseguir a las partidas guerrilleras y realizar acciones de castigo contra la población que las apoyaba. Esto provocó los saqueos de Beas de Segura el 26 de agosto de 1810, de Segura de la Sierra el 17 de octubre de ese año y de Orcera el 22 de enero de 1811.

En el caso de Siles, en septiembre de 1810 el alcalde ordinario, Antonio Garrido Ortega, comunicaba a la Sala de la Real Chancillería de Valencia la situación en que se hallaba la localidad, «con cercanía a los puntos en que se han verificado y verifican las frecuentes inbasiones del Enemigo». En diciembre de ese año, se hallaban presos por los franceses Juan Romero Sandoval y Antonio Martínez de Simón, regidores de la localidad, «con motibo de no averles dado la contribuzión que impusieron a este Pueblo el día veinte y cinco del mes de nobienbre anterior que existían aquí».

Esta situación se mantuvo hasta la retirada francesa provocada por la ofensiva hispano-inglesa de 1812. Sin embargo, el fin de presencia francesa no supuso el de la presión fiscal bélica. Así, en febrero de 1813 se repartieron entre los vecinos de Siles 9.260 reales como «socorro de las tropas situadas en el cantón de Lorca», no sin dificultades, debido a «la miseria y exaustos medios en que se allan estos abitantes, y maiormente en el día en que se está realizando la cobranza del reparto que se a echo para la subsistencia de hombres y caballos enfermos, que existen en esta villa de los Escuadrones de Vsares de La Mancha». Ese mismo mes se llevó a cabo el repartimiento de 9.819’33 reales de una contribución extraordinaria de Guerra para ese año.  Estas contribuciones bélicas se sumaban a los impuestos ordinarios. Así,  en junio de 1812 se habían repartido entre los vecinos de Siles 21.077 reales y 32 maravedíes de las reales contribuciones.

DESCRIPCIÓN DEL MAPA

Como indica la leyenda, el «Plano Topográfico» representa la localización de la «vanguardia del Exército del Centro, mandado por Don Pedro de Guimarest, mariscal de Campo de los Reales Exércitos», además «de los puntos que ocupan las tropas y paysanaje al mando del Teniente Coronel del Regimiento de Ynfantería de Almansa, Don Pedro de Soto». El mapa está firmado en Segura de la Sierra el 5 de junio de 1809.

Leyenda del mapa de la Sierra de Segura en 1809.

 

El plano tiene la singularidad de localizar el norte en su parte inferior del plano y el oeste en su parte izquierda, utilizando una escala en leguas doble: de 8.000 y 5.000 varas castellanas cada una.

Escala del mapa de la Sierra de Segura en 1809

En el plano se indica con el número 1 la localización de la «Abanzada de cien hombres que ocupan las tropas del Regimiento de Almansa y Paysanaje de los pueblos de la Sierra», indicando así esa mezcla de tropas regulares y de guerrilleros característica de la guerra. La citada avanzada se localizaba en el Puente sobre el río Guadalmena en el camino que unía Génave con Albaladejo y Terrinches y el camino de Valencia a Andalucía.

Localización de la avanzadilla sobre el Puente del Guadalmena en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

Reforzando la defensa de la zona norte de la Sierra, en el punto nº 5 se indica la localización del «Campamento de la vanguardia del Exército del Centro mandada por el dicho Señor General  Grimarest», localizada junto a Venta Nueva en el citado camino de Valencia a Andalucía, en un término medio entre Terrinches y Montizón.

Localización de la vanguardia del Ejército del Centro en Venta Nueva, en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

Del mismo modo, en el punto nº 6, se indica el «Cuartel general que ocupaba dicha vanguardia el día 6 del corriente mes de junio en la villa de Villamanrrique».

Cuartel general de la vanguardia en Villamanrique en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

Más allá de esta primera línea defensiva o de «avanzada», se situaban tropas del Regimiento de Almansa y paisanos en «los Pueblos de Ynfantes, Almedina, Puebla del Príncipe, Cózar, Villahermosa y Torre de Juan Abad y las guerrillas y Grandes Guardias llegan a Alcubillas dos leguas de Ynfantes».

Tras esta primera linea defensiva o de vanguardia, se establece el cinturón defensivo propiamente serrano, con puesto defensivos en Puente de Génave, La Puerta y Villarrodrigo. En la «Abanzada en la Aldea Puerta» se localizaba, con el número 3, «una compañía del citado Regimiento de Almansa», indicando que este era el «punto principal para la entrada del Reyno de Murcia».

La Puerta de Segura, con su puente defensivo, en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

Con el número 4 se indica la «Abanzada del Puente de Génave en el Río Guadalimar que ocupan las mismas fuerzas», es decir, del Regimiento de Almansa, «con setenta hombres».

Puente de Génave en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

Por último, con el número 2 se indica la «Abanzada del Puerto de Villa Rodrigo que ocupan las mismas tropas» del Regimiento de Almansa «y paysanaje mandados por el teniente coronel graduado don Domingo Vela, bajo las órdenes del mismo señor Soto», que como se recordará era el teniente coronel del Regimiento de Infantería de Almansa.

Villarrodrigo en el mapa de la Sierra de Segura en 1809.

 

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • Archivo General Militar de Madrid, Cartoteca, Colección SH, signatura ESP-2/25. Plano topográfico de la Sierra de Segura en 1809.
  • Archivo Histórico Nacional, Consejos, legajo 12.002, expediente 129. Cuentas de propios de la villa de Siles en el año 1808. Murcia, 23/7/1810.
  • Archivo Municipal de Siles, Documentos Históricos II, legajo B. Repartimiento de maravedíes, granos, ganados y paja entre los vecinos de esta villa para socorro y alimentos de las tropas y partidas según disposición y mandato de la Junta de Gobierno de este Partido de Segura de la Sierra. Año 1810.
  • Archivo Municipal de Siles, Documentos Históricos II, Legajo B. Repartimiento de Reales contribuciones, correspondiente al presente año y sus tres tercios, del de 1812.
  • Archivo Municipal de Siles, Documentos Históricos II, legajo B. Repartimiento de 9.000 reales para raciones de tropas situadas en el punto de la ciudad de Lorca, 1813.
  • Archivo Municipal de Siles, Documentos Históricos II, Legajo B. Contribuzión Extraordinaria de la Guerra del año de 1813.
  • Archivo Municipal de Siles, Caja B/1/1, Libro de Actas Capitulares de los años 1808, 1809 y 1810.
  • Artillo González, Julio: «Hacia una nueva formación social, 1808-1843», en Luis Garrido González (coord.): Nueva historia contemporánea de la provincia de Jaén (1808-1950). Jaén: Instituto de Estudios Giennenses, 1995, pp. 17-57.
  • Díaz Torrejón, Francisco Luis: «El movimiento guerrillero en la Andalucía napoleónica (1810-1812)», en María Amparo López Arandia y José Miguel Delgado Barrado (dir.): Andalucía en Guerra, 1808-1814. Jaén: Universidad de Jaén, 2010, pp. 171-185.
  • López Pérez, Manuel  y Lara Martín-Portugués, Isidro: Entre la guerra la paz. Jaén (1808-1814). Granada: Universidad de Granada y Ayuntamiento de Jaén, 1993.
  • Rodríguez Tauste, Sergio: «La Sierra de Segura en el contexto de la Guerra de Independencia». Alonso Cano. Revista Andaluza de Arte, 11 (2006), pp. 41-54.
  • Rubiales García del Valle, Ramón: Actuaciones de la Guerrilla y el Ejército en la Comarca de las Villas durante la Guerra de la Independencia (1810-1812). Villanueva del Arzobispo: XII Jornadas Histórico-Artísticas de las Cuatro Villas, 2011.

EL «BANCO FORESTAL» DE SILES (1947-1969)

Historia del «Banco Forestal» de Siles (1947-1969), por Carlos Javier Garrido García.

Anuncio del «Banco Forestal» en el programa de fiestas de Orcera de 1969

INTRODUCCIÓN

La Dictadura Franquista viene marcada en la Sierra de Segura por la represión política y auge del olivar durante la época de la autarquía (1939-1959) y por el desarrollo socioeconómico y el intenso éxodo rural del Desarrollismo (1959-1975), tal y como ya analizamos en una entrada anterior, que puede ser consultada pulsando aquí. En este marco se desarrolla la vida del “Banco Forestal S.A.”, entidad financiera que, establecida en Siles entre 1947 y 1969, presenta una singular historia que pasa por su fundación por un exembajador en Shanghái sobrino del arzobispo de Toledo y culmina entrando en el conocido grupo RUMASA. Veámosla.

EL FUNDADOR: JOAQUÍN PAYÁ LÓPEZ DE AMEZOLA

Los datos biográficos del fundador del “Banco Forestal S.A.”, Joaquín Payá López de Amezola, nos son conocidos gracias a la página de Facebook “Historias de Orcera”. Nuestro protagonista nació en Bilbao el 25 de noviembre de 1872 ciudad en la que estaba destinado su padre, funcionario de correos de origen alicantino. En 1877 su padre fue destinado a la ciudad de Murcia y nuestro protagonista fue enviados años más tarde a Madrid con su tío Miguel Payá Rico, arzobispo de Toledo y primado de España. En la capital de España se licenció en Derecho, Filosofía y Letras, doctorándose posteriormente en Derecho en la Universidad de La Sorbona de París y en Filosofía y Letras en la Universidad de Bolonia. Tras culminar su formación académica, se decantó por seguir la carrera consular.

En 1897 se casó con Mercedes Navarro Sánchez, natural de Espinardo (Murcia), y entre 1897 y 1900 estuvo destinado en la embajada española en Shanghai (China). Al regresar a España, entró a trabajar en el recién creado Banco de Cartagena, del que fue nombrado director en 1902. Según testimonios orales, su actividad bancaria la compatibilizó con la política, siendo diputado del Partido Liberal de Romanones durante el reinado de Alfonso XIII.

La vinculación con la Sierra de Segura proviene de la adquisición de propiedades en la misma, en concreto una finca forestal en Peña Halcón en la que después de la Guerra Civil (1936-1939) había establecido una serradora. Según testimonios orales, esta finca de Peña Halcón la había comprado Joaquín Payá al marqués de Castroviejo. Precisamente, para prestar apoyo financiero a esta explotación y dados sus conocimientos bancarios, en 1947 fundó en Siles, donde residía, el Banco Forestal. Además, por compra o por su matrimonio, contaba también con propiedades en la localidad murciana de Calasparra, en concreto la finca de Cañaverosa.

 Finalmente, Joaquín Payá falleció en 1964.  

EL SISTEMA FINANCIERO DURANTE EL RÉGIMEN FRANQUISTA

Una de las principales consecuencias del proceso de industrialización es el papel central que va adquiriendo el sistema financiero en la economía. Así, los bancos, cuyos orígenes se sitúan en la Edad Media, se constituyen en un elemento central para la inversión y el consumo, lo mismo que las sociedades anónimas por acciones se consolidan como la principal forma de organización empresarial. En el caso de España, el desarrollo de la banca estuvo coartado por el fracaso del proceso de industrialización del país, que se limitó a las regiones de Cataluña, País Vasco y Asturias. Precisamente, en estas regiones y en Madrid surgen las principales entidades financieras, mientras que en el resto de regiones era frecuente la actividad de bancos menores y de personas o entidades no propiamente bancarias que prestaban servicios financieros para el cubrir el vacío en una economía en gran parte subdesarrollada y de ámbito comarcal o provincial. Este fue, por ejemplo, el caso de Andalucía, agravado en su parte oriental, más subdesarrollada y rural.

La consolidación de la Dictadura Franquista en 1939 supuso el establecimiento de una política intervencionista y autárquica, es decir, fuertemente controlada por el Estado. En este sentido, en 1946 fue aprobada la Ley de Ordenación del Crédito y de la Banca, que, entre otras cosas, estableció fuertes mecanismos de control estatal y que sólo las entidades debidamente constituidas y registradas en el Registro de Bancos y Banqueros podían dedicarse al negocio bancario. Esta ley provocó una proliferación de entidades bancarias en el país, aunque en la década de 1950 su fueron reduciendo debido al peso creciente de las grandes entidades de la banca nacional y a las frecuentes absorciones y fusiones.

El Plan de Estabilización de 1959 supuso el fin de la política intervencionista y autárquica, liberalizándose la economía y permitiendo el desarrollismo económico de la década siguiente. La liberalización segó también al sector financiero, aprobándose en 1962 una nueva Ley de Bases de Ordenación del Crédito y la Banca. La liberalización y el desarrollo económico acentuaron el proceso de reconversión bancaria, reduciéndose el número de entidades debido a las absorciones y fusiones. Así, en ese mismo año 1962 sólo pervivían 7 bancos andaluces, es decir, cuya sede estaba en esta región, entre ellas el Banco Forestal de Siles, en el que nos vamos a centrar a partir de ahora.  

LA CREACIÓN DEL “BANCO FORESTAL” EN 1947

Una vez asentado Joaquín Payá en la Sierra de Segura, y más concretamente en Siles, y de poner en funcionamiento su serrería de Peña Halcón, hubo de ver la necesidad de establecer una entidad bancaria, sector en el que contaba con amplia experiencia. Su banco le permitiría realizar fácilmente sus transacciones financieras, dificultadas en la Sierra por el aislamiento y la falta de entidades de ese tipo, y además de aumentar su influencia social y económica en la zona.

Así, el 11 de noviembre de 1947 constituyó en Siles el “Banco Forestal S.A.” (TITOS MARTÍNEZ, p. 127) con un capital social de 1.000.000 de pesetas, dividido en 1.000 acciones de 1.000 pesetas cada una (HISTORIAS DE ORCERA). En principio contaba con una sola sucursal que Siles, que se estableció, según testimonios orales,  en la esquina de la calle  Empedrada con la Plaza de la Verdura, en el local actualmente ocupado por LaCaixa y junto a una pensión denominada “Rancho Grande”.

Plaza de la Verdura en Siles. A la izquierda la oficina de LaCaixa, donde antes estuvo la del Banco Forestal.

LA CONSOLIDACIÓN DEL BANCO (1947-1968)

La nueva entidad bancaria se consolidó pronto, lo que le permitió una ampliación destacada de su capital social. Así, la entidad, a través de su secretario, Luis Poyato Díaz, convocó el 25 de junio de 1949 una Junta General Extraordinaria para las 12 horas del día 10 de julio siguiente en el domicilio social del Banco en Siles con el objetivo de ampliar el capital social y, en consecuencia, reformar sus Estatutos en los artículos correspondientes (BOPJ, nº 171, 27/6/1949, p. 8).

Como consecuencia de lo acordado en la Junta, el 24 de julio de 1949 la entidad anunciaba la ampliación del capital social de la entidad a 5.000.000 de pesetas, a través de la apertura de “suscripción pública de cuatro mil acciones de este Banco Forestal, nominativas de mil pesetas nominales cada una, numeradas del 1.001 al 5.000 ambas inclusive”. Los interesados en la suscripción de las acciones, debían personarse en la sede social del banco entre los días 1 y 15 de agosto de ese año y pagar en el acto el 25 % del valor de la acción, pagando el 75 % restante “cuando lo disponga el Consejo de Administración”. En cualquier caso, si en el plazo indicado no fuera cubierta la emisión, se preveía prorrogarla hasta el día 30 de agosto de ese año (BOPJ, nº 167, 30/7/1949, p. 8).

La ampliación de capital consolidó definitivamente el Banco, que pasó a establecer sucursales en diversos pueblos. Así, como consta en un anuncio del Programa Oficial de Festejos de Orcera en 1969, el Banco contaba con un capital desembolsado de 5.000.000 de pesetas y unas reservas de 6.263.000 pesetas, indicando que el Banco era “una entidad al servicio de la economía de su zona, realizando toda clase de operaciones bancarias y del Servicio Nacional de Cereales (Aprobado por el Banco de España con el nº 7211)”. La entidad contaba entonces, aparte de su domicilio social en Siles, con sucursales en Orcera (Plaza Generalísimo, 3), La Puerta de Segura (Plaza de José Antonio), Sorihuela del Guadalimar (Generalísimo, 18) y Calasparra (Joaquín Payá, 2).

Esta última sucursal en Calasparra se debe a la existencia de intereses familiares en la localidad y fue establecida en 1966. El 17 de junio de ese año, la Dirección General del Tesoro, Deuda Pública y Clases Pasivas decidió autorizar la ampliación del servicio de cuentas restringidas de recaudación de tributos, que se había concedido al Banco Forestal el 25 de noviembre de 1964, “a la sucursal que ha inaugurado en Calasparra, calle Joaquín Payá, número 2, correspondiente a la Demarcación de Hacienda de Murcia” (BOE, nº 173, 21/7/1966, p. 9260).

La actividad del banco, aparte de la recaudación de impuestos, se dejó notar en la zona, relacionada con las transacciones comerciales y con los créditos bancarios. En cuanto a las primeras, y como curiosidad, en marzo de 1954 Enrique Medina Balmaseda, juez de instrucción de la villa de Orcera y su Partido, solicitó “a todas las Autoridades, tanto civiles como militares de la Nación” la búsqueda “de 2.100 pesetas y tres talonarios de cheques, uno del Banco Hispano Americano, de Úbeda, a nombre de Pedro Segura Peralta, y otros dos a nombre de José González Zorrilla, del Banco Forestal, uno de la Casa Central de Siles, y el otro de la Sucursal de Orcera, así como unas 50 pesetas”, todo ello “sustraído del establecimiento de tejidos propiedad del segundo de dichos señores, el 20 del corriente mes” (BOPJ, nº 73, 30/3/1953, p. 4).

En cuanto a los créditos, en 1956 los Ayuntamientos de Beas de Segura, Puente de Génave, La Puerta de Segura, Benatae, Siles y Orcera concertaron una operación de crédito con el Banco Forestal “para atender a los gastos de instalación de teléfono” en las citadas localidades. Sin embargo, la Diputación Provincial, en sesión de 14 de mayo de ese año, no autorizó la operación ya que esta había concedido una subvención de 200.000 pesetas a tal fin y se autorizaba a su presidente “para que libre a dichos pueblos la máxima cantidad posible del Fondo de Nivelación” (BOPJ, nº 123, 2/6/1956, p. 2).

LA INCORPORACIÓN A “RUMASA” Y SU TRANSFORMACIÓN  EN EL “BANCO INDUSTRIAL DEL SUR” (1968-1969)

Como ya se ha indicado, en 1964 falleció Joaquín Payá, por lo que el Banco Forestal pasó a sus herederos. La ubicación de algunos de ellos en Calasparra hubo de ser la causa para la apertura de sucursal en esa localidad en 1966. Por otra parte, los herederos, en el marco de una progresiva concentración bancaria y de la intensa despoblación de la Sierra de Segura debido al éxodo rural, decidieron desprenderse de la entidad.

Así, en 1968 el Banco Forestal fue adquirido por el grupo RUMASA, de José María Ruiz Mateos, que en 1969 cambió su denominación a Banco Industrial del Sur y trasladó su sede primero a Calasparra y posteriormente a Madrid (TITOS MARTÍNEZ, p. 127).

En cuanto al cambio de denominación, por Orden de 12 de julio de 1969 se clasificó como banco industrial y de negocios al “Banco Forestal S.A.”, cambiando su denominación por la de “Banco Industrial del Sur S.A.”, comprometiéndose como condición a ampliar su capital social “hasta mil millones de pesetas como mínimo con un desembolso efectivo no superior a su cincuenta por ciento”,  y solicitando también  el traslado de su sede a Calasparra, “donde actualmente tiene Sucursal”, el establecimiento de una sucursal en Madrid “y transferir las oficinas que actualmente tiene abiertas en Siles, Orcera, La Puerta de Segura y Sorihuela del Guadalimar” (BOE, nº 187, 6/8/1969, p. 12393).

Las sucursales fueron transferidas al Banco Meridional, posteriormente Banco de Jerez, ambas del mismo grupo RUMASA.

EVOLUCIÓN POSTERIOR

El 10 de noviembre de 1969 el Banco Industrial del Sur trasladó su sede social a Madrid. Tras la expropiación de RUMASA por el Estado, fue adjudicado el 30 de junio de 1984 a los Bancos de Vizcaya y Occidental, sufriendo dos nuevos cambios de denominación: en 1989 pasaría a llamarse “Privanza-Banco Personal” y en 1997 “BBV Privanza Banco” (TITOS MARTÍNEZ, p. 127). Finalmente, en 2002 desapareció la entidad al conocerse que había ofrecido a sus clientes realizar un entramado opaco de sociedades para eludir al fisco a través de su filial en el paraíso fiscal de Jersey. El escándalo supuso, además de la eliminación de Privanza, cuyos activos se fusionaron a BBVA, la dimisión del presidente de esta entidad, Emilio Ybarra.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO (BOE).
  • BOLETÍN OFICIAL DE LA PROVINCIA DE JAÉN (BOPJ).
  • “HISTORIAS DE ORCERA”, página de Facebook, entrada de 29/3/2020.
  • INE: Relación de las Instituciones afectas al Consejo Superior Bancario en 31 de Diciembre de 1952. Anuario de 1953.
  • PROGRAMA OFICIAL DE FESTEJOS DE ORCERA, DEL 14 AL 17 DE AGOSTO DE 1969.
  • TITOS MARTÍNEZ, Manuel: El sistema financiero en Andalucía. Tres siglos de Historia (1740-2000). Sevilla: Instituto de Estadística de Andalucía, 2003.
  • BBV Privanza Banco. Eldiario.es.

LA PRIMERA GUERRA CARLISTA EN LA SIERRA DE SEGURA (1833-1839)

Aproximación a la Primera Guerra Carlista en la Sierra de Segura (1833-1839), por Carlos Javier Garrido García.

 

Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII.

La Primera Guerra Carlista

Desde 1713, por decreto de Felipe V, regía en España la denominada «Ley Sálica», que limitaba la descendencia femenina en la corona española. El último monarca absoluto español, Fernando VII, a la altura de 1829 no tenía descendencia, pese a sus tres matrimonios. Por tanto, el heredero a la corona era su hermano, Carlos María Isidro.

La crisis en la que se hallaba la monarquía, como consecuencia de las destrucciones provocadas por la Guerra de Independencia (1808-1814) y por la pérdidas de las colonias de la América continental, definitiva tras la batalla de Ayacucho en 1824, llevaron al rey Fernando VII a establecer medidas de reforma económica liberalizadoras, que no fueron del agrado de los absolutistas más acérrimos, que se agruparon en torno al príncipe heredero, Carlos María Isidro.

La situación sucesora cambió a partir de 1829. Ese año, Fernando VII se casó con su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, que pronto quedó embarazada. Para asegurar que su hijo, independientemente de su sexo, pudiera heredar la corona, Fernando VII apruebó en marzo de 1830 la Pragmática Sanción, que anulaba la Ley Sálica y volvía a establecer el sistema de herencia tradicional castellano, que permitía la descendencia femenina en la corona. En octubre de 1833 nació Isabel, que se conviertió en la princesa heredera de la corona.

Esta decisión fue mal aceptada por Carlos María Isidro, que consideraba la Pragmática Sanción como ilegal. Por ello, cuando muere Fernando VII a finales de septiembre de 1833, Carlos María Isidro no acepta la coronación de su sobrina Isabel y se autoproclama rey con el nombre de Carlos V. Frente a ello, los derechos de Isabel son defendidos por su madre, María Cristina, que se convierte en reina-regente ya que su hija tiene en ese momento solo 3 años.

María Cristina de Borbón, regente entre 1833 y 1840.

Se inicia así una guerra civil, que es a la vez un conflicto sucesorio e ideológico. Así, los carlistas defienden tanto los derechos a la sucesión de Carlos María Isidro como el mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía absoluta, sociedad estamental y confesionalidad católica del Estado), consiguiendo el apoyo de pequeños y medianos propietarios y de parte del bajo clero; mientras que los cristinos o isabelinos defienden tanto los derechos dinásticos como un nuevo régimen liberal. Esta última postura es defendida tanto por la burguesía, de ideas liberales, como por gran parte de la nobleza y del clero, que entienden que las reformas son necesarias debido a la crisis de la monarquía, y por las clases bajas urbanas y rurales que tienen esperanzas de que las reformas mejoren sus condiciones de vida.

Mapa sobre el desarrollo de la I Guerra Carlista. Fuente: Distrito Único Andaluz.

Como podemos ver en el mapa adjunto, el carlismo consigue amplio apoyo popular en el norte de la Península Ibérica, mientras que los isabelinos dominan el centro y sur peninsular. Esto se debe a la diferente estructura de la propiedad existente en ambas zonas: en el norte predominan los pequeños y medianos propietarios, que se decantan por opciones conservadoras, muy influenciados por el clero rural, mientras que en el centro y sur predominan los grandes latifundios trabajados por jornaleros, decantándose estos últimos por posturas reformistas o revolucionarias con la esperanza de mejorar su situación.

Por otra parte, los isabelinos dominan el medio urbano de todo el país, incluido el norte peninsular, ya que en las ciudades se asienta la burguesía, que opta por posturas liberales.

En el norte de España, los carlistas dominan las denominadas regiones forales, es decir, regiones en las que había fueros (es decir, leyes e instituciones propias y diferentes a las del resto del país), como era el caso de las provincias vascas y de Navarra, o los había habido hasta los decretos de Nueva Planta aprobados por Felipe V entre 1707-1716, que los suprimieron, sustituyéndolos por las leyes castellanas y un estado centralista, que era el caso de Cataluña, Aragón y Valencia. Todas estas regiones temen el liberalismo, ya que este defendía un estado centralista y la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, y prefieren el antiguo régimen, en el que se defendía la existencia de fueros o leyes particulares para cada estamento o para cada territorio.

Esta división de España en zonas carlistas e isabelinas muestra la ventaja del segundo de estos bandos, ventaja que se ve acompañada por su mayor apoyo internacional, al conseguir la ayuda de Portugal, Francia y Gran Bretaña, frente al apoyo, más moral que real, que las monarquía absolutas de Rusia, Austria y Prusia prestan al bando carlista.

Como consecuencia de esta inferioridad, el bando carlista optó por la utilización de la táctica de guerrillas, formando «partidas» guerrilleras, a las que las fuentes isabelinas denominan como «facciosas», es decir, grupos que se dedicaban a realizar rápidos ataques y robos para desestabilizar la retaguardia del enemigo. Sólo en las zonas con amplio apoyo popular carlista se pudieron formar verdaderas unidades militares, como las organizadas por Zumalacárregui en las provincias vascas y Navarra y por Cabrera en el Maestrazgo.

La guerra se desarrolla en dos fases principales. Entre 1833 y 1836 los carlistas consiguen dominar amplias zonas rurales del norte, avance favorecido por los conflictos internos en el bando isabelino entre moderados y progresistas, que acaban llevando al poder a estos últimos gracias al pronunciamiento de La Granja en agosto de 1836. La táctica carlista se centra en los intentos de ocupar Bilbao, que fracasan en 1835-1836 debido a su derrota en la batalla de Luchana, en la que muere Zumalacárregui, y en el hostigamiento de las partidas carlistas. En cuanto a estas últimas, su desarrollo en Andalucía es bastante escaso, destacando en todo caso zonas montañosas como Sierra Morena y la Sierra de Segura, en las que actuaron pequeños grupos locales o, sobre todo, procedentes de La Mancha.

A partir de 1836 se produce un dominio de los isabelinos, gracias a su superioridad militar, a la estabilidad política de este bando y a los fondos procedentes de la venta de los bienes desamortizados al clero regular a partir de enero de 1836 por Mendizábal. Ante ello, el bando carlista intenta extender el conflicto a la retaguardia isabelina a través de expediciones, como la del general Miguel Gómez, que entre junio y diciembre de 1836 recorre buena parte de España intentando provocar levantamientos carlistas en la zona liberal; la del mismo Carlos María Isidro, que entre mayo y septiembre de 1837 intenta atacar Madrid después de pasar por Aragón, Cataluña y el Maestrazgo; y la del general Tallada, que entre enero y marzo de 1838 realiza una expedición por Andalucía Oriental. Del mismo modo, se acentúa la actuación de las partidas carlistas en la retaguardia isabelina, tratando de desestabilizarla.

El fracaso de todas estas expediciones y la limitada actuación de las partidas hicieron que gran parte del bando carlista perdiera las esperanzas de victoria y optara por la negociación. Esta acaba fructificando en agosto de 1839 en el Abrazo o Convenio de Vergara, suscrito por el general carlista Maroto y el general liberal Espartero. Por este acuerdo, las tropas carlistas del norte aceptan a Isabel II como reina a cambio de su incorporación al ejército nacional con la misma graduación y del mantenimiento de los fueros de las provincias vascas y Navarra. El general Cabrera no aceptó el acuerdo, manteniendo la resistencia en el Maestrazgo hasta su definitiva derrota en mayo de 1840.

«Abrazo de Vergara», con el que acaba la guerra en agosto de 1839.

Con todo ello acaba la I Guerra Carlista, dura guerra civil que provocó enormes pérdidas humanas y materiales y, en el aspecto político, supuso la consolidación del régimen liberal en España y originó una de las características de la Historia de nuestro país hasta fechas recientes: la constante participación de los militares en su vida política.

La Sierra de Segura a principios del siglo XIX

La Sierra de Segura contaba con una estructura social que, en principio, podía favorecer el apoyo a la causa carlista, ya que era una zona poco poblada, con fuerte presencia del bajo clero y con una clase media agraria de pequeños y medianos propietarios destacada, que compensaba la también fuerte presencia jornalera.

Plano de la Sierra de Segura en 1872.

Tomando como ejemplo la villa de Siles, que ya fue objeto de estudio por nosotros en otra parte (GARRIDO, 2018), según el Censo de Floridablanca de 1787 tenía 1.352 habitantes. En cuanto a su estructura socioprofesional, dejando aparte a los menores y sin profesión especificada (1.020 personas), destacaban los siguientes sectores (INE, 1987: 454):

  • Clero: 10 (1 cura, 3 beneficiados, 2 sacristanes, 2 acólitos, un ordenado a título de patrimonio y un síndico de órdenes religiosas)
  • Artesanado: 66 (64 artesanos y 2 fabricantes)
  • Empleados públicos y profesiones liberales: 12 (1 escribano, 4 estudiantes, 2 comerciantes, 4 empleados con sueldo real, 1 dependiente de cruzada y 2 demandantes).
  • Empleados asalariados: 53 (53 criados). 
  • Sector primario: 189 (126 labradores, 63 jornaleros).

Como se puede ver, en la localidad tenían un peso importante el clero, el artesanado y los pequeños y medianos campesinos. Frente a ellos, el peso de jornaleros y criados no era nada despreciable. En esencia, y pese a que los datos pueden dar una falsa apariencia de importancia de los sectores secundario y terciario, la economía descansaba en una economía agraria de subsistencia. De hecho, hay que tener en cuenta que muchos empleados públicos, profesiones liberales y artesanos eran en realidad también agricultores y los criados, además de las tareas domésticas, eran empleados en las labores agrarias.

Además del clero rural en cada localidad, en nuestra zona había que tener también en cuenta la presencia del clero regular. Me estoy refiriendo al Monasterio de Nuestra Señora de la Peña de Orcera, de Franciscanos Observantes, que según el Censo de 1787 contaba con los siguientes miembros: 11 religiosos (8 profesos y 3 legos) y 4 seglares (1 donado y 3 criados) (INE, 1987: 463).

Sin embargo, la situación socioeconómica de la Sierra de Segura tenía caracteres singulares que la hicieron decantarse mayoritariamente por el bando isabelino. Me estoy refiriendo al control que sobre la zona ejerce el Estado a través, desde 1734, del Real Negociado de Maderas de Sevilla, y, desde 1748, de la Provincia Marítima de Segura de la Sierra, entidad esta última encargada de la explotación de los montes destinada al suministro a la Marina Real, en detrimento de los usos madereros, agrarios y ganaderos de los habitantes de la zona (CRUZ, 1981; RUIZ, 2009).

En las sociedades preindustriales, en los que la ausencia de innovaciones e inversiones evitaban que creciera la productividad, la única manera de crecer económica y demográficamente, era a través de un aumento de la superficie cultivada o en una explotación de los recursos más intensa, en el caso del bosque los usos ganaderos o forestales. El hecho de que la Provincia Marítima evitara todo esto provocó que la zona sufriera un acusado estancamiento demográfico y económico. Así, si en 1755 Siles tenía 280 vecinos (GILA, p. 233), es decir, familias; en 1803 la población sólo habían subido a 300 vecinos (EXPEDIENTE, p. 20-21).

En este contexto, se comprende, que más allá de las tendencias ideológicas, la población serrana viera con buenos ojos al nuevo régimen liberal, que desde sus orígenes en las Cortes de Cádiz había ido dictando normas para la supresión de la Provincia Marítima, en un proceso descrito en su día por el sileño Juan de la Cruz Martínez (MARTÍNEZ, 1842: pp. 92-95). 

Las Cortes de Cádiz, el 14 de enero de 1812, decretaron el fin de la Provincia Marítima, ante lo cual, «los pueblos respiraron… y creyendo… que los arbolados eran la causa de su desventura hicieron asombrosos destrozos en los bosques, talaron, quemaron y allanaron». Sin embargo, el retorno al absolutismo al volver Fernando VII al trono en 1814, supuso el restablecimiento de la Provincia. Volvió a ser suprimida de nuevo durante el Trienio Liberal, en 1821, aunque de nuevo fue repuesta al recuperar el rey su poder absoluto en 1823. Como indica Martínez, «desde esta época, puede decirse que estos establecimientos de Marina y Negociado abandonaron el tráfico de maderas, pero no abandonaron el abuso y excesos de enjuiciamiento y administración» en perjuicio de los vecinos. Finalmente, la nueva ordenanza de montes de 1833 suprimió la Provincia, supresión que no se hizo efectiva hasta agosto de 1836. Ya desde 1833, el control estatal sobre el monte se relajó, lo que tuvo como efecto que los «pueblos se lanzaron con avidez al camino que anteriormente habían trillado. Hubo destrozos grandes, se reconocieron multitud de propietarios… los Ayuntamientos, los particulares, todos se persuadieron que la hora de destruir los montes había sonado, y así fue que las talas y cortas de árboles» fueron «asombrosas, sin exageración», situación que, pese a los esfuerzos de los encargados de montes, se seguía manteniendo cuando Martínez publica su libro en 1842.

La relajación, primero, y la desaparición, después, del control estatal debido al contexto bélico (Guerra de Independencia entre 1808 y 1814 y Primera Guerra Carlista entre 1833 y 1839) y a la supresión de la Provincia Marítima en 1833-1836 permitió ampliar la tierra cultivada e intensificar los aprovechamientos madereros y ganaderos en la Sierra, lo que se tradujo en un fuerte crecimiento demográfico. Así, si en 1803 Siles tenía, como ya hemos visto, 300 vecinos, estos se habían elevado a 502 en 1837 (MARTÍNEZ, 1842) y a 524 en 1849 (MADOZ, 1849: p. 397).   

La Primera Guerra Carlista en la Sierra de Segura

Las partidas carlistas tuvieron un escaso desarrollo en Andalucía, destacando solo zonas como Sierra Morena y la Sierra de Segura, en las que, a las escasas partidas locales, se sumaron las de la cercana La Mancha, región en las que sí tuvieron una importancia destacada (BULLÓN, 2002: pp. 289-290). En cualquier caso, su actuación fue bastante limitada hasta 1836 (GARCÍA, 2007), gracias, en parte, al efecto animador que supuso la ya citada expedición del general Miguel Gómez.

En la Sierra de Segura el apoyo al carlismo, por las razones ya citadas, se limitó a grupos minoritarios, por lo que la consecuencia principal de la guerra en nuestra zona fue la actuación de partidas guerrilleras con pocos miembros y en su mayoría de procedencia exterior. Pese a ello, entre 1836 y 1838 su incidencia en la zona fue muy destacada, generando una fuerte inseguridad y perjudicando a la población local con sus constantes peticiones de dinero y suministros (raciones) y sus acciones de saqueo.

Desde el inicio del conflicto, la zona se muestra favorable al bando isabelino. Así, sólo poco más de un mes después de la muerte de Fernando VII (producida el 29 de septiembre de 1833) se realiza en Segura de la Sierra la proclamación de la nueva reina Isabel y de su regente María Cristina. Como informa la «Gaceta de Madrid», precedente del actual BOE, el día 19 de noviembre «con toda la solemnidad que ha podido esta villa ha levantado pendones por Su Majestad la Reina nuestra Señora…, y después el ayuntamiento y autoridades con todas las personas de distinción pasaron al sagrado templo, donde se cantó un Te Deum en acción de gracias» (GACETA, 18/1/1834).

Cabecera del primer número de la «Gaceta de Madrid» (1834).

La llegada a las cercanías de la Sierra de Segura de la expedición del general Miguel Gómez en 1836 va a ser el detonante de la actuación de la guerrilla en la zona. Gómez se encontraba ya en Albacete el 16 de septiembre. El día 22 de ese mes entra en la provincia de Jaén por Montizón y Chiclana de Segura, al día siguiente entra en Villanueva del Arzobispo y el día 24 pasa por Villacarrillo, Torreperogil y Úbeda con dirección a Córdoba (VALLADARES, 1988).

Dos meses después del paso de la expedición, en noviembre de 1836, se producen las dos primeras actuaciones guerrilleras carlista en nuestra zona. Así, como nos informa Juan de la Cruz Martínez, «la gavilla de latro-facciosos capitaneada por Peñuela, quemó el día 9 de Noviembre de 1836 el apreciable archivo del ministerio de Marina», que estaba en Orcera (MARTÍNEZ, 1842: p. 94). 

Pocos días después, las partidas carlistas vuelven a hacer acto de presencia, tal y como nos informa un documento del Archivo Histórico Nacional. En el mismo, el alcalde interino de Orcera informaba a la Comandancia general de la Provincia de Jaén de la entrada en su localidad, y en la de Segura, los días 27 y 28 de noviembre de 1836 de una partida carlista de 28 miembros, exigiendo raciones y dinero, saqueando la casa del regidor Rodríguez y otras y que asesinó en Segura de la Sierra a Jacinto Toledo, comandante de armas de la localidad. Tras ello, la partida se desplazó hacia La Puerta y posteriormente «hacia Andalucía» (AHN). El informe, fechado el día 29 de noviembre, dice así:

«En esta madrugada del 27 del corriente como a las 1 y 1/2 llegó el regidor constitucional Antonio Rodríguez al quarto donde me hallaba durmiendo y despertándome me dijo: <Ay se queda la jusrisdición> y me dejó el bastón, marchándose precipitadamente. Como yo no tenía antecedentes de que se me había de conferir este encargo, del que estaba muy distante, me sorprendió; y soñoliento y atolondrado me vestí y saliendo a la calle oygo tropel de caballos y me encuentro con la descubierta que se hallaba en la puerta del alcalde constitucional D. Antonio Vizcaíno, que lo estaban buscando con mucha diligencia. Al acercarme se vienen a mí a la luz de la luna pidiéndome 150 raciones y sin separarse de mí un momento hasta después de amanecido estuvieron vagando por el pueblo como unos 28 facciosos que destrozaron la casa del patriota y regidor Rodríguez y otras varias. Retirándose la mayor parte supe que otra descubierta se hallaba en Segura, y sin dejar en todo el día de entrar y salir afligieron al pueblo con sus malas amenazas y saqueos. Se remitieron las raciones de su orden a Segura y el 28 me pidieron 2.000 reales amenazando llevarse presos dos del Ayuntamiento y saquear el pueblo. Quando bajaban de Segura salí como dos tiros de fusil del pueblo a persuadirlos de la imposibilidad de satisfacer su pedido por la extrema pobreza de este vecindario y satisfechos de esta verdad tomaron el camino a la Puerta, donde permanecieron aquella noche, pero sin faltar de este pueblo algunos, haciendo destrozos. Supe ciertamente haber asesinado en la rambla de Segura al Comandante de armas D. Jacinto Toledo. Y ahora a las 3 de la tarde me avisan marcha la facción hacia Andalucía».

A partir de principios de 1837 la comarca sufre las actuaciones de la partida carlista dirigida por Isidoro Ruiz, al que acompañaron algunos serranos, como el cura de Segura de la Sierra. Esta partida desarrolló sus actuaciones en La Mancha y, esporádicamente en la Sierra de Segura. Así, el 23 de enero de 1837 el capitán general de Granada informaba de haber efectuado «una correría por la Sierra de Segura y Cazorla… con el objeto de perseguir la facción acaudillada por Isidoro Ruiz, y al mismo tiempo revisar los destacamentos y conocer el espíritu de los pueblos y reanimarlos a favor de la justa causa» (GACETA, 11/2/1837).

Durante su actuación en la Sierra, esta partida realizó varios robos, entre ellos en las iglesias de Siles y Segura de la Sierra, escondiendo su botín en una cueva. Los bienes pudieron finalmente recuperarse gracias a la declaración de uno de sus miembros fusilado en Segura el 21 de julio. El informe oficial, emitido por la Capitanía general de los reinos de Granada y Jaén dice así (GACETA, 16/9/1837):

«También por declaración de un faccioso fusilado en Segura el día 21, se han encontrado en su Sierra y en la cueva nominada del Silencio, los efectos expresados a continuación, de los que he mandado devolver a las iglesias parroquiales de dicha villa y de Siles los vasos sagrados y ornamentos, pues les fueron robados por el infame Ruiz y sus secuaces que tan falsamente se titulan defensores de la Fe, y que el relox de sala sea entregado a su dueño…

Efectos aprehendidos:

Cajón 1º: Una cruz de plata grande con una efigie de nuestra Señora del Rosario, y en el reverso Santiago. Un cáliz con la copa de plata y el árbol y pie de platina. Una patena de plata. Una cucharita de id. Dos vinajeras de plata labrada con un plato de id. Un ornamento para celebrar, de color blanco con visas moradas. Unos manteles de altar. Un hostiario de hoja de lata con diez hostias.

Cajón 2º: Un relox de sobremesa de música con llave para darle cuerda. Un copón completo de plata labrada. Un cáliz de plata. Tres patenas de plata. Una cucharita de id. Un paño de altar sucio usado. Una manta usada de color y varios trapos que resguardaban el relox. Veinte y seis escopetas. Un cañón de id. y un fusil español.

Cuyos efectos se reconocieron a presencia de varios oficiales y del alcalde constitucional y cura párroco del pueblo de Hornos».  

Finalmente, el 22 de julio de 1837 fue sorprendida en Villapalacios (Albacete) esta partida, compuesta de 12 caballos y 27 infantes, por las tropas isabelinas, dirigidas por D. Genaro Selva, «subteniente comandante de la columna de la izquierda de Sierra Segura», acompañado de una fuerza de 23 caballos y 37 infantes, muriendo en el enfrentamiento 21 «facciosos, entre ellos el cura de Segura de la Sierra» (GACETA, 28-29/7/1837).

Pocos días antes, actuó en la comarca otra partida, comandada por Morillas, que en julio de 1837 «con unos 40 ó 50 hombres, desde sus escabrosas guaridas de las sierras de Segura, ha invadido en estos días las poblaciones de Genabe, Torres de Albanchez, Lapuerta y Beas: de la primera se llevó una yegua; en la última exigió camisas y pantalones; y en todas raciones» (GACETA, 31/7/1837).

En noviembre de 1837 se nota de nuevo la actividad de las partidas en la Sierra, en este caso la comandada por Palillos. El día 13 de ese mes, el capitán isabelino D Luis Lisón, «comandante de la derecha de la línea de Sierra Morena», salió de Orcera «en persecución de unos facciosos» que se hallaban en La Puerta, alcanzándolos «en el sitio llamado Arroyo del Herrero, después de haber caminado tres leguas al trote, y les dispersó cogiéndoles una yegua, cuatro caballos y varios efectos, habiendo muerto a un faccioso y hecho prisionero a otro que fue luego fusilado, manifestando antes de morir que se llamaba Juan Ayuso, que era ayudante de Palillos y que el muerto en el campo era hijo suyo». Si la partida no fue totalmente capturada fue debido a que «el ama del cura González… dio noticia a los mencionados facciosos de que iba tropa en su persecución, por cuya causa no cayeron todos en poder del expresado capitán Lisón». En consecuencia, el capitán general había dado orden «a la justicia de Ibros para que sea presa y trasladada a la villa de La Puerta… y que en la villa sufrirá la última pena con arreglo a los bandos que en aquellos cantones rigen» (GACETA, 10/12/1837). Como vemos, se intentaba mediante penas extremas (la de muerte) evitar que las partidas pudieran encontrar apoyo popular en su zonas de actuación.

A principios de 1838 la amenaza no proviene de las partidas guerrilleras, sino de la expedición realizada por el general carlista Antonio Tallada, que a partir de enero de 1838 intentó, con un ejército de cuatro batallones, tres escuadrones y una sección de artillería, ocupar Andalucía procedente desde Cuenca. Tras pasar por Alcaraz, fue derrotado en Baeza, tomando camino hacia el sur de la provincia. El día 7 de febrero de 1838 de ese mes, tropas isabelinas, formadas por 6 batallones y un escuadrón ligero, salen de Quesada con dirección a Cazorla para repeler a las tropas carlistas que habían entrado en la localidad. Sin embargo, estas huyeron «atravesando la sierra por la garganta que llaman de la Losa, en dirección a Bujaraiza», siguiendo posteriormente «la dirección de Segura de la Sierra, con designio sin duda de volver a Valencia». En su huida, las tropas carlistas perdieron «más de mil hombres, entre muertos, heridos, prisioneros y pasados», es decir, desertores, «estos continúan presentándose a cada momento». Además, «se han recogido gran número de fusiles y demás efectos de guerra que quedaron en el campo para que puedan utilizarse en el cuerpo de reserva» (GACETA, 20/2/1838).

Sin embargo, Tallada no volvió a Valencia sino que marchó a las provincias de Almería y Granada. Así, hasta finales de febrero es perseguido por el general liberal Sanz por Oria y Urrácal (Almería) y por Baza y Benamaurel (Granada), dirigiéndose «en la mayor dispersión hacia la Sierra de Segura» (GACETA, 9/3/1838). La situación el ejército de Tallada era lamentable, ya que en Benamaurel tenía «su gente cansadísima y en muy mal estado», acusándolos los liberales de que «no saben mas que robar y correr» (GACETA, 10/3/1838). El 27 de febrero de 1838 fue derrotado en Castril (Granada): «Su artillería, caballos, armas, todos sus efectos de guerra y más de 1.000 prisioneros han caído en nuestro poder. Tallada, medio desnudo, se salvó a favor de la oscuridad de la noche. Los restos materiales de sus gigantescas esperanzas vagan fugitivos sin armas, llenos de espanto, perseguidos en todas direcciones por la Milicia Nacional» (GACETA, 10/3/1838). Tallada fue apresado en Barrax (Albacete) en marzo de 1838 y fusilado.

Finalmente, la guerra termina el 31 de agosto de 1839 con el Convenio de Vergara. La paz es acogida por el país con enorme alivio. El 26 de septiembre de 1839 el Ayuntamiento de Beas de Segura dirige un escrito a la regente María Cristina «para felicitarle por los fastuosos sucesos del Norte», es decir, por la firma del convenio, añadiendo: «Este feliz desenlace… ha hecho se entreguen los habitantes de esta villa al júbilo más cumplido, principiando la reconciliación; y abrazándose cordialmente festejan el llegado día de la paz». El documento es firmado por los alcaldes Juan Antonio Montoya y Manuel Frías; los regidores Agustín Talen, José López de Quadros, Marcos de Quadros, José Niño, Bartolomé Gómez y Francisco Hornos; el procurador síndico, Roque de Frías; y el secretario de la corporación, Vicente Berrio Torrero (GACETA, 17/10/1839).

Fuentes y bibliografía

  • ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (AHN), Diversos-Colecciones, legajo 205, nº 32. Oficio informando sobre la entrada de una partida carlista en la localidad jiennense de Orcera del año 1836.
  • BULLÓN DE MENDOZA, Alfonso (2002): La Primera Guerra Carlista. Tesis Doctoral. Madrid: Universidad Complutense.
  • CRUZ AGUILAR, Emilio de la (1981): “La provincia marítima de Segura de la Sierra”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 107, pp. 51-82.
  • EXPEDIENTE (1825): Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia. Madrid: Imprenta de Miguel de Burgos.
  • GACETA DE MADRID (GACETA), números 9 (18/1/1834), 799 (11/2/1837), 970 (23/7/1837), 971 (29/7/1837), 986 (31/7/1837), 1020 (16/9/1837), 1107 (10/12/1837), 1180 (20/2/1838), 1200 (9/3/1938), 1201 (10/3/1838), 1803 (17/10/1839).
  • GARCÍA SÁNCHEZ, Adelaida (2007): «La Diputación Provincial de Jaén, en 1838, ante la Primera Guerra Carlista». Elucidario, 3, pp. 397-399.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier (2018): «La villa de Siles en el siglo XVIII: su evolución sociodemográfica y económica».
  • GILA REAL, Juan Antonio (1998): “La Sierra de Segura en el Catastro del Marqués de la Ensenada”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 168, pp. 191-364.
  • INE (1987): Censo de 1787. Floridablanca. Tomo 1: Comunidades Autónomas Meridionales. Madrid: INE.
  • MADOZ, Pascual (1849): Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XIV. Madrid: Madoz-Sagasti.
  • MARTÍNEZ, Juan de la Cruz (1842): Memorias sobre el partido judicial de Segura de la Sierra. Baeza: F. Moreno.
  • RUIZ GARCÍA, Vicente (2009): De Segura a Trafalgar. Úbeda: El Olivo.
  • VALLADARES REGUERO, Aurelio (1988): «Pío Baroja y Jaén a través de la figura del general Gómez». Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 135, pp. 89-108.

APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DE SILES DURANTE LA DICTADURA FRANQUISTA (1939-1975): REPRESIÓN, DESPOBLACIÓN Y DESARROLLISMO

Aproximación a la historia de Siles durante la dictadura franquista, por Carlos Javier Garrido García.

La dictadura franquista

Durante la Guerra Civil (1936-1939) se fue estableciendo en las zonas sublevadas un régimen dictatorial gracias a la concentración de poderes en la persona del general Franco, nombrado jefe de Estado y generalísimo de los ejércitos en 1936, jefe del partido único, FET-JONS, en 1937 y caudillo en 1938.

La dictadura se caracterizó, hasta 1945, por el predominio político de los falangistas, la fuerte represión contra los republicanos y el establecimiento de una política económica intervencionista y autárquica. Como consecuencia de esto último, y de las destrucciones económicas de la Guerra Civil, la situación socioeconómica fue desastrosa, haciendo pasado estos años a la historia como los «años del hambre».

General Francisco Franco, dictador entre 1936 y 1975. Fuente: wikipedia.

La derrota de las potencias fascistas en la II Guerra Mundial (1939-1945) tuvo como consecuencia el aislamiento internacional de la Dictadura, lo que agravó la situación socioeconómica.

Para asegurar la pervivencia del régimen, este optó por potenciar el papel político de los católicos, que predominaron en el gobierno a partir de 1957 con los llamados tecnócratas, técnicos vinculados al Opus Dei. Los tecnócratas, con el Plan de Estabilización de 1959, acabaron con el intervencionismo y la autarquía. Esto, junto con la ayuda económica estadounidense y la salida del aislamiento internacional, gracias al contexto de Guerra Fría, permitió que la situación socioeconómica mejorase. Si a todo esto le añadimos la explosión del turismo, las inversiones exteriores y el dinero enviado por los emigrantes españoles a Europa Occidental, se entiende el desarrollo socioeconómico del país.

El «desarrollismo» económico, registrado entre 1959 y 1973 supuso un cambio en las estructuras sociales, pasando a predominar la clase media, lo que aumentó, junto a los problemas de un desarrollo socioeconómico en gran medida desequilibrado y a la ausencia de libertades políticas, la oposición antifranquista y el paso a posturas reformistas de buena parte de las bases sociales franquistas.

Frente a ello, el régimen franquista respondió, a partir de 1969, con un endurecimiento de sus posturas llevando a un callejón sin salida, del que se salió, tras la muerte del dictador en noviembre de 1975, a través de un consenso entre la mayoría de los antiguos franquistas, ahora reformistas, y la mayor parte de la oposición antifranquista.

Siles durante la dictadura: evolución sociodemográfica

La dictadura se estableció en Siles a través de la imposición del aparato institucional franquista (nuevo Ayuntamiento, partido y sindicato únicos: FET-JONS y CNS, con su sección agraria, la Hermandad de Labradores) y una fuerte represión, consistente en el enjuciamiento en procesos militares de los antiguos dirigentes y miembros de base de las organizaciones republicanas, de los cuales 11 fueron asesinados en Villacarrillo y 6 en Jaén capital, y en la depuración de todos los empleados públicos.

La economía comarcal va a estar condicionada por un punto de partida en el que la expansión previa del olivar permitió tener un producto de alta demanda en la situación general de autarquía y aislamiento internacional como el aceite, tanto como para consumo humano como industrial; en el que el otro gran recurso de la zona, el bosque, queda excluido del aprovechamiento de los vecinos debido al uso en exclusiva que se concede a RENFE a partir de 1942 para explotar una madera necesaria para reconstruir las vías férreas destruidas en la Guerra Civil; a la política de repoblaciones forestales; y al control posterior, en la década de 1960, del ICONA que prioriza el uso cinegético (Coto Nacional de Caza) sobre otras actividades humanas como la agraria y ganadera; y, relacionado con lo anterior, un proceso de revisión de los títulos de propiedad o explotaciones situadas en la Sierra a través del establecimiento de límites de las fincas estatales.

Como consecuencia de los procesos anteriores y de que la Sierra de Segura quedara, como tantas otras zonas rurales españolas, al margen del Desarrollismo iniciado en 1959, Siles sufre una evolución demográfica cuyas características podemos analizar a través de la siguiente gráfica.

Evolución de la población de Siles entre 1900 y 2009. Fuente: wikipedia.

Como se puede apreciar, entre 1900 y 1930 la población de Siles conoce un fuerte crecimiento demográfico. Pese a la crisis de los años 1930 y del impacto de la Guerra Civil la población continúa creciendo, e incluso se acentúa, pasando la población de  los 4.494 habitantes de 1930 a los 5.042 de 1940. La explicación para ello es el citado cultivo del olivar, que posibilitó que la zona contara con un producto, el aceite, fácilmente comercializable tanto por canales oficiales como en el mercado negro o estraperlo. Junto a este factor, que va en consonancia de la ruralización que sufre el país, hay que tener en cuenta la emigración forzosa de los condenados a destierro por el régimen, cuyo destino preferente eran localidades rurales en las que fueran fácilmente controlables.

Sin embargo, a partir de entonces la dinámica demográfica entra en regresión, descendiendo la población de manera leve hasta 1950, cuando alcanza los 4.896 habitantes. Esto se puede relacionar con una inversión de los flujos migratorios, que se puede explicar por la llegada a su límite de la explotación del olivar, tanto por los condicionantes del relieve como por las interferencias de RENFE, y por el nuevo crecimiento de las zonas urbanas e industriales gracias a la salida del aislamiento internacional, actuando de nuevo como polos de atracción de población.

El decrecimiento de la población se acentúa a partir de entonces debido al Desarrollismo, que marginó a las zonas rurales y provocó un fuerte éxodo de población hacia las áreas urbanas, industriales y turísticas. Este proceso, en el caso de la Sierra de Segura, se vio aumentado por los intereses ligados al ICONA, lo que supuso una acentuación de los desahucios de agricultores de las tierras estatales y una supresión de las escuelas rurales que tenían como objetivo el vaciamiento poblacional de la Sierra, en un proceso vivamente descrito por Ignacio Martínez. De hecho, la mayor parte de la población serrana vivía en cortijos y aldeas dispersos por la Sierra.  Como podemos ver en la gráfica, la población de Siles se va desplomando progresivamente, llegando a los 4253 habitantes en 1960, a los 3.630 en 1970 y a los 2.856 en 1981.

Pese a este descenso demográfico, los indicadores sociodemográficos conocen una constante mejora, en consonancia con el «Desarrollismo». Así, siguiendo el estudio de Ramón Beteta Avio, la Tasa Bruta de Mortalidad, que en 1940-1944 era del 17’39 por mil, pasa a ser de 8’41 por mil en 1955-1959. A partir de entonces, el envejecimiento de la población, ya que la emigración afectaba principalmente al segmento de población joven, hace que la tasa registre un ligero ascenso, hasta situarse en el 10’89 por mil en 1970-1974. El envejecimiento de la población por la emigración explica también el descenso acusado de la Tasa Bruta de Natalidad, que pasa del 31’13 por mil en 1940-1944 al 14’28 por mil en 1970-1974.

En cualquier caso, la mejora de las condiciones de vida queda patente al analizar la esperanza de vida al nacer y la Tasa de Mortalidad Infantil. En cuanto a la primera, pasa de ser de 53’02 años en las mujeres y 47’1 en los hombres en 1940-1941 a ser de 76’2 y 70’4 años, respectivamente, en 1975-1976. Por lo que se refiere a la Tasa de Mortalidad Infantil, esta pasa de un elevado 110’26 por mil en 1940-1944 al 40 por mil en 1970-1974.

Vista de Siles desde la Ermita de San Roque en diciembre de 1939. Fuente: Hemeroteca de ABC.

El desarrollismo: equipamientos sociales y culturales

Pese a que el Desarrollismo, como hemos visto, supuso para la Sierra una acusada crisis sociodemográfica, la realidad general del país cambia, pasando a ser un país desarrollado y con predominio de la clase media. En consonancia con ello, se produce un fuerte desarrollo de los servicios públicos, que acaba por afectar también a localidades como Siles.

La asistencia médica

La mejora los indicadores sociodemográficos en Siles que ya he indicado se explica, por un lado, por la mejora en el nivel de vida de la población y, por otro, en la mejora de la asistencia sanitaria.

Hasta el final de la Guerra Civil no existía en los medios rurales un sistema de sanidad pública establecido. De hecho los servicios médicos eran privados y sólo en el caso de las clases bajas, imposibilitadas de pagar sus tratamientos, existía un servicio público de beneficencia de titularidad municipal. Así, en cada localidad el Ayuntamiento contrataba médicos titulares municipales que prestaban asistencia médica gratuita a las clases bajas, con cargo a los presupuestos municipales, siendo en el caso de Siles dos médicos los que realizaban esta labor.

Fue el régimen franquista el que empezó a establecer una red de centros sanitarios de titularidad pública, lo que no evitó que la asistencia médica privada costeada por los pacientes fuera todavía un recurso médico importante. En este sentido, dado su incipiente desarrollo, la red sanitaria pública siguió conservando en gran medida su carácter de servicio de beneficencia destinado a las clases bajas.

En enero de 1953 la Dirección General de Sanidad hizo público el proyecto de clasificación de Ayuntamientos con menos de 6.000 habitantes «con el fin de regular el ejercicio libre de la profesión de Médico en la provincia de Jaén». Muestra de la escasez de servicios médicos en la comarca de la Sierra de Segura, en todos los pueblos había plazas de médicos titulares municipales, pero sólo en Segura de la Sierra se preveía un médico dedicado al libre ejercicio de su profesión, como podemos ver en la siguiente tabla.

AYUNTAMIENTO HABITANTES MÉDICOS TITULARES MÉDICOS LIBRES
Benatae 1.491 1 0
Génave 2.141 1 0
Hornos de Segura 2.636 1 0
Orcera 4.109 2 0
Pontones 3.633 1 0
Puente de Génave 3.525 1 0
La Puerta de Segura 4.971 3 0
Segura de la Sierra 4.509 1 1
Siles 5.201 2 0
Torres de Albanchez 2.626 1 0  

La asistencia médica pública de los médicos titulares municipales se completó con el establecimiento de los Centros Secundarios de Higiene Rural, centros médicos especializados que atendían a la población comarcal y uno de los cuales se estableció, en fecha que aún no he logrado precisar, en Orcera.

El servicio  de estos Centros Secundarios, origen de lo que después serían los Ambulatorios, se completó con el establecimiento, en septiembre de 1953, de los Centros Maternales y Pediátricos de Urgencia, anexos a los anteriores. En el caso de la provincia de Jaén quedaron establecidos centros de este tipo en Alcalá la Real, Andújar, Baeza, Martos, Úbeda, Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo y Orcera. La medida llegaba con 12 años de tardanza, ya que la creación de estos centros estaba ya prevista desde 1941.

Analizando el reglamento de estos centros nos podemos hacer una idea de los servicios que prestaban. Su objetivo era «la lucha contra la mortalidad maternal y mortinatalidad y contra la ignorancia en materia de Puericultura», previéndose su establecimiento «en todas las poblaciones cabezas de partido judicial». Para ello, los ayuntamientos debían ofrecer un local adecuado, «corriendo por su cuenta la adquisición o alquiler del mismo, y el Estado facilitará la dotación inicial de material y mobiliario clínico».

Se preveía una dotación de 10 camas, sala de partos, consulta prenatal y dispensario de Puericultura. El centro prestaría atención a las personas adscritas a la Beneficencia Provincial y Municipal y a los cubiertos por el Seguro Obligatorio de Enfermedad, previéndose para el resto la asistencia a cambio del pago de cada servicio. El centro estaba destinado «a aquellas gestantes que, previamente inscritas en el mismo, se hallen sometidas a observación y vigilancia durante su gestación, siempre que por el Maternólogo se haga indicación precisa del internamiento por razón clínica o social». Por último, en cuanto a personal, contaría con un Médico Maternólogo, otro Puericultor, una Matrona auxiliar, una Enfermera Puericultora y «el personal subalterno preciso, con carácter de jornalero, encargado de la custodia del edificio, limpieza, calefacción, cocina, etc».

El cooperativismo agrario

El sindicato único franquista, la Central Nacional Sindicalista (CNS) o Sindicato Vertical, contaba con una sección específica para agricultores, la Hermandad de Labradores. Uno de sus objetivos fue el de fomentar el cooperativismo agrario, medio que se consideraba eficaz para que el agricultor consiguiera unos mejores precios de venta de sus productos y favorecer también, en casos como el cultivo del olivar, fomentar también la transformación industrial de los mismos, en el caso citado con el establecimiento en el seno de las cooperativas de almazaras para la fabricación de aceite, aumentando así el rendimiento que conseguía al agricultor. Además, las cooperativas funcionarían también como Cajas Rurales. Todo ello quedó establecido en la Ley de Cooperación de 2 de enero de 1942.

En el caso de la Sierra de Segura, centrada ya definitivamente en el monocultivo del olivar, el cooperativismo tuvo un fuerte desarrollo, sobre todo a partir de los años del Desarrollismo. En el caso de Siles, en junio de 1956 fueron aprobados los estatutos de la Cooperativa y Caja Rural «San Isidro», en febrero de 1961 los de la Cooperativa del Campo y Caja Rural «Nuestra Señora de la Asunción», y en octubre de 1972 los de la Sociedad Cooperativa Agropecuaria «San Roque», llegando, por tanto, a haber tres cooperativas en la localidad, de las que actualmente solo pervive la primera.

Cooperativa y Caja Rural «San Isidro» de Siles. Fuente: www.sanisidrosiles.blogspot.com

La Fundación «Nuestra Señora de los Dolores»: la residencia de ancianos

Filomena Marín Martínez, falleció en Siles el 23 de enero de 1952. Veinte días antes, el día 3 de ese mes, había otorgado su testamento ante el notario Capilla, de Siles, por el cual, en su cláusula quinta, establecía la Fundación “Nuestra Señora de los Dolores”, con el objeto de establecer una residencia de ancianos en la localidad. 

Las características de la Fundación creada por Filomena Marín la podemos conocer por su escritura de constitución, de 2 de junio de 1952, y por la orden en la que fue declarada como fundación benéfico-particular por las autoridades franquistas en abril de 1955. Los fines fundacionales “consisten en la construcción de un Asilo para ancianos, preferentemente los naturales o vecinos del pueblo de Siles y otros limítrofes”. El Asilo iba a ser construido en “una finca donada por don Francisco Marín y un solar que cede el Ayuntamiento de Siles”, situados en el Carrascal, previéndose un coste en su “construcción y ajuar” de 1 millón de pesetas.

Para su financiación, Filomena Marín había cedido unos bienes que fueron valorados por los peritos en 2.409.400 pesetas. Los estatutos preveían la enajenación «en pública subasta» de todos sus bienes. El sobrante después de la construcción y dotación del Asilo quedaría “como capital rentable de la institución”, invirtiéndose en títulos de deuda intransferible.

La Fundación estaría regida por un Patronato compuesto por tres patronos “natos”: el Párroco de Siles y los dos Médicos Titulares de la localidad. Además, había dos patronos “nominalmente designados por la testadora, y que no serán sustituidos el día que cesen”: Bernardo Pérez y José Ramón Garrido.

Para la Gestión del Asilo, se preveía el establecimiento de «una Comunidad Religiosa». En los estatutos de la Fundación se establecía la obligación de «solemnizar la festividad de Nuestra Señora de los Dolores, Titular de la Fundación, con fiesta religiosa y comida extraordinaria a los acogidos». Del mismo modo, debía «costear anualmente dos funerales en sufragio del alma de la fundadora… en los días diecisiete de mayo y veintitrés de enero, fechas del nacimiento y defunción de la fundadora».

Residencia de Ancianos de la Fundación «Nuestra Señora de los Dolores» en 1963. Fuente: Hemeroteca de ABC.

La Fundación «Doctor Marín»: el instituto de formación profesional

Sobre la Fundación «Doctor Francisco Marín», establecida en 1963, y el centro educativo de formación profesional al que dio origen, remito al estudio específico que ya publiqué en esta misma web, al que se puede acceder pulsando aquí

Estas dos fundaciones, creadas por los hermanos Marín, son muestra de la situación embrionaria del estado de bienestar durante la primera fase de la Dictadura Franquista, lo que hacía que el vacío dejado por el Estado sólo pudiera ser cubierto a través de iniciativas privadas como estas.

Las casas de los maestros

Durante el periodo republicano se construyeron las denominadas «Escuelas Graduadas» en el Carrascal, cuya construcción se llevó a cabo entre 1932 y 1934, inaugurándose en septiembre de 1935.

En cuanto a las viviendas de los maestros, tradicionalmente ellos alquilaban las viviendas, muchas veces actuando como intermediario el Ayuntamiento. Este se limitaba a pagar una indemnización para el pago del alquiler.

Para acabar con ese sistema, que provocaba quejas en los maestros, el régimen decidió construir casas para ellos, ubicadas por lo general junto a sus centros de trabajo. De su construcción se encargaban las Juntas Provinciales de Construcciones Escolares, lo mismo que de la construcción de nuevos centros.

En noviembre de 1960 la Junta de Jaén publicó en el Boletín Oficial de la Provincia «el anuncio de subasta para la construcción de seis viviendas para Maestros en la carretera forestal del pueblo de Siles», es decir, en la actual calle Doctor Vigueras, junto a las escuelas.  Su presupuesto de construcción se preveía por una cantidad de 1.045.820’60 pesetas, cantidad que quedaba «como base para la subasta y, por ende, como cantidad afectada por las bajas que se ofrezcan». Se daba un lazo de 15 días para la presentación de proposiciones, desde su publicación en el BOE el 9 de diciembre.

A partir de entonces se inició la construcción, que suponemos terminada para 1961 ó 1962.

La Biblioteca municipal

La primera biblioteca pública de la que tenemos constancia en Siles fue establecida durante la Guerra Civil, concretamente en febrero de 1938, en una vivienda de la Calle del Paseo y quedando como encargado Concepción Bueno García. Sin embargo, el final de la Guerra supuso la desaparición del servicio. Su encargado fue destituido de su cargo por el nuevo Ayuntamiento franquista en marzo de 1939, dentro del proceso de depuración de los funcionarios municipales, no estableciendo a nadie para sustituirlo, por lo que cabe deducir que desapareció el establecimiento.

No contaría, por tanto, la localidad con Biblioteca, hasta el establecimiento de la actual en 1963. En agosto de ese año, el ministro de Educación, Manuel Lora Tamayo, aprobó un decreto, dirigido al Director General de Archivos y Bibliotecas, por el que se creaba en la localidad una Biblioteca Pública Municipal, a petición del Ayuntamiento. Para ello, este y el Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas de Jaén habían realizado un concierto «en el que se establecen las obligaciones que contraen ambos Organismos en lo que se refiere al sostenimiento y funcionamiento de dicha Biblioteca, de acuerdo con los Reglamentos vigentes».

Por tanto, la Biblioteca entró de manera inmediata en funcionamiento, ubicándose en principio en la misma sede de Falange y de la Hermandad de Labradores, sede actual del Centro de Día de Personas Mayores y de la Escuela Infantil «Gloria Fuertes». Posteriormente se ubicó en el Casino, en los bajos del antiguo Ayuntamiento en la Plaza del Agua y, ya en democracia, en su ubicación actual.

La casa-cuartel de la Guardia Civil

Desde su establecimiento en la localidad, la Guardia Civil había utilizado inmuebles de alquiler. Así, por ejemplo, desde septiembre de 1934 se hallaba instalada en un inmueble alquilado, propiedad de Genaro López Quijano, aunque el contrato fue rescindido en plena Guerra Civil, en marzo de 1938, periodo durante el cual el inmueble fue ocupado por varios vecinos.

Esta situación de provisionalidad se mantuvo hasta 1972. El Ayuntamiento de Siles ofreció al Estado «un inmueble de una extensión de novecientos metros cuadrados, sito en el mismo término municipal, con destino a la construcción de casa-cuartel  de la Guardia Civil.

El solar, «a segregar de otro de mayor cabida», estaba situado en el «paraje denominado Carrascal Alto» y lindaba «Al Norte. con finca matriz; al Sur, calle Feria; al Este, con calle Virgen del Pilar, y al Oeste, finca matriz».

La donación fue aceptada por el Ministerio de Hacienda por Decreto de 7 de diciembre de 1972, estableciéndose que el solar «deberá incorporarse al Inventario General de Bienes del Estado, una vez inscrito a su nombre en el Registro de la Propiedad, para su ulterior afectación por el Ministerio de Hacienda al de la Gobernación para los servicios de casa-cuartel para la Guardia Civil, dependientes de este último Departamento».

La cesión del Cubo y de las murallas al Ayuntamiento

Las murallas de la localidad de Siles se construyeron en 1397, a cambio de la cual la Orden de Santiago le concedió el título de villa. El sistema defensivo de la localidad se completaba con la fortaleza, de la que queda actualmente el Cubo. Estas estructuras defensivas eran consideradas propiedad de la Orden Militar de Santiago, que era la encargada de su mantenimiento.

Durante el reinado de Carlos I, en 1523, las órdenes militares quedaron bajo el control de los monarcas, por lo que, de hecho, sus bienes pasaron a convertirse en lo que hoy denominaríamos como bienes del Estado. Los procesos desamortizadores del siglo XIX (especialmente los decretos de Mendizábal en 1836 y Madoz en 1855) supusieron la venta de muchos de los bienes estatales, sobre todo fincas rústicas, quedando las antiguas fortalezas, como bienes de interés histórico-artístico, en manos del Estado, que las dejó sumidas, en la mayoría de los casos, en un estado de total abandono.

En 1973 el Ayuntamiento de Siles solicitó la «cesión gratuita de la torre denominada ‘El Cubo’ y muralla, sitas en dicho término municipal, con el fin de destinarlas a monumento artístico ornamental». El Gobierno, de acuerdo con la Ley de Patrimonio del Estado, que preveía la cesión «a las Corporaciones locales (de) los inmuebles por razones de utilidad pública o de interés social», dio el visto bueno. Del mismo modo, el Ayuntamiento aceptó «las obligaciones a que habrá de quedar sometido en el disfrute del citado bien por estar integrado en el Patrimonio Artístico Nacional».

Como consecuencia, en octubre de 1973 se aprobó el Decreto de cesión, firmado por Francisco Franco y por el Ministro de Hacienda, Antonio Barrera de Irimo. En su artículo 1º se describen los bienes cedidos.

En cuanto a la muralla, se cedieron los siguientes tramos:

  • Un trozo «de veintisiete metros de longitud y una altura exterior de tres metros, lindando con el cementerio clausurado, e interior de dos metros, con herederos de don Francisco Cano Rodríguez».
  • «Otro en la Calle Caba, esquina a la calle Magdalena, de seis metros de longitud y cinco a seis de altura, formando parte de la casa de don Vicente Alarcón Millán. En la parte superior existen restos de una torre vigía».
  • «Otro en la misma calle anterior, de diez metros con veinte centímetros de longitud, con una edificación delante, visible por encima de ésta, unos dos metros».
  • «Otro de doce metros lineales por seis de altura, lindante con las casas de María Rodríguez Bermúdez e Isabel Galdón Valle, también en dicha calle Caba».
  • «Otro de quince metros de longitud por siete de altura, formando parte de las casas de Narcisa Martínez Barba y Enrique Nova Chinchilla, igualmente en calle Caba».
  • «Otro de once metros de longitud por nueve de altura, que forma parte de la casa de Francisca Sánchez Ruiz, en la calle del General Mola».
  • «Otro de veinticinco metros de longitud por nueve de altura en la calle San Gregorio y que forma parte de las casas de Francisco Sánchez Ruiz, Emilio Zorrilla Franco y Francisca Juárez Manzaneda».
  • «Otro de once metros de longitud por cinco de altura en la calle indicada anteriormente de San Gregorio, que forma parte de las casas de María Fernández Sesarino y Roque Mendoza Mendoza».
  • «Un arco de muralla para paso desde la calle Caba a la de Magdalena de dos metros ochenta centímetros de anchura por tres metros con cincuenta centímetros de altura, abierto en la muralla, con un grosor de un metro con sesenta centímetros».
  • «Otro arco de acceso a la calle de San Gregorio desde la calle de Casa Caída, de tres metros de altura por dos metros diez centímetros, creado sobre una muralla de un grosor de un metro setenta centímetros».

Por lo que se refiere al Cubo, lo describe de la siguiente manera: «Un torreón denominado ‘El Cubo’, de forma cilíndrica, de una superficie de cincuenta y siete metros cuadrados y una altura de quince metros. Consta de dos pisos y una terraza, estando derrumbada la escalera de acceso. Linda: entrando por la calle de Placeta Villa, con casa de Leovigildo Banderas Trillo y ruinas de casa de Francisco Cano Rodríguez, tanto por la derecha como por la izquierda entrando, y espalda con cementerio clausurado. Anejo al mismo y con una separación de dos metros con noventa centímetros, una habitación sin techo, con paredes de cinco a seis metros de altura y una superficie de ochenta y cuatro metros cuadrados».

Al Ayuntamiento se le daba un plazo de 10 años para que los bienes cedidos fueran «dedicados al uso previsto». En caso contrario, los bienes revertirían al Estado, sucediendo lo mismo si con posterioridad al plazo el uso cambiase. Por otra parte, cualquier «obra de adaptación, conservación o reparación» debía contar con autorización previa de la Dirección General de Bellas Artes.

De este decreto de cesión quedaron excluidos dos lienzos de muralla, ya fuera por omisión o por descubrimiento posterior, lo que motivó la aprobación de uno nuevo en septiembre de 1974. Con las mismas condiciones del decreto anterior, fueron cedidos al Ayuntamiento de Siles los siguientes «lienzos de la muralla»:

  • «Porción de muralla de veintiún metros de longitud por cinco metros de altura, en la calle San Gregorio, formando parte de las casas de Amadeo Martínez Blázquez y Julia Chinchilla Fox».
  • «Otra porción de muralla de ochenta metros de longitud por una altura de tres a cuatro metros, situada entre el cementerio católico clausurado y herederos de Eugenio Ortega Romero, Julio Tebar Tebar, Alfonso Punzano Carrasco, Domingo Fuentes Flores y Hermenegildo Balderas Trillo, cerrando con la torre del Cubo».

Con posterioridad, ya en democracia, el Ayuntamiento fue acometiendo la restauración del monumento, especialmente El Cubo, que, junto con la Tercia, se ha convertido en el principal reclamo histórico-monumental del municipio.

Plaza de la Villa (Foto: El cura Blanco). Publicada en: «Recuerdos del Ayer y Siles».

Fuentes y bibliografía

  • ARAQUE JIMÉNEZ, Eduardo: «Evolución de los paisajes forestales del Arco Prebético. El caso de las Sierras de Segura y Cazorla». Revista de Estudios Regionales, 96 (2013), pp. 321-344.
  • ARCO BLANCO, Miguel Ángel del: Hambre de Siglos. Mundo rural y apoyos sociales del franquismo en Andalucía Oriental (1936-1951). Granada: Comares, 2007.
  • BETETA AVIO, Ramón: Estudio bioantropológico en la Sierra de Segura. Siles, 1900-1999. Tesis Doctoral. Granada: Universidad de Granada, 2017.
  • Boletín Oficial del Estado (BOE), Nº 9 (9/1/1953), p. 158. Dirección General de Sanidad. Haciendo público el proyecto de clasificación de Ayuntamientos con el fin de regular el ejercicio libre de la profesión de Médico en la provincia de Jaén.
  • BOE, nº 284 (11/10/1953), pp. 6109-6111. Orden de 21 de septiembre de 1953 por la que se aprueba el Reglamento de los Centros Maternales y Pediátricos de Urgencia, dependientes de la Dirección General de Sanidad.
  • BOE, nº 264 (21/9/1955), pp. 5735-5736. Orden de 2 de abril de 1955 por la que se clasifica como fundación benéfico-particular la denominada «Nuestra Señora de los Dolores», instituida por doña Filomena Marín Martínez, en Siles (Jaén).
  • BOE, nº 186 (4/7/1956), p. 4401. Orden de 16 de junio de 1956 por la que se inscribe en el Registro Oficial a las Cooperativas que a continuación se relacionan.
  • BOE, nº 295 (9/12/1960), p. 16.944. Resolución de la Junta Provincial de Construcciones Escolares de Jaén referente a la subasta para la contratación de las obras de seis viviendas para Maestros en la carretera forestal del pueblo de Siles (Jaén).
  • BOE, nº 57 (8/3/1961), p. 3606. Orden de 21 de febrero de 1961 por la que se inscriben en el Registro Oficial a las Cooperativas que se relacionan.
  • BOE, nº 232 (27/9/1963), p. 13.937. Orden de 27 de agosto de 1963 por la que se crea una Biblioteca Pública Municipal en Siles (Jaén).
  • BOE, nº 269 (9/11/1972), pp. 19952-19953. Orden de 3 de octubre de 1972 por la que se dispone la inscripción en el Registro Oficial de las Cooperativas que se mencionan.
  • BOE, nº 303 (19/12/1972), p. 22.644. Decreto 3452/1972, de 7 de diciembre, por el que se acepta la donación al Estado por el Ayuntamiento de Siles (Jaén) de un inmueble de 900 metros cuadrados, radicado en el mismo término municipal. con destino a la construcción de una casa-cuartel para la Guardia Civil.
  • BOE, nº 255 (24/10/1973), p. 20.533. Decreto 2629/1973, de 5 de octubre, por el que se cede gratuitamente al Ayuntamiento de Siles (Jaén) la torre denominada «El Cubo» y muralla, sitas en dicho término municipal, con el fin de destinarlas a monumento histórico artístico ornamental.
  • BOE, nº 247 (15/10/1974), pp. 20883-20884. Decreto 2913/1974, de 27 de septiembre, por el que se ceden gratuitamente al Ayuntamiento de Siles (Jaén) dos lienzos de muralla sitos en dicho término municipal, con el fin de destinarlos a monumento artístico ornamental, completando así la cesión realizada anteriormente.
  • Escritura de Fundación del establecimiento de beneficencia particular «Nuestra Señora de los Dolores», de aceptación de nombramiento de cargos y de concesión de facultades al señor Presidente. Siles, 2/6/1952.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: Siles y el partido judicial de Orcera durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra (1931-1950). Siles: Leones del Agua, 2018.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: Siles durante la crisis del sistema de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera (1920-1931). Siles: Leones del Agua, 2019.
  • MARTÍNEZ, Ignacio: Introducción a la Segurología. Beas de Segura: Montflorit Ediciones, 2014.

HISTORIA DEL IES «DOCTOR FRANCISCO MARÍN» DE SILES

Explicación breve de la evolución histórica del IES «Doctor Francisco Marín» de Siles (Jaén), por Carlos Javier Garrido García.

IES «Doctor Francisco Marín», Siles (Jaén) y logo utilizado para celebrar su 50 aniversario.

INTRODUCCIÓN

El objetivo de este trabajo es realizar una pequeña síntesis sobre el nacimiento y desarrollo posterior del Instituto de Enseñanza Secundaria “Francisco Marín” de Siles (Jaén).

Este centro educativo tiene su origen en la Fundación “Marín”, creada en 1963 por la última voluntad del médico Francisco Marín Martínez. Venía así a suplir el abandono educativo en el que, desde prácticamente siempre, había tenido la administración a la comarca de Sierra Segura, convirtiéndose desde el inicio de su andadura en un importante mecanismo de elevación del nivel educativo, y por tanto de promoción socioeconómica, de sus habitantes.

Valga, pues, este trabajo, que no pretende ser sino una primera aproximación, de homenaje a todas las personas que han hecho posible con su generosidad, implicación y esfuerzo esa magnífica realidad que en la actualidad es el IES “Doctor Francisco Marín”.

EL MÉDICO FRANCISCO MARÍN MARTÍNEZ

Francisco Marín Martínez nació en Torres de Albanchez en 1878, hijo de Arturo Marín Martínez, natural de Elche de la Sierra, y Dolores Martínez, natural de Benatae. Sin embargo, la familia acaba trasladándose a Siles. En esta localidad la residencia familiar se hallaba en la Calle del Cura, denominada en la actualidad “Familia Marín Martínez”, en honor de Francisco y de su hermana Filomena, fundadores, como veremos, de sendas instituciones benéficas en la localidad.

Retrato del doctor Francisco Marín Martínez, que preside la entrada del IES que lleva su nombre.

Tras completar sus estudios de Medicina, pasó a ejercer su profesión en su localidad natal, al menos desde el año 1902. En ese momento ocupaba el cargo de médico interino dentro de la Beneficencia municipal, es decir, de la asistencia médica gratuita que prestaban los ayuntamientos, siendo el médico titular Fausto González. Al renunciar este último en octubre de 1920, Francisco Marín se convirtió en médico titular, acompañado como interino por Isaac Cózar Tenedor, cobrando cada uno de ellos un salario anual de 1.500 pesetas, que se elevó a 2.750 en 1924. Como médico titular ostentaba también el cargo de Inspector Municipal de Sanidad.

Pese a no tener una filiación política concreta, Francisco Marín, como miembro de las clases acomodadas de la localidad, sufrió las consecuencias de la Guerra Civil. Así, el 19 de julio de 1936, al estallar el conflicto, murió su criada, Vicenta Buitrago López, de 65 años. Este fue el primer fallecimiento durante el conflicto en Siles y se trató de una muerte accidental. Al estar un grupo de milicianos destruyendo una imagen religiosa en la Fábrica de Aceites de Garrido, la criada se asomó a la ventana para ver que sucedía, recibiendo un disparo mortal por parte de uno de los milicianos. En el suceso, resultó también herido Francisco Marín.

Por otra parte, en septiembre de 1936 fue obligado a realizar, junto con otras personas acomodadas de la localidad, una donación al Ayuntamiento de 10.912’95 pesetas. En cualquier caso, no sufrió, que nos conste, más actos de represión durante la guerra, dada su ya citada falta de filiación política y gracias también a su contacto previo con las clases bajas de la localidad gracias a su puesto de médico titular de la beneficencia municipal.

Del mismo modo, al acabar la Guerra Civil, no fue objeto de depuración por las nuevas autoridades franquistas, continuando como médico titular tras la misma.

Su hermana, Filomena Marín Martínez, falleció en Siles el 23 de enero de 1952. Veinte días antes, el día 3 de ese mes, había otorgado su testamento ante el notario Capilla, de Siles, por el cual, en su cláusula quinta, establecía la Fundación “Nuestra Señora de los Dolores”, con el objeto de establecer una residencia de ancianos en la localidad. Esta fundación fue el ejemplo a seguir por su hermano Francisco, que hizo lo propio en su testamento, como veremos.

Las características de la Fundación creada por Filomena Marín la podemos conocer por la orden en la que fue declarada como fundación benéfico-particular por las autoridades franquistas en abril de 1955. Los fines fundacionales “consisten en la construcción de un Asilo para ancianos, preferentemente los naturales o vecinos del pueblo de Siles y otros limítrofes”. El Asilo iba a ser construido en “una finca donada por don Francisco Marín y un solar que cede el Ayuntamiento de Siles”, previéndose un coste en su “construcción y ajuar” de 1 millón de pesetas.

Para su financiación, Filomena Marín había cedido unos bienes que fueron valorados por los peritos en 2.409.400 pesetas. El sobrante después de la construcción y dotación del Asilo quedaría “como capital rentable de la institución”. Por último, la Fundación estaría regida por un Patronato compuesto por tres patronos “natos”: el Párroco de Siles y los dos Médicos Titulares de la localidad. Además, había dos patronos “nominalmente designados por la testadora, y que no serán sustituidos el día que cesen”: Bernardo Pérez y José Ramón Garrido.

Siguiendo este ejemplo, Francisco Marín Martínez, que permaneció soltero y sin hijos, previó en su testamento, otorgado en 1960, la creación de otra fundación benéfica, la Fundación “Marín”, que se convirtió en realidad tras su fallecimiento en Siles el 4 de febrero de 1962. Según consta en su partida de entierro, falleció por insuficiencia cardio-circulatoria a las 9:40 horas de ese día, siendo enterrado en el Cementerio de Siles al día siguiente.

LA FUNDACIÓN “MARÍN”

La creación de la Fundación “Marín” la conocemos a través de su clasificación como fundación benéfico-docente por las autoridades franquistas el 23 de abril de 1963.

Cartel de la Fundación «Marín» en la verja exterior del centro.

Francisco Marín Martínez había otorgado su testamento ante el notario madrileño Julio Albi Agero el 3 de julio de 1960. En su cuarta cláusula instituía “una fundación benéfico-docente en Siles (Jaén), con la finalidad de crear y sostener una Escuela de Formación Profesional gratuita para personas humildes y de pago, con módico estipendio, para personas más acomodadas con la denominación de <Fundación Marín>, que tendrá personalidad jurídica y será autónoma, no teniendo el Ministerio de Educación Nacional intervención en su régimen de gobierno”. Este correspondería a un Patronato integrado por el Delegado Provincial de Trabajo, el Inspector Jefe de Primera Enseñanza de Jaén, el Director o en su defecto un profesor de la Escuela de Formación Profesional Acelerada de Jaén y el Director de las Escuelas Graduadas de Siles. Ya que su número era par y podía dar lugar a empates en las votaciones, las autoridades franquistas recomendaban el nombramiento de otro patrono. La evolución posterior de la institución hace deducir que el elegido fue el alcalde de Siles.

Para el sostenimiento de la Fundación su fundador indicó una serie de bienes y valores que se tasaban en 10.996.705’84 pesetas. Por último, se preveía “encomendar a personas físicas o alguna comunidad religiosa la realización del fin fundacional”. Finalmente, se optó por la comunidad religiosa de los Salesianos para la gestión del nuevo centro educativo.

Que la Fundación tuviera por objeto la creación de una Escuela de Formación Profesional se explica fundamentalmente por dos razones. En primer lugar, en la España del desarrollismo se produjo una mayor demanda de esta rama educativa, debido al crecimiento de las clases medias y al desarrollo económico, uno de cuyos pilares era el uso de una amplia y barata mano de obra, a la que se requería un nivel de formación mínimo. En segundo lugar, las carencias formativas en este aspecto eran muy destacadas en la comarca de la Sierra de Segura. El centro de Formación Profesional más cercano era el de Úbeda y tan sólo había en la comarca a finales de la década de 1950 las clases de formación profesional inicial que se impartían en las escuelas primarias. Así, por ejemplo, en 1957 y 1958 se impartía la Iniciación Profesional en Siles en su Modalidad Agrícola en la Escuela Graduada de Siles, a cargo de Emiliano Zorrilla Serrano, y en Labores de Adorno en la Escuela de Niñas, a cargo de María Zamora Pérez de las Bacas.

En cuanto a la implantación del bachillerato en la Sierra de Segura, esta vino de la mano del establecimiento de una Sección delegada mixta tipo A del Instituto de Enseñanza Media en Beas de Segura. En 1966 comenzaron las obras del centro, adjudicadas al constructor Luis Villar Hurtado, vecino de Torreperogil, con un coste de 3.864.585’07 pesetas. Posteriormente, el centro pasó a convertirse en el Instituto Nacional de Bachillerato mixto de Beas de Segura, adoptando la denominación en 1977 de “Sierra de Segura”.

LA PUESTA EN MARCHA DE LA ESCUELA PROFESIONAL “FUNDACIÓN MARÍN”

Tras la creación de la Fundación en 1963 se iniciaron las gestiones para poner en funcionamiento el centro de formación profesional que contemplaban sus objetivos. Como ya hemos citado, la gestión de la nueva entidad educativa se encargó a la Congregación Salesiana, que se estableció para ello en Siles a finales de 1966.

Coincidiendo con ello, el 23 de diciembre de 1966 fue adquirida una finca de 13.000 m2, por escritura ante Francisco Carpio Mateos, notario de Orcera, situada junto a la Carretera de La Puerta, iniciándose de inmediato las obras de construcción del centro. Tras ello, el 31 de enero de 1967, festividad de San Juan Bosco, la Congregación Salesiana y la labor que iba a desarrollar se dan a conocer a la población comarcal.

Escultura de María Auxiliadora, devoción impulsada por la Congregación Salesiana. La imagen presidió la capilla y se sitúa en la actualidad junto a su puerta de acceso interior.

El 29 de febrero de 1967 se iniciaron las clases, impartidas a un total de 40 alumnos, aunque dado el poco tiempo transcurrido es posible que se iniciaran en otro local distinto al del centro educativo en construcción. Tampoco sabemos en qué consistían esas clases, ya que, como veremos, el reconocimiento oficial del centro y la fijación de las enseñanzas a impartir por la administración educativa son posteriores. En cualquier caso, se trataría de una educación laboral básica llevada a cabo por una institución privada que aún no había sido homologada por el Estado.

Antes de la finalización de las obras, aunque seguramente con gran parte del edificio terminado, en abril de 1968, la administración educativa reconoció por Decreto a la Escuela Profesional “Fundación Marín” como “Centro no oficial reconocido de Formación Profesional Industrial, dependiente de la iniciativa privada”. Además, se establecía que el Ministerio de Educación y Ciencia debería “dictar las oportunas normas relacionadas con los requisitos que deben cumplirse por el indicado Centro, en orden a grados de enseñanza, especialidades y horario escolar”.    

Basándose en lo dispuesto en el Decreto anterior, en mayo de 1968 el Ministerio de Educación y Ciencia dictó una orden por la cual se autorizaban en el centro las siguientes enseñanzas, desarrolladas en tres cursos académicos, correspondientes al Grado de Aprendizaje Industrial:

  • Especialidad de Ajustador, Tornero y Fresador, de la Sección Mecánica, de la Rama del Metal.
  • Especialidad de Instalador-montador, de la Rama Eléctrica.

La matrícula del alumnado se debería realizar en la Escuela de Maestría Industrial de Úbeda y se preveía que se impartiera también la enseñanza, en un curso, de Iniciación Profesional o Preaprendizaje.

Gracias a todo lo anterior, la Escuela pudo impartir su primer curso académico oficial, el 1967/1968, aunque este quedó limitado sólo a unos dos meses, en los que seguramente sólo se impartió la Iniciación Profesional. La inauguración oficial del centro tuvo lugar el 29 de junio de 1968, viniendo acompañada de la colocación de un pequeño monumento al doctor Francisco Marín que aún está frente a su entrada. La totalidad de las obras del Centro no culminaron hasta marzo de 1969, según proyecto redactado por el arquitecto Miguel Ángel Hernández Requejo.

Monumento al doctor Francisco Marín en la entrada del centro, colocado el día de su inauguración oficial.

La Congregación Salesiana siguió gestionando la Escuela hasta 1976 cuando, debido a dificultades económicas para su mantenimiento, optaron por abandonarla, lo que obligó a la Fundación a buscar el acuerdo con el Ministerio de Educación y Ciencia para su mantenimiento.

LA SECCIÓN DE FORMACIÓN PROFESIONAL DE PRIMER GRADO DEPENDIENTE DEL CENTRO NACIONAL DE FORMACIÓN PROFESIONAL DE ÚBEDA

En abril de 1977, por orden de la Dirección General de Enseñanzas Medias, la Escuela Profesional “Fundación Marín” se transformó en una Sección Profesional de primer grado, dependiente del Centro Nacional de Formación Profesional de primer y segundo grado de Úbeda.

La medida se justificaba con el objetivo “de atender las necesidades de escolarización planteadas en la provincia de Jaén, en cuanto se refiere a la Formación Profesional de Primer Grado”, aprovechando para ello “que en la localidad de Siles existe la posibilidad de utilización de locales e instalaciones propiedad de la <Fundación Marín>, constituida precisamente para la creación y mantenimiento de una Escuela de Formación Profesional que, de hecho, viene funcionando durante el presente curso académico con asistencia de 138 alumnos que reciben enseñanzas en diversas profesiones correspondientes al primer grado”.

Según esta orden, en la nueva Sección se impartirían las enseñanzas siguientes:

  • Rama del Metal, Profesión Mecánica.
  • Rama Eléctrica, Profesión Electricidad.
  • Rama de Automoción, Profesión Mecánica del Automóvil.
  • Rama Administrativa y Comercial, Profesión Administrativa.

Se tenía prevista su implantación en el mismo curso 1976/1977, por lo que creo que las ramas ofertadas debían coincidir con las que impartía la Escuela Profesional en esos momentos y que las dificultades económicas de esta última fueron las que provocaron, como medida de urgencia, su transformación en Sección. De hecho, la orden que estamos comentando establecía que “los gastos de mantenimiento serán satisfechos por la Fundación hasta donde alcancen sus rentas y fondos, haciéndose cargo el Patronato de Promoción de la Formación Profesional de aquellos que no fuera posible cubrir con los recursos citados”.

EL CENTRO NACIONAL DE FORMACIÓN PROFESIONAL

Las dificultades económicas de la “Fundación Marín”, que acabamos de ver, y las cada vez mayores demandas de formación de la población hicieron que el Ministerio de Educación y Ciencia se decidiera, en febrero de 1979, a transformar la Sección en Centro Nacional, tras el establecimiento de un convenio entre las dos partes.

El Convenio, suscrito por Raúl Vázquez Gómez, director general de Enseñanzas Medias, y Rafael Fuentes, por el Patronato Benéfico-Docente “Fundación Marín”, se justificaba por “las necesidades del sector educativo existentes en la amplia comarca de la Sierra de Segura, más acuciantes en cuanto a la Formación Profesional”, y por “la dificultad económica por parte del Patronato de mantener en funcionamiento” el centro educativo que estaba a su cargo. El Convenio, dividido en 10 cláusulas, establecía lo siguiente:

  • La Fundación cedía al Ministerio de Educación y Ciencia “el uso y disfrute, a título gratuito, de las dependencias de su propiedad, comunicadas entre sí, emplazadas en la calle Carretera, sin número, de la citada población”, que contaban con 13.000 m2, “incluidas zonas deportivas, piscina, patios” y “cuya capacidad puede considerarse de unos 350 a 400 puestos escolares, entre clases teóricas y prácticas”.
  • La cesión se efectuaba “por un periodo de treinta años siempre que el mencionado Centro se destine a las enseñanzas de Formación Profesional”, pudiendo prorrogarse con “la conformidad de ambas partes”.
  • El centro pasaba a tener “carácter estatal” y, en consecuencia, “el personal, de todo tipo, necesario para el funcionamiento del Centro, será designado por el MEC”. Del mismo modo, el Ministerio se haría cargo de “todos los gastos que se deriven en el futuro de las obras de conservación, ampliación o mejora que sea preciso realizar en el Centro, del equipamiento de este en cuanto a mobiliario, material didáctico y, en su caso, menaje de cocina y comedor, y del funcionamiento normal del Centro”. Pese a ello, la Fundación “contribuirá a la financiación de los gastos enumerados aprovechando sus bienes fundacionales”.
  • Los bienes fundacionales consistían en varias fincas. En primer lugar estaban las fincas sobre las que se establecía el Centro, la ya citada de 13.000 m2, y otra finca contigua a ella de tierra de riego de 14 áreas de extensión. En el convenio se hace una descripción de las instalaciones del Centro: “edificaciones en sus zonas administrativas y de acceso, otra de clases, otra de internado, otra de talleres, aseos, capilla y salón de actos, todo ello distribuido en varias plantas y estas en las oportunas dependencias, existiendo también la pertinente extensión urbanizada para campo de deportes y de prácticas de esta Escuela”. El resto de fincas propiedad de la Fundación, que luego enumeraré, serían enajenadas por ella en un plazo de 6 meses y el dinero conseguido debía ser invertido “en título de alto interés anual, bien de la Deuda Pública, bien bajo la forma de certificados de depósito o cédulas de la Banca oficial”. Las fincas eran las siguientes: finca rústica en la Cañada de Enmedio, término de Torres de Albanchez, con 289 hectáreas entre secano olivar, secano cereales año y vez, monte alto pinar y monte bajo; finca rústica en Fuente Cascajo, término de Siles, con 25 áreas de riego; finca rústica en la Teinada de Agustín, término de Benatae, con 30 áreas de riego y secano; finca rústica consistente en la mitad de un cortijo para habitación con 225 m2 y una teinada de 863 m2 junto a la finca rústica anterior; y, por último, finca rústica en el paraje de los Barrancos, término de La Puerta de Segura, con más de 75 hectáreas de extensión entre erial a pastos, secano cereales año y vez, monte alto pinar y monte bajo jaral.
  • Para velar por el cumplimiento del Convenio, se establecía una Comisión formada por: el Delegado provincial de Educación y Ciencia, que actuaría como presidente; el presidente de la Fundación, el alcalde de Siles, el Juez comarcal de Orcera y el Director del centro educativo, como vocales; y el secretario del centro educativo, como secretario, con voz pero sin voto. La Comisión tendría obligatoriamente al menos una reunión al semestre.
  • Por último, se establecía que “las plantillas de personal docente se establecerán por el MEC” y que a este le correspondía “el establecimiento, desarrollo y vigilancia de las enseñanzas a impartir… y de los planes educativos”.

El Convenio, tras deliberación en el Consejo de Ministros de 13 de febrero de 1979, fue aprobado mediante Real Decreto de ese mismo día, que además estableció que quedaba “transformado en Centro Nacional de Formación Profesional la actual sección estatal de Formación Profesional de Siles (Jaén)”.

Para poner en marcha el nuevo Centro, la Dirección general de Enseñanzas Medias dictó una orden en mayo de 1979. En ella se establecían las siguientes enseñanzas, a partir del curso 1979/1980:

  • Primer Grado de Formación Profesional en las Ramas siguientes: Metal, Profesión Mecánica; Eléctrica, Profesión Electricidad; Automoción, Profesión Mecánica del Automóvil; y Administrativa y Comercial, Profesión Administrativa.
  • Segundo Grado de Formación Profesional en las Ramas de: Electricidad y Electrónica, Especialidad de Instalaciones y líneas eléctricas; y Administrativa y Comercial, Especialidad Administrativa. En cualquier caso, las enseñanzas de segundo grado no podrían implantarse “cuando el número de alumnos inscritos, provisionalmente, en cada Especialidad, sea inferior a veinte”.
  • Además, se impartiría el Curso de Adaptación.

Para desarrollar estas enseñanzas, se estableció también la siguiente plantilla de profesorado:

  • Área Formativa Común: 1 profesor de Lengua, 1 de Formación Humanística, 1 de Idioma moderno, 1 de Formación Religiosa y 1 de Educación Físico-Deportiva.
  • Área de Ciencias Aplicadas: 1 profesor de Matemáticas, 1 de Física y Química y 1 de Ciencias de la Naturaleza.
  • Área de Ampliación de Conocimientos: 1 profesor de Organización Empresarial, 1 de Seguridad e Higiene en el Trabajo y 1 de Legislación.
  • Área de Conocimientos Técnicos y Prácticos: 1 profesor de Técnicas de Expresión Gráficas, 1 de Tecnología del Metal, 2 de Tecnología Eléctrica, 1 de Tecnología de Automoción, 2 de Tecnología Administrativa, 1 Maestro de Taller del Metal, 2 Maestros de Taller de Electricidad, 1 Maestro de Taller de Automoción y 2 profesores de Prácticas Administrativas.

Posteriormente, en junio de 1981, el Ministerio de Educación y Ciencia autorizó que fuera impartido en el centro el “Segundo Grado en la Rama de Automoción, Especialidad de Mecánica y Electricidad del Automóvil” para el curso 1981/1982, aunque con el mismo requisito ya visto para los segundos grados de que hubiera al menos 20 alumnos matriculados.

DE INSTITUTO DE ENSEÑANZAS MEDIAS A INSTITUTO DE ENSEÑANZA SECUNDARIA

En el curso 1987/1988 el Centro pasó a convertirse en un Instituto de Enseñanzas Medias, en el que a las enseñanzas de Formación Profesional se añadían las de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Curso de Orientación Universitaria (COU), en estos dos últimos casos como una Extensión del Instituto de Bachillerato “Sierra de Segura” de Beas de Segura. En el citado curso se impartían las siguientes enseñanzas:

  • Formación Profesional de primer y segundo grado en las Ramas: Administrativa y Comercial (Administrativo), Automoción (Mecánica y Electrónica del Automóvil) y Electricidad (Instalaciones Eléctricas).
  • Bachillerato Unificado Polivalente (BUP).

La LOGSE, aprobada en 1990 y que establecía la Educación Secundaria Obligatoria, el Bachillerato y los Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior, supuso la creación de los Institutos de Enseñanza Secundaria. El de Siles fue creado por Decreto de la Junta de Andalucía de septiembre de 1991 por transformación del Instituto de Formación Profesional “Fundación Marín” y de la Extensión del Instituto de Bachillerato “Sierra de Segura”. El nuevo Instituto fue uno de los primeros centros autorizados en Andalucía para impartir las enseñanzas contempladas en la LOGSE, cosa que empezó a hacer en el curso 1991/1992.

La actual denominación de IES “Doctor Francisco Marín” data de julio de 1992, cuando una orden decidió dársela al Instituto de Enseñanza Secundaria de Siles.

«El mejor educador el trabajo», lema situado junto a la entrada al centro.

LA MODIFICACIÓN DE LOS ESTATUTOS DE LA “FUNDACIÓN MARÍN” EN 1998.

La “Fundación Marín” estableció unos nuevos estatutos que fueron registrados ente el notario granadino Juan Lozano López el 20 de noviembre de 1997, viéndose obligada a ello para hacerlos compatibles con la nueva Ley 30/1994, de 24 de noviembre, de Fundaciones. Gracias a la Orden de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía por la que estos estatutos fueron aprobados, sabemos que los nuevos objetivos de la Fundación serían “el mantenimiento del centro y de sus instalaciones, la elaboración de convocatoria de becas y premios para proyectos de desarrollo de la comarca”. Además, el “Gobierno, administración y representación de la Fundación, se confía de modo exclusivo a un Patronato, que estará formado por seis miembros”, cuya identidad no especifica la orden.

EVOLUCIÓN RECIENTE DEL INSTITUTO

El IES “Doctor Francisco Marín” amplió sus enseñanzas con la implantación de la Educación Secundaria de Adultos en el curso 2003/2004, que pasó a ser Educación Semipresencial de Adultos (ESPA) en el curso 2010/2011. Además de las enseñanzas de ESO y Bachillerato, se imparten los siguientes ciclos formativos de Formación Profesional Epecífica:

  • Técnico de Cocina, desde el curso 1998/1999.
  • Equipos e Instalaciones Electrónicas, desde el curso 1996/1997.
  • Cuidados Auxiliares de Enfermería, desde el curso 2002/2003.
  • Gestión Administrativa, desde el curso 1995/1996.

En el curso 2011/2012 se impartía docencia a 710 alumnos, 160 de ellos de la ESPA. Por otra parte, es Centro TIC desde el curso 2007/2008 y Centro Bilingüe Inglés desde el curso 2011/2012.

Vista de Siles desde el Cerro Bucentaina, con el Cambrón al fondo.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • Archivo de la Parroquia de la Asunción de Siles, registros de entierro. Partida de entierro de Francisco Marín Martínez. Siles, 5/2/1962.
  • Archivo del IES “Doctor Francisco Marín”: Carpeta de creación del Centro y enseñanzas autorizadas. Orden Ministerial de 11 de junio de 1981 por la que se amplían enseñanzas en diversos Centros Nacionales de Formación Profesional.
  • Boletín Oficial del Estado (BOE), nº 264 (21/9/1955), pp. 5.735-5.736. Orden de 2 de abril de 1955 por la que se clasifica como fundación benéfico-particular la denominada “Nuestra Señora de los Dolores”, instituida por doña Filomena Marín Martínez, en Siles (Jaén).
  • BOE, nº 113 (11/5/1963), p. 7.791. Orden de 23 de abril de 1963 por la que se clasifica como benéfico-docente la “Fundación Marín”, instituida en Siles (Jaén) con la finalidad de mantener una Escuela de Formación Profesional.
  • BOE, nº 175 (8/7/1957), p. 2.979. Continuación de la Orden de 8 de junio de 1957 por la que se establece el funcionamiento de clases de Iniciación Profesional.
  • BOE, nº 190 (9/8/1958), p. 7.187. Orden de 16 de junio de 1958 por la que se distribuye un crédito con destino a clases de Iniciación Profesional.
  • BOE, nº 177 (26/7/1966), p. 9.604. Resolución de la Subsecretaría de Educación por la que se hace público haber sido adjudicadas definitivamente las obras de construcción de una Sección Delegada mixta tipo “A” del Instituto Nacional de Enseñanza Media en Beas de Segura (Jaén). Madrid, 22/6/1966.
  • BOE, nº 11 (13/1/1977), p. 757. Orden de 22 de noviembre de 1976 por la que se concede al Instituto Nacional de Bachillerato mixto de Beas de Segura la denominación de “Sierra de Segura”.
  • BOE, nº 103 (29/4/1968), p. 6.311. Decreto 879/1968, de 6 de abril, por el que se clasifica como Centro no oficial reconocido de Formación Profesional Industrial, dependiente de la iniciativa privada, la Escuela Profesional “Fundación Marín”, de Siles (Jaén).
  • BOE, nº 159 (3/7/1968), p. 9.731. Orden de 13 de mayo de 1968, por la que se regulan las enseñanzas y plantilla de profesorado de la Escuela Profesional “Fundación Marín” de Siles (Jaén).
  • BOE, nº 129 (31/5/1977), p. 12.053. Orden de 20/4/1977 por la que se crea en la localidad de Siles (Jaén) una Sección de Formación Profesional de primer grado, dependiente del Centro Nacional de Formación Profesional de primero y segundo grado de Úbeda.
  • BOE, nº 82 (5/4/1979), p. 8.129. Real Decreto 705/1979, de 13 de febrero, aprobando el Convenio celebrado entre el Ministerio de Educación y Ciencia y el Patronato Benéfico Docente “Fundación Marín”, de Siles (Jaén), para el funcionamiento del Centro Nacional de Formación Profesional de dicha localidad.
  • BOE, nº 162 (7/7/1979), pp. 15.659-15.660. Orden de 22 de mayo de 1979 por la que se pone en funcionamiento un Centro Nacional de Formación Profesional de Primero y Segundo Grados en la localidad de Siles (Jaén).  
  • Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA), nº 90 (11/10/1991), pp. 8.819-8.820. Decreto 171/1991 de 10 de septiembre, por la que se crean Institutos de Enseñanza Secundaria en la Comunidad Autónoma de Andalucía.
  • BOJA, nº 80 (18/8/1998), p. 7458. Orden de 21 de julio de 1992, por la que se concede al Instituto de Enseñanza Secundaria de Siles (Jaén), la denominación de Doctor Francisco Marín.
  • BOJA, nº 12 (31/1/1998), pp. 1.118-1.119. Orden de 16 de enero de 1998, por la que se aprueba la modificación de los Estatutos de la Fundación denominada “Marín”, de Siles (Jaén).
  • Garrido García, Carlos Javier: Siles durante la crisis del sistema de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera (1920-1931). Siles: Leones del Agua, 2019.
  • Garrido García, Carlos Javier: Siles y el partido judicial de Orcera durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra (1931-1950). Siles: Leones del Agua, 2018.
  • “Historia de un instituto”, en El Acebo, revista del IES “Doctor Francisco Marin” de Siles, curso 1998/1999, p. 2.
  • Plan de Centro del IES “Doctor Francisco Marín”, curso 2011/2012.
  • Salido Sánchez, Antonio: “Sanidad en la Sierra de Segura: Aproximación histórica”. Seminario Médico, 60-1 (2008), pp. 11-24.
  • Sánchez Gueldos, Antonio: Historia de Siles. La última frontera. Ripoll, 1997.

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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN SILES EN EL SIGLO XVIII

Estudio sobre la religiosidad popular en la villa de Siles durante el siglo XVIII, por Carlos Javier Garrido García.

Campanario de la Iglesia parroquial de Siles.

INTRODUCCIÓN

  • La villa de Siles contaba a mediados del siglo XVIII con una población de 280 vecinos o familias, es decir, unos 1.120 habitantes. Ya en otra ocasión me he ocupado de la situación social, económica y demográfica de esta villa de la Sierra de Segura (GARRIDO GARCÍA, 2018). Mi intención ahora es acercarme al tema de la religiosidad popular en esta villa durante este siglo, gracias a una información remitida por su Concejo al intendente de Murcia en 1770 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL), dentro de la política de reformas que los gobiernos ilustrados de Carlos III pusieron en marcha. Dicha información ya fue analizada, para el conjunto del reino, hace tiempo (LOPEZ-MUÑOZ, 1995).

LA RELIGIOSIDAD POPULAR Y LA ILUSTRACIÓN

            La Ilustración fue un movimiento cultural que, surgido en Francia, se extendió por el resto del continente europeo a lo largo del siglo XVIII. Su principio básico era el de la razón, que debía ser la guía del ser humano en todas sus acciones. En el caso de España, la Ilustración se difundió sobre todo durante el reinado de Carlos III (1759-1788), monarca que adoptó la tesis del Despotismo Ilustrado. Este consistía en la adopción por parte de los monarcas absolutos de las tesis ilustradas buscando el fomento de la economía, pero sin tocar ni la monarquía absoluta ni la sociedad estamental. Estas ideas se resumían en su máxima: “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. En el tema de la religiosidad popular, los ilustrados proponían regularla mediante la razón, teniendo como objetivo liberarla de todo el fanatismo, la superstición y la ignorancia que, en su opinión, habían llegado a ridiculizarla (EGIDO, 1988: 71; DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1989: 146).

            Es en este marco en el que se inserta el documento que sirve de base a este estudio, y que paso a analizar.

EL INFORME DE 1770-1771 SOBRE LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN SILES

            El 14 de octubre de 1770 el intendente del reino de Murcia solicitó al Concejo de Siles información sobre las cofradías, hermandades y congregaciones de la localidad. El objetivo era averiguar si las mismas contaban con la aprobación de las autoridades reales y eclesiásticas y aplicar “la regla general de no permitir Juntas, nombramiento, sorteo, turno o elección de mayordomos, demandas, limosnas, refrescos, aguinaldos, convites, caridades, soldadescas, rifas ni otro gasto o demostración profana”. Es decir, lo que el monarca pretendía era eliminar los aspectos festivos profanos asociados a las festividades religiosas y, con ello, eliminar sus elevados gastos y la inestabilidad social y política que provocaban en las localidades las elecciones de cargos directivos o mayordomos, estos últimos encargados de organizar las fiestas, principalmente las patronales.

            El Concejo de Siles respondió el 30 de noviembre de 1770 con un informe firmado por sus alcaldes y regidores: Lucas Martínez, Manuel Garrido, Marcos Martínez Ortega y Pedro Garrido. Según el mismo, había en la localidad siete asociaciones religiosas, indicándose para cada una sus órganos de gobierno, sus funciones y sus gastos anuales. De estas siete asociaciones, dos son definidas como obras pías, tres como cofradías, una como hermandad y una última como congregación.

            La definición como “obras pías” tiene su origen en los actos caritativos que se efectuaban en dos de las festividades de la localidad, las de San Roque y San Blas. Sin duda la más importante era la de San Roque, “por ser dicho Santo Patrón de este Pueblo”. Para organizar su festividad se nombraban cada año “ocho mayordomos para que de sus propias haciendas hagan una fiesta pública de Yglesia, Sermón, Pólvora, toros, refresco y caridad en carne cocida”. En todo ello se gastaban unos 2.400 reales anuales, a los que había que sumar 150 reales que se empleaban en “sus gastos de ermita”, procedentes “de su caudal”, es decir, de los ingresos propios de la asociación. Por lo que se refiere a la Obra Pía de San Blas, empleaba 100 reales anuales “para ayuda a la Caridad que en su día y ermita se da a los vecinos” y otros 300 reales “para parte de dicha Caridad y funciones de Yglesia”, provenientes todos ellos de sus caudales y bienes propios. Ambas obras pías contaban “con aprobación del Vicario de este Partido”.

            En cuanto a las Cofradías, eran asociaciones ligadas a festividades de índole exclusivamente religioso, sin actos festivos profanos anexos, y que eran financiados por sus caudales propios, sin recurrir ni al nombramiento de mayordomos ni a la petición de limosnas. En la localidad existían tres: la de Nuestra Señora del Rosario, la de la Vera-Cruz y la de Nuestra Señora de la Concepción. La del Rosario tenía un gasto anual de 270 reales, salidos de sus caudales propios y que se empleaban en “Yglesia, sermones, párroco y sacristán, juntamente con ceras y demás anejo”. Por lo que se refiere a la de la Vera-Cruz, gastaba anualmente de su caudal 169 reales “en funciones de Yglesia”, incluyendo 27 reales “de un refresco que se da a los hermanos que se disciplinan o azotan en Semana Santa”. En cuanto a la de la Concepción, gastaba anualmente 330 reales “en función de Yglesia”. Estas tres cofradías contaban con libros de cuentas que eran aprobadas por el provisor cuando realizaba las visitas pastorales.

            En cuanto a las Hermandades, tenían iguales fines religiosos que las cofradías, pero sí recurrían a la petición de limosnas y tenían una mayor estructura institucional, celebrando juntas anuales. En la localidad la única Hermandad era la llamada “Obra Pía de Ánimas”. Su fuente de ingresos eran “las limosnas que se recogen”, en torno a 2.500 reales anuales, que se empleaban “en funciones de Yglesia, misa y demás a este fin destinado”. Para su organización “tienen los hermanos cuatro juntas al año y en cada uno se hace aprobación de cuentas por el Provisor de este Partido”.

            Por último contamos con una congregación, la del Divino Pastor. Tenía su sede en el Hospital de Santa Ana de la localidad y contaba con sólo cuatro hermanos. Gastaban unos 1.800 reales anuales de su caudal en realizar “una función pública de Yglesia para el día de Señora Santa Ana”.

            Una vez recibido el informe, el intendente de Murcia, don Antonio Carrillo de Mendoza, sacó conclusiones del mismo e hizo sus propuestas al Consejo de Castilla en un documento fechado en Murcia el 30 de septiembre de 1771. En el mismo indicaba que ninguna de las siete asociaciones de la localidad de Siles tenía “aprobación alguna Real ni del Ordinario”. Además, solicitaba que el Consejo suprimiera “enteramente” las Obras Pías de San Roque y San Blas y la Hermandad de Ánimas “por intolerables al Público”, ya que suponían un gasto al vecindario de “9.000 y más reales anuales que equivalen a más de la mitad de las Reales Contribuciones que consisten en 16.218 reales”. Proponía, por tanto, que sólo subsistieran la Congregación del Divino Pastor y las Cofradías del Rosario, la Vera-Cruz y la Concepción, ya que sus festividades exclusivamente religiosas se financiaban “con las rentas fijas que tienen… sin gravamen alguno del vecindario”. Como vemos, el informe del intendente se centra especialmente en el aspecto económico, más que en la religiosidad y los posibles elementos profanos.

            En nota al margen se indica la solución final del Consejo de Castilla: “quedan extinguidas las 7 Cofradías y corrientes 4 festividades”. Es decir, se suprimieron todas las asociaciones y sólo se permitió que pervivieran las festividades del Divino Pastor, Rosario, Concepción y Vera-Cruz, pagadas por unos caudales propios que ahora serían gestionados, seguramente, por las autoridades eclesiásticas.

CONCLUSIONES

            Como se ha ido viendo, la religiosidad popular estaba fuertemente desarrollada en Siles, asociada a festividades, como las de San Roque y San Blas, donde se mezclaba lo religioso, lo lúdico y lo caritativo. En esta mezcla está precisamente el éxito de la religiosidad popular, ya que funcionaba no sólo como elemento de festividad religiosa dentro de una sociedad absolutamente confesional, sino también como elemento de reforzamiento de los vínculos comunitarios a través de lo lúdico y de atenuante de las tensiones sociales a través de lo caritativo. Sin duda, los ilustrados no comprendieron en toda su magnitud estos tres elementos constitutivos de la religiosidad popular y, desde su perspectiva racionalista, consideraban que las festividades religiosas debían ser sólo eso, considerando que los gastos lúdicos y caritativos no estaban justificados y suponían una enorme carga para las economías locales. Esto explica prohibiciones como la que hemos visto en 1771 pero también su fracaso, ¿o no siguen los sileños celebrando a su patrón con toros, refrescos y caridad en carne cocida?

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL: Consejo de Castilla, legajo 7094, expediente 15, nº 5. Expediente de remisión por parte del intendente del reino de Murcia del estado de las congregaciones, cofradías y hermandades que hay en su jurisdicción (1770-1771), fols. 26r.-28r.
  • DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio (1989): Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid.
  • EGIDO, Teófanes (1988): “Política religiosa de la Ilustración”, en Carlos III, Segundo centenario. Madrid.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier (2018): “La villa de Siles en el siglo XVIII: su evolución sociodemográfica y su agricultura”, en: http://abenaxara.com/villa-de-siles-siglo-xviii.
  • LÓPEZ MUÑOZ, Miguel Luis y ARIAS DE SAAVEDRA ARIAS, Inmaculada: “Religiosidad popular e Ilustración: las cofradías de Murcia en 1771”. Melánges de la Casa de Velázquez, 31-2 (1995), pp. 73-107.

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO «SILES DURANTE LA CRISIS DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN Y LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1920-1931)»

Presentación del libro «Siles durante la crisis del sistema de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera», de Carlos Javier Garrido García.

Cartel de presentación del libro.

El jueves, 21 de marzo de 2019, a las 18’30 horas y en el salón de actos del IES «Doctor Francisco Marín» de Siles, se llevará a cabo la presentación del nuevo libro de Carlos Javier Garrido García, que analiza los últimos 11 años del reinado de Alfonso XIII en Siles y, en general, en la Sierra de Segura.

Este periodo está marcado por la crisis del sistema político de la Restauración, que se había establecido en 1874 tras el Sexenio Revolucionario. La crisis llevó al monarca y a los grupos dominantes a establecer un régimen dictatorial que frenara el crecimiento de la oposición, comandado por el general Primo de Rivera. La dictadura terminó fracasando, lo que llevó en el corto plazo al hundimiento de la monarquía, proclamándose la II República en 1931.

El libro, publicado en la Editorial «Leones del Agua», consta de 140 páginas. Analiza el periodo anterior a la II República, el cual, junto a la Guerra Civil y la Posguerra, ya fue analizado por el autor en otro libro publicado el año pasado en esa misma editorial: «Siles y el partido judicial de Orcera durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra (1931-1950)».

Libros de Actas municipales de Siles, principal fuente documental del libro.

ÍNDICE DEL LIBRO:

INTRODUCCIÓN

LA CRISIS DEL SISTEMA POLÍTICO DE LA RESTAURACIÓN

La España de la Restauración

Turnismo político y caciquismo en la provincia de Jaén y la Sierra de Segura

Situación demográfica y socioeconómica

EL AYUNTAMIENTO DE SILES DURANTE LA CRISIS FINAL DE LA RESTAURACIÓN (1920-1923)

La alcaldía de Ramón Blanco Aguilar (abril-junio de 1920)

La alcaldía de Genaro López Quijano (julio de 1920-abril de 1922)

La alcaldía de Isaías González Serrano (abril-junio de 1922)

La segunda etapa de Genaro López Quijano (junio de 1922-septiembre de 1923)

LA DICTADURA DE MIGUEL PRIMO DE RIVERA (1923-1930)

España bajo la dictadura de Primo de Rivera

La incidencia de la dictadura de Primo de Rivera en la provincia de Jaén

Los cambios en el poder local: la fracasada lucha contra el caciquismo

Siles y la Sierra de Segura durante la dictadura

EL AYUNTAMIENTO DE SILES DURANTE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

La nueva corporación de Casildo Garrido Gallego (septiembre de 1923- marzo de 1924)

La alcaldía de Manuel Vélez Garrido (marzo de 1924-febrero de 1930)

DE LA DICTADURA A LA II REPÚBLICA (1930-1931)

EL AYUNTAMIENTO DE SILES ENTRE LA DICTADURA Y LA II REPÚBLICA

La nueva alcaldía de Genaro López Quijano (febrero-marzo de 1930)

La alcaldía de Juan José Serrano Muñoz (marzo de 1930-abril de 1931)

CONCLUSIONES

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE ESPAÑA A TRAVÉS DE SUS CONSTITUCIONES Y DE SU EVOLUCIÓN SOCIOECONÓMICA

Conferencia sobre la Historia Contemporánea de España vista a través de las Constituciones aprobadas en las distintas épocas y de la evolución socioeconómica del país, desde el Antiguo Régimen a la actualidad, por Carlos Javier Garrido García.

Encierro en el Siles de la Posguerra. Fuente: «Recuerdos del Ayer y Siles». Úbeda: El Olivo, 1999.

El pasado día 4 de diciembre de 2018 realicé en el salón de actos del IES «Doctor Francisco Marín» de Siles (Jaén) una conferencia destinada al alumnado de Bachillerato, Ciclos Formativos y 4º de la ESO para conmemorar el Día de la Constitución.

El objetivo de la conferencia era explicar la Historia Contemporánea de España desde el Antiguo Régimen a la actualidad, ejemplificando la evolución política con las distintas constituciones y proyectos constitucionales registrados en esta época (como las de 1812, 1837, 1845, 1855, 1869, 1873, 1876, 1931 y 1978) y explicándola a través de la evolución demográfica y socioeconómica de España.

Para ilustrar esta evolución utilicé datos del ámbito vivencial del alumnado, es decir, datos demográficos y socioeconómicos de la localidad de Siles. Esta localidad de la Sierra de Segura es un buen ejemplo de los principales condicionantes de la Historia Contemporánea española: el tradicional subdesarrollo y polarización social, y el carácter desequilibrado del desarrollo registrado desde la década de 1960. Todo ello provocó una fuerte conflictividad social e inestabilidad política y el establecimiento de unos regímenes políticos con fuertes caracteres oligárquicos y con graves contradicciones internas.

Con todo ello, pretendía que el alumnado entendiera la complicada situación actual, marcada por las consecuencias de la crisis económica iniciada en 2008, lo mismo que los cambios políticos de anteriores épocas que estuvieron condicionados o provocados por cambios o determinantes socioeconómicos, causa y efecto de los mismos.

Si desea descargarse el PPT de la Conferencia, en PDF, pulse aquí: PPT Conferencia Constitución 2018

LA VILLA DE SILES EN EL SIGLO XVIII: SU EVOLUCIÓN SOCIODEMOGRÁFICA Y SU AGRICULTURA.

Análisis de la evolución demográfica, económica y social de la villa de Siles en el siglo XVIII, por Carlos Javier Garrido García.

Trabajadores de la madera en Siles en los años 1920. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 59.

INTRODUCCIÓN

El siglo XVIII es un periodo de grandes cambios en la Sierra de Segura. Por un lado, se consolida el proceso de oligarquización y polarización social que hundía sus raíces en el siglo XV y que se acentuó en el siglo XVI. Por otro lado, los enfrentamientos por el control de los recursos entre el concejo de Segura de la Sierra y el de las villas de su término se saldaron con la victoria del primero, sumiendo a las villas en una crisis que se unió a la general del país en el siglo XVII (GARRIDO, in extenso). Por último, en las décadas de 1730-1740 se establecen el Real Negociado de Maderas, primero, y la Provincia Marítima, después, lo que supuso que la Corona se hiciera con el control de los recursos de unos terrenos hasta ahora comunales y controlados por el Concejo de Segura de la Sierra en virtud de las Ordenanzas del Común de 1580.

Los estudios históricos sobre la comarca en el siglo XVIII se han centrado básicamente en dos aspectos: el establecimiento y desarrollo del Real Negociado y de la Provincia Marítima (COBO, CRUZ, RUIZ y VIGUERAS) y un estudio de la situación socioeconómica de la zona a través de las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada realizado a mediados de siglo (GILA).

En cuanto al Catastro de Ensenada, fue una recopilación de información socioeconómica de todas las localidades de la Corona de Castilla con la intención de establecer un único impuesto proporcional a la riqueza de cada individuo, la llamada “única contribución”. Aunque esta al final no se logró establecer, por la oposición de los estamentos privilegiados, generó una ingente documentación, consistente en las Respuestas Generales, en las que se recoge información general sobre cada localidad (población, actividades económicas, impuestos, etc) y las Respuestas Particulares, en las que se recogen los datos demográficos y socioeconómicos de todas las familias de cada localidad. En el caso de la Sierra de Segura han sido estudiadas y editadas las Repuestas Generales por Juan Antonio Gila Real, pero no ha sido abordada hasta el momento el estudio de las Respuestas Particulares.

El objetivo del presente trabajo es realizar un primer acercamiento a la riqueza de las Respuestas Particulares a través de las referentes a doña María Ignacia Ortega Montañés, viuda de don Francisco Patiño Castellanos, que era la mayor propietaria de la localidad de Siles, tal y como consta en el “Libro de propiedades de mayores hacendados y de las calidades y productos de las tierras de las distintas localidades del reino de Murcia, recopilado por la Contaduría de la Única Contribución”, de 1755 (ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS, Dirección General de Rentas, 1ª Remesa, Libro 465).

SILES EN EL SIGLO XVIII

Como consecuencia de los factores ya citados (oligarquización y dominio del concejo de Segura y de la Corona), la población de Siles a lo largo de los siglos XVII y XVIII permaneció prácticamente estancada. Así, si en 1646 existían en la localidad 237 vecinos, es decir, familias (GARRIDO, p. 35), en 1755 según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada eran 280 (GILA, p. 233). En la segunda mitad del siglo XVIII persistió el estancamiento, ya que el establecimiento del Real Negociado de Maderas en 1734 y de la Provincia Marítima en 1748 supuso que el control sobre los recursos de la zona pasara del Concejo de Segura a estas instituciones de la Corona, por lo que continuó la limitación para la ganadería y la explotación forestal y para el aumento de la superficie cultivada. Como consecuencia de ello, en 1803 la población de la localidad sólo había ascendido a 300 (EXPEDIENTE, p. 20-21).

Además de estancada, la población de Siles en el siglo XVIII estaba muy polarizada. Así, según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, en 1755 había en la localidad 122 jornaleros y 4 pobres de solemnidad (GILA, p. 238), por lo que la suma de ambos grupos suponían el 45 % del total del vecindario. Por otra parte, según un informe de 1759, la estructura social de la localidad era la siguiente: de un total de 276 vecinos, 150 eran jornaleros, labradores y criados (54 %), 10 pobres de solemnidad (4 %) y 38 viudas (14 %), mientras que el resto, seguramente propietarios, eran 78 (28 %) (GILA, pp. 235-236).

En el aspecto económico, la economía de la localidad en el siglo XVIII, como en el resto de la Sierra de Segura, descansaba en la ganadería y la explotación de la madera, actividades que se complementaban con una agricultura de subsistencia muy limitada y que no bastaba para asegurar el suministro de bienes de primera necesidad a la población. Si estas actividades se vieron limitadas por el control del Concejo de Segura a través de las Ordenanzas del Común de 1580, entrando por ello la localidad en una aguda crisis, su sustitución por las ya citadas instituciones de la Corona mantuvo la situación de estancamiento (GARRIDO). De hecho, la desaparición de la Provincia Marítima en 1833, y su falta de control sobre el territorio durante la Guerra de Independencia y gran parte del reinado de Fernando VII, permitió un aumento de las roturaciones agrarias y de la explotación ganadera y forestal, lo que explica el crecimiento exponencial que registra la población de Siles, que en 1837 llega a los 502 vecinos o familias (MARTÍNEZ, tabla inserta sin paginar) y en 1849 alcanza los 524 (MADOZ, p. 397), 224 más que en 1803.

GRAN PROPIEDAD EN SILES EN EL SIGLO XVIII: LOS BIENES RÚSTICOS DE MARÍA IGNACIA ORTEGA, MAYOR HACENDADA DE LA LOCALIDAD

Ya he indicado que la población de la Sierra de Segura había sufrido un acusado proceso de polarización. Frente a una gran masa de jornaleros, la propiedad se concentraba en unas pocas manos. Los mayores hacendados de cada localidad en 1755 según el Catastro de Ensenada se exponen en la Tabla nº 1. Como se puede ver, en 5 casos serían miembros de la pequeña nobleza, como indica el título de “don”, mientras que los otros 5 serían ricos labradores. Destaca la presencia de dos mujeres, en Génave y Siles, ambas viudas.

Tabla nº 1

Mayores hacendados en la Sierra de Segura a mediados del siglo XVIII. Fuente: Libro de mayores hacendados del Catastro de Ensenada.

LOCALIDAD MAYOR HACENDADO
Benatae Lorenzo López
Génave Elvira Rodríguez
Hornos Julián García
La Puerta Andrés Ruiz Ocaña
Orcera Don Domingo Antonio Rodríguez
Santiago Don Pascual de Ortega
Segura Don Diego de los Ríos y Mendoza
Siles Doña María Ignacia Ortega Montañés
Torres Don Francisco García Pretel
Villarrodrigo Bartolomé Salcedo y Ortega

Entrando en el análisis de las propiedades de la mayor hacendada de Siles, en la Tabla nº 2 reproduzco la cantidad de cada tipo de tierras que poseía y su relación con el total de tierras de cada calidad de la localidad.

Tabla nº 2

Clasificación de las propiedades de María Ignacia Ortega y porcentaje sobre el total de la localidad en fanegas. Fuente: Libro de mayores hacendados de Catastro de Ensenada y Gila Real, p. 206

TIPO DE CULTIVO SILES Mª I. ORTEGA %
Regadío con moreras 90 26’75 29’7
Secano con moreras 21’5 0 0
Regadío sin moreras 105 7’92 7’54
Secano sin moreras 973’37 192’5 19’8
Viñas 83’5 21’5 25’7
Hortalizas 8 0 0
Inútil montuoso 38 0 0
Matorral 224’5 35 15’6
Dehesas de la villa 113’33 0 0
TOTAL 1.657’33 283’67 17’12

Un primer hecho a destacar es que una única propietaria poseía el 17 % de las tierras de la localidad. Evidentemente, en el caso de los grandes propietarios sus bienes raíces no tenían un objetivo de autoabastecimiento y subsistencia, sino que estaban destinados a conseguir productos que, a través de su venta en el mercado, dieran un rendimiento monetario, que se podía conseguir también a través del posible arrendamiento de estas propiedades. Todo esto es lo que explica que las propiedades de María Ignacia Ortega se centraran en las tierras más productivas, el regadío, con importante presencia de moreras, relacionadas con la crianza de los gusanos de seda, y en las viñas, cuyo fruto iba destinado a la producción de vino. Así, esta hacendada poseía más de una cuarta parte de los regadíos con moreras y de las viñas de la localidad, mostrando menos interés en el resto de tipos de tierras.

Por otra parte, a través de la localización de los partidos o pagos por donde se distribuían las propiedades de María Ignacia Ortega nos podemos hacer una idea acerca de los existentes en la localidad y de sus características. La mayor parte de ellos eran heterogéneos en cuanto a la tipología de cultivos que albergaban. Así, el regadío, con y sin moreras, se concentraba en partidos como el de la Fuente, el del Río de los Molinos y el del Arenal. Por su parte, el secano se localizaba en exclusiva en partidos como el de la Hoya, el del Portillo y el de los Llanos de la Fuente, estando mezclado con matorrales en los del Retamar, el del Cerro Blasco y el del Castrobayona. En el resto de partidos predomina la heterogeneidad: en los de San Roque y de San Marcos había regadíos con y sin moreras y secanos; en los de Majada Llana y Donadío regadíos con y sin moreras, secanos y viñas; en el de los Cobos o Cuevas regadíos con y sin moreras y viñas de regadío; y, por último, en el de Royo Llano, el más heterogéneo, se mezclaban regadíos con y sin moreras, regadíos con frutales, viñas, secanos y matorrales.

Otro aspecto a analizar es la productividad de la tierra. En el documento se indica una valoración de la producción de cada tipo de finca en reales de vellón, datos que resumo en cada tipo de finca en la tabla nº 3.

Tabla nº 3

Producción media según el tipo de finca de las propiedades de María Ignacia Ortega a mediados del siglo XVIII. Fuente: Libro de mayores hacendados de Catastro de Ensenada.

CALIDAD DELA TIERRA FANEGAS PRODUCCIÓN EN REALES REALES/FANEGA
Regadío con moreras 26’75 6.614’4 247’3
Regadío sin moreras 7’92 1.483’6 187’3
Viñas 21’5 2.985 138’8
Secanos 192’5 9.275 48’2
Matorrales 35 35 1
TOTAL 283’67 20.393 71’9

Como se puede ver, las 283’67 fanegas de tierra que poseía le reportaban 2.393 reales de vellón anuales, una cifra bastante considerable. Las más productivas eran las tierras de regadío con moreras, muestra de la importancia de la cría de gusanos de seda, cuyo producto vendían los campesinos a los tejedores murcianos, uno de los principales centros de la industria sedera española. Por debajo de las tierras de regadío, con o sin moreras, se encontraban las viñas, con una producción media que no puede esconder el hecho de su importancia económica, al ser su producto, el vino, un alimento de gran consumo e importancia comercial. En cuanto a los secanos, su productividad por fanega es muy baja, pero su importancia para la economía familiar de los Ortega era fundamental, acercándose su producción al 50 del total de sus ingresos. Por último, los matorrales tenían una producción y productividad ínfima.

En cualquier caso, para valorar en su justa medida la capacidad económica de María Ignacia Ortega tenemos que tener en cuenta que los bienes rústicos urbanos (tales como casas o establecimientos) y los bienes muebles (ganados y otros bienes domésticos o comerciales) no son tenidos en cuenta en el documento que nos sirve de base.

Reses en “La Llaná”. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 52.

CONCLUSIONES

Tras entrar en crisis desde finales del siglo XVI por las limitaciones a la explotación ganadera y maderera del territorio que supusieron las Ordenanzas del Común de 1580, la villa de Siles continuó demográfica y económicamente estancada a lo largo de los siglos XVII y XVIII. En este último siglo, la sustitución en el control de los recursos de la zona del Concejo de Segura por el Real Negociado de Maderas en 1734 y por la Provincia Marítima en 1748 siguió privando a los vecinos de Siles de una mayor explotación del territorio que permitiera, en una economía cerrada de subsistencia, aumentar su población. La situación cambia en la primera mitad del siglo XIX debido al debilitamiento del control ejercido por la Provincia Marítima y a su definitiva desaparición en 1833, permitiendo a los vecinos de Siles roturar nuevas tierras y aumentar la explotación ganadera y forestal, lo que permitió un destacado crecimiento de la población.

En el aspecto social, la población de Siles en el siglo XVIII estaba intensamente polarizada y dominada por una pequeña élite, de la que formaba parte destacada la viuda María Ignacia Ortega, mayor propietaria de tierras de la localidad en 1755. El análisis de sus bienes permite comprobar la acumulación de propiedades en pocas manos, lo que explica el predominio de la población jornalera, y las características de la agricultura local. Así, en ella destacaba la agricultura de regadío, con presencia importante de las moreras, y las viñas, ambas relacionadas con dos productos comerciales que proporcionaban ingresos complementarios como la seda y el vino, de ahí que las élites tendieran a acumular tales tierras en su poder. En cualquier caso, en una economía agraria de subsistencia como la de la época su finalidad fundamental era la producción de alimentos, especialmente cereales, de ahí la importancia de los regadíos, muy productivos, y de los secanos, poco productivos pero, dada su extensión, fundamentales en la economía local.

BIBLIOGRAFÍA

  • AAVV: Recuerdos del Ayer y Siles. Úbeda: El Olivo, 1999.
  • COBO DE GUZMÁN Y LECHUGA, Jesús: Estudio sobre las Ordenanzas de Montes del año de 1748 y del Expediente sobre el Régimen y Administración de los Montes de Segura de la Sierra y de su Provincia Marítima, 1811. Jaén: Caja de Jaén, 1994.
  • CRUZ AGUILAR, Emilio de la: “La provincia marítima de Segura de la Sierra”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 107 (1981), pp. 51-82.
  • EXPEDIENTE: Expediente sobre el régimen y administración de los montes de Segura de la Sierra y de su Provincia. Madrid: Imprenta de Miguel de Burgos, 1825.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: “Siles en el siglo XVI: población, economía y sociedad de una villa de la Sierra de Segura”. Tiempos Modernos, 35 (2017/2), pp. 30-47.
  • GILA REAL, Juan Antonio: “La Sierra de Segura en el Catastro del Marqués de la Ensenada”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 168 (1998), pp. 191-364.
  • MADOZ, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XIV. Madrid: Madoz-Sagasti, 1849.
  • MARTÍNEZ, Juan de la Cruz: Memorias sobre el partido judicial de Segura de la Sierra. Baeza: Imprenta de F. Moreno, 1842.
  • RUIZ GARCÍA, Vicente: De Segura a Trafalgar. Úbeda: El Olivo, 2009.
  • VIGUERAS GONZÁLEZ, Modesto: El transporte de madera por flotación y carretería, desde los bosques de Sierra Segura hasta Sevilla y los Arsenales de La Carraca (Cádiz) y Cartagena, durante los siglos XVIII y XIX (1734/1833). Madrid: Ente Público de Puertos del Estado, 2002.

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LA IGLESIA PARROQUIAL DE SILES: PROCESO CONSTRUCTIVO EN LOS SIGLOS XV-XVI

Análisis del proceso constructivo de la Iglesia Parroquia de Siles en los siglos XV y XVI, por Carlos Javier Garrido García.

Vista lateral de la Iglesia Parroquial de Siles. Foto: Francisco Garrido, publicada en el libro “Recuerdos del Ayer y Siles”. Úbeda: El Olivo, 1999, p. 99.

INTRODUCCIÓN

Nuestro conocimiento acerca de la construcción de la Iglesia Parroquial de Siles se limita, básicamente, a la obra de María del Valle y María Gracia Gómez de Terreros Guardiola (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203). Sin embargo, para el siglo XVI ambas autoras se basaron en una comparación con las iglesias del Campo de Montiel y la única fuente documental utilizada fue la Visita de 1498, transcrita por Peinado Santaella en lo que fue su tesis doctoral (PEINADO, 1979, pp. 388-389), además de la descripción que del templo realizan las Relaciones de 1575 (VILLEGAS y GARCÍA, 1976, p. 242).

La intención de este trabajo es realizar nuevas aportaciones documentales sobre el proceso constructivo de la Iglesia en los siglos XV y XVI, extraídas de las visitas de 1479, 1480, 1494, 1498, 1507, 1525, 1536 y 1549 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, ÓRDENES MILITARES, Manuscritos Santiago, Libros de las visitas de las villas de los partidos de Murcia y Segura de la Sierra, signaturas 1063c., 1064c., 1067c., 1069c., 1072c., 1080c., 1082c. y 1085c., respectivamente, en adelante se citarán con el número de signatura y la página) y de una información realizada en 1530 para el pago de la nueva campana de la Iglesia en 1530 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Toledo, ÓRDENES MILITARES, A/21, Nº 1451).

LA IGLESIA PRIMITIVA DE LOS SIGLOS XIII-XV

Partiendo del ejemplo de las iglesias del Campo de Montiel, el proceso constructivo de las iglesias de la Sierra de Segura pasaría por las siguientes etapas: iglesias-fortaleza, primeras parroquias, fase constructiva entre 1495-1515 y abovedamientos durante el reinado de Carlos I (1516-1556). Las primeras iglesias se caracterizaron por cubiertas de madera y arcos apuntados góticos, que son sustituidos posteriormente por arcos de medio y bóvedas renacentistas. Otros rasgos serían las grandes torres, de reminiscencias defensivas, la dedicación a Santa María, principalmente bajo la advocación de la Asunción, y su situación dentro de los recintos amurallados cerca de las fortalezas (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, pp. 129-130). La primitiva iglesia parroquial de Siles, situada junto a la fortaleza del Cubo, se caracterizaría en un principio por sus cubiertas de madera con arcos diafragmas apuntados y un predominio del ladrillo y el yeso en muros y soportes (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203).

La reconquista del reino de Granada culminada en 1492 y el consiguiente fin de los condicionantes de frontera determinaron un fuerte crecimiento demográfico y socioeconómico de la villa de Siles, que pasó de 195 vecinos en 1498 a 462 en 1555. Con posterioridad, las epidemias de peste, la repoblación del reino de Granada tras la expulsión de los moriscos en 1570 y la presión del Concejo de Segura a raíz de la Ordenanzas de Común de 1580 hicieron que la población se redujera drásticamente, hasta un mínimo de 276 en 1586, al par que su base socioeconómica, la ganadería (GARRIDO GARCÍA, 2017, in extenso). Este contexto es el que explica que fuera en la primera mitad del siglo XVI cuando la primitiva iglesia sufrió una fuerte transformación, ya que el aumento demográfico exigió una iglesia de mayor capacidad y, por otra parte, las élites ciudadanas enriquecidas exigieron como complemento ideológico-religioso de su predominio la fundación de capillas propias en el templo.

LAS VISITAS DE 1479-1525

Las primeras visitas aportan poca información acerca de la Iglesia Parroquial de Siles. Así, en la de 1479 sólo se indicaba su pobreza, ya que “no tiene ningunos propios para la fábrica della saluo la limosna de la buena gente” (1063c., p. 304), y en la de 1480 que “estaua muy bien reparada” (1064c., p. 231).

En la de 1494 la información se amplía, indicando que “la iglesia de la dicha villa que es de la vocación de Nuestra Señora, la qual es de tres naves sobre pilares de ladrillo e yeso e cubiertas de madera de pino pintada armada a pares e nudillos e en el altar mayor está vna imagen de Nuestra Señora de bulto e el dicho altar bien atauiado e al cabo de la iglesia está vna buena tribuna e junto con ella vnos órganos e otra tribuna pequeña” (1067c., p. 490). Esta estructura se mantiene en 1498, aunque indicando que la iglesia era de dos naves, lo que se puede deber a un error, ya sea de la visita anterior o de esta. Además, se indica que junto al altar mayor “está vn sagrario de yeso bien obrado con sus buenas puertas e çerradura”, que los órganos de la tribuna tenían “quebrados algunos cañones” y se citan otros dos altares aparte del mayor: “en el vno la imagen de San Gregorio e en el otro la imagen de Santiago e de San Pedro, anbos con sus frontales e manteles linpios” (1069c., p. 183).

En la primera visita del siglo XVI, la de 1507, se indica que “está bien reparada” y que se estaba construyendo “agora nuevamente vna capilla”. Además, desapareció uno de los dos altares menores de la iglesia, ya que su lugar fue ocupado seguramente por la nueva capilla. Así, se indica que “ay en la dicha iglesia dos altares, el mayor de Nuestra Señora con un retablo de la ystoria de Nuestra Señora e otra ymajen de bulto e otro de la abocaçión de Sant Bartolomé con vn retablo de su imagen e de la ymajen de Sant Miguel, están bien adereçados los dichos altares con sus frontale e manteles” (1072c., p. 60). Por tanto, la iglesia aumentó su decoración con dos retablos y la advocación del altar secundario cambió.

En la visita de 1525 se cita por primera vez que la advocación de la Iglesia era “de Nuestra Señora del Asçensión” y se da noticia de la primera reforma en la estructura del antiguo templo. Así, se indica que “tiene vna capilla principal de cantera e bóveda nuevamente hecha e el cuerpo de la iglesia es antiguo e de buen maderamiento, tiene vna torre de canpanas de cantera nueva e su tribuna e la iglesia bien solada e blanqueada”. Por tanto, las obras comenzaron por la capilla mayor y la torre de los pies, ambos de cantería. Además, la capilla que estaba iniciada en 1507 estaba ahora culminada, indicando la visita que “a la mano yzquierda como entran vna capilla lateral que fundó Apariçio de Segura”, estando en construcción también “otra capilla que se faze agora e no está cubierta” (1080c., p. 702).

LA INFORMACIÓN DE 1530 PARA EL PAGO DE LA NUEVA CAMPANA DE LA IGLESIA

En 1529 la campana de la Iglesia de Siles estaba quebrada, por lo que el Concejo de la villa decidió encargar una nueva. Para costearla, dada la falta de medios tanto de la Iglesia como del Concejo, se pretendió realizar un repartimiento entre los vecinos. Sin embargo, el repartimiento debía ser autorizado por el Consejo de Órdenes Militares, que exigió que se realizara una información por parte del Concejo en la que quedaran claras la necesidad de la nueva campana y la falta de medios para costearla de las dos instituciones. Esta información, realizada por el alcalde mayor del Partido de las Sierras de Segura y presentada en Madrid el 29 de marzo de 1530 por Diego Gutiérrez en nombre de la villa de Siles, incluye tanto la provisión real que la ordena como las declaraciones de testigos y la decisión final tomada.

El 18 de febrero de 1530 se presentó en Siles ante el licenciado Hernán Nieto de Santistevan, alcalde mayor del partido de las Sierras de Segura, nombrado por Diego Ruiz de Solís, comendador de Villanueva de la Fuente y gobernador, justicia mayor de la Orden de Santiago en los partidos del Campo de Montiel y las Sierras, Diego Navarro, procurador y vecino de Siles, que presentó “en nombre del Concejo de la dicha villa… vna provisión de su magestad librada por los señores del su Consejo de las Órdenes” para que lo en ella contenido fuera ejecutado.

La real provisión de Carlos I, fechada en Madrid el 25 de septiembre de 1529, se dirigía al gobernador del “Canpo de Montiel y las Syerras y su partido”, informándole de que “por parte del Concejo de la villa de Syles me fue fecha relación por su petición que en el mi Consejo de la dicha Orden fue presentada de cavsa que en la yglesya perrochial de la dicha villa avía necesidad de vna canpana para servicio della el dicho Concejo la hizo e que de metal e hechura costó sesenta mil maravedíes, los quales diz que se deven e que porque para los pagar el dicho Concejo ni la dicha yglesya no tienen propios ni rentas, que me suplicaban e pedían por merçed les mandase dar liçençia para hazer repartimiento entre los vecinos de la dicha villa en contía de los dichos sesenta mil maravedíes para la paga de la dicha canpana”. Por tanto, le ordenaba que “ayays ynformaçión e sepays sy es ansy que de cavsa que en la yglesya perrochial de la dicha villa avía necesidad de la dicha canpana el dicho Concejo la hizo e qué tanto tiempo avía e qué tantos maravedíes costó así del metal como de la hechura e sy es ansy quel dicho Concejo debe los dichos sesenta mil maravedíes o qué tanto e a qué personas e… sy el dicho Concejo e la dicha yglesya tiene propios o rentas o le deven debdas o alcançes de quentas pasadas de que conplir e pagare veays para ello los libros de las mayordomías y quentas de la dicha yglesya y del dicho Concejo, e… sy para lo susodicho se a hecho algán repartimiento en la dicha villa o arrendado alguna dehesa o exido del Concejo y quando y en qué cantidad”. Toda esta información debía ser remitida al Concejo de Siles para que defendiera sus derechos con ella en el Consejo de Órdenes.

Vista la provisión por el alcalde mayor, el 3 de marzo de 1530 en Villarrodrigo, puso en marcha su cumplimiento, encargando a Francisco de Bustos, escribano “desta governaçión”, que realizara la información. Ese mismo día, el procurador de la villa de Siles, Diego Navarro, vecino de la localidad, presentó el interrogatorio por el cual habían de ser preguntados los testigos que presentara. Las preguntas, aparte de las generales de datos personales, eran las siguientes:

Si sabían que en 1529 “los alcaldes y regidores que a la sazón eran fizieron vna canpana para la yglesya mayor desta villa la qual dicha canpana fizo Mastre Mateo, vecino de Alcaraz y otro Hernando de Arnedo”, campaneros.

Si sabían si su costo “del metal y de la hechura” fue de 62.000 maravedíes.

Si sabían “que de las mandas que se allegaron por la villa solamente se allegó diez e ocho mil maravedíes”.

Si sabían “que a menos de las dichas mandas faltaron quarenta e quatro mil maravedíes en blancas más para acabarse de pagar la dicha canpana y si saben que se deben los dichos maravedíes y quel concejo está obligado a los pagar” y que el concejo “al presente no tiene de qué los pague”.

Si sabían “que antes que la dicha canpana de que se sirve la dicha yglesya estaba tan quebrada que della no se podía servir la dicha yglesya”.

Los testigos presentados fueron los cargos concejiles del año de 1529: Francisco Pérez, alcalde ordinario; Juan Arráez, regidor; y Gonzalo López, regidor, a los que se unió Francisco de Robres, vecino de la localidad. Todos ellos coincidían en afirmar lo preguntado y en indicar la falta de medios del concejo para sufragar la campana “porque tiene muy pocos propios”. En cuanto a las mandas recaudadas para sufragar la campana, Francisco de Robres declaró “queste testigo escribió mucha parte de las dichas mandas que se hizieron para pagar la dicha canpana e vido escrevir a otros por otra parte e después de hechas las dichas mandas que se hizieron para la dicha canpana se juntaron los oficiales de la dicha villa y este testigo con ellos e averiguaron lo que montavan”. Por lo que se refiere a lo que se debía del pago de la campana, Gonzalo López declaró “queste testigo estuvo presente al tiempo que se averiguó la cuenta con el dicho Mastre Mateo de lo que se le restava deviendo y quitados los dichos diez e ocho mil maravedíes que se avían hecho de mandas pareció que quedavan restantes los dichos quarenta e quatro mil maravedíes que se avían de pagar al dicho Mastre Mateo y que por ellos el Concejo e oficiales de la dicha villa se obligaron a los pagar al dicho Mastre Mateo a tres plazos e que agora son pasados los dos plazos y se resta por venir otro y de todos los dichos tres plazos no se an pagado maravedíes algunos e quel dicho Mastre Mateo los pide al dicho Concejo e les pone molestia sobre ello y quel dicho Concejo no los puede pagar porque no tiene bienes de qué pagallos porque son muy pocos los propios y rentas que tiene y tiene muchas devdas”.

La información se completó con el informe de los alcances de la Iglesia y del Concejo, es decir, de las deudas que los gestores de sus cuentas tenían con dichas instituciones y que se debían considerar como ingresos futuros. Los informes están fechados en Siles el 8 de marzo de 1530 y son producto del análisis realizado por el alcalde mayor de los libros de cuentas de ambas instituciones.

En cuanto a la Iglesia, se le debían por alcances 21.264’5 maravedíes, “los diez mil e quinientos maravedíes dellos para el mes de mayo primero que viene deste presente año, los quales … deven Diego de Llerena e Alonso Rodríguez, vecinos de la dicha villa, y todos los demás… debe Francisco Ruyz de Gueldos, vecino de la dicha villa”. Por lo que se refiere al Concejo, su mayordomo, Hernán García, debía por alcances de 1529 y por sentencia del alcalde mayor 2.921’5 maravedíes en dinero y 25 fanegas y 4 celemines de trigo y 4’5 fanegas de cebada en especie.

Por último, para completar la información se presentó un contrato de obligación suscrito por el citado Francisco Ruiz de Gueldos, mayordomo de la Iglesia, por el que se obligaba a pagar 89.000 maravedíes “a vnos maestros que hacen çierta obra en la yglesya perrochial de la dicha villa ensanchando la dicha yglesya e para hazer vna portada la qual dicha obra pareció de presente como está enpeçada e sestá haciendo”.

Con esta información termina el documento. Aunque no incluye la decisión final del Consejo de Órdenes, este se puede deducir de una anotación efectuada en la portada del documento, en la que se indica “que paguen esta canpana de los alcances y de lo que valieren las dehesas” de los propios del concejo.

LAS VISITAS DE 1536-1549 Y LAS RELACIONES DE 1575

Como se ha visto, en 1530 la iglesia se estaba ensanchando y se construía una nueva portada. En la visita de 1536 se indica la remodelación del cuerpo de la iglesia, “la qual se haze nuevamente de cantería, lo antiguo está cubierto de madera de pino y lo que se haze nuevo va por de fuera”, es decir, la nueva obra se estaba realizando englobando en su interior la antigua para una vez terminada la primera, derribar la segunda. En cuanto a la capilla en construcción en 1525, ya estaba acabada, indicando la visita que “esta fecha a la mano derecha de la iglesia en lo que se haze de nuevo vna capilla hornezina” (1082c., p. 835).

Para 1549 la obra estaba muy avanzada, ya que la visita indica que la iglesia “es de vna nave de cantería” y que la capilla mayor “es de bóveda”, aunque “todo lo demás [está] cubierto de madera de pino bien labrada” (1085c, p. 660). Es decir, la obra había culminado en la nave y muros, pero sólo estaba abovedada la capilla mayor, estando el resto cubierto de madera.

Por último, en las relaciones de 1575 se citan ya cinco capillas, entre ellas la fundada por Aparicio de Segura, que era la única con rentas para mantener dos capellanes (VILLEGAS Y GARCÍA, 1976, p. 242). Es decir, culminada la obra como ya hemos visto en 1549, lo que se añade con posterioridad con tres nuevas capillas perimetrales.

CONCLUSIONES

Como hemos visto, la iglesia antigua de ladrillo y yeso y cubiertas de madera fue sustituida en la primera mitad del siglo XVI por otra de cantería, con una torre, una portada y una capilla mayor abovedada, aunque mantenido las cubiertas de madera en el resto de la iglesia. Posteriormente, al parecer en el siglo XVIII, la cabecera fue reformada y la nave se cubrió por una bóveda de cañón dividida en tres tramos, tal y como la podemos apreciar en la actualidad (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203).

BIBLIOGRAFÍA

GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: “Siles en el siglo XVI: población, economía y sociedad de una villa de la Sierra de Segura”. Tiempos Modernos, 35 (2017/2), pp. 30-47.

GÓMEZ DE TERREROS GUARDIOLA, María del Valle y María Gracia: “La arquitectura de la Orden de Santiago en la provincia de Jaén”, en María del Valle GÓMEZ DE TERREROS GUARDIOLA (ed.): La arquitectura de las órdenes militares en Andalucía. Conservación y restauración. Huelva: Universidad, 2011, pp. 123-218.

PEINADO SANTAELLA, Rafael Gerardo: La Orden de Santiago en Andalucía (1478-1515). Tesis Doctoral. Apéndices documentales. Granada, 1979.

VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael y GARCÍA SERRANO, Rafael: “Relación de los pueblos de Jaén, ordenadas por Felipe II”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 88-89 (1976), pp. 9-304.

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO «SILES Y EL PARTIDO JUDICIAL DE ORCERA DURANTE LA II REPÚBLICA, LA GUERRA CIVIL Y LA POSGUERRA (1931-1950)»

Presentación del libro realizado por Carlos Javier Garrido García acerca de Siles y la Sierra de Segura entre 1931 y 1950 el próximo jueves 15 de febrero de 2018 a las 19:00 horas en el salón de actos del IES «Doctor Francisco Marín» de Siles.

«Siles y el partido judicial de Orcera durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra», por Carlos Javier Garrido García.

El libro es el resultado de varios años de investigación del autor, que ya hizo un adelanto del mismo a través de un artículo publicado en el Boletín del Instituto de Estudios Giennenses.

En el libro se analiza la evolución histórica de la Sierra de Segura durante la II República , la Guerra Civil y la Posguerra, centrándose en la villa de Siles pero aportando también datos del resto de localidades de la comarca.

Las fuentes, aparte de las bibliográficas, han sido variadas, destacando los informes de la Causa General, los procesos sumarísimos de urgencia de la posguerra y las actas municipales del Ayuntamiento de Siles.

El libro, de 198 páginas, se pondrá a la venta por primera vez en el acto de la presentación por un precio de 20 euros. Con posterioridad se pondrá a la venta en comercios de la zona.

Índice

INTRODUCCIÓN

ESPAÑA EN LA ENCRUCIJADA: II REPÚBLICA, GUERRA CIVIL Y DICTADURA

LA II REPÚBLICA

Polarización social y política

Cambio de régimen: el nuevo ayuntamiento republicano de Siles

Evolución política y social durante la República

EL AYUNTAMIENTO DE SILES DURANTE LA II REPÚBLICA

La alcaldía de Isaías González Serrano en su primera etapa (de abril de 1931 a enero de 1934)

La Comisión Gestora de Augusto Vidal Rivera (de enero de 1934 a enero de 1935)

La alcaldía de Isaías González Serrano en su segunda etapa (de enero de 1935 a febrero de 1936)

La Comisión Gestora de Ángel Fernández Cózar (de febrero a julio de 1936)

LA GUERRA CIVIL

Golpe de Estado y Revolución

La represión republicana

Las colectividades

La creación de la CNT en Siles

El control de la revolución y los conflictos internos en el bando republicano

El final de la guerra

EL AYUNTAMIENTO DE SILES DURANTE LA GUERRA CIVIL

La coexistencia de la Comisión Gestora y del Comité del Frente Popular (de julio de 1936 a enero de 1937)

El primer Consejo Municipal (de enero de 1937 a junio de 1938)

La transición hacia un nuevo Consejo Municipal estable (de junio a septiembre de 1938)

El nuevo Consejo Municipal y el final de la guerra (de septiembre de 1938 a marzo de 1939)

LA POSGUERRA

La represión franquista

La actuación de los tribunales militares: trayectorias penales

El nuevo Ayuntamiento franquista de Siles en 1939

Siles en los años 40 a través de un especial del diario «Jaén» de 1947

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

APÉNDICES DOCUMENTALES

SILES EN EL SIGLO XVI: POBLACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD DE UNA VILLA DE LA SIERRA DE SEGURA

Análisis de evolución demográfica y socioeconómica de la villa de Siles durante el siglo XVI, por Carlos Javier Garrido García.

 Acabo de publicar el artículo “Siles en el siglo XVI: población, economía y sociedad de una villa de la Sierra de Segura”, en la revista “Tiempos Modernos”, nº 35 (2017/2), pp. 30-47. Incluyo en esta entrada el resumen, introducción y conclusiones del mismo, incluyendo también el enlace para poder descargarlo completo en pdf.

Campanario de la Iglesia parroquial de Siles.

Resumen

Este artículo analiza la población, la economía y la sociedad de Siles, villa perteneciente a la Encomienda de Segura de la Sierra de la Orden Militar de Santiago, en el reino de Murcia, en el siglo XVI, y en la que, como en el resto de la Sierra de Segura, se produce un proceso de creciente polarización social a lo largo de la Edad Moderna.

Para ello, utilizamos fuentes documentales inéditas, aparte de las famosas Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575 y de las Ordenanzas del Común de 1580, procedentes del Archivo Histórico Nacional y del Archivo General de Simancas.

Estado de la cuestión y fuentes

El objetivo de este trabajo es realizar un estudio sobre la villa de Siles en el siglo XVI, un siglo que ha sido poco abordado hasta el momento en la historiografía comarcal.

Se cuenta con las magníficas tesis doctorales sobre la Orden de Santiago de Pedro Andrés Porras Arboledas y Miguel Rodríguez Llopis, aunque ambas están centradas en el siglo XV y primer cuarto del XVI, en el primer caso abarcando toda la Provincia de Castilla y en el segundo los territorios de la Orden en el reino de Murcia, por lo que esta última presenta un mayor grado de concreción para el ámbito que nos ocupa.

Aparte de estas obras, sólo hay que destacar, en el aspecto histórico, las ediciones y estudios de las Ordenanzas del Común de 1580, por Emilio de la Cruz Aguilar, y de las Relaciones de Felipe II de 1575, por Rafael Serrano y Luis Rafael Villegas, a lo que hay que unir el estudio sociodemográfico que sobre Santiago de la Espada han realizado el que suscribe y Francisco Bravo Palomares, y, en el artístico, un análisis sobre la arquitectura religiosa y militar en la comarca por María del Valle y María Gracia Gómez de Terreros.

También hay que citar dos publicaciones de historia local, debidas a Antonio Sánchez y Juan Pedro Muñoz, que, en general, no pasan para el siglo XVI de reproducir las respuestas de las Relaciones de Felipe II.

En este caso, voy a analizar la evolución demográfica, económica y social de la localidad a través de diversas fuentes.

La primera de ellas las ya citadas Relaciones y Ordenanzas del Común, que me servirán para establecer un marco general que voy a complementar con documentación inédita procedente del Archivo Histórico Nacional, caso de los libros de visitas de la Orden de Santiago, utilizados sobre todo para los datos de población, y del Archivo General de Simancas, donde se hallan diferentes averiguaciones de vecindario y rentas de la localidad en su sección de Expedientes de Hacienda.

Estas averiguaciones se hicieron para controlar el cobro de las alcabalas, que eran el impuesto real que gravaba las compraventas, suponiendo un 10 % de su valor. Dado que su cobro era bastante complicado, la Corona decidió realizar un encabezamiento, es decir, calcular a cuanto podían ascender las compraventas en cada localidad y repartir el montante entre sus vecinos en función de su riqueza. Estos documentos aportan muchísima información, empezando por una cuantificación del vecindario y de las alcabalas y los diezmos, lo que se complementa con el reparto de la alcabala entre los vecinos en función de su riqueza, siendo así una fuente muy importante para estudiar la estructura social de la localidad.

Conclusiones

En el siglo XVI culmina un doble proceso, iniciado en el siglo XIV y acelerado gracias al desarrollo que llevó aparejado el fin de los condicionantes fronterizos tras la conquista del reino de Granada.

Por un lado, el enfrentamiento entre la villa de Segura, que controlaba una ganadería y explotación forestal vinculada con el exterior, y sus villas dependientes, en este caso Siles, con una economía basada en el aprovechamiento ganadero local, que es limitado por los intereses superiores segureños, asegurados definitivamente gracias a las Ordenanzas del Común de 1580. De este enfrentamiento sale derrotada la villa de Siles, que sufre, por otra parte, a finales de siglo una aguda crisis demográfica y económica como consecuencia de esa derrota.

Por otro lado, la creciente polarización social. Así, no podemos hablar de la villa como una comunidad igualitaria, sino que se acentúa la concentración de la riqueza y del poder en la élite de la misma, un reducido grupo de poco más de 10 familias que controlan el concejo local y la mayor parte de la riqueza. Esta situación, se irá agravando en el resto de la Edad Moderna y en la Edad Contemporánea, aunque eso, evidentemente, es otra Historia.

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EL PRIVILEGIO DE VILLA PARA SILES EN 1397-1403

Edición y estudio del privilegio de villa de la localidad de Siles, conseguido entre 1397 y 1403, por Carlos Javier Garrido García.

Introducción

La villa de Siles consiguió su condición como tal en 1397, gracias a una carta en la que el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa le prometía tal privilegio a cambio de amurallarse. De tal acontecimiento se tenía constancia gracias a las “Relaciones de Felipe II” (VILLEGAS, 234), noticias luego difundidas a nivel local (SÁNCHEZ, 112-113). Sería Modesto Vigueras el que completó tales noticias con la difusión del contenido de la carta (VIGUERAS, 61), cuya transcripción fue publicada en el diario “Jaén” dentro de un especial dedicado a Siles en 1947 (“Jaén”, nº 1952, 14/8/1947, p. 5), datos que posteriormente han sido reproducidos por nuevos estudios locales (MUÑOZ, 35-36; TENEDOR, 80 y 121). Aparte de la historiografía local y comarcal, para la contextualización de este acontecimiento contamos con dos tesis doctorales centradas en la Orden Militar de Santiago en el siglo XV (PORRAS y RODRÍGUEZ).

La intención de este trabajo es realizar un estudio del acceso al villazgo de Siles gracias al hallazgo del documento de concesión, cuya transcripción al final se inserta. En el Archivo Histórico Nacional (Toledo), sección de Órdenes Militares, expediente 59.678, se conserva la confirmación por Felipe II, como administrador perpetuo de la Orden de Caballería de Santiago, por concesión papal realizada a los Reyes Católicos, del privilegio de villa otorgado a Siles por el comendador Lorenzo Suárez de Figueroa. La confirmación está fechada en Madrid el 2 de mayo de 1573 e incluye las confirmaciones realizadas con anterioridad por Carlos I (Valladolid, 31 de julio de 1523), los Reyes Católicos (Tordesillas, 6 de junio de 1494) y el maestre Alonso de Cárdenas (Écija, 14 de mayo de 1494), así como el privilegio original del maestre Lorenzo Suárez de Figueroa fechado en Mérida el 25 de marzo de 1403, incluyéndose en este último la carta del maestre en la que se concede tal condición a cambio de amurallarse de 5 de febrero de 1397.

Confirmación por Felipe II del privilegio de villazgo de Siles. Archivo Histórico Nacional.

Contexto: de aldea a villa 

Tras la conquista de la Sierra de Segura por las tropas castellanas se estableció por la Orden Militar de Santiago el Concejo de Segura, del que dependerían el resto de aldeas de la zona, entre ellas Siles. El 2 de abril de 1243 le fue concedido el fuero de Cuenca (PORRAS, 116), bastante liberal, con la intención de atraer repobladores a la zona (para los fueros de Cuenca y Segura, ver VIGUERAS, 246-250). Por tanto, se configura un amplio concejo, el de Segura, con numerosas aldeas dependientes sujetas a su “señorío”. El concejo segureño quedaba a cargo del control y reglamentación de la economía comunal, del abastecimiento y la fiscalidad, mientras que las aldeas tenían solo competencias de control del ganado local, de participación en los gastos parroquiales y en la gestión de la economía local (PORRAS, 118). Era, pues, un sistema dominado por los Concejos en detrimento de las aldeas, llegándose a hablar de que las “aldeas soportaban al concejo de Segura como otro poder señorial más” (RODRÍGUEZ, 307).

Los cambios en la dirección concejil entre finales del siglo XIV y principios del XV, que pasó del concejo abierto controlado por la comunidad al concejo electo dirigido por los hidalgos y caballeros cuantiosos, es decir, la élite socioeconómica, que elegían los cargos municipales por cooptación (la corporación saliente y 4 ó 5 vecinos influyentes eligen a las personas idóneas para ejercer los oficios, sorteándose entre ellos), determinó un progresivo acceso de las aldeas a una mayor independencia y a alcanzar, en numerosos casos, la independencia como villas (RODRÍGUEZ, 307-308; PORRAS, 124).

El concejo era un poderoso instrumento en manos de la oligarquía para fortalecer su posición socioeconómica al controlar sus bienes propios y comunales y aspectos importantes como el reparto de cargas fiscales y el abastecimiento de la localidad (RODRÍGUEZ, 306-307). Esto, que es aprovechado por las élites de Segura, quiere serlo también por las distintas élites locales de las aldeas, que encuentran en la consecución de su independencia como villas un vehículo de promoción social. Es aquí donde, en mi opinión, reside la causa principal del acceso a la condición de villa de Siles en 1397.

Eso sí, a cambio de acceder a tal condición, la Orden, dirigida por el maestre, asesorado y controlado por el Consejo General de la Orden, incluidos los Trece, o consejo más restringido (PORRAS, 146-148), exigía que la localidad fuera autosuficiente en el aspecto defensivo gracias a la construcción de murallas, además de contar con una fortaleza o castillo señorial. De ahí que se exigiera a Siles, como veremos, la construcción de murallas para acceder al villazgo en 1397, lo mismo que se hizo más tarde con Albaladejo de la Sierra, que accede al villazgo bajo el maestrazgo de Rodrigo Manrique, por lo que cambió su nombre por el de Villarrodrigo (RODRÍGUEZ, 39-40).

Por tanto, la Orden concedía el villazgo como un medio de conseguir una mejora de las estructuras defensivas en una situación de frontera con los musulmanes granadinos como medio de aumentar la seguridad, y por tanto la población y los recursos, de su señorío. Pero si las poblaciones accedían a sufragar ese gasto lo hacían, aparte de razones defensivas, por los intereses de sus élites socioeconómicas, que veían en la independencia una consolidación y aumento de su poder en la localidad. Tradicionalmente, este segundo aspecto se suele obviar, lo que hace que el centro de atención haya sido siempre el hecho fronterizo con los musulmanes, olvidando la frontera interior entre élites y resto de la población. Edificios como el Castillo de Segura o el Cubo de Siles no deben ser entendidos como simples defensas frente a los musulmanes sino también como elemento de poder y dominación de unos grupos sociales sobre otros dentro de las sociedades cristianas medievales y altomodernas.

Pasemos pues a analizar el proceso mediante el cual Siles accede a la condición de villa entre 1397 y 1403.

El acuerdo de villazgo de 1397

 Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de la Orden Militar de Santiago entre 1387 y 1409, dirigió una carta desde Montanches el 5 de febrero de 1397 al “Conçejo e homes buenos del nuestro lugar de Siles, nuestros vasallos”. En la misma indicaba que estos habían presentado una petición en la que, debido a lo cerca que estaban de la frontera con los musulmanes y los daños que recibían de ellos, se ofrecían a cercarse a su costa a cambio de que “hiziésemos villa sobre sí a ese dicho nuestro lugar”. Con el acuerdo del Consejo de la Orden, se decidió hacerlo así “porque vosotros seades defendidos e anparados e no reçibades daño de los dichos enemigos” y para que sirviera como ejemplo a seguir por el resto de aldeas de la zona. Sin embargo, el maestre no se hallaba en la zona, por lo que encargó a Gonzalo Mexía, comendador de Segura, a Gómez Suárez, comendador de Montiel, a Gómez Hernández Malaver, comendador de Santiago de Montizón, y a Lope Suárez Mexía, comendador de Beas, para que fueran a Siles a señalar las características y trazado de la cerca y el plazo en que debería estar concluida, entendiéndose que desde el momento en que fueran establecidas tales condiciones “sea villa sobre sí ese dicho nuestro lugar”. Así, se podría poner “horca” como símbolo de su jurisdicción judicial civil y criminal independiente, presentando las apelaciones ante el comendador de Segura o el maestre de la Orden, y el nombramiento de alcaldes, alguaciles u otros oficiales, cuyos sueldos u honras sería pagados por la localidad, dejando de contribuir a la de los oficiales de Segura y al pago de cualquier tributo de esa localidad. En cualquier caso, los lazos entre Siles y Segura no se rompieron del todo, ya que se estableció la comunidad de términos entre ambas localidades, fijándose un sistema de representación paritaria para tratar de esos elementos comunes.

Arco de San Gregorio, abierto en la muralla construida en Siles a partir de 1397.

 La carta de privilegio de 1403 

Aunque ya desde el momento en que los visitadores acudieron a Siles se supone que la localidad se convertía en villa independiente, lo cierto es que a nivel legal la nueva situación debía ser reconocida a través de una carta de privilegio en regla, en la que además debía establecerse cuál sería su fuero. La concesión del privilegio de villa se demoró hasta 1403, sin que podamos concretar las razones, que pudieron ser un retraso de los visitadores en cumplir su cometido o la oposición de la villa de Segura de la Sierra.

Sea como fuere, la cerca fue construida, informándonos las Relaciones de Felipe II de sus características, que serían las fijadas por los visitadores: “se çercó de una çerca de hargamasa de dos varas de ancho e diez varas de alto y de contorno seysçientas y catorze varas… e que en la dicha çerca ay tres torres a trechos demás de una fortaleza prinçipal” (VILLEGAS, 234).

En cualquier caso, fue el 25 de marzo de 1403 cuando el Consejo General de la Orden, reunido en la Iglesia de Santa Olalla de Mérida, aceptó concederles el privilegio de villa ya que “vos los dichos omes buenos de Siles tenedes en buen estado la cerca e torres que en la dicha villa habedes de hazer e que labrades”. En la carta de privilegio se confirmaba lo concedido en 1397, añadiendo que la villa se rigiera por el mismo Fuero de la villa de Segura de la Sierra, prescribiendo que cualquier cambio en el de la citada villa sería también efectuado en la de Siles. Se lleva así a cabo la práctica común de que las nuevas villas adoptaran el fuero de la que dependían con anterioridad (PORRAS, 116).

Además, se realizaban dos mercedes a las élites del nuevo concejo independiente de Siles, eximiéndoles de dos tributos señoriales; la martiniega y el derecho de terceros. Ambos tributos eran de escasa cuantía y su pago tenía la misión de reconocer el señorío territorial de la Orden sobre la zona. En cuanto a la martiniega, suponía el pago de 12 maravedíes por vecino, proviniendo su nombre de que el pago se efectuaba el día de San Martín de cada año. Por lo que se refiere al derecho de terceros, a finales del siglo XV suponía el pago de 360 maravedíes anuales por localidad en Bayonas, Villarrodrigo, Torres y Génave, sin que nos consten datos para Siles (PORRAS, 193-194 y 430; RODRÍGUEZ, 288-289).

La exención a las élites de estos tributos tendría el sentido de reforzar su dominio local al servir de elemento distintivo con el común de la población. Estas élites eran los caballeros de cuantía, grupo formado por los vecinos que tenían la riqueza suficiente para mantener “vn caballo e vnas hojas e vn baçinete y adarga e lança que le valga todo de cuantía de seteçientos maravedíes”. A cambio de la exención fiscal citada y de que el comendador no les pudiera tomar sus caballos, los caballeros de cuantía tenían la obligación de realizar dos alardes al año, los días de Navidad y San Juan de Junio, formando así el cuerpo de defensa de la localidad. Los caballeros de cuantía constituían un grupo social muy reducido, habiendo en Siles en 1498 sólo 19 vecinos de tal condición sobre un total de 195 (PORRAS, 301 y 306), por tanto un 9’7 % de la población que era el que controlaba el concejo.

Conclusiones

Como hemos visto, el acceso a la condición de villa de Siles entre 1397 y 1403 puede ser explicado por la situación fronteriza de la localidad hasta la caída del reino de Granada, pero también dentro de un proceso de oligarquización del poder local y de polarización social que irá acentuándose con el tiempo.

El Cubo de Siles visto desde las callejuelas de la villa amurallada.

Bibliografía 

 

  • MUÑOZ BUENDÍA, Juan Pedro: Siles, un paseo por su Historia. Jaén: Instituto de Estudios Giennenses, 2015.
  • PORRAS ARBOLEDAS, Pedro Andrés: La Orden de Santiago en el siglo XV. Madrid: Dykinson, 1997.
  • RODRÍGUEZ LLOPIS, Miguel: Señoríos y feudalismo en el reino de Murcia. Los dominios de la Orden de Santiago entre 1440 y 1515. Murcia: Universidad, 1986.
  • SÁNCHEZ GUELDOS, Antonio: Historia de Siles. La última frontera. Ripoll: edición del autor, 1997.
  • TENEDOR TENEDOR, Javier: Historia y patrimonio de Siles: el Cubo y la Tercia. Torredonjimeno: Caja Rural de Jaén, 2017.
  • VIGUERAS GONZÁLEZ, Modesto: Introducción a la Historia de Sierra Segura, Época de la frontera Cristiano-Musulmana (1214-1492). Madrid: Edición del autor, 2001.
  • VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael y GARCÍA SERRANO, Rafael: “Relación de los pueblos de Jaén, ordenadas por Felipe II”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 88-89 (1976).

Si desea descargar en PDF esta entrada, incluida la transcripción de la carta de privilegio, pulse aquí: Privilegio de villazgo de Siles

LA VILLA DE SILES EN EL SIGLO XIX: POBLACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD DE UNA LOCALIDAD DE LA SIERRA DE SEGURA

La Villa de Siles (Jaén) en el siglo XIX: estudio demográfico, económico y social de una localidad de la Sierra de Segura, por Carlos Javier Garrido García.

Introducción

La intención de este artículo es realizar un acercamiento a la situación sociodemográfica de la villa de Siles durante el siglo XIX, utilizando para ello informaciones hasta ahora dispersas y en buena parte inéditas, como es el caso del plano de la población en 1893 que se conserva en el Instituto Geográfico Nacional.

Como vamos a tener la oportunidad de comprobar, la villa de Siles registra un fuerte crecimiento demográfico en los siglos XVIII-XIX, con la consiguiente expansión de la superficie cultivada dentro de una economía agraria de subsistencia. Esto rompe violentamente el marco de protección forestal establecido por las Ordenanzas del Común de 1580, que defendían los intereses ganaderos, forestales y madereros del Concejo de Segura frente a las villas de su término, y por la creación de la Provincia Marítima de Segura en 1748, que hace lo propio con los de la Corona.

Este conflicto institucional y económico, junto con las consecuencias de la Guerra de Independencia (1808-1814) y de la I Guerra Carlista (1833-1839), las dificultades de comunicación provocadas por la orografía y la desidia administrativa y la ausencia de un proceso de industrialización dieron lugar a una grave crisis socioeconómica y a un aumento de la polarización social, como se puede comprobar gracias a los datos del censo de 1837 y a los suministrados por Pascual Madoz en 1849. La concentración de la riqueza en la oligarquía local se vio acentuada por las subastas de los bienes eclesiásticos y municipales desamortizados a partir de 1836 y 1841 en el primer caso (decretos de Mendizábal y Espartero) y de 1855 en el segundo (decreto de Madoz).

El subdesarrollo y la polarización quedan patentes al analizar la prensa local, los datos de mortalidad y el plano de la población, caracterizado este último por la ausencia de grandes espacios y edificios públicos y el predominio del casco histórico heredado de la Edad Moderna frente a la práctica inexistencia de ensanches. En cualquier caso, la misma existencia de la prensa escrita, cierta industria y la ampliación del casco urbano, limitada pero no inexistente, demuestran que algo estaba cambiando a finales de siglo. Es entonces cuando la economía agraria de subsistencia se transforma en una agricultura de mercado basada en el cultivo del olivar, provocando un aumento del peso de las clases medias agrarias (pequeños y medianos propietarios y arrendatarios), lo que se traduce en un crecimiento del casco urbano y en una acentuación de la polarización, enfrentándose cada vez más las clases medias-altas con la masa de jornaleros y excluidos, provocando finalmente el estallido del ciclo violento de 1931-1950 (II República, Guerra Civil y Posguerra), ya analizado por mi parte en otro trabajo (GARRIDO).

Arco de La Malena (Foto: Francisco Garrido). Publicado en: «Recuerdos del Ayer y Siles».

La villa de Siles en el siglo XVIII

La información suministrada por el Catastro de Ensenada (GILA, pp. 211, 233, 235 y 238), realizado para la villa de Siles en mayo de 1755, muestra la situación de una localidad inmersa en la crisis y en la polarización. Así, los 380 vecinos que tenía según las Relaciones de Felipe II de 1575 se habían convertido en 280, de los que 122 eran jornaleros y 4 pobres de solemnidad. Económicamente, la villa vivía de una agricultura de subsistencia, en la que aún no estaba presente el olivo, y de la ganadería y la explotación forestal.

Crecimiento demográfico en el siglo XIX

El crecimiento demográfico registrado entre mediados del XVIII y finales del siglo XIX puede ser calificado de exponencial, sobre todo en la primera mitad de este, tal y como muestra la tabla nº 1.

TABLA Nº 1: EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA DE LA VILLA DE SILES ENTRE 1575 Y 1900. Se indica en cada caso el número de vecinos (es decir, familias) o de habitantes. Fuentes: Gila, p. 235; Sáenz, p. 95; Martínez.

AÑO

VECINOS

HABITANTES

1575

380

1755

280

1837

502

1.936

1849

524

2.202

1900

3.188

Como se puede apreciar, el crecimiento es destacado entre 1755 y 1849, pese a incluir los efectos perniciosos de la Guerra de Independencia y de la I Guerra Carlista. Tal crecimiento se debería, en mi opinión, a las siguientes causas:

  • La crisis demográfica entre finales del siglo XVI y principios del XVIII produjo una subexplotación de recursos que permitió, posteriormente, un crecimiento basado en una explotación más intensa de los mismos.

  • Los recursos disponibles en la zona crecieron también gracias al aumento de la superficie cultivada en detrimento del bosque. Este último perdió su protección derivada de los Ordenanzas de 1580 y de la existencia de la Provincia Marítima y, además, en buena parte acabó en manos privadas gracias a las desamortizaciones.

Durante la segunda mitad de siglo el crecimiento se atenúa, ya que la ausencia de revolución agraria y de proceso de industrialización unida al subdesarrollo de las comunicaciones provocó que pronto el crecimiento de la población entrara en colisión con unos recursos estancados. Dicha situación se solventará en parte gracias a la expansión del olivar a finales de siglo, permitiendo nuevamente el crecimiento demográfico. Muestra de dicha expansión es que el número de olivos en Siles pasó de 1.300 en 1836 a unos 300.000 en 1936 (SÁNCHEZ GUELDOS, p. 142).

La villa de Siles a principios del siglo XIX

El amplio crecimiento registrado en la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX queda patente en los datos económicos y políticos. En el primer caso, según un informe de 1822-1823 Siles contaba con 3.165 fanegas de tierra cultivadas y 13.098 cabezas de ganado (MUÑOZ BUENDÍA y GONZÁLEZ PALACIOS, p. 282). El aumento de la superficie cultivada había sido notable, ya que según el Catastro de 1755 Siles contaba con 1.281 fanegas de tierra cultivada (GILA REAL, p. 206). En el ámbito político, desde 1836 y durante prácticamente todo el siglo, la villa de Siles disputará con Segura de la Sierra la capitalidad del partido judicial. En el año indicado se inicia el conflicto acusando Siles a Segura de deslealtad y sedicionismo, es decir, de apoyo a Carlos María Isidro en la I Guerra Carlista (1833-1839), mientras que ellos eran leales a Isabel II (MUÑOZ BUENDÍA y GONZÁLEZ PALACIOS, pp. 283-284).

Por otra parte, el censo de 1837 informa sobre la situación socioprofesional de la localidad a principios del siglo XIX, datos que resumo en la tabla nº 2.

TABLA Nº 2: ESTRUCTURA SOCIOPROFESIONAL DE LA VILLA DE SILES SEGÚN EL CENSO DE 1837. Fuentes: Juan de la Cruz Martínez; reproducido en Sánchez Gueldos, p. 142.

SECTOR

PROFESIONES (Número)

TOTAL (%)

Primario

Propietarios (38), Labradores (105), jornaleros (189)

332 (65’1)

Secundario

Fabricantes (3), artesanos (125)

128 (25’1)

Terciario

Profesores de ciencias (4), Boticarios y veterinarios (8), Maestros de primera enseñanza (1). Comerciantes al por menor (13), empleados (1), eclesiásticos (6)

33 (6’47)

Población marginal

Mendigos (11 hombres y 6 mujeres)

17 (3’33)

TOTAL

510 (100)

Los datos anteriores son muestra de una sociedad aún estancada en la economía agraria de subsistencia del Antiguo Régimen. Así, la inmensa mayoría de la población activa todavía se dedica a la agricultura (prácticamente dos tercios de la población), el sector secundario es básicamente artesanal y el terciario residual, destacando asimismo el elevado número de mendigos.

Además de atrasada, la sociedad sileña de principios del XIX estaba muy polarizada. Así, los 122 jornaleros y 4 pobres de solemnidad de 1755 habían pasado a ser en 1837 unos 189 jornaleros y 17 mendigos.

La descripción de Siles de Juan de la Cruz Martínez publicada en 1842

En 1842 la villa de Siles contaba con 516 vecinos, es decir, 2.580 habitantes, indicando el autor que “en menos de cien años ha triplicado su población y su riqueza”. La Iglesia Parroquial estaba bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción y había cinco ermitas: dentro de la población la de Santa Ana y extramuros la de patrón San Roque, la de San José, la de San Blas y la de San Sebastián. Contaba con abundantes aguas, destacando junto a la localidad los ríos Carrizal y de los Molinos y las fuentes Salivas, Cascajo, Chorrillo, Fuentecillas, Eroconcejo y la Tova. Sus principales productos agrarios eran “trigo, cebada, centeno, escaña, maíz, patatas, cáñamo, lino, aceite, vino, sedas, frutas, legumbres”. En el terreno educativo la situación era deplorable. Existía sólo una escuela pública a cargo de don Ramón Rubio a la que asistían unos 100 alumnos, “todos gratuitos”, aunque a los niños pobres no “se les provee de los libros y útiles necesarios”, siendo el estado de las clases también “muy regular” (MARTÍNEZ, pp. 72 y 120-121).

Siles en 1849 según el Diccionario de Pascual Madoz

Como ya hemos visto, en 1849 la población de Siles había pasado a ser de 524 vecinos, 2.202 habitantes, que vivían en unas 192 casas (MADOZ, p. 397). Tan reducido número de casas con respecto a vecinos nos indica dos cosas: por un lado, que la cifra de refiere a edificios y no viviendas en las que estos estaban divididos, y también la posible convivencia intergeneracional de familias en una misma finca. De esas 192 edificaciones, 40 se situaban dentro del recinto amurallado o “Villa” y el resto extramuros, en la denominada “Nueva población”.

En la “Villa” estaban la iglesia parroquial y la casa del curato. En cuanto a la muralla “es de argamasa fuerte, de cerca de 8 palmos de gruesa y conserva sus almenas, y 3 puertas que facilitan la entrada al interior, denominada de San Gregorio al Oeste, de la Magdalena al Norte y la Señora al Este: en el ángulo izquierdo del lienzo de muralla que mira al Sur hay construido un cubo, bien conservado todavía”. Por otro lado, destacaba la Ermita de San Ana, situada en el hospital, que estaba “dotado con buenas rentas”. Por último, junto a la Iglesia se situaba el cementerio de la localidad, “en buen parage”.

Plaza de la Villa (Foto: El cura Blanco). Publicada en: «Recuerdos del Ayer y Siles».

La “Nueva Población” se caracterizaba por unas “casas de piso bajo, muy pequeñas y con pocas comodidades y sus calles mal empedradas”. En esta zona destacaba la actual Plaza del Agua, descrita como “una plaza casi cuadrada, muy espaciosa, donde se hallan las casas consistoriales con local para cárcel” y también una escuela de primeras letras “a la que asisten más de 60 niños”, es decir, 40 menos que los citados siete años antes por Juan de la Cruz Martínez.

Extramuros se hallaban tres ermitas, las de San José, San Blas y San Roque, y tres fuentes, la del Cascajo al Oeste, la de Salivas al Norte y la del Chorrillo al Sur, contando la primera y la última “con lavaderos muy abundantes”.

En el aspecto económico, un primer hecho a destacar era el aislamiento de la localidad. Así, Madoz informa que “los caminos son locales y de herradura” y que la correspondencia se recibía semanalmente “por un conductor que la lleva y trae de Infantes”. La base económica era agropecuaria, destacando en la producción: “trigo, cebada, centeno, escaña, maíz, patatas, algún cáñamo, poco lino, aceite, vino, mucha seda, esquisitas legumbres, particularmente habichuelas, y buenas frutas”, es decir, predominaba un claro policultivo de subsistencia. Este se complementaba con la ganadería, indicando que “cría mucho ganado vacuno, cabrío y de cerda, y pesca de barbos y en la Sierra truchas”.

En cuanto a la industria, existían “8 molinos harineros de agua, 3 de aceite, una fábrica de tintes para lanas, 3 telares de paños, varios de mujer para lienzos, un batán y 2 almazaras”, por lo que se había producido una limitada industrialización de transformación de productos agrarios y textil, en buena parte de autoconsumo también. En cualquier caso, Madoz destaca que la localidad era “abundante en excelentes montes de pinos de varias clases, buenos para la construcción civil y náutica, cuyas maderas que se conducen por el río Guadalimar a Sevilla y Cádiz ocupan en su arreglo a muchos naturales”. De hecho, según Madoz, “el principal ramo de industria de los vecinos es… la corta de maderas que sierran y ponen corrientes para conducir a Sevilla y Cádiz, como ya hemos dicho, ocupándose también muchas personas en la conducción de maderas, con carretas, a la Mancha, Andalucía y Extremadura”. Por último, en cuanto al comercio destacaba la existencia de “5 tiendas de abacería y otros géneros”.

El Siles decimonónico a través de la prensa: El Sierra Segura

En la Hemeroteca Municipal de Madrid se conservan dos números del periódico “El Sierra Segura”, que comenzó a publicarse en abril de 1885, correspondientes al 20 y 30 de junio de dicho año (CONTRERAS GILA, pp. 491-494). Voy a analizar el último de ellos, el número 9.

El periódico tenía como subtítulo “Periódico independiente, literario y de intereses locales”, estaba dirigido por Pedro Ruiz Romero y se imprimía en la Imprenta “La Loma”, de Úbeda. La ideología de la publicación queda clara en sus dos primeros artículos, titulados “El partido monárquico-liberal” y “Entendámonos”, en los que declara su defensa de la democracia, que se había concretado en la Constitución de 1869, y su rechazo al caciquismo característico del sistema político de la Restauración. Sin embargo, el miedo que en buena parte de los grupos progresistas de clase media generó la radicalización política y la conflictividad social del Sexenio Revolucionario (1868-1874), explica su apoyo al Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta por entender que el país no estaba aún preparado para la democracia.

En la Sección Literaria aparece una “Noticia histórica de Beas de Segura”, pero sin duda lo más interesante es la sección de noticias y anuncios para acercarnos a la realidad socioeconómica de la Sierra de Segura en esos momentos.

Así, en las “Noticias” se informa en primer lugar de la demanda del municipio de Santiago de la Espada contra el de Pontones “en solicitud de que el contrato de mancomunidad de pastos entre ambas villas se rescinda”, mostrándonos así la base económica ganadera de ambos y el problema de los pastos debido a la extensión de los cultivos. El periódico indicaba que “el asunto es de gran interés, porque uno de los dos pueblos ha de sufrir gran quebranto en su riqueza”.

En el mismo sentido de destacar la importancia ganadera de la comarca está la petición que hace el periódico de que se tomen medidas “para exterminar los animales dañinos”, poniendo como ejemplo a seguir las batidas llevadas a cabo por el alcalde de Siles que habían supuesto la muerte de seis lobos.

Por otra parte, se recoge la noticia publicada por el periódico “El Imparcial” de Jaén de que a los profesores de instrucción pública de Hornos se le debían más de tres anualidades de sus sueldos, “teniendo algunos que vivir a la voluntad de sus buenos amigos”, muestra del subdesarrollo de la enseñanza en la zona.

Por último, se informa de la tramitación del expediente “para construir el nuevo cementerio de esta población”, extrañándose de que “no se haya terminado a pesar del tiempo transcurrido y de las circunstancia porque pudiéramos atravesar si la epidemia colérica”, que se estaba extendiendo por el país ese año y que no llegó finalmente a afectar a la localidad, “llegara a estenderse desgraciadamente”.

En la sección “Anuncios” hay dos que muestran el aislamiento de la comarca y las dificultades en el suministro de productos de fuera como tejidos y conservas, característica esta de una economía en buena parte aún anclada en la subsistencia. Así, se anuncia el “Establecimiento de Bernardo Linde, calle Coso, Siles” que informa de que “acaba de recibir grandes remesas” de productos como “mazapanes, conservas de pescados y frutas, frutas en almíbar, aceitunas sevillanas, galletas, etc”. También se anuncia el “Establecimiento de Wenceslao de la Cruz, calle de la Asunción, Orcera” que anuncia que “acaba de recibir un abundante surtido en conservas alimenticias… a precios sumamente económicos y desconocidos hasta el día en este país” y que para el 5 de junio esperaba recibir “un magnífico y variado surtido en tejidos propios de la presente estación”.

La situación demográfica de Siles en 1885

La población española, tras haber crecido de manera destacada, similar a la media europea, entre 1800 y 1850, lo hizo de manera netamente inferior en la segunda mitad de siglo. Esto fue debido al mantenimiento de una alta tasa de mortalidad, debido al atraso socioeconómico ligado al fracaso de los procesos de revolución agraria e industrialización. Este atraso provocaba constantes crisis de subsistencias y una elevada mortalidad por enfermedades infecciosas, entre las que destacaban las enfermedades gastrointestinales, la tuberculosis y el cólera. En cuanto a las primeras, se debían a las deficiencias en el abastecimiento de aguas potables y en la correcta evacuación de las residuales, por lo que diarreas, tifus y disenterías eran muy frecuentes. La tuberculosis o tisis era la “compañera inseparable del hacinamiento, de la desnutrición, de la miseria”. Por último, el cólera era una enfermedad originaria de Asia que a partir de 1830 se extendió por Europa en continuas oleadas epidémica. Entre estas últimas destaca la de 1885, que provocó en España 120.254 muertes, 2.559 de ellas en la provincia de Jaén (NADAL, pp. 138-159).

Con la intención, en principio, de analizar la incidencia de esta epidemia de cólera en Siles he analizado los datos de nacimientos y defunciones de la localidad en ese año a través de los datos del Registro Civil. Sin embargo, en ese año no hay consignada ninguna muerte en la localidad por cólera. Hay que tener en cuenta que esta epidemia provenía del exterior y que, por tanto, el aislamiento en las comunicaciones y la existencia de una economía de subsistencia muy cerrada al exterior actuaban como un elemento atenuador del contagio.

En cualquier caso, los datos obtenidos permiten hacer un estudio sobre la dinámica natural de la población sileña muy interesante. Durante 1885 fueron registrados 150 nacimientos y 112 defunciones, dando un crecimiento vegetativo, por tanto, de + 58, debido a las altas tasas de natalidad y a una mortalidad que está descendiendo ligeramente. Estos datos confirman que la localidad no estuvo sujeta ese año a una mortalidad catastrófica.

En cuanto a las defunciones, registradas en los Tomos 21 y 22 de Registro, voy a realizar un análisis profundo de su estacionalidad, de los grupos de edad, de la Tasa de Mortalidad Infantil y de las causas de fallecimiento.

Empezando por la estacionalidad, en las tablas 3 y 4 expongo la evolución mensual y estacional de las defunciones, mostrando su concentración en primavera y verano, precisamente cuando las enfermedades infecciosas y estomacales eran más virulentas debido a las altas temperaturas.

TABLA Nº 3: EVOLUCIÓN MENSUAL DE LAS DEFUNCIONES EN LA VILLA DE SILES EN 1885. Fuentes: Registro Civil de Siles, Libros 21 y 22 de Defunciones.

E

F

Mr

Ab

My

Jn

Jl

Ag

S

O

N

D

3

6

8

12

13

8

20

16

9

9

2

6

TABLA Nº 4: EVOLUCIÓN ESTACIONAL DE LAS DEFUNCIONES EN LA VILLA DE SILES EN 1885. Fuentes: Registro Civil de Siles, Libros 21 y 22 de Defunciones.

ESTACIÓN

DEFUNCIONES (%)

Invierno (D, E, F)

15 (13´4)

Primavera (Mr, A, My)

33 (29´5)

Verano (Jn, Jl, Ag)

44 (39’3)

Otoño (S, O, N)

20 (17’8)

TOTAL

112 (100)

Por lo que se refiere a la edad de los fallecidos, expongo sus datos en la tabla nº 5, que muestra la virulencia de la mortalidad en los menores de 5 años, descendiendo en las etapas infantil, adolescente y adulta, para volver a aumentar a partir de los 60 años.

La elevada mortalidad infantil es la que determinaba que la esperanza de vida fuera muy baja. De hecho, de los 66 fallecidos menores de 5 años, 35 no habían cumplido aún el año. Relacionando este dato con el número de nacimientos (150), la Tasa de Mortalidad Infantil sería de 233’3 por mil, es decir, de cada 1.000 niños nacidos 233 morían antes de cumplir un año, valor altísimo si lo comparamos con la actual, por debajo del 2 por mil en nuestro país desde 1970.

TABLA Nº 5: EDAD DE LOS FALLECIDOS POR GRUPOS DE EDAD EN LA VILLA DE SILES EN 1885. Fuentes: Registro Civil de Siles, Libros 21 y 22 de Defunciones.

GRUPO DE EDAD

FALLECIDOS

0-4

66

5-9

3

10-14

3

15-19

5

20-24

3

25-29

3

30-34

3

35-39

40-44

1

45-49

5

50-54

55-59

1

60-64

9

65-69

4

70-74

2

75-79

3

80-84

85-89

1

90 y +

Por último, los registros de defunción informan sobre las causas de muerte, que resumo en la tabla nº 6.

Como se puede observar, la mayoría de los fallecimientos, afectando a todos los grupos de edad y llegando casi a la mitad, se deben a enfermedades digestivas, producto de las deficiencias en el suministro de agua y en el tratamiento de las aguas fecales, no contando Siles por entonces con suministro de agua potable y alcantarillado. Las edades más altas fallecen principalmente por enfermedades cardiovasculares y degenerativas e infecciones, mientras que las respiratorias, como la tuberculosis, afectan a todos los grupos de edad. Por último, como enfermedades específicas de los menores de edad hay que citar las insuficiencias alimentarias (raquitismo) y los problemas de desarrollo en nacimientos prematuros.

Los datos son claramente indicativos de una sociedad subdesarrollada, como lo era la mayor parte del medio rural español de la época.

TABLA Nº 6: CAUSAS DE FALLECIMIENTO EN LA VILLA DE SILES EN 1885. Fuentes: Registro Civil de Siles, Libros 21 y 22 de Defunciones. Abreviaturas en la edad: años (cifra sola), meses (m), semanas (s), días (d) y horas (h).

TIPO

ENFERMEDADES

EDADES

Nº (%)

Cardiovascular

Alteración valvular por insuficiencia, Embolia arterial, Fiebre perniciosa, Hemorragia cerebral, Hemorragia interna, Insuficiencia valvular, Pericarditis

62, 62, 63, 85, 66, 45, 16, 9

8 (7’1)

Respiratoria

Angina Diftérica, Anginas, Bronconeumonía, Bronquitis, Bronquitis capilar, Congestión pulmonar, Laringitis diftérica, Laringitis estridulosa, Neumatismos, Pleuresia, Pleuroneumonía y gangrena pulmonar, Pulmonía catarral, Tisis tuberculosa, Tuberculosis, Tuberculosis generalizada, Tuberculosis mesentérica, Tuberculosis pulmonar.

10m, 6, 20, 6m, 6m, 13m, 2, 22m, 34, 19m, 15m, 46, 21m, 40, 20m, 21, 24, 28, 13, 15, 28

21 (18’7)

Degenerativas

Atrofia muscular progresiva, carcinoma rectouterino, Diatesis reumática, Reumatismos

60, 60, 75, 77

4 (3’6)

Digestivo

Catarro gástrico, Catarro gastrointestinal, Catarro intestinal, Cólico por estrangulación, Cólico por indigestión, Disentería, Dispepsia, Enteralgia, Enteritis aguda, Enteritis crónica, Enteritis de forma ulcerosa, Enterocolitis, Enterocolitis crónica, Enterocolitis ulcerosa, Estomatitis, Estomatitis aptosa y enteritis aguda, Estrangulación interna, Estrangulación intestinal, Fenómenos dentición, Fiebre gástrica tifoidea, Fiebre tifoidea, Fiebre biliosa, Fiebre tifoidea y estomatitis granulosa, Gastritis hemorrágica, Gastroenteritis, Gastroenteritis aguda, Gastroenteritis crónica, Peritonitis tuberculosa, Tabes mesentérica

11d, 1m, 3m, 70, 1’5, 6m, 10m, 10m, 5m, 27d, 3s, 17m, 4m, 2m, 3m, 15m, 20m, 45, 46, 63, 60, 3, 18m, 5m, 30m, 18m, 76, 9m, 14m, 3, 6m, 8m, 2m, 15, 18m, 13m, 8m, 1, 11m, 13m, 57, 19, 6, 28m, 18m, 6m, 26m, 8m, 15d, 30, 9, 2

52 (46’4)

Sistema nervioso

Derrame seroso meníngeo, Edema cerebral, Fiebre cerebral, Meningitis, Meningitis cerebral, Meningitis granulosa, Meningitis tuberculosa, Meningoencefalitis aguda, Neurosis del trispánico

62, 32, 18m, 3m, 29, 8m, 7m, 2, 35m, 13, 18m, 73

12 (10’7)

Infecciones

Infección palúdica, Intermitentes palúdicas, Paludismo, Pústula maligna, Remitente palúdica, Septicemia, Septicemia aguda

68, 12, 61, 16, 49, 68, 8m, 10m

8 (7’1)

Prematuros

Insuficiente o falta de desarrollo orgánico intrauterino

20h, 2d., 7d, 7d, 7d

5 (4’5)

Insuficiencia alimentaria

Raquitismo

4, 20m

2 (1’8)

TOTAL

112 (100)

El plano de la villa de Siles de 1893

En el archivo del Instituto Geográfico Nacional se conserva un plano de la villa de Siles realizado en 1893 (aparece fechado en Jaén en 9 de abril de ese año).

Plano de Siles en 1893. Instituto Geográfico Nacional.

En el mismo se aprecia la extensión progresiva de la “Nueva Población”. En el centro de la “Villa” aparece la Iglesia y, frente a su portada, la entrada al cementero, que ocuparía las inmediaciones del Cubo. En la “Nueva Población” se concentra el resto de elementos singulares. Así, en la Plaza de la Constitución (actual Plaza del Agua) se situaba el Ayuntamiento y junto a la plaza de la Verdura las escuelas de niños y niñas, más o menos ocupando donde está situado ahora el Edificio de Usos Múltiples. El matadero se situaba en la Calle Corredera, prácticamente en las inmediaciones de la Biblioteca Municipal actual. Por otra parte, existían 5 ermitas: San Roque, San Sebastián en la actual Glorieta, y San José, Santo Sepulcro y San Blas en la zona actual del Carrascal. Esta última zona ya ha empezado su desarrollo, habiendo algunas viviendas y solares en torno a la actual calle Doctor Vigueras. La principal vía de comunicación era el camino de Jaén, que entraba en la localidad por la Ermita de San Roque para subir por Calle Mesones y, tras pasar el Carrascal, dar paso al Camino de Yeste. Todo el perímetro de la localidad estaba rodeado de huertas y el Paseo desde el cruce actual con la carretera de Hellín (camino del Ejido entonces) hasta la Glorieta estaba en proyecto. Desde este cruce hasta su inicio el Paseo se denominaba “Paseo de las Bolas”. Por último, en las fuentes del Chorrillo y del Cascajo existían lavaderos públicos.

Bibliografía

  • AAVV: Recuerdos del Ayer y Siles. Úbeda: El Olivo, 1999.

  • Contreras Gila, Salvador: “El Sierra Segura: notas bibliográficas sobre Siles”. Elucidario, 1 (marzo de 2006), pp. 491-494.

  • Garrido García, Carlos Javier: “Siles durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 214 (2016), pp. 287-314.

  • Gila Real, Juan Antonio: “La Sierra de Segura en el Catastro del marqués de la Ensenada”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 168 (1998), pp. 191-364.

  • Madoz, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. Tomo XIV. Madrid: Madoz-Sagasti, 1849.

  • Martínez, Juan de la Cruz: Memorias sobre el partido judicial de Segura de la Sierra. Baeza: F. Moreno, 1842.

  • Muñoz Buendía, Juan Pedro y González Palacios, José María: “Encuentros históricos entre Siles y Segura de la Sierra”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 189 (2004), pp. 271-299.

  • Nadal, Jordi: La población española (Siglos XVI a XX). Barcelona: Ariel, 1966 (edición corregida y aumentada de 1986).

  • Sáenz Lorite, Manuel: “El aprovechamiento agrario en las áreas de montaña. Evolución y alternativas”, en I Jornadas sobre desarrollo rural en la Sierra de Segura. Úbeda: UNED, 1997.

  • Sánchez Gueldos, Antonio: Historia de Siles. La última frontera. Ripoll: edición del autor, 1997.

Si desea descargar el artículo en pdf, pulse aquí: Siglo XIX.

Si desea descargar en pdf el periódico «El Sierra Segura», pulse aquí: Periódico El Sierra Segura (1885)

Siles durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra

La Villa de Siles ( provincia de Jaén en España) durante la Segunda República, la Guerra Civil y la Posguerra (1931-1950).

Extracto del artículo: Carlos Javier Garrido García, «Siles durante la II República, la Guerra Civil y la Posguerra», Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 214 (2016), pp. 287-314.

II República, Guerra Civil y Posguerra a través del ejemplo de Siles.

El periodo de nuestra historia iniciado con la proclamación de la II República en 1931 y que acabó con el establecimiento de la Dictadura del general Franco es, sin duda, uno de los más apasionantes, de ahí que la producción historiográfica a él asociado tan sólo sea parangonable a la de la II Guerra Mundial. En cualquier caso, la producción historiográfica ha estado marcada en gran medida por el maniqueísmo, por la apreciación subjetiva y por la utilización política del pasado. Resulta descorazonador el hecho de que baste leer unas cuantas líneas de muchas de las obras sobre el tema para poder concluir cual es la ideología del autor, que mediatiza sin duda su análisis y conclusiones. Por ello, mi objetivo era realizar un estudio objetivo, utilizando las fuentes de manera crítica y lo que considero la clave de la Historia: la empatía, es decir, intentar ponerme en el lugar de los protagonistas de los hechos para entender sus razones, las comparta o no.

¿Dónde está Siles?

El marco geográfico estudiado es la villa de Siles, aportando además información sobre los demás pueblos del partido judicial de Orcera, que abarcaba casi todos los pueblos de la comarca de la Sierra de Segura, con la excepción de Beas de Segura y Arroyo del Ojanco.

Fuentes bibliográficas

Las fuentes utilizadas para este trabajo, que entiendo como una primera aproximación, han sido tanto bibliográficas como documentales. En cuanto a las primeras han sido de uso imprescindible las obras dedicadas a la II República, Guerra Civil y primer franquismo en la provincia de Jaén, conteniendo numerosos datos sobre Siles y la comarca. Entre ellos, hay que destacar las obras de Francisco Cobo Romero, en solitario  o con Teresa María Ortega López, a las que hay que unir el estudio sobre las colectividades de Luis Garrido González.

Fuentes documentales

Por lo que se refiere a las fuentes documentales, las principales han sido la Causa General de los pueblos de la comarca, custodiada en el Archivo Histórico Nacional, recopilación de información sobre los sucesos de la retaguardia republicana, especialmente la represión, realizada entre 1941 y 1943 con el objetivo de justificar la represión franquista y el mismo régimen. Una información, por tanto, mediatizada por la ideología de los vencedores, hecho que hay que tener en cuenta. Por otra parte, he usado, de manera superficial, los libros de actas del ayuntamiento de Siles, documentación que en la actualidad analizo en profundidad para otro trabajo que espero vea pronto la luz. Ambas fuentes de información han sido completadas con el uso del Portal de Archivo Españoles para la búsqueda de información relativa a la localidad, para lo que han sido también útiles las bases de datos de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica del sindicato CGT y de la Fundación Pablo Iglesias del PSOE, en este caso las Biografías del socialismo español.  Por último, se han consultado de manera superficial hemerotecas digitales referentes a periódicos como La Vanguardia y Solidaridad Obrera.

Siles en la II República, Guerra Civil y Postguerra.
Documentos correspondientes a Causa General del A.H.N. Subdirección General de los Archivos Estatales Ministerio de Cultura.España

Siles en la Segunda República

Economía y sociedad en la Sierra de Segura durante la II República

En cuanto a la II República, Siles y la Sierra de Segura estaban marcadas por una intensa polarización política y social.  Desde finales del siglo XIX la economía española se fue integrando en el capitalismo europeo occidental y en un mercado internacional cada vez más competitivo. Nuestra economía agraria optó por la especialización en cultivos mediterráneos, como fue el caso del olivar en la provincia de Jaén. Esto permitió un aumento de la productividad y de la viabilidad de las pequeñas y medianas explotaciones agrarias, por lo que el número de pequeños y medianos propietarios y de arrendatarios creció de manera destacada. Estas explotaciones eran rentables gracias al empleo intensivo de la mano de obra familiar, lo que no fue obstáculo para que demandaran cada vez más mano de obra asalariada proveniente de los jornaleros sin tierra.

Este último grupo social, los jornaleros, se fueron organizando en la defensa de sus derechos alrededor de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT) de la UGT, la central sindical socialista reformista que completaba su actuación con la acción política del PSOE. Durante el primer periodo de la II República, el Bienio Reformista (1931-1933), la legislación republicano-socialista favoreció los intereses de los jornaleros, que tenían además una fuerte capacidad reivindicativa a través de sus sindicatos y un valioso instrumento de defensa a través de su control de los Ayuntamientos. Todo esto supuso un aumento de los salarios que perjudicó a los grandes propietarios, pero también a los pequeños y medianos propietarios y arrendatarios, más aún en la situación crítica de los años 30. He aquí el germen de la polarización política: los jornaleros adoptando medidas del socialismo reformista o del anarquismo revolucionario, este último minoritario en Jaén, y los propietarios y arrendatarios agrarios optando por las posturas antirreformistas de la CEDA. La victoria electoral de esta última en las elecciones de 1933 llevó a una radicalización de los socialistas, que optaron en gran parte por medidas revolucionarios como las de los sucesos de octubre de 1934. Del mismo modo, la victoria del izquierdista Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 hizo que las grupos conservadores optaran por un golpe de estado militar que acabara con el régimen democrático-reformista de la II República y con el cuestionamiento de su predominio político y social por parte de unos grupos de izquierda que optaban cada vez más por posturas revolucionarias.

Conflictividad política en la Sierra de Segura durante la Segunda República

El crecimiento del movimiento socialista en la provincia de Jaén queda patente al analizar el número de afiliados a la FTT de la UGT, que pasaron de 3.227 en 1930, a 10.660 en 1931, 32.633 en 1932 y 55.249 en 1936, la mayor parte de ellos jornaleros sin tierra y estando presente en la práctica totalidad de los pueblos de la provincia. Parejo a este crecimiento, aumentó también la conflictividad laboral agraria, con un total de 532 conflictos en la provincia, concentrados especialmente en 1932-1934, descendiendo hasta casi desaparecer en 1935 para repuntar de nuevo en 1936. Tales conflictos afectaron también a la Sierra de Segura. Así, en junio de 1933, coincidiendo con la siega, se registraron huelgas en Beas de Segura y Torres de Albanchez, y en la huelga campesina de junio de 1934, que afectó a prácticamente toda la provincia, se registraron sucesos violentos como coacciones, incendios, asaltos a cortijos y agresiones a la fuerza pública en La Puerta de Segura, Orcera y sobre todo Beas de Segura. El conflicto se saldó con una fuerte represión, la clausura de las Casas del Pueblo y la destitución de ayuntamientos gobernados por los socialistas. Tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, la FTT de la UGT y los ayuntamientos controlados por los socialistas volvieron a controlar la situación a favor de los jornaleros, controlando las bolsas de trabajo y aumentando los salarios, lo que motivó las protestas de propietarios y arrendatarios como los de Beas de Segura.

En cualquier caso, la Sierra de Segura era una las zonas de la provincia de Jaén en la que los jornaleros eran menos numerosos y los pequeños y medianos propietarios tenían una presencia más destacada, lo que tendrá su reflejo en las elecciones del periodo republicano. Durante el periodo republicano había en la comarca, que contaba en 1930 con 52.261 habitantes, 4.613 jornaleros y 2.877 pequeños propietarios y arrendatarios, mientras que los afiliados a la FTT-UGT eran 2.363. En las elecciones de 1933 y 1936 triunfaron la candidaturas de derecha y centro derecha: en las de 1933 con el 66’98 % de los votos y en las de 1936 con el 59’63 %, dato este último que muestra la recuperación de las izquierdas tras el bienio conservador y la creciente polarización política.

Situación social y política de Siles durante la Segunda República

Situación social

En Siles la situación de polarización social era muy destacada. Así, en el censo de campesinos de 1933-1934 había 594 jornaleros y 200 pequeños propietarios, arrendatarios y aparceros, aunque hay que tener en cuenta que en este censo no se contabilizaban los grandes propietarios, destacados en la comarca, como indica el dato de que en el partido judicial de Orcera sólo 41 grandes propietarios (con más de 250 hectáreas cada uno), que suponían sólo el 2 % de los propietarios, acumularan el 42’15 % de las propiedades. En Siles en 1928, sólo 8 propietarios de 762 registrados, el 1’05 %, proporcionaban el 50’59 % de la contribución territorial. La situación de los jornaleros estaba marcada por el paro estacional. Aunque no tenemos datos concretos para Siles, en La Puerta de Segura había entre diciembre de 1930 y febrero de 1931, en plena recolección de la aceituna por tanto, 200 parados parciales y 300 totales de un censo obrero de la localidad de 800 personas. Como consecuencia de todo ello, los jornaleros se asociaron sindicalmente. Así, como en el resto de la provincia, en Siles la UGT era la fuerza hegemónica, contando su sección de Trabajadores de la Tierra con 260 afiliados en 1933. Frente al sindicato socialista, la CNT anarquista no tenía presencia apenas ni en la localidad ni en la comarca, teniendo sólo algunos afiliados en La Puerta de Segura y Orcera y no contándose ningún sindicato de la comarca entre los asistentes al congreso nacional celebrado en Zaragoza en mayo de 1936. Frente a todo ello, los propietarios y arrendatarios empezaron a organizarse para defender sus intereses, contando en Siles la Delegación de Olivareros de la Sociedad de Labradores con 29 miembros, de ellos 8 grandes propietarios. Del mismo modo, para 1935 ya estaba constituida Falange Española de las JONS en las localidades de Orcera, La Puerta de Segura, Santiago de la Espada y Siles, siendo el jefe local en esta última localidad Genaro Garrido González.

Situación política

La capacidad reivindicativa de los sindicatos socialistas, mostrada en conflictos como la huelga producida en Siles en junio de 1932 pidiendo trabajo, se completaba con el predominio republicano-socialista en los ayuntamientos, ocupando la alcaldía de Siles desde abril de 1931 el republicano Isaías González. Frente a ello, los partidos conservadores fueron cada vez más apoyados por los propietarios y arrendatarios, aumentando la polarización y conflictividad con unos jornaleros que cada vez conseguían mejoras laborales más importantes. Este proceso se vio apoyado por el desplazamiento de los republicanos-socialistas del control del ayuntamiento tras la victoria conservadora en las elecciones generales de noviembre de 1933. Así, en Siles la corporación municipal fue cesada en enero de 1934 al ser procesada y suspendida “por el delito de malversación de caudales” públicos, estableciéndose una comisión gestora presidida por el alcalde Augusto Vidal Ribera. En cualquier caso, las acusaciones debían de carecer de fundamento, ya que en enero de 1935 la anterior corporación vuelve a sus cargos con Isaías González a la cabeza.

Muestra de la creciente polarización política es que las elecciones generales de febrero de 1936, en las que a nivel nacional y provincial vencieron las candidaturas del Frente Popular de izquierdas, se saldaran en Siles con 835 votos al Frente Popular de izquierdas y 1.059 al Bloque Nacional de derechas. El cambio político a nivel nacional supuso la suspensión del ayuntamiento de la localidad. Así, en febrero de 1936 en sesión presidida por el Gobernador Civil de la provincia, se estableció una comisión gestora presidida por Ángel Fernández Cózar, pasando el ayuntamiento a estar controlado por los miembros de la UGT local.

Muestra de esta polarización son también los sucesos acontecidos en Siles la noche del 1 de abril de 1936. Según informan las autoridades franquistas en la posguerra, un enfrentamiento entre huelguistas y la Guardia Civil, auxiliada esta última por falangistas armados, se saldó con el teniente de la Guardia Civil de la línea de la localidad herido y con los falangistas Gerardo Rivas Garrido herido y Ramón Abio Frías muerto. La procedencia franquista de la información hace que desconozcamos el motivo del enfrentamiento o si hubo bajas por la otra parte.

Junto con conatos de violencia como el indicado, tras la victoria electoral del Frente Popular la presión de las sociedades obreras, apoyadas por su dominio en los ayuntamientos, se redobló, alarmando a los propietarios. Así, ese mismo mes de abril de 1936 el alcalde de Siles exigió a los patronos de la localidad su contribución monetaria para constituir un depósito para afrontar el pago de los salarios de los campesinos asignados por el ayuntamiento para trabajar en las fincas en unas labores que excedían las legalmente marcadas por el cuadro de laboreo forzoso de la localidad, por lo que tal imposición excedía la legalidad, llegando este caso a ocupar un sitio en la prensa nacional. Así, en el periódico La Vanguardia de Barcelona se indicaba:

            El alcalde de Siles exige a los labradores y propietarios que depositen en las arcas municipales la cantidad suficiente para el pago de los jornales que han de darse en las fincas que tengan arrendadas, y también para aquellas que el Ayuntamiento ordene que se verifiquen determinadas faenas que no están comprendidas en el cuadro de laboreo forzoso”.

Siles en la Guerra Civil.

Golpe de Estado en Jaén

El golpe de Estado, iniciado el 17 de julio de 1936 en el protectorado de Marruecos, se fue extendiendo por la península al día siguiente. Sin embargo, su fracaso en numerosas zonas hizo que se transformara en una Guerra Civil. En el caso de la provincia de Jaén, el golpe fracasó por la poca presencia militar en la capital y por la actitud vacilante de la Guardia Civil, lo que permitió que el mismo 18 de julio las fuerzas de izquierdas controlaran la ciudad. Además, un día más tarde, los guardias civiles de los distintos puestos de la provincia se concentraron en la capital, Linares, Úbeda y Andújar, lo que privó de un posible apoyo a los grupos proclives al golpe en los medios rurales.

            La derrota de los sublevados en numerosas zonas por la lealtad de las fuerzas militares y de orden público y la actuación de las milicias de los partidos y sindicatos de izquierdas supusieron que la autoridad del estado republicano fuera sustituida por los ayuntamientos del Frente popular y numerosos comités que controlaron la situación a nivel local o comarcal y que iniciaron un proceso revolucionario. Este se concretó en medidas como una fuerte represión contra los grupos que se consideraban favorables al golpe de Estado y la incautación y colectivización de sus propiedades. Así, numerosos dirigentes de derecha, propietarios rurales e industriales, sacerdotes, jueces municipales, profesionales liberales como abogados y médicos y estudiantes fueron asesinados. En el caso de la provincia de Jaén, lo fueron 1.368 personas, la mayoría de ellas (977) entre julio y diciembre de 1936, ya que a partir de 1937 la recuperación de la autoridad del Estado republicano y de los consejos municipales supuso un freno a la actuación de los grupos más radicalizados. Estos asesinatos vinieron acompañados del saqueo e incautación de sus propiedades, viéndose muy afectado el patrimonio histórico artístico de la Iglesia Católica, a la que se consideraba una aliada tradicional de los grupos dominantes. Los asesinatos eran ordenados por los comités populares locales y ejecutados por sus miembros más radicalizados a través de sacas nocturnas de los arrestos municipales o de la prisión provincial donde se encontraban encarcelados, muchas veces como represalia por los ataques y avances de las tropas franquistas. A ello hemos de unir varios traslados de presos procedentes de Jaén a Madrid, bastantes de ellos asesinados al llegar a la capital.

El inicio de la Guerra Civil en Siles

En Siles, conocida la noticia de la sublevación militar el 18 de julio de 1936, numerosos individuos de derechas se personaron en el Cuartel de la Guardia Civil ofreciéndose a apoyar el golpe, entre ellos los ya citados José Ramón Garrido González, Gerardo Rivas Garrido, Francisco Sánchez Sempere y Mariano Zamora Garrido. Sin embargo, un día después los guardias civiles de la localidad recibieron orden de trasladarse a la capital provincial, con lo cual las izquierdas, que ocupaban la alcaldía y contaban con el sindicato “La Unión”, asociado a la UGT, controlaron la situación, encarcelando a “los elementos más destacados de derechas tan pronto como la expresada fuerza salió”. Así, el mismo día 19 fue encarcelado el párroco Juan José Martínez, aunque la Iglesia siguió abierta al público hasta el día 21 en que fue clausurada por orden del alcalde del Frente Popular. Entre las personas de izquierdas más destacadas en la oposición al golpe de Estado se citan a los hermanos Alfonso y Ángel Fernández Cózar, Jacinto Millán Olivares, Elías Alarcón Navarro, Isaías Muñoz García, Pablo Juárez Roda, Pedro Serrano Martínez, Fausto Nieto Cózar, Enrique Pérez Jiménez, Eulalio Díaz López, José Cózar Mendoza y Modesto Millán Mendoza. Pronto comenzaron los actos revolucionarios, saqueándose el día 24 de julio la Iglesia Parroquial, la ermita de San Roque y los domicilios de José Ramón Garrido Ibáñez, Juan Antonio Parra Ibáñez, Emilio González Robles, Juan Antonio Garrido Ibáñez, Jacinto González Serrano y Virgilio Sempere Blázquez. El párroco, maltratado, fue trasladado a la Prisión Provincial de Jaén el 5 de agosto, donde permaneció un año hasta que, juzgado por un Tribunal Popular, fue condenado a 8 años de internamiento en un campo de concentración en Venta de Araoz (Almería), donde continuó el resto de la guerra.

La represión en Jaén

En el caso de la Sierra de Segura, durante el dominio republicano, que abarca toda la guerra, fueron asesinadas 42 personas, de las cuales 25 lo fueron en 1936, 8 en 1937, 5 en 1938 y 1 en 1939, desconociendo la fecha de 3 casos. Así, la comarca fue una de las menos afectadas por la represión de la provincia, lo que se explica por la menor conflictividad registrada en la zona durante el periodo republicano, la menor importancia de las agrupaciones de izquierda y un mayor apoyo social a las grupos conservadores dada la importancia de los pequeños y medianos propietarios. En cuando a su profesión, 14 eran propietarios rústicos, labradores e industriales; 8 empleados, artesanos o jornaleros; 2 religiosos; 5 juristas; y 6 profesiones liberales y comerciantes. En principio, los primeros asesinatos se debieron llevar a cabo en las mismas localidades de procedencia, hasta que la saturación de los arrestos y cárceles de los pueblos hizo que éstos fueran trasladados a Jaén, donde desde septiembre de 1936 se había establecido un Tribunal Popular, que, por ejemplo, juzgó en noviembre de ese año a 2 vecinos de Santiago de La Espada, de los que uno fue condenado a muerte, y en diciembre a 4 vecinos de Orcera de los que la mitad corrieron igual suerte.

La represión republicana en Siles

En Siles durante la guerra fueron asesinadas 13 personas, aunque dos de ellas los fueron en el Frente. De esas 11 personas, 8 lo fueron en 1936, 3 en 1937 y ninguno en 1938 y 1939. De hecho, el último asesinato registrado data de abril de 1937, hecho al que pudo ayudar el restablecimiento de las autoridades judiciales estatales. Así, en ese mismo mes el ministerio de Justicia nombró a Ignacio Martínez Lumbreras como juez propietario, a Leandro Garrido Rodríguez como juez suplente y a Rafael Sánchez Millán como secretario habilitado. Posteriormente, en diciembre de 1937 la Audiencia Provincial de Jaén sustituyó a los dos primeros en sus cargos por Pedro Serrano Martínez y Jesús Galdón Cózar y en enero de 1938 fue nombrado Juan Vicente Garrido Donaire como secretario habilitado por el juez municipal.

Durante 1936 la mayor parte de los asesinatos se producen en Siles y su entorno, habiéndose hallado 2 cadáveres en Siles, otros 2 en La Puerta y otros 2 en Segura, aunque dos de los asesinatos producidos en diciembre de ese año se producen ya en Jaén capital. Los cadáveres de las 3 personas asesinadas en 1937 se localizaron e Siles, Molinicos y Mancha Real.

En cuanto a su filiación política, destacan 4 afiliados a la CEDA, 1 a Falange Española y otro a la Federación de Estudiantes Católicos, mientras que a los 5 restantes se les califica de apolíticos. Por lo que se refiere a su condición social, pertenecen a las clases medias y altas de la localidad, predominando los labradores con 4, las profesiones liberales con 2 (un abogado y un practicante), los artesanos con otros 2 (un alpargatero y un sastre), a los que hemos de unir un propietario, un estudiante y una ama de casa.

Con estos 11 asesinatos, Siles fue una de las poblaciones más castigadas por la represión republicana, muestra sin duda de la aguda polarización política y social vivida por la localidad en los años previos a la guerra. Así, en Pontones fueron asesinadas cinco personas, en Orcera cuatro, en Villarrodrigo cuatro, en Santiago de la Espada cuatro, en Torres de Albanchez dos, en Benatae una y en La Puerta de Segura otra, mientras que en Puente de Génave, Hornos, Segura de la Sierra y Génave ninguna.

            Aparte de los asesinatos, otros muchos individuos de derechas fueron “encarcelados y sometidos a crueles torturas”, como fue el caso en Siles de los hermanos José Ramón y Jenaro Garrido González, David Zamora Garrido, Mateo Rubio Abio, Alejandro Martínez Morote, Juan José Martínez Montañés, Juan Pedro Martínez Galdón, Isaías González Serrano “y otros. En este sentido, en abril de 1938 se encontraban presos los siguientes falangistas de Siles: Ángel Martínez Flores, Augusto Martínez Ramón, Juan Vicente Fernández Mendoza, Mateo Rubio Abio, Roque Fernández Serrano, Francisco Fernández García, Germán Ballesteros Garrido, Teófilo Fernández Serrano, Cleto Biedma de la Parra, Sergio Martínez Arrabal, Antonio Fernández Mendoza, Escolástico Olivares y Eduardo Ramírez.

Las colectividades en Siles

Junto con los asesinatos, el principal acto revolucionario fue el establecimiento de colectividades. Una colectividad era una unidad de producción en la que la propiedad pasaba a ser de todos los trabajadores que la integraban, que aplicaban su fuerza de trabajo colectivamente, recibiendo íntegro el resultado de la explotación, significando, de hecho, la socialización de los medios de producción en un sistema de producción socialista. Iniciada la guerra, y el proceso revolucionario en la zona republicana, se establecieron numerosas colectividades con los bienes incautados a los propietarios fugados o asesinados, dentro de los cuales destacaron las tierras y almazaras de aceite, aunque también lo fueron aperos de labranza, animales de labor, víveres y bienes inmuebles. Las masas obreras armadas, dirigidas por el comité del Frente Popular, los ayuntamientos socialistas o las sociedades locales de la FTT-UGT, pasaron a explotar en colectividad las fincas abandonadas por la huida, asesinato o encarcelamiento de sus propietarios. En la provincia de Jaén, a través de la prensa, se han localizado 104 colectividades, varias de ellas en la Sierra de Segura, como son el caso de Benatae, donde una colectividad de la UGT contaba con 200 miembros; de Génave, perteneciente también a UGT; de Orcera, gestionada por el sindicato de oficios varios de la CNT; de Beas de Segura, que mixta UGT-CNT explotaba la finca Fuente Nueva; de La Puerta de Segura, mixta UGT-CNT y que en septiembre de 1937 agrupaba a 450 colectivistas organizados en grupos de trabajo o colectivas de 12 miembros cada una; y de Cortijos Nuevos, también mixta UGT-CNT. Por su parte, en Siles, según informe del Ayuntamiento franquista, nos consta que “fincas, de los elementos de alguna significación derechista”, fueron explotadas por “una colectividad agrícola de la UGT”. Además, “fueron incautadas las 4 fábricas de aceite, existentes en el término, por la violencia, y administrándose en colectividad”.

Todas estas colectividades fueron legalizadas por el Ministerio de Agricultura mediante decreto de 8 de agosto de 1936, que convertía a los alcaldes en delegados especiales del IRA que podía legalizar temporalmente las incautaciones. En su aplicación, los alcaldes legalizaron las incautaciones, y para organizar la explotación de las fincas el decreto de 15 de septiembre de 1936 estableció en cada municipio un comité agrícola del Frente Popular, presidido por el alcalde y asesorado por las secciones agronómicas provinciales. Este proceso culminó con el decreto de 7 de octubre de 1936 que fijaba la nacionalización de los bienes de personas físicas o jurídicas implicadas directa o indirectamente con el alzamiento militar, dándoselas en usufructo a los jornaleros y campesinos del municipio, que tendrían que decidir en asamblea la explotación colectiva o individual. Así, en Siles se confirmó en noviembre de 1938 la expropiación a 50 propietarios, de los que 2 reunían 7.966 hectáreas, 58 áreas y 56 centiáreas.

Conflictos internos

El proceso revolucionario desarrollado en la zona republicana tras el inicio de la Guerra Civil empezó a ser controlado y, finalmente eliminado, por el gobierno de Francisco Largo Caballero, establecido en septiembre de 1936, y por la creciente fuerza de los partidos políticos partidarios de mantener la legalidad republicana, destacando entre ellos el PCE. Los medios para ello fueron la recuperación de las autoridades estatales, regionales, provinciales y locales republicanas en sustitución de los comités dominados por los sindicatos UGT y CNT y el ataque contra las colectividades.

En cuanto a lo primero, en Siles el Ayuntamiento no fue sustituido por comité revolucionarios, ya que los socialistas lo dominaban ya desde febrero de 1936, continuando a su cabeza Ángel Fernández Cózar y, con él, la UGT local, que era la formación que contaba con más fuerzas. Así, en 1937 la FTT de la UGT contaba en la localidad con 558 afiliados, mientras que los partidos políticos eran muy minoritarios, contando el PSOE ese mismo año con sólo 17 afiliados. En cualquier caso, a nivel nacional, los comités fueron siendo sustituidos por el decreto de 4 de enero de 1937 por los nuevos Consejos Municipales, con un papel central de los partidos frente a los sindicatos, reorganizándose así, en Siles, como paso previo, la agrupación socialista local (COBO, 1991). Esta se llevó a cabo el 24 de diciembre de 1936, siendo elegido presidente de su junta directiva Alfonso Fernández Cózar, vicepresidente su hermano Ángel Fernández Cózar y secretario Fausto Nieto Cózar. Sólo un mes después, en enero de 1937, se constituyó en la localidad el Consejo Municipal, que seguía siendo presidido por Ángel Fernández Cózar, que ocupó el puesto hasta que fue llamado a filas en abril de 1938, siendo sustituido por Jacinto Millán Olivares. En este mismo sentido de recuperación de las autoridades legales republicanas está la ya citada reorganización del Juzgado Municipal en abril de 1937.

En cuanto al ataque a las colectividades, a partir del verano de 1937 el PCE apoyó la disolución de las colectividades a favor de las explotaciones individual-familiares, apoyando así las reivindicaciones de los pequeños propietarios, arrendatarios y aparceros incluidos en las colectividades por coacciones o necesidades económicas. Esta política de oposición, junto con el descenso de los rendimientos, hizo que muchas colectividades acabaran disolviéndose, como fue el caso de la colectividad de Benatae, perteneciente a la UGT y formada por 200 colectivistas, que lo hizo el 3 de marzo de 1938 pasando a formar parcelas individuales.

La lucha entre revolucionarios y partidarios de la legalidad republicana pueden inferirse en la zona que nos ocupa por la muerte violenta de republicanos durante la guerra. Así, en Siles en la Piedra del Olivar el 5 de mayo de 1937 fueron encontrados los cadáveres de Antonio Alguacil Trigueros y Ángel Fernández Muñoz, jornaleros de 45 y 34 años respectivamente y afiliados a UGT, el primero de ellos concejal y vicepresidente de la Casa del Pueblo de Santiago de la Espada y el segundo vicepresidente de la misma, citándose como responsables de su muerte de los vecinos de Siles apodados El Feo y el Pertiles.

Por otra parte, hay que destacar los conflictos internos registrados en Siles, que alcanzaron tal gravedad que obligó al Gobierno Civil a suspender el Consejo Municipal en junio de 1938, que es sustituido por una gestora presidida por un delegado gubernamental, Pedro Campos Fernández. Calmados los ánimos, en septiembre de ese año se constituyó nuevamente el Consejo Municipal, recuperando la alcaldía Jacinto Millán Olivares. Finalmente, el desplome del bando republicano a finales de marzo de 1939 supuso la victoria franquista en la guerra. Previéndola, y ante la huida de los máximos dirigentes republicanos locales, el alcalde en funciones, Ignacio Martínez Lumbreras, se esforzaba por buscar “fascistas y derechistas” que se hicieran cargo del ayuntamiento[1], constituyéndose el 4 de abril de 1939 el nuevo ayuntamiento franquista, presidido por Rogelio Fernández Rodríguez.

Siles en la Posguerra.

La victoria de los sublevados en la guerra civil supuso el establecimiento definitivo de la dictadura militar del general Francisco Franco y la restauración del dominio político, económico y social de los grupos privilegiados. Desde el mismo inicio de la guerra, en las zonas dominadas por el bando sublevado, se desarrolló una fuerte represión contra los militantes de los grupos de izquierda que se tradujo en numerosas ejecuciones y encarcelamientos por, paradójicamente, “rebelión militar”. La historiografía franquista, y parte de la actual, ha considerado que esta represión era simplemente la consecuencia de los desmanes revolucionarios realizados en la zona republicana, es decir, el castigo lógico a los asesinatos, las incautaciones, los saqueos y los encarcelamientos. Sin embargo, hay que tener presente que, desde el principio, la represión fue parte de la táctica del bando sublevado con el objetivo de asegurar la retaguardia y eliminar al enemigo de izquierda y a sus asociaciones políticas y sindicales. Así, la represión fue igual de intensa en las zonas dominadas desde el principio por los sublevados, es decir, donde no había delitos revolucionarios que castigar y las zonas más castigadas de las dominadas por los republicanos fueron las que habían registrado en el periodo prebélico una mayor conflictividad social y fuerza de las organizaciones obreras. Por último, la represión tenía una clara intencionalidad económica, la de conseguir una bajada de los salarios de los jornaleros, impuesta por el terror y la ilegalización de sus sindicatos, que compensara la crisis agraria de posguerra debida a las adversidades climáticas y a la errónea política intervencionista y autárquica adoptada por la dictadura.

La represión franquista en Jaén

En la provincia de Jaén la represión se saldó con el asesinato de 1.891 personas, la mayor parte de ellas ejecutadas entre 1939 y 1942, aunque se siguieron registrando ejecuciones hasta 1950. Los afectados, miembros destacados o de base de las organizaciones políticas y sindicales de izquierda, eran mayoritariamente jornaleros, mostrando así el sentido de clase de la represión. Ésta fue llevada a cabo básicamente desde los nuevos ayuntamientos franquistas, de quienes partían las denuncias, que contaron con la colaboración de los miembros del partido único FET-JONS y de la Guardia Civil. Aunque algunas ejecuciones se llevaron a cabo al principio en las mismas localidades del medio rural, pronto la tarea represiva fue recayendo en los Tribunales Militares Especiales establecidos en las principales capitales comarcales y desde 1940-1941 casi exclusivamente en las capitales provinciales. Además de las ejecuciones, hay que destacar los encarcelamientos. Así, en 1941 había en la cárcel  provincial de Jaén unos 3.991 reclusos, en unas condiciones marcadas por el hacinamiento, las malas condiciones higiénicas, sanitarias y de alimentación y los malos tratos. De la Sierra de Segura había ese año en la prisión 183 personas, mientras que el número de ejecutados en la comarca fue de 74, la mayor parte de ellos en la capital provincial.

La represión franquista en Siles

Una vez caída en manos franquistas la Sierra de Segura se inició la represión, encarcelándose a los máximos dirigentes republicano-socialistas y a las personas más implicadas en los hechos revolucionarios. Esos presos fueron conducidos posteriormente a un campo de concentración en Villacarrillo, donde se produjeron numerosos fusilamientos entre junio y diciembre de 1939, habiéndose localizado en el cementerio de la localidad una fosa común con 94 ejecutados y quizás otros 22 fallecidos en la prisión de partido. Entre los ejecutados se encontraba Alfonso Fernández Cózar, alias “el cojo corrigüela”, alpargatero de 40 años y máximo dirigente de la UGT y del PSOE en Siles, que fue fusilado el 12 de diciembre de 1939. Ese mismo día lo fue también Fausto Nieto Cózar, carrero de 45 años y secretario de la agrupación socialista de Siles entre 1936 y 1938. A partir de finales de 1939 los presos republicanos se fueron concentrando en la prisión provincial de Jaén. En ella serían fusilados muchos de ellos.

A diferencia de las víctimas de la represión republicana, contabilizadas minuciosamente por los vencedores en la Causa General, la investigación de la represión franquista choca con numerosos obstáculos para su contabilización. Así, gracias a información indirecta proporcionada por la misma Causa General, sabemos que, aparte de los citados, fueron asesinados otros vecinos de Siles como Eulalio Díaz López, José Cózar Mendoza, Miguel Gómez Valle alias “El Feo”, Francisco Fernández Martínez, Elías Alarcón Navarro, Antonio Lumbreras García, Basilio Carrasco Millán, José Rodríguez Mendoza, José García Lumbreras e Isaías Muñoz García. Por tanto, por ahora podemos cifrar en 18 los asesinados por la represión franquista en Siles, sin poder descartar, en todo caso, que fueran más.

En cuanto a los presos, según el libro de registro llevado a cabo por el capellán de la Prisión Provincial entre 1940 y 1941, ingresaron en ella 12 vecinos de Siles, 15 de Orcera, 9 de Torres de Albanchez, 14 de La Puerta de Segura, 7 de Hornos de Segura, 21 de Santiago de La Espada, 6 de Pontones, 3 de Villarrodrigo y 3 de Segura de la Sierra. En muchas ocasiones estos presos acababan en batallones de trabajos forzados, como fue el caso de Florencio Cijer Lumbreras, Victoriano Fernández Ramírez, Eusebio López Lozano, Carlos Romero Ortega, José María García Rodríguez, Valentín Buischez Cumbreros y José Carriquí Montalbo, todos ellos nacidos en Siles y enrolados en el Batallón de Trabajadores de Tarifa en 1941, apareciendo en 1944 en la misma zona el ya citado Valentín Buischez y José Romero Zambrana. Por otra parte, a José Pascual Millán, chófer de profesión y nacido en Siles, lo encontramos trabajando en el Canal del Bajo Guadalquivir.

Un proceso singular es el de la depuración de los maestros nacionales, como les sucedió a otros funcionarios públicos, investigados para esclarecer su connivencia, o no, con la ideología, reformas y régimen republicano para poder seguir en sus puestos o sufrir represalias como el traslado o la suspensión en sus empleos. En el caso de Siles he localizado 10 de estos expedientes de depuración.

Junto con la represión, hay que tener en cuenta también el exilio, ya que muchos republicanos huyeron de nuestro país temiendo represalias al terminar el conflicto, siendo el destino principal Francia. Así, la Causa General nos informa de la huida a ese país de Enrique Pérez Jiménez, nacido en Siles en 1909, afiliado a la UGT y albañil, oficio que siguió ejerciendo en el exilio, apareciendo en 1945 como afiliado a los grupos departamentales de la UGT en su sección de Châteauneuf-sur-Loire (Loiret). También en Francia se exilió Enrique Galdón, miembro de la UGT y afiliado al PSOE de Siles desde 1935, que como el anterior trabajó como albañil y lo encontramos a finales de los años 1960 formando parte de la Sección del PSOE en Mirepoix (Ariège), de la que fue secretario.

En ese país se verían inmersos muy pronto en una nueva guerra, la II Guerra Mundial, siendo objeto de la represión nazi. Así, en los campos de concentración murieron hasta 111 personas naturales de la provincia de Jaén, 107 de ellas en el campo de concentración de Gussen, 2 en Dachau, 1 en Mathausen y 1 en Steyr. Entre ellos, había 7 nacidos en localidades de la Sierra de Segura.

Junto con el exilio, otros republicanos optaron por la lucha armada en el maquis, aunque la mayoría de ellos acabaron ejecutados o encarcelados por el régimen franquista o marchando al exilio. En este sentido, el 29 de junio de 1946 fueron detenidos en Yeste (Albacete) por actividad guerrillera Antonio Ruiz García y Luciano Máximo Mendoza Melero, ambos naturales de Siles y residentes en Santiago-Pontones y Villaverde de Guadalimar respectivamente.

En cualquier caso, la mayoría de los republicanos, atenazados por la feroz represión, optaron por afrontar de la mejor manera posible la dura tarea de sobrevivir bajo el yugo, y las flechas, de la Dictadura.

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