Historia social de Guadix y comarca en la Edades Moderna y Contemporánea

La evolución social y económica de Guadix y comarca desde su conquista de los Reyes Católicos en 1489 a la situación de crisis de la actualidad.

            La historia de Guadix y comarca desde su conquista por los Reyes Católicos en 1489 es la crónica de una creciente polarización o desigualdad social cuya manifestación más palpable fue la división de la ciudad en dos partes que vivían de espaldas entre sí, como si se tratara de dos realidades paralelas: por una parte, la ciudad de las casas, asentamiento de las clases medias y altas, de las instituciones públicas, del comercio: por otra, la ciudad de las cuevas, en la que residían unas clases bajas que, sintomáticamente, afirmaban cuando iba a la otra parte de la ciudad que bajaban a Guadix.

Ayuntamiento de Guadix, en la Plaza de las Palomas.

Esta polarización, cada vez más intensa, no acabó hasta que la emigración masiva de los años del desarrollismo franquista vació a Guadix y comarca de buena parte de sus clases bajas, que buscaron en otras tierras lo que se les negaba secularmente en la de su nacimiento.

 La época mudéjar-morisca: una sociedad pseudo-colonial

La conquista de Guadix por los Reyes Católicos y la repoblación

Guadix y su comarca fueron conquistadas por los Reyes Católicos a finales de diciembre de 1489 gracias a una política de capitulaciones que suponía la permanencia de la población musulmana, que mantenía sus propiedades, su religión y sus instituciones judiciales y civiles propias, pasando así al estatus mudéjar.

Esta situación acabó pronto, en 1490, al descubrir los castellanos un complot de parte de la población musulmana que pretendía recuperar el control de la ciudad y unirse a la resistencia que todavía, y hasta 1492, mantenía Granada. Este hecho significó la expulsión de los mudéjares de la ciudad y la expropiación de sus bienes, asentándose las estructuras político-religiosas castellanas (Corregimiento y Obispado) e iniciándose un proceso repoblador con castellanos procedentes sobre todo del valle alto del Guadalquivir.

Fachada principal de la Catedral de Guadix.

Esta primera repoblación supuso una primera concentración de la propiedad, ya que los Reyes Católicos concedieron numerosas mercedes a la Iglesia y a la pequeña nobleza.

La sociedad mudéjar accitana

Se estructuró así una sociedad en la que los castellanos, propietarios de la mayor parte de las tierras, cedían las mismas a los mudéjares para su cultivo a través de arrendamientos y censos.

Junto a la mayoritaria población agraria, hay que destacar un importante sector artesanal, sobre todo en manos de los mudéjares, al actuar la ciudad como centro comercial de la comarca. En esta última, casi la totalidad de la población era mudéjar.

El Guadix morisco

El triunfo en la Corte de las tesis de uniformización religiosa preconizadas sobre todo por el Cardenal Cisneros supuso la conversión obligatoria al cristianismo de los mudéjares de Castilla en 1500-1502, pasando ahora la población musulmana al estatus morisco.

A partir de entonces el enfrentamiento entre castellanos y moriscos se agudizó debido a la aculturación impuesta por los castellanos y al progresivo deterioro de la situación económica de los moriscos al ir los castellanos apropiándose poco a poco de la riqueza y elevando la presión social sobre ellos. Es en este marco en el que, en torno a 1550, nace el barrio de las cuevas en torno a la Fuente de Maese Pedro y la calle de San Marcos, asentándose en él la población marginal de la ciudad, tanto morisca como cristianovieja.

Finalmente, la tensión estalló en la rebelión morisca de 1568-1571, cuya derrota supuso la esclavización de los moriscos capturados en la guerra y la expulsión del resto a otras zonas de Castilla.

La repoblación tras la expulsión de los moriscos: el reforzamiento de la desigualdad

Una repoblación fracasada

Para sustituir a la población morisca (que en Guadix suponía el 60 % de total y en la comarca el 90 %), a partir de 1571 Felipe II puso en marcha un proceso repoblador que suponía, en las zonas rurales, el reparto igualitario de los bienes de los moriscos, confiscados por la Corona, entre unos repobladores que, procedentes de nuevo en su mayoría del valle alto del Guadalquivir, en todo caso no alcanzaron el volumen demográfico anterior.

La supuesta igualdad inicial en cuanto a patrimonio inmueble fue desapareciendo por las llamadas suertes de ventaja, es decir, la concesión de mayores propiedades a algunos de ellos, y la desigualdad inicial entre los repobladores en cuanto a bienes muebles y medios de producción. Aquí se encuentra el germen de unas elites rurales que fueron acaparando las propiedades y oficios públicos de sus pueblos.

En cuanto a la ciudad de Guadix, en ella no se realizó el reparto igualitario de los bienes moriscos, sino que se subastaron al mejor postor, por lo que fueron acaparados por la nobleza, las elites urbanas y los eclesiásticos, que vieron así consolidarse su predominio socio-económico ya establecido en la repoblación de 1490. Los repobladores que se dirigieron a la ciudad, excluidos por tanto del acceso a la tierra y a los bienes urbanos y obligados a trabajar como jornaleros o en el servicio doméstico, no tuvieron más solución que asentarse en “tierra de nadie”, creciendo a partir de ahora el barrio de las cuevas de manera exponencial.

Los siglos XVII y XVIII

El proceso antes descrito de concentración de la propiedad y aumento de la población excluida se agudizó a lo largo de los siglos XVII y XVIII debido al crecimiento de la población que se experimentó gracias a la inmigración y al inicio de la transición demográfica (descenso progresivo de la mortalidad y mantenimiento de una alta natalidad).

Sin embargo, la economía sigue estancada debido a la deficiente estructura de la propiedad, que se concentra en poder de las llamadas “manos muertas”, es decir, nobles y eclesiásticos, que no introducen mejoras en sus propiedades y se limitan a explotar a una población jornalera que vive en niveles de mera subsistencia y que, al constituir la mayor parte de la población, carecen de la capacidad adquisitiva suficiente para provocar un aumento de la demanda y, por tanto, un mayor desarrollo de la artesanía y el comercio.


El Siglo XIX: crisis institucional y social

Guerra de Independencia y revolución liberal

La Guerra de Independencia y la revolución liberal supusieron una fuerte crisis en la ciudad ya que, aparte de las destrucciones de la primera, la ciudad perdió su condición de centro político provincial debido a la segunda, ya que el Corregimiento fue suprimido y la comarca fue incluida en la nueva provincia de Granada. Ello tuvo importantes consecuencias: pérdida de importancia de los sectores de población dedicados a la administración civil y emigración de la nobleza a Granada y Madrid (marchando allí sus rentas, que dejan de reinvertirse en la zona).

Desamortizaciones y fracaso de la industrialización

A lo largo del siglo XIX, en el aspecto socio-económico se produjo una nueva agudización de la concentración de la propiedad agraria debido a las desamortizaciones de Mendizábal de 1836 (bienes del clero regular) y de Madoz de 1855 (bienes del clero secular y de los ayuntamientos). El método empleado en la venta de los bienes desamortizados (pública subasta) supuso su concentración en las elites latifundistas, quedando excluidos los pequeños campesinos y los jornaleros, que vieron además empeorada su situación al perder los arrendamientos de las tierras eclesiásticas y el usufructo de los bienes comunales.

Además, durante este siglo hemos de destacar el hecho de que la zona queda al margen de la industrialización debido a la deficiente estructura de la propiedad agraria (acusado minifundismo en las vegas y grandes latifundios en los secanos), la ausencia de una burguesía emprendedora (era básicamente rentista) y las malas comunicaciones de la comarca.

Polarización social

Se configura así ya claramente una sociedad fuertemente polarizada:

  • Por un lado la ciudad burguesa (casco histórico) en la que se asentaban los latifundistas agrarios, los medianos empresarios (sobre todo del comercio) y las clases medias (artesanos, dependientes, profesiones liberales).
  • Por otro lado las cuevas, en las que se asientan las clases populares, en el caso de los hombres esencialmente jornaleros del campo, y en el de las mujeres, básicamente servicio doméstico empleado en el otro sector de la ciudad. En esta zona, en la que se establecen también minorías étnicas como la gitana, había una ausencia total de servicios como agua potable, alumbrado, asfaltado de calles, alcantarillas, educación, etc.

El tímido crecimiento del cambio de siglo

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se produce un tímido intento industrializador apoyado por la llegada del ferrocarril a la comarca en 1895 (línea Linares-Almería): azucareras de Guadix y Benalúa, minas de Alquife, harineras, tejares, etc. Esto supone el nacimiento del proletariado industrial en la comarca y un cierto desarrollo económico, en todo caso bastante limitado.

 El Siglo XX: Guerra, emigración y estancamiento

Agudización de los problemas políticos y sociales

El primer tercio del siglo XX estuvo marcado por la creciente polarización política: mientras que las clases medias-altas se decantaron por opciones políticas de corte conservador, las clases populares se agruparon en torno a las organizaciones republicanas y obreras, entre las que predominaron las socialistas frente a la menor implantación de anarquistas y comunistas.

La Guerra Civil en Guadix

Esta polarización estalló definitivamente en el periodo republicano (1931-1936), en el que la Comarca de Guadix fue una de las de más conflictividad social de la provincia de Granada. Al estallar la Guerra Civil (1936-1939), Guadix y comarca quedaron en zona republicana, llevándose a cabo una fuerte represión contra las personas y símbolos de los grupos de derecha y de sus apoyos sociales y gran número de experiencias revolucionarias (colectivizaciones).

La fase autárquica de la Dictadura

Al acabar la guerra con el triunfo franquista, en la zona se llevó a cabo una fuerte represión contra las personas e instituciones de izquierda y se restableció el predominio de las clases altas y medias. En el terreno económico, la agricultura y la ganadería se vieron favorecidas por la política autárquica franquista, lo que explica que Guadix y su comarca alcanzaran su máximo histórico de población en 1950.

El «Desarrollismo» de los años 60: marginación y emigración

Esta situación se mantiene hasta los años 60 en que, debido al abandono de la agricultura y ganadería extensivas impuesto por los planes de desarrollo de la Dictadura, a la mecanización de las tareas agrarias y al desarrollo industrial y terciario centrado en Cataluña-País Vasco, en las costas mediterráneas y en las ciudades, se produjo un éxodo rural masivo que hizo que la Comarca perdiera en tan sólo 15 años a prácticamente el 50 % de su población. Así, Guadix pasa por ejemplo de casi 31.000 habitantes en 1950 a poco más de 19.000 en 1970, perdiendo así a unos 12.000 habitantes, en su mayor parte residentes en las cuevas.

El periodo democrático: del estancamiento a la crisis

La fuerte emigración, la ausencia de infraestructuras, su cercanía a Granada capital, la existencia de una burguesía rentista poco emprendedora y la falta de apoyo público supusieron la entrada en crisis de la economía de la ciudad y de la comarca, agudizada por el cierre de la poca industria existente (Azucarera de Benalúa, Minas de Alquife, etc.).

En los últimos años se ha registrado un desarrollo, por ahora sólo incipiente, gracias a las ayudas europeas de los programas LIDER, al turismo rural, a la mejora de las infraestructuras (polígonos industriales y autovías) y al desarrollo de las energías alternativas (solar y eólica), aunque en gran medida ha sido frenado por la crisis económica iniciada en 2008.

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