PRIMER INCENDIO FORESTAL DOCUMENTADO EN LA SIERRA DE SEGURA: «ESTE DÍA SE QUEMÓ EL HARDAL» (2 DE SEPTIEMBRE DE 1559)

Primera noticia documentada de un incendio forestal en la Sierra de Segura: el incendio de «El Ardal» (Siles) en septiembre de 1559, por Carlos Javier Garrido García.

Situación de «El Ardal» en el Plano topográfico de Siles en 1897. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

LOS INCENDIOS FORESTALES EN LA ÉPOCA PREINDUSTRIAL

El uso del fuego en las zonas rurales de la época preindustrial era una práctica común destinada a la regeneración de pastos para la ganadería y en la roturación del territorio y quema de rastrojos y residuos agrícolas en la agricultura. En las zonas de clima mediterráneo, caracterizado por unas elevadas temperaturas y una fuerte sequía en verano, este uso del fuego producía frecuentemente incendios forestales. Sin embargo, estos incendios no tenían el carácter catastrófico y masivo de los incendios actuales, ya que eran poco frecuentes y afectaban a pequeñas superficies, ya que las comunidades rurales aprovechaban intensamente el bosque, lo que reducía la cantidad de combustible potencial, y además estas mismas comunidades, asentadas a lo largo del territorio, eran muy eficaces en la lucha contra los incendios, actuando de manera inmediata y logrando por lo general su extinción rápida.

Todo ello explica que, en realidad, no se pueda hablar de incendios forestales masivos en España hasta mediados del siglo XX cuando el éxodo rural empezó a vaciar el medio rural, con la consecuencia del abandono de aprovechamientos agrarios y forestales, de la desarticulación de las comunidades rurales y del aumento del combustible potencial debido también a la transición energética a los derivados del petróleo.

En cualquier caso, la existencia de los incendios forestales en la España preindustrial generó, desde época visigoda, la existencia de una legislación estatal para la protección de las masas boscosas y la persecución de los incendiarios. Así, en 1558 el rey Felipe II ordenó que en los montes quemados en Andalucía, Extremadura y Toledo no pudieran pastar los ganados sin autorización del Consejo, para evitar los incendios intencionados para aumentar los pastizales. Por otra parte, la Real Ordenanza de Montes aprobada por Fernando VI en 1748 impuso penas de prisión y embargo de bienes a los que incendiaran montes. Del mismo modo, los fueros y ordenanzas de las ciudades y villas, que poseían como bienes de propios o gestionaban bienes comunales entre los que se encontraban pastos y bosques, regularon el uso del fuego como medio de evitar incendios forestales.

LA SIERRA DE SEGURA EN EL ANTIGUO RÉGIMEN

Durante la época medieval y moderna la Sierra de Segura tuvo una economía basada en la explotación ganadera, que se complementaba con la existencia de una agricultura de subsistencia basada en los cereales. Ambas actividades económicas utilizaban extensamente el fuego como medio de generar pastos y de aumentar y limpiar la superficie de cultivo. Tales prácticas chocaban con los intereses de explotación de la madera de los amplios bosques comunales del territorio, gestionados con el Concejo de Segura de la Sierra. Esto provocó que este intentara controlar el uso del fuego a través de sus Ordenanzas del Común, es decir, el texto legal que regulaba la explotación de los bienes comunales.

Así, en las Ordenanzas del Común de Segura aprobadas en 1580 se regula el uso del fuego por agricultores y ganaderos. En la ordenanza 24 se indica que si un agricultor «echando fuego a su heredad a restroxo e tala e roça» provocara una extensión del mismo fuera de su propiedad hasta un límite de 60 pasos no sería multado por ello. En la ordenanza 25 se prohíbe «echar fuego los labradores a sus labores, roças i rastroxos» entre el 15 de mayo y el 15 de agosto (Día de la Virgen de Agosto) ya que tales prácticas habían provocado que se hubiera «ençendido mucha parte de los montes». Por último, la ordenanza 26 establece la obligatoriedad de que los «pastores i gañanes i otras personas» que encendieran fuego para «guissar de comer en el campo» apagaran debidamente el fuego antes de abandonarlo y limpiaran las inmediaciones antes de encenderlo, ya que, especialmente en los meses de mayo a agosto, las negligencias en estos aspectos producían grandes daños. 

NOTICIAS SOBRE INCENDIOS FORESTALES EN LA EDAD MODERNA ESPAÑOLA

Más allá de las normas estatales o locales referidas, no es frecuente la existencia de noticias sobre incendios concretos en esta época. Ello se debe a que, como ya se ha indicado, los incendios forestales solían ser de pequeña escala. Por tanto, los daños que generaban eran pequeños y no solían generar preocupación en las autoridades y, en consecuencia, no dejaban registro alguno. En cualquier caso, a escala local, dada la importancia económica de los recursos forestales en las comunidades rurales, había ciertas ocasiones en las que los incendios sí dejaron registros documentales, Así, en el centro de la Península, hay incendios concretos documentados en las provincias de Salamanca (1497), Ávila (1564) y Madrid (1588). En nuestro ámbito, la Sierra de Segura, no hay incendios documentados hasta el siglo XVIII, como el de Beas de Segura en 1763, en el que ardieron 6.900 chaparros, 1.500 robles y 380 pinos carrascos.

Por tanto, el incendio en la Sierra de Segura que documentamos el 2 de septiembre de 1559 no es solo importante por constituir la primera referencia concreta a un incendio en la Sierra de Segura, sino que también es la segunda referencia más antigua en el conjunto de España. 

EL INCENDIO FORESTAL DEL ARDAL EL 2 DE SEPTIEMBRE DE 1559

Como ya he indicado, las referencias a incendios forestales concretos en el Antiguo Régimen procede fundamentalmente de fuentes locales, fundamentalmente municipales, como pueden ser las actas capitulares o cuentas de propios. En el caso que nos ocupa, la referencia procede de la serie de bautismos de la parroquia de Siles. Los registros parroquiales de bautismo, prescriptivos en la Iglesia Católica desde el Concilio de Trento, contienen los datos de los bautizados de cada parroquia y es relativamente frecuente que los párrocos, al registrarlos, hicieran también anotaciones sobre sucesos importantes para la comunidad, como inundaciones, actividades bélicas o festivas y, en nuestro caso, incendios forestales.

Trabajando las series de bautismo de Siles en una investigación de otra materia, encontré una partida de bautismo de 2 de septiembre de 1559 que decía así:

«A dos de setiembre el suso dicho baptizó a Francisca, hija de Catalina de Perea y de su padre ella lo sabe. Compadre Alonso Martínez, alcalde. Comadre Ysabel Gonzáles, muger de Ramos. Testigos los dichos. Este día se quemó el Hardal».

Partida de bautismo de 2 de septiembre de 1559 en que se hace referencia al incendio forestal de «El Ardal». Fuente: Archivo Parroquial de Siles, Libro 2º de Bautismos, fol. 8v.

El incendio forestal de este monte cercano a la villa de Siles hubo de crear una fuerte inseguridad y conmoción en la localidad, de ahí que el párroco incluyera la referencia al final de la partida. 

Como es normal en este tipo de referencias, no se indica nada sobre las causas del incendio forestal. En cualquier caso, como hipótesis, se podría deducir que por la situación del Ardal, cercano a las tierras de cultivo del Arroyo de los Molinos, puede que fuera un incendio provocado por las prácticas agrarias de quema de rastrojos tras la cosecha de cereales. Otra posibilidad es que fuera un incendio provocado por los intereses ganaderos de aumentar los pastos para el ganado, ya que en esa época los usos ganaderos en la Sierra de Segura estaban creciendo de manera exponencial y además se estaban produciendo conflictos de intereses entre las oligarquías locales y los ganaderos forasteros, que entraban a pastar en la Sierra a cambio del pago de un canon al Concejo de Segura, que controlaba así mismo la explotación forestal. 

Localización de «El Ardal» en el mapa topográfico de Siles de 2001. Fuente: Instituto Geográfico Nacional.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

 

 

LAS RENTAS DE PROPIOS DEL CONCEJO DE SEGURA DE LA SIERRA EN 1523

Análisis de las rentas de propios del Concejo de Segura de la Sierra en 1523, por Carlos Javier Garrido García.

Vista de la villa de Segura de la Sierra. Fuente: Andalucia.org

INTRODUCCIÓN

El día 6 de noviembre de 1523, en la villa de Segura de la Sierra, Íñigo López de Perea, gobernador de los partidos de Montiel y las Sierras por la Orden Militar de Santiago, tomaba las cuentas a Hernando de Mendoza, mayordomo del Concejo dela citada villa, «de todos los propios del Conçejo que fueron a su cargo el año de su ofiçio», que abarcaba del 29 de septiembre de 1522 al mismo día del año siguiente. El documento, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Toledo, permite un acercamiento a la vida económica de la Sierra de Segura a principios del reinado de Carlos I, ya por esas fechas emperador electo del Sacro Imperio Romano Germánico.

Primeras páginas de las cuentas de Propios de Segura de la Sierra en 1523.

En el Antiguo Régimen, los Concejos, es decir, los Ayuntamientos, tenían a su cargo dos tipos de bienes raíces. Por un lado, los bienes de propios, que consistían en bienes inmuebles rústicos (tierras de cultivo, dehesas) y urbanos (viviendas, hornos, molinos, tiendas) que solían arrendarse o darse a censo, sirviendo lo recaudado para sufragar los gastos municipales. Por otro lado, los bienes comunales, fundamentalmente bienes rústicos como dehesas y bosques, eran de libre aprovechamiento por parte de los vecinos, aunque su uso estaba regulado por los Concejos, y constituían otra vía de ingresos para ellos a través de las licencias concedidas a forasteros para su aprovechamiento.

El documento que nos ocupa contiene los datos de los ingresos del Concejo de Segura procedentes tanto de sus bienes de propios como de las licencias concedidas a forasteros para el aprovechamiento ganadero y forestal de los bienes comunales.

MARCO HISTÓRICO

Tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, la Sierra de Segura va cayendo en manos castellanas, formándose el primer Concejo en Segura de la Sierra, de la que dependerían las aldeas de su término, habitadas hasta 1264 por mudéjares. Sin embargo, en 1242 la Sierra de Segura fue cedida a la Orden Militar de Santiago. Esta, para asegurar el poblamiento de la zona, mantuvo el Concejo de Segura y le otorgó el Fuero de Cuenca. En este momento, el Concejo controla sus bienes de propios y controla los bienes comunales de su amplio término. Estos bienes comunales eran fundamentales en la economía de la zona, que debido a su abrupto relieve descansaba en la explotación forestal y la ganadería. En cualquier caso, esa explotación se veía limitada por la situación fronteriza con el reino nazarí de Granada.

De manera paulatina, las aldeas de su término fueron accediendo a su independencia, estableciendo concejos propios pero manteniendo el «Común», es decir, el aprovechamiento conjunto de los bienes comunales que siguen, eso sí, bajo control del Concejo de Segura, que establecía sus ordenanzas de regulación. Estos concejos sufrieron, a lo largo de los siglos XIV y XV, un proceso de oligarquización, pasando a estar dominados por los grupos dominantes locales. Estos tenían interés en el control concejil, entre otras cosas, como vía de control en el aprovechamiento de los bienes de propios y comunales, básicos en la economía local.

El final de la situación fronteriza en 1492, con la conquista de Granada, supuso una mayor explotación de los terrenos comunales, tanto por parte de las oligarquías locales como de las foráneas, interesadas en la explotación de los bosques y ganados de Segura. Este crecimiento fue la base de la fuerte expansión demográfica y económica que registra la Sierra de Segura en la primera mitad del siglo XVI, pero acabó derivando en una explotación cada vez más intensa del medio hasta prácticamente llegar a una situación límite. Esto provocó finalmente un enfrentamiento entre las oligarquías locales, centradas en la explotación ganadera, y las oligarquías de Segura, que controlaban la explotación de los bienes comunales y deseaban una expansión de la ganadería foránea, ya que esto les permitía establecer lazos con oligarquías foráneas, facilitando entre otras cosas la importación de productos de primera necesidad de los que la Sierra era deficitaria (como cereales, vino, aceite y productos artesanales), y aumentar los ingresos del Concejo que controlaban, ya que, a diferencia de los locales, que podían utilizar los bienes comunales libremente, los foráneos debían pagar derechos para su aprovechamiento.

Finalmente, este enfrentamiento se saldó con el triunfo de las oligarquías de Segura de la Sierra gracias a las Ordenanzas del Común de 1580, que les otorgaban el control sobre el uso de los bienes comunales serranos y además el nombramiento de los «caballeros de la sierra», encargados de velar por su cumplimiento, que debían de ser caballeros con unos patrimonios elevados (que le permitieran tener caballo y armamento propio) y además ser vecinos de Segura de la Sierra o de su arrabal de Orcera.

A partir de ese momento, las poblaciones del término de Segura ven limitada su explotación del territorio, lo que hunde la base de su economía: la explotación ganadera. Como consecuencia de ello, entraron en una crisis demográfica de la que no se saldrá hasta principios del siglo XIX.

El documento que nos ocupa se sitúa, por tanto, en el momento inicial de crecimiento de la explotación ganadera, en el germen por tanto del conflicto que acabará estallando un lustro después.

VALORACIÓN GLOBAL DE LAS RENTAS

La distribución de los ingresos de propios en 1523 por partidas es la siguiente:

PARTIDAS DE INGRESOS VALOR 
Sentencias 8.318 maravedíes
Cargos públicos y rentas 41.000 maravedíes
Arrendamiento de bienes inmuebles (casas, molinos, tierras y dehesas) 4.272 maravedíes y 173 fanegas de trigo
Venta de grano panificable 53.266 maravedíes
Ganado: licencias de herbaje 128.092’5 maravedíes
Madera: licencias de corta 2.312 maravedíes
TOTAL 237.260’5 maravedíes y 173 fanegas de trigo

Como podemos ver, el principal capítulo de ingresos del Concejo, que suponen más del 50 %, es la venta de licencias de herbaje para el ganado forastero, lo que se explica por la importancia de la explotación ganadera en la economía serrana y por los intereses de la oligarquía de la villa, que controlan la gestión de los bienes de propios y tienen intereses económicos vinculados a las oligarquías foráneas. Le sigue en importancia la venta de grano panificable, derivado de los problemas que generaba una agricultura de subsistencia muy limitada y que no satisfacía la demanda interior, y las dificultades de importación de granos foráneos por la orografía y el subdesarrollo de las vías de comunicación y medios de transporte. Le siguen en importancia los cargos públicos y administración de rentas. El resto de partidas, pese a su poca cuantía, tenían gran importancia en la economía de la zona: el arrendamiento de bienes inmuebles, algunos de ellos como los molinos y las dehesas fundamentales para la población; y las licencias de corta de madera, en este caso muy limitadas porque el autoconsumo estaba permitido y la explotación y exportación de la madera estaba en manos de la oligarquía local, mientras que estas licencias están destinadas sólo a los forasteros.

SENTENCIAS, CARGOS PÚBLICOS Y RENTAS

La partida supone sólo 8.318 maravedíes, producto de las condenas contra Francisco de Vecares, vecino de Albaladejo (318 maravedíes), y contra Alonso Ardid, vecino de Cartagena (8.000 maravedíes). El documento no informa sobre el motivo de la condena, pero dada la procedencia foránea de los dos condenados, podemos deducir que podría estar relacionado con herbajes o cortas de madera sin licencia. Entre las condenas no hay ningún vecino de la comarca y su escaso montante nos indican que la presión del Concejo de Segura aún es muy tenue, por lo que aún no se ha entrado en la citada colisión de intereses entre las oligarquías segureñas y las de las poblaciones del Común.

Los cargos públicos y restas suponen la tercera fuente de ingresos del Concejo, con 41.000 maravedíes. Consistían en arrendar determinados oficios del Concejo a cambio de un dinero, quedando el arrendador con el producto del cobro de sus servicios. Así, se remató la escribanía pública de la villa y sus aldeas a Ruy Sánchez de Arroyo por 25.000 maravedíes; se remató la renta de la Almotacenía (es decir, del contraste de pesas y medidas) en Pero Gallego, vecino de Segura, por 6.500 maravedíes; y se hizo lo propio con la renta de la Dehesecía (es decir, del control del uso de las dehesas comunales y de propios) en Pedro Ximénez el Moço, vecino también de Segura, por 9.500 maravedíes.

ARRENDAMIENTO DE BIENES INMUEBLES

Dentro de los bienes inmuebles, el Concejo contaba con casas, tierras, dehesas y, sobre todo, molinos, rentando en total 4.272 maravedíes y 173 fanegas de trigo.

Por lo que se refiere a casas, el Concejo sólo contaba con una, citada como «la casa de Estevan Rodrígues, ques del Conçejo», por la que Rodrigo Cano pagaba anualmente 3 reales, es decir, 102 maravedíes.

Contaba también con una sola Dehesa, la de Catena, que arrendaba Sancho Fernández Garvy, vecino de Orcera, por 550 maravedíes. El resto de dehesas de la villa eran comunales, por lo que no se arrendaban.

El Concejo arrendaba también «las tierras del Horcajo de Guadarmena», cuya extensión desconocemos. Su arrendador, «por diez años», era Pedro Díaz, vecino de Beas, a cambio del pago de 120 maravedíes anuales.

En cualquier caso, los principales bienes inmuebles de los propios eran los molinos, que suponían unos ingresos de 3.500 maravedíes y 173 fanegas de trigo anuales. Los distintos molinos, renta y arrendadores los podemos ver en la tabla siguiente:

MOLINO ARRENDADOR/CENSUALISTA RENTA ANUAL
Molino del aceite (Renta) Martín Sánchez de Mula 1.125 maravedíes
Molino de Benatae (Censo)   500 maravedíes
Molino que tiene el Alcalde (Censo) Señor alcalde 250 maravedíes
Molino de Zumeta (Censo) Pedro Rodríguez 250 maravedíes
Molino de Guadalquivir (Censo)   1.000 maravedíes
Molino de Royo Mezcano (Censo) Martín Ruyz 375 maravedíes
Molino de Orcera (Renta) Pedro Sánchez Pino, Íñigo López y Rodrigo de Jaén 56 fanegas de trigo
Molino somero de Orcera (Renta) Sancho y Juan Martínez, hermanos vecinos de Orcera 20 fanegas de trigo
Molino Hondonero (Renta) Diego Delgado, vecino de Segura de la Sierra 30 fanegas de trigo
Molino de Enmedio (Renta) Fernando Romero, vecino de Segura de la Sierra 15 fanegas de trigo
Molino de Zumeta (Renta) Pedro Rodríguez 22 fanegas de trigo
Molino de Marjalacana (Censo) Sebastián Gómez, tutor de los menores de Lázaro Fernández 12 fanegas de trigo
Molino del Royo las Azeytunas (Censo) Alonso Gómez, vecino de Hornos 6 fanegas de trigo
Molino de Trujala (Censo) Álvaro Rodríguez 8 fanegas de trigo
Molino del Pontón del Tejo (Censo) Martín Ruyz 4 fanegas de trigo («de cinco meses que anduvo hasta el día de San Myguel»)

En total pertenecían a los propios 15 molinos, uno de ellos de aceite y los 14 restantes de moler grano, mostrando por tanto el escaso desarrollo del olivar en la zona y la importancia de los cereales dentro de la agricultura de subsistencia y la alimentación de la época. De estos 15 molinos, 9 estaban dados a censo, es decir, se cedían por un periodo amplio a cambio de un pago anual, y 6 estaban arrendados, es decir, alquilados por cortos periodos de tiempo. Los arrendadores/censualistas, pertenecerían a la élite de Segura de la Sierra y, de manera secundaria, de otras localidades como su arrabal de Orcera y Hornos, extendiéndose por el amplio término de la villa (Orcera, Zumeta, Pontón, Trujala) y por localidades ya independientes como Benatae.

VENTA DE GRANO PANIFICABLE

Como ya se ha indicado, los cereales eran un bien de primera importancia para la alimentación humana de la época, basada principalmente en el consumo de pan. De ahí que los Concejos, especialmente en zonas aisladas como la que nos ocupa, se preocuparan por el suministro de trigo necesario para los panaderos locales. Así, en el periodo en estudio el Concejo de Segura recaudó 53.266 maravedíes de la venta de trigo a los panaderos locales: 310 fanegas, a 156 maravedíes cada una, a cuatro panaderas: las mujeres de Miguel Sánchez, Francisco Romero, Sancho Rodríguez y Benito de Mula; 30 fanegas a 136 maravedíes cada una a las anteriores; y 6 fanegas también a 136 maravedíes cada una a Marín Ruyz, que era la misma persona que tenía el Molino del Pontón del Tejo. El primero de los ingresos, dado el alto valor de la fanega y la gran cantidad suministrada, debió coincidir con el agotamiento del grano local previo a la nueva cosecha de esa temporada. 

GANADO: LICENCIAS DE HERBAJE

Los ingresos derivados de la ganadería suponían el principal capítulo de los ingresos de propios, con  128.092’5 maravedíes. Estos procedían principalmente del registro de ganados que venían a herbajar a los terrenos comunales o a las dehesas del concejo. Los datos que aportan las cuentas nos van a permitir valorar la importancia del desarrollo ganadero en la Sierra de Segura a principios del siglo XVI.

Reses en “La Llaná”. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 52.

El Concejo de Segura cobraba por cada buey o vaca 20 maravedíes, por cada oveja o cabra 3 maravedíes, por cada puerco 8’5 maravedíes y por cada yegua 34 maravedíes. A veces, los ganaderos pagaban los derechos en especie, así, por ejemplo, por la entrada de 6.300 ovejas se cobraron 33 ovejas y dos cuartos. El ganado que pasaba a ser propiedad del Concejo como consecuencia de ello se solía vender, oscilando su precio entre 200 y 210 maravedíes cada oveja. De hecho, en 1523 el Concejo vendió 159 ovejas, 16 primales de cabrío, 56 carneros, 15 borregas y 15 pellejos y «çallos» de ganado muerto.

En las cuentas que sirven de base a este estudio se contienen datos sobre la vecindad de los ganaderos y sobre el número de ganado registrado, este último dato se especifica en muchas ocasiones y en otras podemos calcular su cantidad teniendo en cuenta lo que se pagaba por la entrada.

En cuanto a la vecindad de los ganaderos, tenemos en primer lugar vecinos de pueblos de la Sierra, como Albaladejo (2), Benatae (1), Cotillas (1), Hornos (1), Orcera (5) y Villaverde (6). Todos ellos pagaban el registro de su ganado para pastar en las dehesas concejiles de Segura y suelen traer pocas cantidades de ganado, especialmente bueyes, vacas, puercos y yeguas. Las grandes manadas de ganado, especialmente ovino, son introducidas por vecinos de zonas circundantes, especialmente La Mancha, Murcia, Jaén y el Reino de Granada. De La Mancha hay ganaderos procedentes de Almadén (1), Almagro (1), Almodóvar del Campo (2), Ciudad Real (1), La Hinojosa (4) y Puertollano (3); de Murcia hay dos ganaderos de Caravaca; del reino de Jaén hay 1 de La Iruela, 2 de Torredelcampo y 1 de Vílchez; del reino de Granada hay 3 de Huéscar y 1 de Vélez; y del resto de España hay 1 de Torremilano en Córdoba y 4 de Santofenia (quizás sea Santovenia, en Valladolid). En 20 ocasiones conocemos al ganadero pero no se cita su vecindad.

En cuanto al ganado registrado, teniendo en cuenta que hay dos partidas sin especificar, fue el siguiente:

GANADO NÚMERO DE CABEZAS REGISTRADAS
Vacuno (bueyes y vacas) 73
Puercos 25
Yeguas 2
Ovejas 6.300
Ovejas y cabras 68.676
TOTAL 75.076

Como podemos ver, el ganado es básicamente ovejuno y caprino, con poca importancia del vacuno, porcino y caballar. La ganadería trashumante de la época se basaba precisamente en el ganado ovino, especialmente la oveja merina, que se desplazaba en verano a las zonas de sierra, entre ellas la Sierra de Segura, en busca de pastos frescos, mientras que en invierno hacía lo propio hacia zonas litorales.

Para valorar la importancia de la entrada de casi 75.000 ovejas y cabras al año en la Sierra, tengamos en cuenta que en 1631 el ganado local suponía casi 70.000 cabezas de ganado, en una época en la que este había descendido considerablemente. Se entenderá así como el crecimiento paulatino tanto del ganado local como foráneo terminó generando un conflicto de intereses entre las oligarquías ganaderas locales y las foráneas, apoyadas estas por las oligarquías de Segura de la Sierra, que controlaban el uso de los pastos comunales y cobraban rentas por su utilización por parte de forasteros. El conflicto acabó con la victoria de estos últimos, sancionada con las Ordenanzas de Común de 1580, dejando sumidos a los pueblos de la zona en una aguda crisis demográfica y socioeconómica. 

MADERA: LICENCIAS DE CORTA

Las licencias de corta de madera a forasteros suponían un capítulo modesto de los ingresos de propios, de solo 2.312 maravedíes. Dentro de las licencias destaca la presencia de madereros vizcaínos habitantes o estantes en Segura, es decir, residentes temporales en la villa. Las licencias concedidas son las siguientes:

  • Licencia a unos armeros vizcaínos vecinos de Granada «para cortas dos carretadas de varas de avellanos» a cambio del pago de 204 maravedíes.
  • Licencia a Alonso Muñoz, criado que fue de Antón García «de su hacha e porque trabajase en los términos desta dicha villa», a cambio del pago de 272 maravedíes.
  • Martín Juan Vizcaíno, habitante en Segura de la Sierra, realizó dos pagos de 408 maravedíes «del registro de su hacha». 
  • Alonso Gómez, habitante en Segura de la Sierra, paga 408 maravedíes por su hacha y por ejercer el oficio de cardirero, es decir, de elaborar sillas torcas y artesas con madera de pino.
  • Martín de Aramajona, vizcaíno habitante en Segura de la Sierra, paga 340 maravedíes por su hacha.
  • Mateo Vizcayno pagó 272 maravedíes «del registro de su hacha».
Trabajadores de la madera en Siles en los años 1920. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 59.

PARTIDAS EXCLUÍDAS POR NO SER DE PROPIOS

En el documento se incluyen varias entradas de ingresos que el mismo documento saca del cómputo general por indicarse que no pertenecían al caudal de propios. Su montante ascendía a 5.948 maravedíes y 4 quintales de hierro.

Se trata de partidas muy diversas, destacando entre ellas en primer lugar las referentes a la alcabala, impuesto perteneciente a la Corona que suponía en esa época el pago del 10 % en todas las transacciones comerciales. Así, se indica el pago de 1 ducado (375 maravedíes) realizado por Gabriel de Úbeda ante el escribano Ruy Sánchez de la alcabala «del vino que vendió en esta villa en cinco de noviembre»; el pago de 232 maravedíes dos días después por parte de Hernán de Santestevan, recaudador de la alcabala de 1522; el pago de 2.515 maravedíes por Cristóbal Rodríguez, vecino de la villa, «que devía al concejo del alcabala» de 1522; y el pago de 2.000 maravedíes por parte del mayordomo Gómez Garçía «en prendas y en dineros de lo que pagó el concejo del alcabala por los vecinos que quedaron reçagados de pagar su alcabala el año» 1522.

Por otro lado, se consigna el ingreso de 3 ducados pagados por el herrador Alonso Hernández, «que se los avía prestado el concejo en el tiempo de Gómez Garçía, mayordomo, los quales recibí en vnas prendas en vn manto de mujer y en vn poyal y vna sávana que me dio el dicho Gómez Garçía».

Por último, se ingresaron 4 quintales de hierro «que ouo de aver el concejo en las herrerías del Salobre por razón de la renta del venero de Guadarmena».

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

LA MÚSICA DE LOS MORISCOS DEL REINO DE GRANADA

Artículo sobre la música de los moriscos del reino de Granada y la política aculturadora castellana con respecto a ella, por Carlos Javier Garrido García.

Moriscos danzando, por Christoph Weiditz (Siclo XVI).

Acabo de publicar en el Boletín del Centro de Estudios Pedro Suárez (nº 29, 2016) un artículo titulado «La aculturación musical de los moriscos del reino de Granada a través del ejemplo de los de la Diócesis de Guadix».

En esta entrada voy a reproducir sus conclusiones, incluyendo también un enlace para descargarlo completo.

CONCLUSIONES

 Como se ha podido comprobar, la política aculturadora castellana con respecto a la música morisca es un claro ejemplo del proceso por el cual se pasó de perseguir toda muestra de disidencia religiosa a hacerlo con cualquier manifestación cultural diferenciadora, entendiéndola como muestra de la pervivencia del Islam.

En cuanto a su evolución temporal, la política aculturadora en el terreno musical debe hacernos olvidar de una vez por todas el supuesto periodo de suspensión de las medidas entre 1526 y 1565, ya que, siendo tal suspensión aplicable a la Corona, no lo es así para la Iglesia del reino de Granada, que sigue aplicando medidas de control a través de sus tribunales diocesanos. Así, los tres ejemplos que he presentado se corresponden al periodo 1554-1565 en el que las autoridades eclesiásticas toman la iniciativa en la represión sobre los moriscos, en el caso accitano en cumplimiento de lo establecido en el Sínodo diocesano de ese primer año. Además, los tres proceden de localidades de la Tierra de Guadix (Graena) y del cercano Marquesado del Cenete (Alquife y Aldeire), es decir, zonas rurales de la diócesis en las que la población era mayoritariamente morisca, por lo que actuaba con una mayor libertad en sus manifestaciones culturales y además el escaso número de cristianos viejos presentes no dio lugar un proceso de aculturación derivado de la convivencia. De hecho, el proceso es el inverso, como muestran los casos del beneficiado de Alquife y de los propietarios de la venta de los baños de Graena. En cualquier caso, la represión se hace también notar en estas zonas, no sólo por los fiscales de la Audiencia Episcopal, sino también por los alguaciles reales y señoriales.

La acción represiva eclesiástica se centra en la letra árabe de las canciones, por su posible contenido herético; en el uso de instrumentos de origen musulmán, como las chapas, las sonajas y el pandero de una cara frente al castellano de dos; y en la hora de su celebración, ya que prácticamente lo único que diferenciaba a las leilas, terminantemente prohibidas, y a las zambras, en principio toleradas, era que las primeras eran nocturnas y las segundas diurnas. En cualquier caso, en cuanto a su ejecución el pleito de octubre de 1558 muestra un rudimentario acompañamiento de percusión a través de golpes en las mesas.

En cuanto a las ocasiones en que se manifestaban estas prácticas musicales, además de las bodas (caso del pleito de abril de 1558) destacan también otras esporádicas de ámbito familiar (caso del pleito de 1565) o en ventas (caso del pleito de octubre de 1558) que, al estar más o menos alejadas de los núcleos de población y en terreno no doméstico que señalara a tal o cual familia, eran uno de los sitios elegidos por los moriscos como reducto donde practicar sus usos culturales-festivos, ventaja que en el caso de Graena se unía a estar al lado de los baños, otra de las prácticas culturales moriscas limitada por las autoridades eclesiásticas. En este caso, los usos musicales venían acompañados del consumo de alcohol y las consiguientes riñas, en ocasiones con resultado de muerte. En el caso de las bodas, es curioso constatar cómo las celebraciones del enlace se hacían de manera separada en la casa de la novia y del novio, cada uno con su familia y entorno.

Por lo que se refiere a los autores de estas prácticas, aparte de su evidente carácter morisco, destaca el hecho de la importante participación de personas de raza negra, en su mayoría libertos integrados en la sociedad morisca, los gazis, como muestran dos de los tres pleitos expuestos y fue puesto de relieve ya con las prohibiciones sobre música morisca de 1529, 1530, 1532 y 1539.

Por último, queda patente la benevolencia con que actuaba la justicia diocesana frente a la inquisitorial, imponiendo penas leves: en el caso del beneficiado de Alquife sólo los 500 maravedíes que establecía el Sínodo, y en el caso de la ventera de Graena sólo a dos ducados y la amenaza de excomunión en caso de reincidencia. Se podría suponer que la benevolencia de las sentencias se podría deber al carácter cristiano viejo de ambos, pero pleitos de otra temática que he localizado en el archivo me confirman que se aplicó también a los moriscos. En cualquier caso, la benevolencia en las sentencias no implica restar importancia a su labor e incidencia en la aculturación morisca ya que, como he indicado, fue más sostenida en el tiempo y cercana y, por tanto, más profunda que la inquisitorial. Ejemplo de esa dureza es el pleito de abril de 1558, que informa de la prohibición, seguramente establecida por las autoridades diocesanas accitanas, de que se juntaran más de tres personas a cantar y tocar música.

Si desea descargarse al artículo completo, pulse aquí: Música morisca y aculturación

SANTIAGO DE LA ESPADA EN EL SIGLO XVI

Estudio sobre la villa de Santiago de la Espada en el siglo XVI, por Carlos Javier Garrido García y Francisco Bravo Palomares.

Vista aérea de Santiago de la Espada. Fuente: Wikipedia.

Acaba de publicarse en el número 218 de la revista «Boletín del Instituto de Estudios Giennenses», páginas 89-166, el artículo «Estudio sociodemográfico de una población de la Sierra de Segura en el siglo XVI: el Hornillo o Puebla de Santiago (Santiago de la Espada)», obra de Francisco Bravo Palomares y Carlos Javier Garrido García.

El artículo analiza la población, la economía y la sociedad del Hornillo o Puebla de Santiago, actual Santiago de la Espada, localidad creada en 1525 y en la que, como en el resto de la Sierra de Segura, se produce un proceso de creciente polarización social a lo largo de la Edad Moderna. Para ello, utilizamos fuentes documentales inéditas, aparte de las famosas Relaciones de Felipe II de 1575: las series parroquiales de bautismo, que para el siglo XVI se limitan al periodo 1589-1596, aunque con el problema de su carácter incompleto, y la averiguación de las rentas y vecindario del lugar de Hornillo o Puebla de Santiago, dependiente de Segura de la Sierra, en 1586. Todo ello nos permite acercarnos a las características de la localidad y la comarca en el siglo XVI y adelantar datos sobre su evolución posterior hasta principios del siglo XIX.

Para ver el artículo completo en PDF, pulse aquí: El Hornillo o Puebla de Santiago en el siglo XVI

LOS PADRONES DE ASISTENCIA A MISA DE LOS MORISCOS EN EL REINO DE GRANADA

Análisis, por Carlos Javier Garrido García, de los padrones de asistencia a misa de los moriscos en el reino de Granada como un medio de control y aculturación que tuvo como efecto una acentuación de la segregación de la comunidad morisca, por lo que esta estableció mecanismos de resistencia.

La Parroquia de Santa Ana de Guadix, morería mudéjar y barrio morisco de la ciudad.

Acabo de publicar en la revista «Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam)», nº 68 (2019), pp. 147-164, el artículo «Control, aculturación, segregación, resistencia: los padrones de asistencia a misa de los moriscos en el reino de Granada». Publico en esta entrada el resumen y conclusiones del mismo. El artículo completo puede consultarse pulsando aquí: artículo MEAH 2019.

Resumen

Este artículo analiza el control de la asistencia a misa de los moriscos del reino de Granada a través de los padrones parroquiales.

Me centro, como ejemplo, en la Diócesis de Guadix, situada en la zona oriental del reino, en la que era mayoritaria la población morisca, y utilizo como fuentes lo establecido en el Sínodo de 1554 y los pleitos de las Audiencias Episcopales, esta última una fuente en gran medida infrautilizada hasta el momento.

Gracias a ello, he podido valorar la importancia y evolución de las muestras de resistencia a este control, que van desde las ausencias a misa los días de guardar hasta los conatos de rebelión, lo que coadyuva a la progresiva configuración de la mentalidad del “todos son uno” por parte de las autoridades, que acabó provocando la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII.

El estudio también ofrece prueba documental de la profunda heterogeneidad de la comunidad morisca.

Conclusiones

Tal y como se podrá haber apreciado, el control de la asistencia a misa a través de los padrones, está lejos de ser un elemento secundario dentro del proceso de aculturación y represión con respecto a la población morisca. De hecho, este control fue un elemento básico en el progresivo descontento que acabó estallando en 1568 y en la progresiva conformación del “todos son uno”.

En cuanto a lo primero, los moriscos presentaron un absoluto rechazo a los padrones, no solo por la incomprensión de los rituales de la misa, que se debe recordar que era realizada básicamente en latín, por las lecturas largas y tediosas de los padrones durante la misma y por las corruptelas del clero parroquial, sino también porque en esencia suponían pedir a los moriscos el estricto cumplimiento de una obligación que a veces era incumplida por sus vecinos cristianos viejos. De hecho, al no estar estos últimos incluidos en los padrones, éstos eran un recuerdo constante a la puesta en duda de su cristianismo y marginación.

He aquí el origen del segundo de los elementos, la progresiva conformación del “todos son uno”, la puesta en duda generalizada del cristianismo de los moriscos por su origen, puesto de manifiesto en los pleitos de la Audiencia Episcopal, en los que hemos constatado cómo antes de 1554 no se le da un origen étnico a los problemas de asistencia, tras esa fecha se aduce como causa de mayor gravedad de las faltas el hecho de descender de “cristianos nuevos” y, tras la rebelión, se cambia esta terminología por la de “moros”.

En este sentido, se ha podido constatar una evolución en el control de la asistencia a misa, pudiendo establecer cuatro grandes periodos: desde las conversiones de 1500 y hasta la década de 1550 se ve mediatizado por el caos organizativo en que se hallaban inmersas las iglesias del reino de Granada, habiendo un elevado número de faltas y numerosos abusos por parte del clero parroquial; entre 1550 y 1568 se adoptan los principios contrarreformistas, lo que se traduce en una reglamentación más precisa, establecida en el caso accitano en el Sínodo de 1554, y una actividad mucho más intensa de la Audiencia Episcopal, con la consecuencia de una mayor presión aculturadora que dará lugar, del lado morisco, a una creciente oposición, reflejada en sucesos como los de Jerez del Marquesado de 1560, y del lado cristiano viejo a una progresiva puesta en duda del cristianismo del pueblo morisco en su conjunto, derivando ambos elementos en el estallido de la rebelión de 1568-1571, donde las muestras de odio de los rebelados contra los padrones y el clero parroquial quedan patentes; y desde la expulsión de la población morisca del reino en 1570 se mantiene el control con respecto a la pequeña comunidad morisca que queda en el reino, sobre todo hasta la nueva expulsión de 1584, pero ahora sin los padrones como instrumento, lo que no quiere decir menos presión por el control ejercido por los vecinos cristianos viejos sobre unos moriscos que ya sí son una auténtica y dispersa minoría entre ellos.

De todo ello han sido muestra los pleitos de la Audiencia Episcopal, mostrando así la riqueza de unas fuentes hasta ahora poco utilizadas frente a otras como los procesos inquisitoriales. Y es que, en mi opinión, la represión ejercida por los tribunales diocesanos, pese a lo moderado de sus sentencias, fue importantísima como elemento aculturador-represor por su carácter continuo y cercano. En cualquier caso, pese a su actuación, el problema de las faltas de asistencia continuó.

En este artículo lo he podido valorar cuantitativamente por primera vez, sacando como conclusiones su fuerte componente femenino y su importancia en los medios predominantemente moriscos como la parroquia de Santa Ana de Guadix, alejándose de ser un hecho minoritario o puntual.

En relación con esto último viene al caso la última de las conclusiones de este trabajo: la gran heterogeneidad de la población morisca, en la que convivían personas plenamente integradas, por la sinceridad de su conversión o por intereses económico-sociales; personas que cumplían solo externamente los principios con la religión católica por imposición y en aplicación de los principios musulmanes de taqiyya o niyya; y la población que se resistió a la aculturación con actitudes de abierta oposición, desde las posturas más extremas de bandolerismo, huida al norte de África o conatos de rebelión, hasta otras aparentemente menos radicales, que no por ello menos importantes, como las faltas reiteradas de asistencia a misa y, caso de asistir, hacerlo de una manera pasiva y/o inadecuada. Olvidar esta heterogeneidad, y la interna de cada grupo de los indicados, sería caer en los mismos estereotipos fabricados por los defensores de la expulsión que se acabó materializando en el siglo XVII.

LA REBELIÓN DE LOS MORISCOS EN GUADIX Y SU TIERRA (1568-1571)

Resumen y Presentación de PPT de la comunicación «Guadix y su tierra durante la rebelión de los moriscos (1568-1571): coyuntura bélica y cambios socioeconómicos», de Carlos Javier Garrido García.

Congreso Internacional «Recordar la guerra, construir la paz. 450 aniversario de la rebelión de las Alpujarras».

Entre los días 21 y 24 de noviembre de 2018 se ha celebrado en Bubión (Granada) y Laujar de Andarax (Almería), un congreso internacional sobre la rebelión de los moriscos del reino de Granada producida entre los años 1658 y 1571. La variedad y calidad de las conferencia y comunicaciones presentada auguran que este congreso será un hito historiográfico fundamental dentro de la historia de los moriscos granadinos y españoles.

Si desea consultar la página web del congreso, pulse aquí. Para ver el programa del congreso, pulse aquí.

Bubión (Granada), sede de las dos primeras jornadas del Congreso Internacional sobre la rebelión de los moriscos del reino de Granada.

La rebelión de los moriscos en Guadix y su tierra.

El día 21 de noviembre, en Bubión, presenté una comunicación sobre el desarrollo y consecuencias de la rebelión de los moriscos en Guadix y su Tierra. Esta zona ocupó un papel destacado en el conflicto debido a su mayoritaria población morisca, a su cercanía a las Alpujarras y al haber constituido uno de los centros de la retaguardia castellana. Entre diciembre de 1568 y marzo de 1569 hay que destacar el papel de las milicias de la ciudad de Guadix, que saquean el Marquesado y Laroles, en 1569 se convierte en centro de aprovisionamiento del ejército de marqués de los Vélez, participando las milicias accitanas en el saqueo de Alboloduy, y en 1570 del ejército de don Juan de Austria.

La coyuntura bélica estuvo marcada por las destrucciones bélicas provocadas por los moriscos y las tropas castellanas, la reducción de la superficie sembrada y el desplazamiento del ganado al reino de Jaén, generando todo ello una fuerte crisis socioeconómica.

Sin embargo, esta situación critica fue aprovechada por las élites accitanas para reforzar su dominio gracias al enorme botín de guerra conseguido, consistente en personas esclavizadas, ganados, ropas y joyas. Los beneficios del botín fueron empleados en la compra de bienes moriscos, lo que reforzó su dominio socioeconómico y la polarización social existe. Muestra de esta última es la explosión demográfica que conoce el barrio de las cuevas del Guadix de la posguerra.

Para ver la presentación de PPT utilizada en la defesa de la comunicación, pulse aquí: PPT Congreso Moriscos

Para ver el vídeo de la defensa de la comunicación en el congreso, pulse aquí.

LA FORMACIÓN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA Y SU EXPANSIÓN MUNDIAL (1474-1700)

Resumen del Tema 3 de Historia de España para Selectividad referente a la Monarquía Hispánica durante los Reyes Católicos y los Austrias, por Carlos Javier Garrido García.

Felipe II, por Sofonisba Anguissola. Fuente: Wikipedia.

INTRODUCCIÓN

Entre 1474 y 1700 podemos distinguir tres etapas fundamentales en la evolución de la Monarquía Hispánica: el reinado de los Reyes Católicos (1474-1516), en el que queda establecido el Estado Moderno y la monarquía confederal con la unión dinástica de Castilla y Aragón; los Austrias Mayores (reinados de Carlos I y Felipe II, 1517-1598), caracterizados por la hegemonía mundial y los problemas para su mantenimiento; y los Austrias Menores (reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II, 1598-1700), caracterizados por la pérdida de la hegemonía y una profunda crisis política y socioeconómica.

EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA (1474-1700)

Reinado de los Reyes Católicos (1474-1516)

Los príncipes herederos de Castilla y Aragón, Isabel y Fernando, se casaron en 1469, uniendo ambas coronas bajo su mandato al heredar Isabel la corona de Castilla en 1474 y Fernando la de Aragón en 1479. A partir de entonces, ambas coronas compartieron monarcas, ejerciendo ambos sus funciones en las dos coronas (de ahí el lema de los reyes: “Tanto Monta”), pero estas siguieron funcionando de hecho y de derecho como coronas independientes, cada una con sus propios fueros, es decir, sus leyes, instituciones, fronteras, monedas, etc. propias. Por tanto, no se puede hablar de un Estado unitario y centralista, sino de una simple unión dinástica que dio lugar a una especie de Estado confederal, la Monarquía Hispánica.

La política de los Reyes Católicos (título honorífico concedido por el papa Alejandro VI en 1494) estuvo marcada por su expansión territorial, tanto en la Península como en el exterior, por su enfrentamiento con Francia por el dominio de Italia y la hegemonía europea, y por el establecimiento del Estado Moderno.

En cuanto a la expansión territorial, los Reyes Católicos acabaron el proceso de “Reconquista” con la conquista del reino nazarí de Granada entre 1482 y 1492, acabaron la conquista de Canarias en 1496, iniciaron una política de expansión territorial en el norte de África (ocupando Melilla en 1497), iniciaron el proceso de expansión en América tras el descubrimiento de Colón en 1492 y el reino de Navarra fue anexionado a la Corona de Castilla en 1512, aunque conservando sus fueros.

En cuanto a los enfrentamientos con Francia, el escenario de los mismos fue Italia, enfrentándose ambas coronas por el dominio del reino de Nápoles, que acabó incorporándose a la Corona de Aragón en 1504. El enfrentamiento con Francia fue básico en la futura evolución de la Monarquía Hispánica, ya que esta pasó a ocupar la hegemonía en el continente y, para asegurarla, los Reyes Católicos realizaron una política matrimonial con sus hijos cuyo objetivo era aislar a Francia. De estos matrimonios, el más trascendental fue el de la princesa Juana “La Loca”, finalmente heredera de la Monarquía, con Felipe “El Hermoso”, hijo de Maximiliano I de Austria y María de Borgoña.

Estado Moderno: establecimiento de una monarquía autoritaria (ejército permanente, sometimiento de la nobleza, corregidores, consejos, chancillerías, Real Patronato, Inquisición).

El Imperio de los Austrias Mayores (1516-1598)

Reinado de Carlos I (1517-1556): se establece definitivamente la monarquía confederal hispánica al unir en su persona la herencia centroeuropea de su padre Felipe el Hermoso (Flandes, Franco Condado, Austria y Corona Imperial) y la de su madre Juana La Loca (Castilla, Corona de Aragón), predominando un sentido patrimonial de la monarquía, es decir, el rey tenía como patrimonio distintos reinos que mantenían su propia organización político-administrativa y leyes o fueros. Durante su reinado se estableció definitivamente el Estado Moderno gracias a su victoria frente a los comuneros castellanos y los agermanados valencianos y mallorquines. Además, se produce una importante expansión en América con la conquista de los imperios azteca e inca. En cuanto a la política exterior, estuvo basada en la defensa de la “Universitas Christiana”, es decir, la defensa de la unidad de la cristiandad bajo la autoridad política del emperador y la religiosa del papa. De esta defensa surgieron los enfrentamientos con Francia por la hegemonía política en el continente, con el Imperio Otomano por su expansión en Europa Oriental y con los príncipes alemanes protestantes. El fracaso o estancamiento en estos enfrentamientos, le llevó a abdicar en 1556, dividiendo su Imperio: la Corona Imperial y Austria para Fernando y el resto para Felipe.

Reinado de Felipe II (1556-1598): durante su reinado culmina la unificación peninsular al proclamarse rey de Portugal (1580). Su política exterior sigue basada en la defensa del catolicismo frente a los hugonotes franceses, Inglaterra, los otomanos y la Holanda protestante. Sin embargo, la monarquía se ve impotente para mantener todos estos enfrentamientos, viéndose obligado el rey a decretar varias bancarrotas durante su reinado y esquilmando los recursos económicos de Castilla con una fortísima presión fiscal. En política interna, se lleva a cabo una fuerte represión interna contra las disidencias religiosas, acrecentándose la presión inquisitorial, tomando fuerza de ley los decretos del Concilio de Trento en 1564 y provocando la rebelión de los moriscos granadinos entre 1568 y 1571, que acabaron siendo expulsados a otras zonas castellanas.

La decadencia de los Austrias Menores (1598-1700)

La decadencia de la monarquía hispánica se produjo por la debilidad de los monarcas, que dejan las tareas de gobierno efectivo en manos de validos como el duque de Lerma o el conde-duque de Olivares, por la fuerte crisis demográfica y socioeconómica, por el descenso de las remesas de metales preciosos americanos, por la fuerte inflación y por la corrupción y mala gestión generalizadas. Sin embargo, el siglo XVII es el Siglo de Oro para las artes y las letras, con grandes personalidades como Velázquez, Cervantes y Lope de Vega.

Reinado de Felipe III (1598-1621): durante su reinado las dificultades financieras de la monarquía hispánica llevan a buscar la paz con las protestantes Inglaterra y Holanda. Para seguir manteniendo el ideal de defensa del catolicismo se decretó la expulsión de los moriscos en 1609, medida que acrecentó la crisis socioeconómica.

Reinado de Felipe IV (1621-1665): durante el valimiento del Conde-Duque de Olivares se llevó a cabo un programa de reformas que perseguía la unificación centralista de la Monarquía HIspánica siguiendo el modelo castellano. Sin embargo, la primera medida, la Unión de Armas, que establecía una contribución proporcional de cada reino para el ejército de la monarquía, provocó las sublevaciones de Cataluña y Portugal en 1640, que provocaron la caída del valido y la independencia de Portugal.

Reinado de Carlos II (1665-1700): la crisis socioeconómica toca fondo y se pierde de manera definitiva la hegemonía europea en favor de la Francia de Luis XIV. A ello se unen los constantes problemas físicos del monarca, producto de la consanguinidad de los matrimonios reales, destacando entre ellos su falta de descendencia. Finalmente, en 1700 elige como sucesor a Felipe de Anjou, de la Casa de Borbón y nieto de Luis XIV, dando lugar a su muerte a la Guerra de Sucesión (1700-1713).

ORGANIZACIÓN POLÍTICA, SOCIAL Y ECONÓMICA

Todas estas características serán analizadas en profundidad en el tema siguiente, indicando ahora sólo sus líneas generales.

Estructura político-administrativa de la Monarquía Hispánica

Monarquía casi confederal: unión de distintas entidades políticas independientes en la persona del monarca.

Gobierno centralizado en la Corte y organizado en secretarios y Consejos; marginación política de las Cortes de cada reino (jurar al monarca y votar nuevos impuestos), administración territorial (virreyes, capitanes generales o gobernadores) y administración local (concejos controlados por los corregidores).

Organización social

Sociedad estamental: estamentos privilegiados (nobleza y clero: monopolio cargos públicos, propiedad de la tierra, exención fiscal y justicia propia) y no privilegiados (estado llano). Todos ellos muy heterogéneos en cuanto a su nivel de riqueza.

Economía

Estancamiento demográfico (Ciclo demográfico antiguo).

Predominio de una agricultura de subsistencia. Deficiente estructura de la propiedad: grandes latifundios de nobleza y clero trabajados por jornaleros. Escaso desarrollo técnico. Predominio de los intereses ganaderos (Mesta) sobre los agrarios.

Escaso desarrollo de la artesanía, exportación de materias primas e importación de productos elaborados.

Monopolio comercial en América, pero en realidad actúan como intermediarios. La economía americana se basó en la minería y en el trabajo indígena obligatorio (encomiendas).

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VIDEO DE LA CONFERENCIA «HISTORIA SOCIAL DE GUADIX EN LA EDAD MODERNA Y CONTEMPORÁNEA».

Video de la conferencia «Historia social de Guadix en las edades moderna y contemporánea», por Carlos Javier Garrido García.

Ciclo de conferencias «El coloquio de los perros», organizado por CNT Comarca de Guadix.

El pasado día 6 de abril de 2017 pronuncié en el patio central del Ayuntamiento de Guadix la conferencia «Historia social de Guadix en las Edad Moderna y Contemporánea», dentro del ciclo de conferencias «El coloquio de los perros», organizado por el sindicato CNT-AIT Comarca de Guadix.

En la conferencia hice un repaso por la evolución demográfica y socioeconómica de la ciudad desde su conquista por los Reyes Católicos en 1489 hasta el momento actual, pasando por la repoblación, la época morisca, la rebelión de los moriscos y la crisis posterior, el surgimiento y crecimiento del barrio de las cuevas, la incidencia de las desamortizaciones, el desarrollo incipiente desde la inauguración del ferrocarril en 1895, la II República y la Guerra Civil, la autarquía y el desarrollismo franquistas, la crisis de reconversión y la incidencia de la crisis económica actual.

Para ver el video, pulse aquí.

LA IGLESIA PARROQUIAL DE SILES: PROCESO CONSTRUCTIVO EN LOS SIGLOS XV-XVI

Análisis del proceso constructivo de la Iglesia Parroquia de Siles en los siglos XV y XVI, por Carlos Javier Garrido García.

Vista lateral de la Iglesia Parroquial de Siles. Foto: Francisco Garrido, publicada en el libro “Recuerdos del Ayer y Siles”. Úbeda: El Olivo, 1999, p. 99.

INTRODUCCIÓN

Nuestro conocimiento acerca de la construcción de la Iglesia Parroquial de Siles se limita, básicamente, a la obra de María del Valle y María Gracia Gómez de Terreros Guardiola (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203). Sin embargo, para el siglo XVI ambas autoras se basaron en una comparación con las iglesias del Campo de Montiel y la única fuente documental utilizada fue la Visita de 1498, transcrita por Peinado Santaella en lo que fue su tesis doctoral (PEINADO, 1979, pp. 388-389), además de la descripción que del templo realizan las Relaciones de 1575 (VILLEGAS y GARCÍA, 1976, p. 242).

La intención de este trabajo es realizar nuevas aportaciones documentales sobre el proceso constructivo de la Iglesia en los siglos XV y XVI, extraídas de las visitas de 1479, 1480, 1494, 1498, 1507, 1525, 1536 y 1549 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, ÓRDENES MILITARES, Manuscritos Santiago, Libros de las visitas de las villas de los partidos de Murcia y Segura de la Sierra, signaturas 1063c., 1064c., 1067c., 1069c., 1072c., 1080c., 1082c. y 1085c., respectivamente, en adelante se citarán con el número de signatura y la página) y de una información realizada en 1530 para el pago de la nueva campana de la Iglesia en 1530 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL, Toledo, ÓRDENES MILITARES, A/21, Nº 1451).

LA IGLESIA PRIMITIVA DE LOS SIGLOS XIII-XV

Partiendo del ejemplo de las iglesias del Campo de Montiel, el proceso constructivo de las iglesias de la Sierra de Segura pasaría por las siguientes etapas: iglesias-fortaleza, primeras parroquias, fase constructiva entre 1495-1515 y abovedamientos durante el reinado de Carlos I (1516-1556). Las primeras iglesias se caracterizaron por cubiertas de madera y arcos apuntados góticos, que son sustituidos posteriormente por arcos de medio y bóvedas renacentistas. Otros rasgos serían las grandes torres, de reminiscencias defensivas, la dedicación a Santa María, principalmente bajo la advocación de la Asunción, y su situación dentro de los recintos amurallados cerca de las fortalezas (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, pp. 129-130). La primitiva iglesia parroquial de Siles, situada junto a la fortaleza del Cubo, se caracterizaría en un principio por sus cubiertas de madera con arcos diafragmas apuntados y un predominio del ladrillo y el yeso en muros y soportes (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203).

La reconquista del reino de Granada culminada en 1492 y el consiguiente fin de los condicionantes de frontera determinaron un fuerte crecimiento demográfico y socioeconómico de la villa de Siles, que pasó de 195 vecinos en 1498 a 462 en 1555. Con posterioridad, las epidemias de peste, la repoblación del reino de Granada tras la expulsión de los moriscos en 1570 y la presión del Concejo de Segura a raíz de la Ordenanzas de Común de 1580 hicieron que la población se redujera drásticamente, hasta un mínimo de 276 en 1586, al par que su base socioeconómica, la ganadería (GARRIDO GARCÍA, 2017, in extenso). Este contexto es el que explica que fuera en la primera mitad del siglo XVI cuando la primitiva iglesia sufrió una fuerte transformación, ya que el aumento demográfico exigió una iglesia de mayor capacidad y, por otra parte, las élites ciudadanas enriquecidas exigieron como complemento ideológico-religioso de su predominio la fundación de capillas propias en el templo.

LAS VISITAS DE 1479-1525

Las primeras visitas aportan poca información acerca de la Iglesia Parroquial de Siles. Así, en la de 1479 sólo se indicaba su pobreza, ya que “no tiene ningunos propios para la fábrica della saluo la limosna de la buena gente” (1063c., p. 304), y en la de 1480 que “estaua muy bien reparada” (1064c., p. 231).

En la de 1494 la información se amplía, indicando que “la iglesia de la dicha villa que es de la vocación de Nuestra Señora, la qual es de tres naves sobre pilares de ladrillo e yeso e cubiertas de madera de pino pintada armada a pares e nudillos e en el altar mayor está vna imagen de Nuestra Señora de bulto e el dicho altar bien atauiado e al cabo de la iglesia está vna buena tribuna e junto con ella vnos órganos e otra tribuna pequeña” (1067c., p. 490). Esta estructura se mantiene en 1498, aunque indicando que la iglesia era de dos naves, lo que se puede deber a un error, ya sea de la visita anterior o de esta. Además, se indica que junto al altar mayor “está vn sagrario de yeso bien obrado con sus buenas puertas e çerradura”, que los órganos de la tribuna tenían “quebrados algunos cañones” y se citan otros dos altares aparte del mayor: “en el vno la imagen de San Gregorio e en el otro la imagen de Santiago e de San Pedro, anbos con sus frontales e manteles linpios” (1069c., p. 183).

En la primera visita del siglo XVI, la de 1507, se indica que “está bien reparada” y que se estaba construyendo “agora nuevamente vna capilla”. Además, desapareció uno de los dos altares menores de la iglesia, ya que su lugar fue ocupado seguramente por la nueva capilla. Así, se indica que “ay en la dicha iglesia dos altares, el mayor de Nuestra Señora con un retablo de la ystoria de Nuestra Señora e otra ymajen de bulto e otro de la abocaçión de Sant Bartolomé con vn retablo de su imagen e de la ymajen de Sant Miguel, están bien adereçados los dichos altares con sus frontale e manteles” (1072c., p. 60). Por tanto, la iglesia aumentó su decoración con dos retablos y la advocación del altar secundario cambió.

En la visita de 1525 se cita por primera vez que la advocación de la Iglesia era “de Nuestra Señora del Asçensión” y se da noticia de la primera reforma en la estructura del antiguo templo. Así, se indica que “tiene vna capilla principal de cantera e bóveda nuevamente hecha e el cuerpo de la iglesia es antiguo e de buen maderamiento, tiene vna torre de canpanas de cantera nueva e su tribuna e la iglesia bien solada e blanqueada”. Por tanto, las obras comenzaron por la capilla mayor y la torre de los pies, ambos de cantería. Además, la capilla que estaba iniciada en 1507 estaba ahora culminada, indicando la visita que “a la mano yzquierda como entran vna capilla lateral que fundó Apariçio de Segura”, estando en construcción también “otra capilla que se faze agora e no está cubierta” (1080c., p. 702).

LA INFORMACIÓN DE 1530 PARA EL PAGO DE LA NUEVA CAMPANA DE LA IGLESIA

En 1529 la campana de la Iglesia de Siles estaba quebrada, por lo que el Concejo de la villa decidió encargar una nueva. Para costearla, dada la falta de medios tanto de la Iglesia como del Concejo, se pretendió realizar un repartimiento entre los vecinos. Sin embargo, el repartimiento debía ser autorizado por el Consejo de Órdenes Militares, que exigió que se realizara una información por parte del Concejo en la que quedaran claras la necesidad de la nueva campana y la falta de medios para costearla de las dos instituciones. Esta información, realizada por el alcalde mayor del Partido de las Sierras de Segura y presentada en Madrid el 29 de marzo de 1530 por Diego Gutiérrez en nombre de la villa de Siles, incluye tanto la provisión real que la ordena como las declaraciones de testigos y la decisión final tomada.

El 18 de febrero de 1530 se presentó en Siles ante el licenciado Hernán Nieto de Santistevan, alcalde mayor del partido de las Sierras de Segura, nombrado por Diego Ruiz de Solís, comendador de Villanueva de la Fuente y gobernador, justicia mayor de la Orden de Santiago en los partidos del Campo de Montiel y las Sierras, Diego Navarro, procurador y vecino de Siles, que presentó “en nombre del Concejo de la dicha villa… vna provisión de su magestad librada por los señores del su Consejo de las Órdenes” para que lo en ella contenido fuera ejecutado.

La real provisión de Carlos I, fechada en Madrid el 25 de septiembre de 1529, se dirigía al gobernador del “Canpo de Montiel y las Syerras y su partido”, informándole de que “por parte del Concejo de la villa de Syles me fue fecha relación por su petición que en el mi Consejo de la dicha Orden fue presentada de cavsa que en la yglesya perrochial de la dicha villa avía necesidad de vna canpana para servicio della el dicho Concejo la hizo e que de metal e hechura costó sesenta mil maravedíes, los quales diz que se deven e que porque para los pagar el dicho Concejo ni la dicha yglesya no tienen propios ni rentas, que me suplicaban e pedían por merçed les mandase dar liçençia para hazer repartimiento entre los vecinos de la dicha villa en contía de los dichos sesenta mil maravedíes para la paga de la dicha canpana”. Por tanto, le ordenaba que “ayays ynformaçión e sepays sy es ansy que de cavsa que en la yglesya perrochial de la dicha villa avía necesidad de la dicha canpana el dicho Concejo la hizo e qué tanto tiempo avía e qué tantos maravedíes costó así del metal como de la hechura e sy es ansy quel dicho Concejo debe los dichos sesenta mil maravedíes o qué tanto e a qué personas e… sy el dicho Concejo e la dicha yglesya tiene propios o rentas o le deven debdas o alcançes de quentas pasadas de que conplir e pagare veays para ello los libros de las mayordomías y quentas de la dicha yglesya y del dicho Concejo, e… sy para lo susodicho se a hecho algán repartimiento en la dicha villa o arrendado alguna dehesa o exido del Concejo y quando y en qué cantidad”. Toda esta información debía ser remitida al Concejo de Siles para que defendiera sus derechos con ella en el Consejo de Órdenes.

Vista la provisión por el alcalde mayor, el 3 de marzo de 1530 en Villarrodrigo, puso en marcha su cumplimiento, encargando a Francisco de Bustos, escribano “desta governaçión”, que realizara la información. Ese mismo día, el procurador de la villa de Siles, Diego Navarro, vecino de la localidad, presentó el interrogatorio por el cual habían de ser preguntados los testigos que presentara. Las preguntas, aparte de las generales de datos personales, eran las siguientes:

Si sabían que en 1529 “los alcaldes y regidores que a la sazón eran fizieron vna canpana para la yglesya mayor desta villa la qual dicha canpana fizo Mastre Mateo, vecino de Alcaraz y otro Hernando de Arnedo”, campaneros.

Si sabían si su costo “del metal y de la hechura” fue de 62.000 maravedíes.

Si sabían “que de las mandas que se allegaron por la villa solamente se allegó diez e ocho mil maravedíes”.

Si sabían “que a menos de las dichas mandas faltaron quarenta e quatro mil maravedíes en blancas más para acabarse de pagar la dicha canpana y si saben que se deben los dichos maravedíes y quel concejo está obligado a los pagar” y que el concejo “al presente no tiene de qué los pague”.

Si sabían “que antes que la dicha canpana de que se sirve la dicha yglesya estaba tan quebrada que della no se podía servir la dicha yglesya”.

Los testigos presentados fueron los cargos concejiles del año de 1529: Francisco Pérez, alcalde ordinario; Juan Arráez, regidor; y Gonzalo López, regidor, a los que se unió Francisco de Robres, vecino de la localidad. Todos ellos coincidían en afirmar lo preguntado y en indicar la falta de medios del concejo para sufragar la campana “porque tiene muy pocos propios”. En cuanto a las mandas recaudadas para sufragar la campana, Francisco de Robres declaró “queste testigo escribió mucha parte de las dichas mandas que se hizieron para pagar la dicha canpana e vido escrevir a otros por otra parte e después de hechas las dichas mandas que se hizieron para la dicha canpana se juntaron los oficiales de la dicha villa y este testigo con ellos e averiguaron lo que montavan”. Por lo que se refiere a lo que se debía del pago de la campana, Gonzalo López declaró “queste testigo estuvo presente al tiempo que se averiguó la cuenta con el dicho Mastre Mateo de lo que se le restava deviendo y quitados los dichos diez e ocho mil maravedíes que se avían hecho de mandas pareció que quedavan restantes los dichos quarenta e quatro mil maravedíes que se avían de pagar al dicho Mastre Mateo y que por ellos el Concejo e oficiales de la dicha villa se obligaron a los pagar al dicho Mastre Mateo a tres plazos e que agora son pasados los dos plazos y se resta por venir otro y de todos los dichos tres plazos no se an pagado maravedíes algunos e quel dicho Mastre Mateo los pide al dicho Concejo e les pone molestia sobre ello y quel dicho Concejo no los puede pagar porque no tiene bienes de qué pagallos porque son muy pocos los propios y rentas que tiene y tiene muchas devdas”.

La información se completó con el informe de los alcances de la Iglesia y del Concejo, es decir, de las deudas que los gestores de sus cuentas tenían con dichas instituciones y que se debían considerar como ingresos futuros. Los informes están fechados en Siles el 8 de marzo de 1530 y son producto del análisis realizado por el alcalde mayor de los libros de cuentas de ambas instituciones.

En cuanto a la Iglesia, se le debían por alcances 21.264’5 maravedíes, “los diez mil e quinientos maravedíes dellos para el mes de mayo primero que viene deste presente año, los quales … deven Diego de Llerena e Alonso Rodríguez, vecinos de la dicha villa, y todos los demás… debe Francisco Ruyz de Gueldos, vecino de la dicha villa”. Por lo que se refiere al Concejo, su mayordomo, Hernán García, debía por alcances de 1529 y por sentencia del alcalde mayor 2.921’5 maravedíes en dinero y 25 fanegas y 4 celemines de trigo y 4’5 fanegas de cebada en especie.

Por último, para completar la información se presentó un contrato de obligación suscrito por el citado Francisco Ruiz de Gueldos, mayordomo de la Iglesia, por el que se obligaba a pagar 89.000 maravedíes “a vnos maestros que hacen çierta obra en la yglesya perrochial de la dicha villa ensanchando la dicha yglesya e para hazer vna portada la qual dicha obra pareció de presente como está enpeçada e sestá haciendo”.

Con esta información termina el documento. Aunque no incluye la decisión final del Consejo de Órdenes, este se puede deducir de una anotación efectuada en la portada del documento, en la que se indica “que paguen esta canpana de los alcances y de lo que valieren las dehesas” de los propios del concejo.

LAS VISITAS DE 1536-1549 Y LAS RELACIONES DE 1575

Como se ha visto, en 1530 la iglesia se estaba ensanchando y se construía una nueva portada. En la visita de 1536 se indica la remodelación del cuerpo de la iglesia, “la qual se haze nuevamente de cantería, lo antiguo está cubierto de madera de pino y lo que se haze nuevo va por de fuera”, es decir, la nueva obra se estaba realizando englobando en su interior la antigua para una vez terminada la primera, derribar la segunda. En cuanto a la capilla en construcción en 1525, ya estaba acabada, indicando la visita que “esta fecha a la mano derecha de la iglesia en lo que se haze de nuevo vna capilla hornezina” (1082c., p. 835).

Para 1549 la obra estaba muy avanzada, ya que la visita indica que la iglesia “es de vna nave de cantería” y que la capilla mayor “es de bóveda”, aunque “todo lo demás [está] cubierto de madera de pino bien labrada” (1085c, p. 660). Es decir, la obra había culminado en la nave y muros, pero sólo estaba abovedada la capilla mayor, estando el resto cubierto de madera.

Por último, en las relaciones de 1575 se citan ya cinco capillas, entre ellas la fundada por Aparicio de Segura, que era la única con rentas para mantener dos capellanes (VILLEGAS Y GARCÍA, 1976, p. 242). Es decir, culminada la obra como ya hemos visto en 1549, lo que se añade con posterioridad con tres nuevas capillas perimetrales.

CONCLUSIONES

Como hemos visto, la iglesia antigua de ladrillo y yeso y cubiertas de madera fue sustituida en la primera mitad del siglo XVI por otra de cantería, con una torre, una portada y una capilla mayor abovedada, aunque mantenido las cubiertas de madera en el resto de la iglesia. Posteriormente, al parecer en el siglo XVIII, la cabecera fue reformada y la nave se cubrió por una bóveda de cañón dividida en tres tramos, tal y como la podemos apreciar en la actualidad (GÓMEZ DE TERREROS, 2011, p. 203).

BIBLIOGRAFÍA

GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: “Siles en el siglo XVI: población, economía y sociedad de una villa de la Sierra de Segura”. Tiempos Modernos, 35 (2017/2), pp. 30-47.

GÓMEZ DE TERREROS GUARDIOLA, María del Valle y María Gracia: “La arquitectura de la Orden de Santiago en la provincia de Jaén”, en María del Valle GÓMEZ DE TERREROS GUARDIOLA (ed.): La arquitectura de las órdenes militares en Andalucía. Conservación y restauración. Huelva: Universidad, 2011, pp. 123-218.

PEINADO SANTAELLA, Rafael Gerardo: La Orden de Santiago en Andalucía (1478-1515). Tesis Doctoral. Apéndices documentales. Granada, 1979.

VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael y GARCÍA SERRANO, Rafael: “Relación de los pueblos de Jaén, ordenadas por Felipe II”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 88-89 (1976), pp. 9-304.

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SILES EN EL SIGLO XVI: POBLACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD DE UNA VILLA DE LA SIERRA DE SEGURA

Análisis de evolución demográfica y socioeconómica de la villa de Siles durante el siglo XVI, por Carlos Javier Garrido García.

 Acabo de publicar el artículo “Siles en el siglo XVI: población, economía y sociedad de una villa de la Sierra de Segura”, en la revista “Tiempos Modernos”, nº 35 (2017/2), pp. 30-47. Incluyo en esta entrada el resumen, introducción y conclusiones del mismo, incluyendo también el enlace para poder descargarlo completo en pdf.

Campanario de la Iglesia parroquial de Siles.

Resumen

Este artículo analiza la población, la economía y la sociedad de Siles, villa perteneciente a la Encomienda de Segura de la Sierra de la Orden Militar de Santiago, en el reino de Murcia, en el siglo XVI, y en la que, como en el resto de la Sierra de Segura, se produce un proceso de creciente polarización social a lo largo de la Edad Moderna.

Para ello, utilizamos fuentes documentales inéditas, aparte de las famosas Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575 y de las Ordenanzas del Común de 1580, procedentes del Archivo Histórico Nacional y del Archivo General de Simancas.

Estado de la cuestión y fuentes

El objetivo de este trabajo es realizar un estudio sobre la villa de Siles en el siglo XVI, un siglo que ha sido poco abordado hasta el momento en la historiografía comarcal.

Se cuenta con las magníficas tesis doctorales sobre la Orden de Santiago de Pedro Andrés Porras Arboledas y Miguel Rodríguez Llopis, aunque ambas están centradas en el siglo XV y primer cuarto del XVI, en el primer caso abarcando toda la Provincia de Castilla y en el segundo los territorios de la Orden en el reino de Murcia, por lo que esta última presenta un mayor grado de concreción para el ámbito que nos ocupa.

Aparte de estas obras, sólo hay que destacar, en el aspecto histórico, las ediciones y estudios de las Ordenanzas del Común de 1580, por Emilio de la Cruz Aguilar, y de las Relaciones de Felipe II de 1575, por Rafael Serrano y Luis Rafael Villegas, a lo que hay que unir el estudio sociodemográfico que sobre Santiago de la Espada han realizado el que suscribe y Francisco Bravo Palomares, y, en el artístico, un análisis sobre la arquitectura religiosa y militar en la comarca por María del Valle y María Gracia Gómez de Terreros.

También hay que citar dos publicaciones de historia local, debidas a Antonio Sánchez y Juan Pedro Muñoz, que, en general, no pasan para el siglo XVI de reproducir las respuestas de las Relaciones de Felipe II.

En este caso, voy a analizar la evolución demográfica, económica y social de la localidad a través de diversas fuentes.

La primera de ellas las ya citadas Relaciones y Ordenanzas del Común, que me servirán para establecer un marco general que voy a complementar con documentación inédita procedente del Archivo Histórico Nacional, caso de los libros de visitas de la Orden de Santiago, utilizados sobre todo para los datos de población, y del Archivo General de Simancas, donde se hallan diferentes averiguaciones de vecindario y rentas de la localidad en su sección de Expedientes de Hacienda.

Estas averiguaciones se hicieron para controlar el cobro de las alcabalas, que eran el impuesto real que gravaba las compraventas, suponiendo un 10 % de su valor. Dado que su cobro era bastante complicado, la Corona decidió realizar un encabezamiento, es decir, calcular a cuanto podían ascender las compraventas en cada localidad y repartir el montante entre sus vecinos en función de su riqueza. Estos documentos aportan muchísima información, empezando por una cuantificación del vecindario y de las alcabalas y los diezmos, lo que se complementa con el reparto de la alcabala entre los vecinos en función de su riqueza, siendo así una fuente muy importante para estudiar la estructura social de la localidad.

Conclusiones

En el siglo XVI culmina un doble proceso, iniciado en el siglo XIV y acelerado gracias al desarrollo que llevó aparejado el fin de los condicionantes fronterizos tras la conquista del reino de Granada.

Por un lado, el enfrentamiento entre la villa de Segura, que controlaba una ganadería y explotación forestal vinculada con el exterior, y sus villas dependientes, en este caso Siles, con una economía basada en el aprovechamiento ganadero local, que es limitado por los intereses superiores segureños, asegurados definitivamente gracias a las Ordenanzas del Común de 1580. De este enfrentamiento sale derrotada la villa de Siles, que sufre, por otra parte, a finales de siglo una aguda crisis demográfica y económica como consecuencia de esa derrota.

Por otro lado, la creciente polarización social. Así, no podemos hablar de la villa como una comunidad igualitaria, sino que se acentúa la concentración de la riqueza y del poder en la élite de la misma, un reducido grupo de poco más de 10 familias que controlan el concejo local y la mayor parte de la riqueza. Esta situación, se irá agravando en el resto de la Edad Moderna y en la Edad Contemporánea, aunque eso, evidentemente, es otra Historia.

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EL FIN DE LA COMUNIDAD MORISCA EN EL REINO DE GRANADA: LA EXPULSIÓN DE 1584

Análisis de la expulsión de los moriscos del reino de Granada de 1584, que eliminó gran parte de los restos de la comunidad morisca presentes en ese reino tras la expulsión de 1570, a través del ejemplo de Guadix y su Tierra, por Carlos Javier Garrido García

Introducción

En 2002 publiqué el artículo “La expulsión de los moriscos del reino de Granada de1584. El caso de Guadix y su Tierra”, en la revista «Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam)«, nº 51, pp. 19-38.

Artesonado mudéjar de la Iglesia de Santiago de Guadix

La expulsión de los moriscos granadinos

Tras la derrota morisca en la rebelión de 1568-1570 la corona decidió que los mo­riscos fueran expulsados del Reino y sus propiedades fueran confiscadas. Sin embar­go, de esta primera expulsión escaparon muchos moriscos, bien con permiso de la coro­na o fruto de ocultaciones y retornos ilegales, lo que llevo al profesor Vincent a hablar de la permanencia de una comunidad morisca en el Reino entre 1570 y 1610, fecha de la última y definitiva expulsión. Sin embargo, el mismo autor consideró que esta comunidad se puede dar como definitivamente eliminada incluso antes, en 1585, fruto de la expulsión de 1584, ultima general antes del episodio final, y residual, de 1610.

Estado de la cuestión

Sin embargo, pese a la importancia de esta expulsión, los datos con que contábamos eran muy parciales, e incluso su valoración se veía menoscabada al considerarla como una simple consecuencia de decretos anteriores que ahora tenían su definitiva aplicación. Las primeras noticias sobre esta expulsión fueron aportadas por el hispanista francés Henri Lapeyre, habiendo sido seguidas por el ya citado Bernard Vin­cent, quien no aportó apenas más datos, tan solo el error de considerarla como una mera aplicación de los decretos de expulsión de 1576, 1578, 1579 y, sobre todo, 1581. La expulsión de 1584 supuso un importante cambio en la política de la corona, que pasó de unas medidas de represión y expul­sión limitadas a una de expulsión general y que afectó incluso a muchos de los moriscos que desde 1570 no habían sido inquietados, como los sujetos a administración o los mismos seises y oficiales.

Fuentes

Todo ello justificaba nuestro estudio de la expulsión, sirviendo como ejemplo el marco de la ciudad de Guadix y su Tierra, utilizando como fuentes, además de los legajos de Cámara de Castilla custodiados en el Archivo General de Simancas, otras fuentes antes no utilizadas, como los expedientes matrimoniales procedentes del Archivo Histórico Diocesano de Guadix. Con ello nos acercamos al análisis de una expulsión que barrió de manera definitiva la presencia morisca en el Reino, limitándola ahora a los pocos que consiguieron eludirla mediante su ocultación y a los que escaparon legalmente: unas miles de esclavas e hiladoras de seda y las familias moriscas colaboracionistas. Aunque como ha demostrado recientemente Enrique Soria Mesa los moriscos siguieron presentes en el reino de Granada en un grado mayor del que se había supuesto, lo cierto es que, en mi opinión, la ocultación y lo reducido de su número hicieron que sea del todo imposible hablar, después de 1584, de una “comunidad morisca” en el mismo.

Conclusiones del estudio

Como se demuestra en el artículo, la expulsión de 1584, lejos de tratarse de una expulsión “parcial” como dijo Henri Lapeyre o de una mera consecuencia de unos decretos anteriores incumplidos como estableció Bernard Vincent, constituye sin duda el fin definitivo de la presencia de una comunidad morisca en el Reino de Granada. Así, supuso la expulsión no sólo de los retornados ilegalmente y de los que mediante su ocultación habían evitado los decretos anteriores, sino que supuso la extensión de la medida a los restos de la comunidad que hasta entonces habían permanecido de manera legal, tales como seises, oficiales y menores sujetos a administración.

Debe hablarse, por tanto, de un punto de inflexión en la política de la Corona, ya no dispuesta a consentir la presencia de ningún tipo de moriscos en el Reino, excepción hecha de los colaboracionistas, de las esclavas moriscas y de unas cuantas hiladoras de seda, y no de una mera de aplicación de los decretos incumplidos de 1576, 1578, 1579 y 1581, que se referían solo a los retornados ilegalmente y a los varones adultos, tanto libres como cautivos. Por otra parte, y a falta de conocer el numero exacto y la identidad de los expulsados, podemos concluir que su incidencia fue muy alta, como dejan patentes tanto las protesta que provocó la medida en las autoridades locales como que muchas de las expulsadas hubieran de recurrir a contraer matrimonio con cristianos viejos para eludirla.

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RUTA POR EL GUADIX MORISCO

Ruta por el Guadix Morisco, realizada por Carlos Javier Garrido García los días 30 de septiembre y 29 de diciembre de 2017 dentro del programa de visitas guiadas «Pasea Guadix», organizado por el Ayuntamiento de Guadix y el Centro de Estudios «Pedro Suárez». En esta entrada publico la guía elaborada para la ruta, que puede ser descargada en pdf al final de la misma.

Fuente de Santa Ana, Guadix, 1568
Caño de Santa Ana de Guadix, con la heráldica de Carlos I y reformado en 1567.

Contexto histórico

La capitulación de Guadix ante los Reyes Católicos en diciembre de 1489 supuso que sus habitantes musulmanes pasaran al estatus “mudéjar”, es decir, que los nuevos súbditos de la corona castellana conservaran su religión, justicia y propiedades. Sin embargo, el intento de sublevación del verano de 1490 supuso su expulsión de la ciudad, quedando recluidos a partir de entones en la “Morería”, el actual barrio de Santa Ana, configurado como el arrabal más tardío de la ciudad musulmana en los siglos XIV/XV. La conversión obligatoria de los mudéjares en 1500 hizo que estos pasaran al estatus “morisco”, es decir, una población legalmente cristiana pero cuyo origen y lo forzoso de su conversión les hizo sufrir una fiscalidad diferente y una creciente presión aculturadora. Todo ello, junto con el deterioro progresivo de sus niveles de vida por la presión de las élites castellanas, determinó la sublevación de 1568-1571, saldada con su expulsión a otros reinos castellanos y, con ello, la entrada de Guadix y comarca en una larga crisis demográfica, económica y social.

Primera parada de la ruta: Arco de la Imagen

Portada en el camino a Fiñana y Almería de la segunda cerca de la ciudad, que quedó configurada en los siglos XIV/XV. Es el marco idóneo en la ruta para explicar la conquista de la ciudad, las capitulaciones y la sublevación de 1490, con sus consecuencias de repoblación y establecimiento de la Morería.

Segunda parada de la ruta: Placeta de los Pachecos

Toma su nombre de la familia Pacheco, que enlazó con las familias colaboracionistas de los Valle-Palacios y Abenaxara. En ella se sitúa el palacio de Hernán Valle de Palacios, descendiente de Abrahen Abenzeite, secretario del Zagal, incluyendo como propiedad privada la placeta, según su testamento de 1598. Es el marco idóneo en la ruta para explicar la organización institucional de la Morería, dirigida por el alguacil Hamete Uleylas y el consejo de notables de la aljama. Para controlar a esta última la Corona cuenta con los colaboracionistas, entre los que destacan las familias ya citadas.

Tercera parada de la ruta: Placeta de Santa Ana

En ella se sitúa la Iglesia Parroquial, datada en la primera mitad del siglo XVI, en la que destaca su portada, con heráldica de los Reyes Católicos y del primer obispo accitano tras la conquista, fray García de Quijada, y con decoración lombarda a imitación del castillo de la Calahorra. En el interior es de destacar el artesonado, obra de Bartolomé de Meneses en 1533; la lápida sepulcral de Hernán Valle de Palacios, fallecido en 1598; y su archivo, que cuenta con las series parroquiales más antiguas de la ciudad, iniciadas en 1539. En la placeta destaca también el Caño, con heráldica de Carlos V y, posteriormente, de la ciudad y del corregidor Miguel de Texeda, añadidas cuando es remodelado en 1567, un año antes de que estallara la rebelión morisca. Es el marco adecuado en la ruta para explicar la conversión forzada de 1500 y la política aculturadora que se pone en marcha y que pasa progresivamente de las medidas de conversión pacífica al genocidio cultural.

Cuarta parada de la ruta: Placeta de las Islas

Toma su nombre de la familia Isla, jurados de la ciudad entre los siglos XVII y XVIII, cuyo palacete se sitúa junto al callejón de los Morales. Es el marco adecuado en la ruta para explicar la evolución demográfica y socioeconómica de la población morisca entre 1500 y 1570, marcada por el hacinamiento y crecimiento demográfico y un empobrecimiento progresivo, lo que da origen al nacimiento del barrio de cuevas.

 Quinta parada de la ruta: Placeta del Osario

Solar del antiguo macaber o cementerio de la ciudad musulmana, junto a ella se sitúa el barrio de cuevas de San Marcos, ya citado en el Sínodo de 1554 realizado por el obispo Martín de Ayala y para cuyo control religioso existió en 1560 el proyecto de crear una nueva parroquia en la zona del Chorro Gordo: la de San Torcuato. Lugar adecuado en la ruta para simbolizar la muerte del Guadix morisco, a partir de 1570 con la expulsión, y de la misma ciudad en su conjunto, pasando buena parte de su población a vivir “enterrada en vida” en los marginales y crecientes barrios de cuevas.

Para descargar la guía de la ruta en pdf, pulse aquí: Pasea Morisco

LAS ESCLAVAS MORISCAS Y SU MAYOR COTIZACIÓN EN EL MERCADO DEBIDO A SU EXPLOTACIÓN LABORAL Y SEXUAL

Esclavas moriscas: resumen de la ponencia “Las esclavas moriscas de Guadix y su Tierra tras la rebelión de 1568: explotación laboral y sexual”, realizada por Carlos Javier Garrido García en el Simposio “Género, hogares y trabajo en la España meridional (1500-1850)”, celebrado de Guadix los días 22-23 de junio de 2017 y organizado por la Universidad de Granada. Posteriormente, ha sido publicada como artículo en el nº 6 de la revista «eHumanista/Conversos«.

«Traje de casa de las mujeres y niñas moriscas de Granada». Dibujo de Christoph Weiditz (1529)

La rebelión de los moriscos (1568-1571)

La rebelión morisca iniciada en el reino de Granada en la navidad de 1568 hunde sus raíces en la cada vez más intensa explotación económica y presión aculturadora que despliegan los castellanos sobre la población morisca.

Las consecuencias de dicha sublevación fueron la expulsión de los llamados “moriscos de paces”, que no se habían sublevado, y la esclavitud de la población sublevada que fue capturada. La fundamentación jurídica para esto último se basaba en las Partidas, que legalizaban la esclavitud de los prisioneros de guerra infieles, los bandos de las autoridades locales y, finalmente, la decisión real de 1569. Esta última entendía que los moriscos habían apostatado con su rebelión de un cristianismo siempre fingido, por lo que eran susceptibles de ser esclavizados. La única limitación serían los niños menores de 10 años y medio y las niñas menores de 9 años y medio, que pasarían a estar en administración de una familia de cristianos viejos hasta cumplir los 20 años.

Como consecuencia de todo ello, los mercados esclavistas del reino de Granada registraron un enorme volumen de actividad. Entre ellos destacó el de la ciudad de Guadix, una de las principales del reino (sede de corregimiento y obispado) y que ocupó un lugar central en la retaguardia castellana, siendo su estudio objeto de mi tesis doctoral.

El mercado esclavista de Guadix

Se ha calculado que en la guerra fueron esclavizadas unas 30.000 personas de origen morisco, 6.000 de ellas con participación de tropas accitanas. En Guadix, entre 1569 y 1578, se registró la compraventa de 1.470 personas, de ellas 1.402 de origen morisco, concentrándose las operaciones entre 1569 y 1571 (1.363 personas).

Este elevado volumen de personas esclavizadas en el reino de Granada fue descendiendo de manera rápida, quedando en 1580 en el mismo sólo 5.611, incluyendo a menores en administración, 284 de ellas en Guadix y su Tierra. Este descenso se explica por los decretos de expulsión de los esclavos varones al ser considerados peligrosos por su reciente rebelión, a la exportación a otros mercados buscando una mayor cotización (especialmente el Valle del Guadalquivir y Levante), las liberaciones, las limitaciones a eclesiásticos en la posesión de esclavas jóvenes y a una dinámica natural regresiva.

Objetivos de la ponencia

Mi objetivo es explicar la mayor cotización de las esclavas moriscas frente a los esclavos de dicha etnia pese a su mayor oferta a través de su explotación sexual y laboral.

Predominio femenino en el colectivo de personas esclavizadas de origen morisco

De las 1.402 personas de origen morisco objeto de compraventa en Guadix entre 1569 y 1578 el 58 % eran mujeres. Este predominio femenino se debe a la captura de numerosa población no beligerante en las acciones de saqueo, a los decretos de expulsión de los esclavos varones y al carácter “doméstico” de la esclavitud granadina.

El debate sobre el mayor precio de las esclavas

La historiografía había venido explicando la mayor cotización de las esclavas frente a los esclavos en la explotación sexual, la esclavitud de sus hijos, la mayor “docilidad” de las mujeres, su mayor esperanza de vida y el carácter “doméstico” de la esclavitud mediterránea. En este último caso, se tenía una visión restringida del trabajo doméstico, que lo equiparaba a las tareas del hogar, esencialmente femeninas según la mentalidad de género de la época.

Frente a esta visión tradicional, Aurelia Martín Casares indicó como razones de la mayor cotización femenina el mayor consumo de mujeres en los mercados africanos y la mayor productividad de las esclavas por su versatilidad, negando la importancia de la explotación sexual y de la reproducción, denunciando mentalidades machistas en los investigadores.

Estas afirmaciones, que comparto en el primer caso, limitado a la población esclavizada de origen negroafricano y berberisco, fueron objeto de crítica en mi tesis doctoral. En primer lugar, hay que tener en cuenta que la época funcionaba según parámetros sexistas, por lo que no se entiende una crítica al machismo de los investigadores que sólo sería válida en el caso de que en la sociedad del siglo XVI hubiera predominado una igualdad de género. Por otra parte, se constata un mayor precio de los esclavos frente a las esclavas cuando se trata de una esclavitud menos “doméstica” y más dirigida a los sectores tradicionalmente considerados como “productivos”. Además, en cuanto a la explotación sexual, el número de nacimientos ilegítimos era bastante elevado y las malas condiciones de vida de las esclavas y las múltiples formas de dicha explotación explican que la correlación entre ella y la natalidad ilegítima no fuera tan directamente proporcional. Finalmente, hay que tener en cuenta que las diferencias de cotización entre hombres y mujeres disminuían en las edades infantil y anciana, que las esclavas acompañadas por niños y preñadas eran más cotizadas que el resto y lo ilustrativo que es la comparación con el caso de las criadas libres.

Algunos datos ilustrativos

Como muestra de la importancia de los nacimientos ilegítimos, en la Parroquia del Sagrario de Guadix, en torno al 9 % de los bautismos entre 1569 y 1599 son de personas esclavizadas. De los 72 bautismos de este tipo registrados, 54 eran hijos ilegítimos de madre esclava.

En cuanto a los precios, en primer lugar entre 1569 y 1571 las esclavas moriscas vendidas en solitario en Guadix alcanzan un precio medio de 22.629 maravedíes, las preñadas 22.687 y las acompañadas por un hijo menor de edad 33.290. En segundo lugar, el porcentaje que supone, el precio medio de los hombres con respecto al de las mujeres varía mucho según el grupo de edad. Así, en el de 0-9 años es del 94 %, en el de 10-19 años del 65 %, el de 20-29 años del 50 %, el de 30-39 años del 72 %, el de 40-49 años del 73 %, el de 50-59 años del 95 % y el de 60-69 años del 112 %, quedando claro que la mayor diferencia de precio se localiza en las edades más fértiles y sexualmente atractivas.

Criadas y esclavas

Comparando el caso de las esclavas con el de las criadas libres queda patente una aparente contradicción, ya que mientras las primeras son más cotizadas que los esclavos, los criados reciben salarios mucho más altos que las criadas. Evidentemente, la explotación laboral sería similar en ambos casos, por lo que la diferencia debe provenir de lo que las diferencia a ambas, que no es sino su situación jurídica. En este sentido, la absoluta dependencia jurídica de las esclavas posibilitaba una mayor explotación sexual y aumentaba la importancia de su “docilidad”.

La explotación sexual de las esclavas

Los nacimientos ilegítimos de madre esclava eran fruto de la explotación sexual de sus amos, pero también de las dificultades de las esclavas para establecer estructuras familiares, por lo que eran frecuentes sus amancebamientos con esclavos o estratos bajos del estado llano como criados.

En cuanto al debate sobre el carácter forzoso o voluntario de las relaciones amo-esclava y pese a la múltiple casuística, coincido con la profesora Martín Casares en considerar que donde hay sometimiento no puede haber voluntariedad.

Las causas de la explotación sexual serían el interés económico de los amos (esclavitud de los hijos, casos de prostitución), la subordinación total al amo, el predominio de mentalidades machistas y la presión contrarreformista contra los denominados “pecados públicos” como el amancebamiento.

Los indicios de esta explotación sexual son numerosos: el ya citado elevado número de nacimientos ilegítimos de madre esclava, los pleitos de la Audiencia Episcopal de Guadix estudiados en mi tesis y las denuncias existentes en los sínodos diocesanos de Sevilla de 1572 y 1586 y de Badajoz de 1671.

La explotación laboral de las esclavas: una esclavitud “doméstica”

Hay que partir de una concepción del servicio doméstico en la época como una actividad polivalente y carente de especialización en el ámbito familiar, principal unidad de producción de la época. Así, incluía el cuidado del hogar y de la familia, pero también actividades del núcleo familiar en la agricultura, la artesanía o el comercio. En cualquier caso, la mentalidad de la época hacía que se considerara como actividad principal las labores domésticas, consideradas esencialmente femeninas.

Distribución sexual de las tareas

Las actividades laborales se distribuían por sexos según los parámetros de género imperantes en la época. Hay que tener en cuanta, en todo caso, que la asignación de una tarea como principal no evitaba la participación en otras actividades de manera secundaria.

La distribución sexual consistente en actividades agrarias, artesanales, comerciales, etc. de los esclavos y en labores domésticas de las esclavas queda confirmada documentalmente en los casos del ducado de Medina Sidonia estudiado por Ladero Quesada, el de las Minas de Guadalcanal y Lisboa por Alessandro Stella y Bernard Vincent y las alegaciones hechas por los propietarios de esclavos moriscos para evitar su expulsión del reino de Granada a partir de 1570.

Lo anterior no evita que las esclavas moriscas participaran en actividades agrarias y artesanales, destacando en este caso la industria sericícola, pero siempre con un carácter secundario y contando con las limitaciones a la salida del domicilio de las mujeres, fueran estas libres o esclavas.

Conclusiones

El mayor precio de las esclavas pese a su mayor oferta se debió a su explotación sexual y al carácter “doméstico” de la esclavitud granadina, En el caso de la población esclavizada de origen morisco y berberisco hay que tener también en cuenta los decretos de expulsión de los esclavos varones y la importancia de la “docilidad” teniendo en cuenta la reciente rebelión y el problema de los monfíes.

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MINORÍAS MARGINADAS EN LA SIERRA DE SEGURA DURANTE LOS SIGLOS XVI Y XVII: MORISCOS Y ESCLAVOS

Análisis de dos de las principales minorías marginadas (moriscos y esclavos) existentes en la Sierra de Segura entre los siglos XVI y XVII

INTRODUCCIÓN

Historia social

La Historia tradicional, hasta fechas recientes, había estado muy centrada en el análisis de los grandes procesos políticos, económicos y sociales que habían afectado al devenir de la Humanidad, prestando especial atención a la historia de las élites, que se suponían dirigían todos esos procesos, y marginando a la mayoría social que los sufría y cuya presión a veces los motivaba. Ello empezó a cambiar a finales del siglo XIX con la historiografía marxista y con la eclosión de la Historia Social, representada a principios del siglo XX por la llamada “Escuela de Annales”, gracias a la cual la historia del común de la población, y, dentro de ella, de los grupos marginales empezó a ser considerada como algo digno de ser historiado y, de hecho, en centro de atención historiográfica preferente.

Sierra de Segura

En esta ocasión, pretendo aportar noticias sobre dos grupos marginales presentes en los siglos XVI y XVII en la Sierra de Segura: moriscos y esclavos. Para ello, utilizo algunas referencias bibliográficas y el análisis del libro 1 de Bautismos de la parroquia de Santiago de la Espada, que abarca de 1589 a 1639, aunque los datos anteriores a 1615 son bastante fragmentarios.

Marginalidad

En cuanto al concepto de marginalidad a finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, hay que tener en cuenta que el surgimiento de los Estados-Nación en esa época, junto con el desarrollo del capitalismo y los descubrimientos geográficos, supusieron el desarrollo cada vez más fuerte de discursos de la diferencia, que en el caso de España empezaban a marcar claramente la diferencia entre el español y el elemento alógeno. Los elementos que podían significar que un determinado grupo acabara considerándose como al margen de la sociedad de la época eran muy variados, destacando la etnia, la religión o la situación socioeconómica (RUIZ, pp. 105-129).

Dentro de los variados grupos marginales de la época moderna peninsular, destacaron básicamente dos: los moriscos, marginados por sus características étnico-religiosas, y los esclavos, por las socioeconómicas, aunque con un origen igualmente étnico-religioso.

MORISCOS

Reconquista

El proceso de “reconquista” llevado a cabo por los reino cristianos a costa del Al-Andalus musulmán supuso que numerosas comunidades islámicas quedaran dentro de aquellos, pasando así al estatus mudéjar, que les permitió mantener sus leyes, religión, propiedades y costumbres. Este fue también el caso de la Encomienda de la Orden de Santiago de Segura de la Sierra, en la que la conquista castellana desarrollada a principios del siglo XIII supuso el mantenimiento de numerosas aldeas mudéjares dependientes de la villa de Segura y de las aldeas cristianas de ella dependientes. Sin embargo, la emigración hacia el último reino peninsular existente, el de Granada, y el fracasado intento de sublevación de 1264 determinó la desaparición de estas aldeas mudéjares en la zona que nos ocupa (RODRÍGUEZ LLOPIS, pp. 49-59).

Torre del Homenaje del Castillo de Segura de la Sierra

Moriscos del reino de Granada

El  último reino musulmán en ser ocupado fue el de Granada, conquista que culminó en 1492, año en el que los Reyes Católicos inician su política de uniformización religiosa con la conversión o expulsión de los judíos. Tal política terminó por afectar también a los mudéjares castellanos, obligados a la conversión en 1500-1502. De este modo la población mudéjar pasa al estatus morisco, es decir, se convertían de derecho en cristianos pero de hecho seguían marginados por su origen musulmán, lo que explica hechos como la fiscalidad diferencial a que fueron sometidos. Por otra parte, la conversión obligatoria y en masa determinó que los ahora moriscos siguieran manteniendo gran parte de sus creencias religiosas musulmanas, estrechamente unidas a sus prácticas culturales, dando lugar al llamado criptoislamismo: cristianos en lo exterior que en el ámbito privado seguían manteniendo sus prácticas ancestrales. Frente a ello, las autoridades civiles y religiosas castellanas pusieron en marcha una política cada vez más intensa de aculturación, lo que unido a la cada vez mayor presión socioeconómica a que eran sometidos, determinaron el estallido de la rebelión morisca en el reino de Granada entre 1568 y 1571. Una de sus consecuencias fue la expulsión de los moriscos granadinos a otros reinos castellanos, entre ellos los de Murcia y Jaén (para el tema morisco véase DOMINGUEZ ORTIZ y VINCENT, in extenso).

Moriscos en la Sierra de Segura

Es ahora cuando el problema morisco vuelve a afectar a la Sierra de Segura. En principio parece que no se asentaron ningunos moriscos expulsados en esta zona, ya que en el registro de 1581 no se citan, constando tan solo el asentamiento en zonas cercanas como Villanueva del Arzobispo con 116 moriscos, Villacarrillo con 74, Sorihuela del Guadalimar con 36, Iznatoraf con 54 y Hellín con 144 (LAPEYRE, p. 150 y 154). Sin embargo, en 1610 ya hay registradas 74 personas de origen morisco en Segura de la Sierra, lo que coincide con el acusado descenso de los moriscos presentes en algunas localidades de su contorno, lo que mostraría un fuerte movimiento emigratorio hacia la Sierra de Segura, zona en expansión socioeconómica y demográfica en el siglo XVI. Así, para entonces en Villanueva del Arzobispo había 58 moriscos y en Sorihuela del Guadalimar 12 (LAPEYRE, p. 180)

Las 74 personas asentadas en Segura de la Sierra, no sólo lo hacían en esta localidad, sino también en las villas y aldeas de ella dependientes. Este era el caso de Santiago de la Espada, entonces Puebla de Santiago, en la que a través del análisis de sus registros parroquiales hemos localizado a una de estas familias moriscas. Se trata de la formada por Diego Martínez y María Rodríguez, que en 1590 bautizaron a su hijo Diego y en 1593 a su hija Ysabel (ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTIAGO DE LA ESPADA, Libro 1º de Bautismos, partidas de 8/11/1590 y 8/10/1593).

La expulsión de los moriscos

Finalmente, la población morisca fue expulsada de la península a partir de 1609 por Felipe III, justificando la medida en la inasimilidad del colectivo a la cristiandad y el peligro que suponía mantener en el reino a una población que era aliada potencial de los enemigos berberiscos y turcos de la misma. La expulsión de los moriscos andaluces y murcianos fue decretada en enero de 1610 pero se encontró desde el principio con la oposición no sólo de los moriscos sino también de las élites castellanas que estaban interesadas en mantener esa mano de obra. Esto hizo que los comisarios de la expulsión tuvieran muchas dificultades para llevar a cabo su cometido, como fue el caso del licenciado Toledano, encargado de reunir para su expulsión a los moriscos de Segura de la Sierra y su distrito, que incluía a las villas de Yeste, Hornos, Siles, Albanchez y Santiago de la Espada. Así, en carta dirigida al marqués de San Germán, dirigente de las tareas de expulsión, el 8 de febrero de 1610 desde Segura de la Sierra, reconocía que por entonces aún no había conseguido reunir las 24 familias y 75 personas que conformaban la población morisca de su demarcación, solicitando ayuda (LOMÁS CORTÉS, p. 280). De hecho, según informe del conde de Salazar de enero de 1611 todavía quedaban en el partido de Segura de la Sierra 32 casas de moriscos, ya que “yendo marchándose para Cartagena los embargó el Vicario general de Yeste diziendo que tenían todos presentados ynformaçiones de buenos cristianos” (LAPEYRE, p. 282), informaciones estas que fueron una de las estrategias moriscas para evitar la expulsión.

Desconozco si al final lograron permanecer en España o no, lo cierto es que en los registros parroquiales de Santiago de la Espada ya no consta la existencia de ningún morisco en la localidad.

 ESCLAVOS

La esclavitud en la España moderna

La esclavitud era una de las situaciones de marginación más extrema, ya que suponía la pérdida de la consideración de persona para pasar a la de animal o cosa objeto de propiedad privada. Desde inicios de la Edad Media dos eran básicamente las causas para que una persona se convirtiera en esclava: nacer de madre esclava, ya que la esclavitud se heredaba matrilinealmente, o haber sido capturado en una guerra, perdonándole la vida a los prisioneros a cambio de su esclavitud, situación esta última reservada para los infieles ajenos al cristianismo.

La esclavitud había pervivido en la Península Ibérica a lo largo de la Edad Media gracias al enfrentamiento con los musulmanes en la “reconquista”, durante la cual numerosos vencidos fueron sometidos a esclavitud. Sin embargo, el máximo auge de la institución en Castilla se alcanzó en el siglo XVI y primera mitad del siglo XVII, ya que la “reconquista” continuó en el norte de África, la incorporación de Portugal a la monarquía hispánica en 1580 facilitó la entrada de esclavos negroafricanos y conflictos interiores, como la rebelión morisca granadina de 1568-1571, supusieron la entrada en esclavitud de elevados contingentes de personas. En cualquier caso, la esclavitud de la época está caracterizada por ser básicamente un fenómeno urbano y por su carácter doméstico, entendiendo por casa no solo una unidad familiar, sino también de producción, en la que las personas esclavizadas fueron ampliamente explotadas, no solo en el ámbito laboral, sino también, en el caso de las esclavas, en el sexual. Esto último supuso la existencia de numerosos abusos por parte de sus amos y su entorno, a lo que hay que añadir el mantenimiento de relaciones ilegitimas por las dificultades de acceder al matrimonio, de ahí el elevado número de nacimientos ilegítimos de madre esclava que se registran en la época (sobre la esclavitud en la Península Ibérica en la Edad Moderna una buena síntesis es la de VINCENT).

Esclavitud en la Sierra de Segura

Ya he indicado que la esclavitud fue un fenómeno básicamente urbano, lo que no quiere decir que estuvieran ausentes en el medio rural. Este es el caso de la Sierra de Segura.

Por un lado, tropas de la encomienda de Segura participaron en la represión de la rebelión morisca granadina de 1568-1571, en la que los sublevados capturados fueron sometidos a esclavitud pese a su teórico cristianismo, ya que se consideraba que habían apostatado del mismo y habían cometido delito de “lesa majestad” contra Dios y el rey. Así, encontramos a dos vecinos de Segura de la Sierra participando en el mercado esclavista de Guadix vendiendo sus capturas en la guerra. Este fue el caso de Luis Márquez, vecino de Segura de la Sierra y sargento de la compañía de Cristóbal de Ezpeleta del Tercio de don Lope de Figueroa, que entre abril y mayo de 1571 vendió en Guadix tres esclavas morisca llamadas Ángela de 30 años, Leonor de 20 y Ángela de 24 por un total de 85’5 ducados, y también el de Juan Rodríguez, vecino de la misma localidad serrana, que en mayo de ese año vendió, en unión de un vecino de Algarrobilla, un esclavo morisco de 14 años llamado Alonso por 30 ducados (GARRIDO GARCÍA, pp. 595, 599 y 608).

Seguramente, algunos esclavos moriscos acabaron siendo traídos a la Sierra de Segura por los vecinos de la zona que actuaron en la guerra. En cualquier caso, en los registros parroquiales de bautismo de Santiago de la Espada de finales del siglo XVI no hay ninguna partida referente a personas esclavizadas. Hay que tener en cuenta que el número de personas esclavizadas de origen morisco descendió de manera acusada a finales del siglo XVI por las frecuentes liberaciones gracias a la solidaridad familiar morisca y a una dinámica natural regresiva.

No sucede así en el siglo XVII. En Santiago de la Espada se registran entre 1615 y 1638 siete bautismos de personas esclavizadas, lo que supone el 0’8 % del total de bautismos del periodo, que asciende a 878 (ARCHIVO PARROQUIAL DE SANTIAGO DE LA ESPADA, Libro 1º de Bautismos). Nada podemos decir acerca de su origen o etnia, ya que las fuentes no los citan, aunque en todo caso destaca el hecho de que en todos los casos menos en uno se trata de hijos ilegítimos de madre esclava, producto de la explotación sexual a que ya hemos aludido. Entre los propietarios, generalmente pertenecientes a las élites, destaca el regidor Diego Pérez. Las partidas son las siguientes:

  • 12/4/1618: bautismo de Juan, hijo de Madalena, esclava de Diego Pérez.
  • 24/8/1620: bautismo de María, hija de Ana, esclava de Fernando Martínez.
  • 19/3/1622: bautismo de Francisco, esclavo de Diego Pérez.
  • 9/10/1627: bautismo de Francisco, hijo de Madalena, esclava de Diego Pérez Bellón.
  • 14/3/1631: bautismo de Gregoria, hija de Beatriz, esclava de Bartolomé Sánchez.
  • 16/7/1634: bautismo de Juan, hijo de Ysabel, esclava, fueron sus compadres Francisco Martínez, regidor, y su mujer Mari González.
  • 7/11/1638: bautismo de Juan, hijo de María de la Cruz, esclava, y de padre desconocido.

 BIBLIOGRAFÍA

  • DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio y VINCENT, Bernard: Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría. Madrid: Revista de Occidente, 1979.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: La esclavitud en el reino de Granada en el último tercio del siglo XVI. El caso de Guadix y su Tierra. Tesis doctoral. Granada: Universidad de Granada, 2012.
  • LAPEYRE, Henri: Geografía de la España morisca. Valencia: Universidades de Valencia, Zaragoza y Granada, 2009 (1ª edición en francés, 1959).
  • LOMAS CORTES, Manuel: El proceso de expulsión de los moriscos de España (1609-1614). Valencia: Universidades de Valencia, Zaragoza y Granada, 2016 (1ª edición, 2011).
  • RODRÍGUEZ LLOPIS, Miguel: Señoríos y feudalismo en el reino de Murcia. Los dominios de la Orden de Santiago entre 1440 y 1515. Murcia: Universidad de Murcia, 1986.
  • RUIZ, Teófilo F.: Historia social de España, 1400-1600. Barcelona: Crítica, 2002.
  • VINCENT, Bernard: “La esclavitud en el Mediterráneo occidental (siglos XV-XVIII)”, en MARTÍNEZ TORRES, José Antonio (coord.): Circulación e intercambios comerciales en el Mediterráneo y en el Atlántico (siglos XVI, XVII, XVIII). Madrid: CSIC, 2008, pp. 39-64.

 

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MORISCO SLAVERY IN THE KINGDOM OF GRANADA

Morisco slavery, written by Carlos Javier Garrido García

I defended my PhD thesis named «Slavery in the kingdom of Granada in the last third of 16th century: the case of Guadix and its land», on 12nd January 2012, in the University of Granada. Directed by Manuel Barrios Aguilera, I obtained a distinction grade cum laude. Below, I will explain a small overview of the PhD thesis and I will provide the web links to consult the fully text.

The slavery in early modern Spain

The slavery, which had its golden epoch in Roman Empire to the point of configuring a society in which the economy depended principally on the slaves’ works, experienced a general setback in Middle Ages, slavery maintained its importance just in Italian and Iberian Peninsula, mainly, thanks to the conflicts with Islam in the slavery core and North Africa which provoked that many people were forced to enslave because of their religious belief.

In the case of Iberian Peninsula, the slavery was reinforced at the end of Middle Ages and at the beginning of the Modern Age, on the one hand, by Portuguese discoveries in the coast of Africa, which generated a new source of people who were enslaved, an occurrence known as the black slave trade and, on the other hand, because of the end of Reconquest, the conquest of Granada kingdom and the immediate expansion of the Castilian people to Africa.

The slavery achieved a remarkable importance in Portugal as well as in the south and Mediterranean areas of the kingdom of Castille and Aragon, although, in this case, slavery did not achieve to configure a society made up of slaves as it happened in Antiquity. In the case of Castille, the slavery phenomenon will achieve its paroxysm in the last third of 16th century, on the one hand, thanks to the inclusion of Hispanic Monarchy of the kingdom of Portugal, which favoured the supplying of dark-skinned african slaves and on the other hand, thanks to Islam confrontations happened in the Mediterranean Sea, such as north-african prisoners, mainly in Melilla and Oran, as well as in the Peninsule, as a consequence of the morisco rebellion from Granada in 1568-1571

The uprising of Morisco people from Granada: the slavery

At Christmas in 1568, the uprising of Morisco people from Granada kingdom was originally initiated in Las Alpujarras, and it will be spread to the different towns from that area in the following two years. This uprising, which was the result to the extent of the more and more intense economic exploitation of the minority that old Christian carried out, and it was also due to the sharpening of the pressure exerted on people to become cristianized, it means that, the uprising was an obvious verification of the total failure in integrated politics that were carried out by the Crown since their forced speeches in 1500. An immediate consequence was, on the one hand, the murder of old Christian, in the side of Morisco people, especially ecclesiastics and desecration of churches; and on the side of old Christians the consequence was Morisco enslavement, most of all in their non-belligerent sector, women and children.

These enslavements and its immediate insertion in the market produced a strong debate in high stages of politicians and ecclesiastics proceedings of the Crown. In fact, forcing people to become in slaves in case of a war was a measure that was imposed for those infidel people and de iure,moriscos were Christian since year 1500. However, in March of the year 1569, the monarch made an important decision after consulting his theologians, morisco population could be enslaved if they commit an offense of divine or human lese majeste, that is, revolting against the Crown and God, in this last sense, it means that they had always faked their Christianism belief. The only limitation was to take the norm that boys under 10 years and a half and girls under 9 years and a half wouldn’t be considered as slaves but they would be part of the old Christian administration so that they could be educated in faith and Castilian culture, so they would be free from any link when they are 20 years old.

Morisco slaves: quantifying and evolution

It has been estimated that over 25.000 morisco people were enslaved during the war. Nevertheless, in recent investigations it has been demonstrated that most of those people were exported out the kingdom. This fact, in addition to the numerous liberations and a high mortality rate, would explain that there were few morisco slaves left in the kingdom of Granada, as well as in the different kingdoms from the Crown at the end of 16th century. Once that these people were released after having been subdued to slavery, they would suffer the consequences of both expulsions in the kingdom of Granada between 1570 and 1584 and the general expulsion in 1609-1614. In fact, some Moriscos who stayed in the kingdom suffered what was considerated as a main objective of the slavery by Professor Phillips: the incorporation of a population which was strange at the beginning so it was introducing in the society through a violent action. It could be considered that the enslavement during the uprising was the last attempt of introducing in Granada a population that had resisted to be slaves for almost 70 years so that, when the war broke out, Castilian people changed their mind and thought the kingdom of Granada and its population were still related to Islam religion so, it was a piece of land to be conquered.

Morisco slavery is considered a source of capitalization to repopulate Granada

On the other hand, the kingdom of Granada became in a seat for an important market of slaves, it was the result of the enslavement, which generated a lot of profits, made during the war in Granada kingdom. It was essential for later reconstruction of the area andto consolidate elites for the new society that was repopulated since the profits of the market had an impact on a part of the population of kingdom that was established because of the first repopulation at the end of 15th century.

The slaves market in Guadix

One of the main centres of this market was Guadix, since it was one of the main cities in Granada Kingdom, a seat of a jurisdiction of a corregidor that was extended along the east part of the kingdom and it was also one of the four episcopal seats that was founded in the same place after Castilians conquest. Besides, this market had an important function during the war in the rearguard of castilian military operations, as well as its proximity with the place where they fought, what provoked a high incidence rate of moorish slavery in the city.

Chapters in this thesis

Methodology and sources

In first chapter, I broach the methodology I have adopted and the sources that have been used in the process, which include a wide variety, such as notarial, parochial, judicial, inquisitorial, civil administration and investigation files sources.

Historic framework

In second chapter, I analyse the historic framework in which the slavery is going to be developed in Guadix and its Land in the last third of 16th century.  Thus, I broach the historical evolution between 1489, when the area was conquered by Catholic Kings, and 1630, when historiography considered the repopulation of the kingdom was concluded, after morisco expulsion.   In addition, firstly, I study the slavery in that area before 1568 to understand morisco slavery in its historical background, so, it’s necessary to consider the attitude of morisco people in the presence of slavery and the checking of slaves’ presence in the city through parochial sources.

Secondly, it must be taken the development of morisco revolution in 1568-1571 in Guadix and its land as an essential point to understand massive enslavements that were produced at that time and how the old Christian society, which was really affected by this conflict and the following expulsion of the extended morisco population, could face that situation.

The debate about moriscos enslavement and the control of enslaved population

In third chapter, I analyse the debate and control which was made because of the spoils of war that were obtained during the morisco uprising. I start analysing the debate about morisco slavery who were arrested during the war until it was taken a real final decision in March 1569, when it was penalized adults enslavement and how unfulfillment of expulsion public announcements was another consequence to the beginning of slavery, however, this fact was less extended than the other consequence of having stirred up against the Crown and having apostatized the Christian religion.

Following that, I try to approximate to the high volume of people who were enslaved in Guadix during the morisco uprising, using either the Mármol Carvajal chronicle and registers which the jurisdiction of the corregidor from Guadix carries through to control and distribute it. In fact, the arrest of morisco population during the conflict was the beginning of a process controlled by civil and military authorities which started with the arrests register, which was trusted to third persons, and finally, its distribution.

Evolution and distribution of slaved population in Guadix and its Land

In fourth chapter, I analyse the evolution and distribution of slaved population in Guadix and its Land in the last third part of 16th century. The arrests during the morisco uprising were many in the area, added to the redistributing nature of Guadix during the war since the city was used as rearguard zone by christian troops. However, as it occurred in the rest of Spain, the volume of morisco slaves was decreasing constantly.

And with Guadix and its Land, I verify how this reduction of morisco slaves was possible thanks to overseas exportation, expulsion decrees of male morisco slaves, problems which ecclesiastical authorities set out to the ecclesiastic and single ignorant possession of women slaves in their reproductive years, many liberations and a natural dynamic that was clearly regressive.   In that way, census datum from 1580 are very clarifying to this drop of morisco slaves which continues until the end of the century.

In addition, I study in this chapter the evolution and distribution of slaved population in Guadix and its Land between 1569 and 1599 through the analysis of parochial sources, so it is confirmed that the phenomenon is predominantly concentrated in the Sagrario parish, in which civil and religious elite of the city was settled, whereas in those parishes in which middle class (Santiago and San Miguel), lower class settled in the new caves neighbourhood (Santa María Magdalena) and new inhabitants who replace morisco population (Santa Ana) predominated, the number of people was much lower, as in the rural areas which were analysed such as Gor, Huéneja and Alquife, are the only towns in the area that preserve parochial registers from the period mentioned.

The functioning of slave market in Guadix

The fifth chapter is about the functioning of slave market in Guadix between 1569 and 1578 through the buying and selling study. Once this evolution is analysed, I study market items, slaved people, per their volume, ethnicity, gender, age, origin, names and surnames, as well as actors in the market, such as sellers, buyers and owners. Furthermore, I add an analysis of prices about its volume, evolution, variation per gender, age, ethnicity of slaves and taxation system.

Slavery life

In sixth chapter, I write about slavery life, studying life conditions of enslaved people, which were determined by marginalized society and lord treatment; their emotional life and reproductive ability were determined by sexual exploitation suffered by women slaves and by the cohabitation predominance opposite to matrimony: their piousness, which was very joined to syncretism phenomenon, witchcraft and magic, and «criptoislamismo», it means that morisco people didn’t use to show their real religious belief in public; and, finally, their labor exploitation, that is the slavery used as a way of ostentation, it was a productive factor with economical profitability and a change instrument.

Freedom access and freed slave population

In seventh chapter, I write about the analysis of freedom access and freed slave population. I start with an analysis of the procedures to freedom access of slaves, then I continue with the study of the letters of «ahorría» (a person gets their freedom after the condition of slave) which were consented in Guadix between 1569 and 1578 and judicial access for freedom to morisco population who were illegally enslaved due to the fact of being minors or moorish who had never stirred up. Finally, I analyse the destiny of freed slaved population, which was very troubled by their slave past and racial and religious prejudices which were predominant at that epoch about racial purity.

Consequences of morisco slavery

In eighth and last chapter, to sum up, I set out some demographic and social hypothesis about the consequences of morisco slavery in Guadix and its Land, stressing on the importance of this phenomenon to understand the reinforcement of urban elites in Granada kingdom and the appearance of rural elites in repopulating areas.

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CENSOS PERPETUOS: RELACIONES DE PRODUCCIÓN ENTRE EL CAMPESINADO MORISCO Y LAS ÉLITES CATELLANAS EN EL REINO DE GRANADA

CENSOS PERPETUOS. Extracto del artículo “La explotación de los bienes rústicos de la Iglesia de Guadix en época morisca: el sistema de censos perpetuos” publicado en la revista Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam), nº 52 (2003), pp. 105-124, por Carlos Javier Garrido García.

 

Moriscos en Granada, grabado de Joris Hoefnagel (1564).

Introducción

Los estudios sobre el campo granadino en época morisca han conocido en los últimos años un fuerte auge. Sin embargo, este avance se ha producido con algunas limitaciones, destacando que las investigaciones se han centrado básicamente en los primeros años de la centuria (marcados por los repartimientos) y en la situación de la economía agraria en el momento de la expulsión de los moriscos (basándose en la ingente fuente que suponen los Libros de Apeo y Repartimiento), tratándose por tanto de dos fotos fijas de dos momentos importantes, aunque sabemos muy poco de la evolución de la agricultura granadina.

Por otra parte, las investigaciones se han centrado sobre todo en los aspectos relacionados con los estudios sobre parcelario, paisaje y sistemas de cultivo e irrigación, mientras que en el aspecto básico de las relaciones de producción generadas los estudios han sido bastante parcos y en muchos casos no han pasado de establecer la dicotomía entre propietarios castellanos y mano de obra morisca, sin ahondar en las formas de cesión de la tierra empleadas ni en su evolución a lo largo de la época morisca.

Este es precisamente el aspecto en el que voy a centrar a través del estudio de una de estas formas, la del censo perpetuo o enfitéutico, utilizando como ejemplo el caso de las propiedades rústicas de la Iglesia de Guadix y utilizando como fuente básica los amplios fondos conservados en el Archivo Histórico Diocesano de esa ciudad.

Estado de la cuestión

Propietarios castellanos y mano de obra morisca

Como estableciera el profesor Galán Sánchez, la práctica de la cesión a los mudéjares, y luego moriscos, de las tierras de los castellanos para su explotación venía a explicarse por la pérdida de tierras por despojo, por la aparición de propietarios castellanos (en su mayoría beneficiarios de mercedes reales) que no cultivaban directamente la tierra, por la lejanía entre la ubicación de las parcelas recibidas por los repobladores en los repartimientos y su residencia habitual y, finalmente, por la existencia de una fuerza de trabajo (los mudéjares, luego moriscos), que necesitaba de esas tierras para sobrevivir.

Pero no es sólo que existiera esa fuerza de trabajo, sino que también ésta era considerada por los propietarios castellanos como la mejor alternativa dado que su laboriosidad y conocimiento del medio y de los usos agrarios tradicionales les hacían más productivos y, por ende, más explotables.

Modalidades de cesión: arrendamientos y censos

Se estableció así una situación en la que las grandes clases dominantes urbanas controlaban la propiedad de una gran parte del terrazgo cultivado, siendo la renta fundiaria, en sus diversas modalidades, el principal sostén de su riqueza, poseyendo sus tierras en explotación indirecta, adoptando diversas formas, por un campesinado casi exclusivamente morisco que actuaba como arrendatario o censatario, lo que configuró unas relaciones sociales de producción basadas en el dominio de una minoría.

Esta situación, presente sobre todo en las zonas afectadas por los repartimientos subsiguientes a la conquista, se fue extendiendo durante la época mudéjar-morisca gracias a un proceso de acaparamiento de la propiedad de la tierra por parte de los castellanos, quedando los moriscos reducidos a la condición de censatarios, arrendatarios o simples jornaleros, un proceso de proletarización de la población morisca que se irá agudizando hasta el final de la época morisca y que, en buena medida, se debe tener en cuenta entre las causas del estallido bélico de 1568. Las formas de cesión de la tierra por parte de sus propietarios castellanos a sus cultivadores mudéjares-moriscos, fueron básicamente dos: el arrendamiento y el censo reservativo.

Arrendamientos

En cuanto a la primera, ésta fue la forma de cesión más empleada por los castellanos en la época mudéjar, sin duda como continuidad de la precedente época nazarí. Tal fue el caso de los bienes habices, que tanto en época nazarí como mudéjar eran arrendados por períodos de 4 años. Esta preeminencia del arrendamiento como forma de cesión en época mudéjar y también durante las primeras décadas de la época morisca queda también patente en los estudios del profesor Espinar Moreno basados en los protocolos notariales de Guadix, siendo los casos de cesión en perpetuo muy limitados y siempre centrados en unos bienes que, como las viñas y los morales, necesitaban de unos cuidados que, por la inestabilidad que daban los arrendamientos, sólo podían ser asegurados mediante los censos.

Censos

Sin embargo, el sistema de arrendamientos dejaba a los moriscos en una situación de desamparo e inseguridad, situación que se empezó a mitigar gracias al sistema de censos reservativos. Éstos consistían en una relación contractual perpetua (caso del censo perpetuo o enfitéutico) o a largo plazo (por 1, 2 ó 3 vidas) a través de la cual el propietario cedía el dominio útil de una finca a un cultivador mientras se reservaba la propiedad eminente sobre ella, comprometiéndose el censatario a pagar un precio fijo y, en ocasiones, también una serie de productos en especie.

Este sistema benefició al campesinado morisco, ya que le aseguraba el trabajo y los recursos necesarios en una situación de estabilidad a largo plazo. Sin embargo, también benefició a los propietarios castellanos, ya que les permitió asegurar sus rentas sin tener que negociar continuamente su colocación, con la contrapartida de que, al ser la renta fija, ésta se podía ver menoscabada en su valor efectivo en caso de un proceso inflacionista acusado.

Así pues, dada la coyuntura alcista que se experimenta en el siglo XVI, a partir de los años 20 de esa centuria se produjo un proceso de transformación de los censos perpetuos en censos por vidas e incluso en arrendamientos, para evitar la pérdida de renta ocasionada por la inflación, tal y como atestiguaban los estudios de los profesores Cabrillana y Muñoz Buendía para el caso de Almería y la decisión tomada en el Sínodo de Guadix de 1554 de prohibir la acensuación en perpetuo de los bienes eclesiásticos como practica contraria al derecho canónico, permitiéndose sólo en casos en que su utilidad fuera evidente.

Sin embargo, si en los años 1520 se tiende a eliminar como forma de cesión el censo perpetuo, ¿cómo explicar que en vísperas de la rebelión de los moriscos el profesor Muñoz Buendía haya localizado sólo en la jurisdicción de Almería un total de 275 censos perpetuos? Sin duda los estudios realizados hasta ahora nos han inducido a error, ya que el sistema de censos perpetuos no sólo no queda eliminado por el proceso ya señalado durante los años 20, sino que además de pervivir, en el caso de la Diócesis de Guadix será a partir de los años 30 y 40 cuando este sistema sea elegido como el principal para la cesión, al menos en lo que respecta a las propiedades eclesiásticas, como seguidamente vamos a comprobar.

Los inicios de la imposición del sistema de censos perpetuos

Bienes de la Fábrica Mayor de la Catedral de Guadix en Granada

Dejando aparte el caso de las viñas propiedad de la Mesa Capitular en Paulenca, cuya forma de explotación bajo el régimen de censo perpetuo se inicia en 1521, como se verá más adelante, los primeros bienes eclesiásticos que pasan de manera generalizada a explotarse bajo esa forma jurídica van a ser los bienes que el primer obispo de Guadix tras la conquista castellana, fray García de Quijada, donará a la Fábrica Mayor de la Catedral de Guadix por su testamento en 1522 en la ciudad y término de Granada.

Así, en reuniones conjuntas de los días 17, 20 y 30 de abril de 1526 el obispo y el Cabildo Catedral de Guadix decidirán sustituir el sistema de arrendamientos por el de censos perpetuos para la explotación de esas propiedades “por escusar los gastos que la dicha hazienda tyene en los reparos della e en otras cosas”, para lo cual las mismas serían pregonadas y rematadas cada una en su mayor ponedor.

Los bienes habices de las iglesias parroquiales

Cuatro años después, en 1530, el obispo de Guadix decidirá hacer lo mismo con los bienes habices que, pertenecientes a las iglesias parroquiales del obispado, se iban recuperando de manos particulares por diferentes pleitos, que hemos de incardinar también en el proceso de recuperación de las rentas eclesiásticas iniciado en 1526 en la Diócesis.

Así, el día 3 de diciembre de 1530 el obispo, como administrador de las iglesias parroquiales de su Obispado, otorga poder a Luis Méndez de Sotomayor, mayordomo episcopal y de las iglesias parroquiales del Obispado, para que diera a censo perpetuo los bienes de las iglesias que se iban recuperando. Tal decisión la justificaba porque “andando en rencta las viñas e morales e otros árboles e tierras e casas se pierden e vienen en diminuçión e porque queremos que en la dicha renta e las dichas yglesias no tengan costas en las lavores e reparos”. Como en el caso anterior, se darían los bienes “a las personas que más por ello dieren”.

También hubo de ser el caso de los bienes habices de la Iglesia Parroquial de Abla, cuyos censos se otorgan a partir de la fecha del citado poder y que en un trabajo anterior cataloguemos como censos por vidas debido a que la bibliografía existente y la parquedad de la fuente utilizada nos indujo a ello.

Las viñas de la Mesa Capitular en Paulenca

Del extenso patrimonio con que contaba la Mesa Capitular en el lugar de Paulenca, el Cabildo Catedral de Guadix decidió en 1521 dedicar un total de 51 marjales al cultivo de viña, para lo cual se decidió cederlos a moriscos vecinos de la localidad a censo perpetuo con tal condición.

No hemos de olvidar que durante el siglo XVI se produce en el Reino de Granada una rápida expansión de este cultivo, potenciada por el incremento en el precio del vino y pasas por la fuerte demanda y por la imposición de una estricta política proteccionista de la Corona frente a la importación de caldos de los reinos limítrofes de Jaén y Córdoba.

En todo caso, el único freno con que contó su expansión fue la cuantiosa inversión inicial y la necesidad de esperar tres o cuatro años hasta que los primeros majuelos comenzaran a dar fruto, por lo que los propietarios castellanos hubieron de dar facilidades a los cultivadores, que se concretaron en este caso en la concesión de contratos de censo perpetuo.

Así, el día 12 de marzo de ese año el Cabildo Catedral en pleno cedió en censo perpetuo a Pedro Cuxarí, Francisco Alfahar, Pedro Caba, Diego Arraquique y Fernando Barradiní, moriscos vecinos de Paulenca, los citados 51 marjales de tierra en el pago de Xarara (junto al pago del Hamerín), a cambio de un pago anual de 30 maravedíes por marjal, “para que las pusyesen de viñas”.

En todo caso, estos cinco moriscos actuaron como intermediarios, ya que con posterioridad esos 51 marjales fueron repartidos “entre sy y entre otros vecinos del dicho lugar e las pusieron de viñas”. Sin embargo, aún quedaba por legalizar dicho reparto, ya que los nuevos poseedores no tenían contratos de cesión, por lo que los mismos interesados solicitaron al Cabildo Catedral que les otorgaran escrituras de censo perpetuo en forma.

Para ello, el Cabildo otorgó poder el día 31 de mayo de 1536 a los canónigos Lucas de Tahuste y Hernán Ruiz. Fruto de su actuación fue la concesión de un total de 37 escrituras de censo perpetuo en que se concedieron un total de 49’75 marjales de viña, distribuidos en 37 lotes, aunque muchos de ellos se dividían en uno o varios pedazos, por lo que el total de unidades de explotación sería de 54. Por tanto, la media de extensión de los lotes dados a censo sería de 1’35 marjales, mientras que por unidad de explotación sería de 0’9 marjales, como vemos un acusadísimo minifundismo.

Por lo que respecta a su precio, cada marjal se cedió a cambio de 1 real de plata al año, es decir, 34 maravedíes, 4 más que en el contrato original de 1521, pagaderos a finales de octubre de cada año “so pena del doblo cada paga con todas las costas e yntereses que se syguieren”.

En cuanto a los beneficiarios de los contratos, todos ellos son moriscos excepto en un caso, del que es beneficiario Juan de Baeza, cristiano viejo vecino de Paulenca. La inmensa mayoría son vecinos de Paulenca (25), habiendo también moriscos de localidades cercanas como Guadix (5), Alares (3), Fonelas (1), Marchal (1) y Beas (1).

Una vez puestas las viñas en producción, éstas fueron objeto del interés de los cristianos viejos, que comenzarán a hacerse con su explotación. Destaca el caso del clérigo Alonso de Toledo, a la sazón secretario del mismo Cabildo Catedral, que compró a 10 censatarios moriscos 11 marjales y un cuarto de viña por precio de 77 ducados. Por tanto, y cómo ya constatamos en el caso de los habices de la Iglesia de Abla, se denota un proceso por el cual la clase dominante de los cristianos viejos, miembros en este caso de la misma institución propietaria, tenderán hacia el acaparamiento no sólo de la propiedad de la tierra, sino también de sus formas de cesión, quedando así los moriscos relegados a la simple condición de subarrendatarios o jornaleros, acentuándose así su proletarización.

La imposición del sistema de censos perpetuos en las propiedades rústicas de la Mesa Capitular de Guadix

Como ya pudimos comprobar a través del apeo realizado en 1538 de las propiedades de Mesa Capitular, el sistema de censos perpetuos estaba limitado a la explotación de viñas y majuelos, no sólo los que ya hemos visto del pago de Xorara en Paulenca, sino que también tenemos constancia de otros 5 casos, uno en el Zalabi, otro en el pago de Cobiçi en Paulenca, otros dos en Beas y otro en Muñana, mientras que el resto de propiedades estarían dadas en arrendamiento o censos por vidas, aunque en el apeo no se especifica.

Será a partir de 1546-1547 cuando este sistema de cesión se empiece a imponer, teniendo como fuente fundamental para su estudio los pleitos que se desarrollaron con posterioridad a la expulsión de los moriscos por su expropiación por la Corona, además de los protocolos notariales, que nos han servido de apoyo. En todo caso, hemos de dejar claro que paralelamente a la expansión del sistema de censos perpetuos se siguieron manteniendo también otros sistemas como el arrendamiento, que nunca llegarían a desaparecer del todo, siendo tan sólo relegados a un segundo lugar.

El ejemplo de los bienes cedidos a censo perpetuo en Beas nos va a permitir comprobar como esta forma jurídica de cesión seguirá siendo empleada hasta la última década de la época morisca. Seguramente en el mismo periodo en que se cedieron en perpetuo los bienes de Mesa Capitular en el valle del Zalabí se dieron también los situados en Beas.

Uno de los beneficiarios de estos censos fue el morisco Hernando de la Cueva. En 1560 este morisco quiso traspasar en Hernando de Mendoza Xarquí los bienes que la Mesa Capitular le había cedido en esa localidad. El Cabildo, en virtud de la cláusula de veintena, se quedó con los bienes “por el tanto del traspaso” y comisionó al licenciado don Manuel de Fuentes, arcediano, para que cediera las propiedades a censo perpetuo.

Aquellos bienes que con anterioridad fueron cedidos a censo perpetuo a un solo censatario, fueron divididos en 6, cuyas escrituras se otorgaron entre los días 20 y 27 de octubre de 1560. Todos los censatarios eran moriscos vecinos de Beas, aunque en dos de ellos desconocemos su vecindad.

En total la Mesa Capitular recaudaba anualmente por esos 6 censos 945 maravedíes y 1 gallina. En cuanto a los bienes afectados, destacan las hazas, que son objeto de un total de 5 contratos. La superficie total, sin computar uno de los casos en el que no se especifica, es de 5 celemines y 1 cuartillo, lo que nos da una media por haza de 1 celemín y poco más de 1 cuartillo, por tanto un acusadísimo minifundismo, mayor aún si tenemos en cuenta que en uno de los contratos se trata de 2 hazas, lo que nos daría una media de 1 celemín por unidad de superficie. El otro de los censos estaba impuesto sobre 4 pedazos de tierra, uno de ellos con 1 moral, que totalizaban 7 celemines, lo que nos da una media de extensión por parcela de 1 celemín y 3 cuartillos.

Dos hechos nos llaman la atención si comparamos estos censos de 1560 con los otorgados en 1546-1547: por un lado se acentúa el minifundismo y por otro prácticamente desaparece el pago en especie (gallinas). En cuanto a las condiciones del contrato, éstas se mantienen a lo largo de toda la época morisca imperturbables.

Conclusiones

Como hemos visto, el empleo de los censos perpetuos como modo de cesión de la tierra por parte de los propietarios castellanos a una mano de obra básicamente morisca, lejos de desaparecer en los años 20 del siglo XVI, conocerá precisamente a partir de la década siguiente un auge, como hemos podido comprobar a través del caso de las propiedades de la Iglesia accitana. Queda tan sólo plantear una hipótesis que justifique tal desarrollo, analizando sus pros y contras para los propietarios.

El principal elemento en contra de su empleo como forma de cesión era que la perpetuidad de la renta hacía que, en una situación inflacionista como la de la época, ésta se viera disminuida con el tiempo en su valor real.

Sin duda el impedimento no era pequeño, pero los pros eran mucho mayores.

En primer lugar el propietario se libraba de la enojosa, y costosa, tarea de la renovación o nueva concesión periódica de contratos de arrendamiento. Además se conseguía fijar al campesinado a la tierra, asegurándose así la continua explotación de la propiedad. En segundo lugar el propietario también se libraba de los gastos de mantenimiento de las propiedades, ya que con la enfiteusis éstos quedaban a cargo del censatario. Así, toda la renta sería líquida, sin deducción de gastos, y se conseguía además mantener el valor de los bienes, hecho en el que el censatario también estaba interesado, no tanto un arrendador. Por último, el propietario también podía aprovechar los traspasos para, acogiéndose a una de las condiciones de los contratos, recuperar el dominio útil para volver a cederla bajo nuevas condiciones.

Hasta aquí los datos objetivos, que ya nos podrían justificar plenamente el porqué de la opción tomada por los eclesiásticos accitanos a favor del empleo de los censos perpetuos. Pero queremos ir más allá y apuntar una hipótesis más arriesgada y, por tanto, aún por demostrar en muchos de sus aspectos. Creemos que el deterioro que sufre la población morisca en sus niveles de vida a lo largo del siglo XVI hizo que ésta fuera cada vez menos capaz de explotar las propiedades de los castellanos, sencillamente porque no contaba con medios (inputs) que invertir en las propiedades. Ello hizo que, además de resentirse su explotación, cada vez menos rentable, éstas se vieran también menoscabadas. De ahí que incluso muchos censatarios moriscos se vieran obligados a traspasar sus censos a favor de cristianos viejos, como hemos podido comprobar. Por tanto, la única alternativa para los propietarios castellanos era que, mediante unas condiciones más favorables, el campesinado morisco pudiera seguir siendo explotado, manteniendo su producción sin menoscabo de los bienes y pudiendo asegurar su mantenimiento y reproducción. Ese pudo ser, en nuestra opinión, el papel que pudieron jugar los censos perpetuos.

Sin embargo, su empleo fracasó, por un lado porque esas condiciones más favorables no fueron suficientes ante la presión depredatoria castellana y, por otro, porque incluso el sistema se desvirtuó y se aprovechaba cualquier ocasión para endurecer las condiciones de los contratos, acentuando el minifundismo y aumentando la renta, como hemos podido ver en los censos de Beas de 1560.

Al final la situación del campesinado morisco, cada vez más proletarizado, se hizo insostenible. Otra razón más para sublevarse.

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LA ESCLAVITUD EN GUADIX

«La esclavitud en Guadix»: ficha nº 23 de la serie «Conocer Guadix y comarca» publicada por la Fundación Pintor Julio Visconti, por Carlos Javier Garrido García.

Orígenes

La esclavitud es el sometimiento total de una persona a otra, perdiendo su condición jurídica como tal y pasando a convertirse en una propiedad de esta última. Sus orígenes eran básicamente tres: la autoventa por deudas, la captura por el enemigo en la guerra, cuyo captor le perdonaba a cambio la vida, y el nacimiento de madre esclava. La esclavitud vivió su periodo de máximo esplendor en Europa en la Edad Antigua, entrando en crisis en la Media.

Sin embargo, en los reinos meridionales, como fue el caso de los de la Península Ibérica, el enfrentamiento contra el Islam provocó que la institución perdurara, abastecida por prisioneros de guerra a los que se considera susceptibles de ser esclavizados por su condición de infieles.

El inicio de la Edad Moderna trajo aparejado un nuevo auge de la esclavitud en Europa, gracias a las fuentes de aprovisionamiento africanas: en el norte musulmán por el estado de guerra permanente y en el centro y sur negroafricano por los comerciantes portugueses y musulmanes.

En el caso de Castilla se añadió una fuente suplementaria con la población morisca sublevada en el reino de Granada entre 1568-1571 que, pese a su teórica condición cristiana desde 1500-1502, fueron sometidos a esclavitud.

La esclavitud en Guadix en época mudéjar-morisca

Durante la época mudéjar (1490-1500) y morisca (1500-1568), la esclavitud en Guadix tuvo poca importancia debido a la rendición mediante capitulaciones de la ciudad y su tierra, lo que evitó que su población musulmana cayera en esa condición, a las dificultades en la repoblación con cristianos viejos y a que estos contaban con una amplia masa mudéjar a la que explotar laboralmente, por lo que la inversión en mano de obra esclava no tenía mucho sentido.

En cuanto a la población de origen musulmán, también contaba con esclavos, aunque su sometimiento socioeconómico a los castellanos y las prohibiciones de que los poseyeran dictadas por la Corona a partir de 1526 limitaron también su número. Esta situación cambió radicalmente a raíz de la rebelión morisca iniciada en la navidad de 1568.

La rebelión de los moriscos

Guadix se convirtió en uno de los principales mercados de esclavos moriscos a raíz de la rebelión debido a su cercanía con el teatro principal de los enfrentamientos (Alpujarra, marquesado del Cenete) y a que a partir de 1569 es uno de los principales centros de la retaguardia castellana. En este último año ya hay registradas en la ciudad más de 1.000 personas esclavizadas y durante toda la guerra en acciones de saqueo llevadas a cabo desde ella se capturan a unas 6.000. Su gran mayoría eran mujeres y niños, estos últimos excluidos de la esclavitud y sometiéndolos a la administración temporal de un cristianos viejo hasta cumplir los 20 años de edad.

En el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Guadix se conservan escrituras de compraventa de 1.363 personas esclavizadas datadas entre 1569 y 1571, casi todas ellas de origen morisco. En este activo mercado esclavista los miembros de las unidades militares vendían sus capturas en la guerra a vecinos de la ciudad, que los revendían a su vez a mercaderes que acudían a la ciudad buscando una reventa posterior en otros mercados en los que los precios fueran más altos. La esclavitud en Guadix fue, por tanto, una fuente de ingresos clave en una sociedad marcada por la guerra y la pérdida de su mayoritaria población morisca.

Evolución posterior

La gran masa de personas esclavizadas en la ciudad se redujo de manera rápida debido a que, como ya se ha indicado, su mayor parte fue exportada a otros mercados, sobre todo valle del Guadalquivir y Murcia, con la intención de revenderlos consiguiendo un fuerte beneficio, tráfico que favoreció sobre todo a las élites de la ciudad residentes en la parroquia del Sagrario. A ello se unieron los decretos de expulsión de esclavos masculinos mayores de edad por considerarlos peligrosos (lo que aumentó el carácter femenino del colectivo), las numerosas liberaciones y un movimiento natural claramente negativo.

Así, a partir de la década de 1580 la esclavitud en Guadix se redujo considerablemente, quedando para entonces en la ciudad y su Tierra 8 esclavos, 125 esclavas y 151 menores en administración de origen morisco. Este descenso se fue compensando con personas esclavizadas de origen negroafricano y berberisco, aunque en un número muy reducido, hasta llegar a la desaparición total de la institución ya a principios del siglo XIX.

La vida en esclavitud

La población esclavizada tenía unas condiciones de vida marcadas por su condición marginal: sufrían una marginación legal que los convertía en sujetos pasivos totalmente sometidos a sus amos, que ejercían sobre ellos una fuerte explotación laboral y disciplina, llegando esta última con frecuencia a los malos tratos. En el caso de las esclavas a ello se unió su explotación sexual, explicable por la presión religiosa contrarreformista ante la cual fueron usadas como vía de escape y por el interés por unos posibles hijos que heredaban la condición esclava de su madre.

En general, la vida de la persona esclavizada estaba marcada por el aislamiento y su marginación en una sociedad en la que primaba el principio de limpieza de sangre, lo que explica sus dificultades de acceso al matrimonio y el predominio de prácticas endogámicas. En el terreno laboral las personas esclavizadas fueron explotadas predominantemente en el ámbito doméstico, entendiendo este último no solo como el domicilio del amo, sino también como una unidad de producción. Por tanto, dentro de la vivienda del amo los esclavos y esclavas ejecutaban las tareas domésticas y ayudaban en las actividades productivas de sus amos, ya fueran en la agricultura, la artesanía, el comercio, etc., existiendo, como en el caso de la población libre, una distribución por sexo de las mismas en función de la perspectiva de género predominante en la época.

El acceso a la libertad

            Parte de la población esclavizada conseguía salir de la esclavitud gracias al pago de un rescate monetario, que sufragaban sus familiares o amigos o ellos mismos a través de su trabajo fuera de casa del amo, siempre con su permiso y llevándose este parte de sus ganancias. Sin embargo, la población liberta seguía sufriendo marginación legal, racial y religiosa por su origen, manteniéndose la endogamia en sus matrimonios y sus actividades laborales, ahora como criados domésticos.

En el caso de Guadix, los libertos de origen morisco, de residir con sus amos, vecinos sobre todo de la Parroquia del Sagrario, pasaron a trabajar en la misma zona como criados, pero ahora residiendo en la periferia de cuevas.

Bibliografía

  • ASENJO SEDANO, Carlos: Sociedad y esclavitud en el reino de Granada. Siglo XVI. Las tierras de Guadix y Baza. Granada: Colegio Notarial, 1997.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier: La esclavitud en el reino de Granada en el último tercio del siglo XVI: el caso de Guadix y su Tierra. Tesis Doctoral. Universidad de Granada, 2012.
  • RUIZ PÉREZ, Ricardo: “El levantamiento morisco en tierras de señorío. El caso del Marquesado del Cenete”. Chronica Nova, 19 (1991), pp. 291-336.

Para acceder a la página web de la Fundación Pintor Julio Visconti, pulse aquí.

LA LENGUA ÁRABE EN LA POLÍTICA ACULTURADORA DE LOS MORISCOS DEL REINO DE GRANADA

Análisis de la política seguida por las autoridades eclesiásticas y civiles castellanas con respecto al uso de la lengua árabe por parte de los moriscos del reino de Granada, por Carlos Javier Garrido García.

En 2008 publiqué el artículo “El uso de la lengua árabe como medio de evangelización-represión de los moriscos del reino de Granada: nuevos datos sobre Bartolomé Dorador, intérprete y traductor de Martín de Ayala, obispo de Guadix”, en la revista Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam), n.º 57 (2008), pp. 123-137. Esta entrada es una síntesis de sus aportaciones principales, pudiendo descargarse el artículo completo en el enlace presente al final.

Que el problema morisco se ha convertido en uno de los temas estrella de la historiografía del antiguo Reino de Granada no escapa a nadie, como deja claro el elevado número de estudios que se le han consagrado. El conflicto entre ambas etnias, lejos de limitarse a temas religiosos derivados de la conversiones forzadas de 1500-1501 y de la consiguiente aplicación por parte morisca de la taqiyya (disimulación), estuvo circunscrita también a temas económicos y culturales. En cuanto a éstos últimos, las manifestaciones culturales moriscas fueron consideradas por los cristianos viejos como muestra flagrante de disidencia religiosa, por lo que se llevaron a cabo unas medidas sistemáticas de prohibición de cualquier característica cultural que no fuera asumida por los castellanos.

Dentro de las manifestaciones culturales, sin duda una de las principales era la lengua, entendida como barrera para la verdadera conversión y aculturación de los moriscos. Para soslayar el problema, las autoridades civiles y religiosas castellanas van a contar con la colaboración de intérpretes y traductores, como fue el caso de Bartolomé Dorador, intérprete y traductor del obispo accitano Martín de Ayala.

Alfabeto árabe publicado por Fray Pedro de Alcalá: «Arte para saber la lengua arábica» (1505)

La problemática lingüística en la Granada morisca

La lengua árabe estaba estrechamente imbricada con la vida religiosa de los moriscos al ser un elemento capital en la definición de su identidad cultural. Por ello no es de extrañar que las autoridades religiosas castellanas lucharan por su extirpación como condición sine qua non para la asimilación de los moriscos, como denotan las prohibiciones efectuadas en la Congregación de la Capilla Real de 1526, el Concilio Provincial de Granada de 1565, la real cédula de noviembre de 1566 y la Pragmática de 1567. De nada sirvieron las alegaciones de Francisco Núñez Muley en su famoso Memorial, según el cual había que distinguir entre religión y lengua, para lo que ponía como ejemplo a las comunidades cristianas de Malta y Jerusalén.

Sin embargo, todas las medidas aculturadoras resultaron un fracaso en el aspecto lingüístico, como en tantos otros, habiéndose demostrado que la población rural morisca apenas conocía el castellano y que en las áreas urbanas la situación era de bilingüismo en el mejor de los casos. Ello no fue impedimento para que muchas veces se utilizara por parte de las instancias eclesiásticas la lengua árabe para la predicación de la religión cristiana a los moriscos, ya fuera desde posturas moderadas, caso de Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, o desde posturas contrarreformistas más intransigentes, caso de Martín de Ayala, obispo de Guadix entre 1549 y 1560. En ambos casos, las autoridades eclesiásticas fueron conscientes de la necesidad de contar con un clero que conociera la lengua árabe.

La formación de un clero arabófono por Martín de Ayala, obispo de Guadix

El obispo Ayala se centró, en su amplia labor reformista, también en conseguir un clero plenamente capacitado para la labor misional con los moriscos, para lo cual era necesario conocer la lengua árabe. Aparte de cristianos viejos como Dorador, el medio más fácil de encontrar un clero arabófono era conseguir la consagración sacerdotal de moriscos plenamente integrados. Sin embargo, desde 1526 existía como impedimento el estatuto de limpieza de sangre impuesto por una real provisión de Carlos I en el nombramiento de beneficiados, tanto catedralicios y abaciales como parroquiales, en el Obispado de Guadix. En ella se encargaba al entonces obispo de Guadix y a sus sucesores que tuvieran especial cuidado en informarse si las personas que se presentaban a los beneficios parroquiales “son reconçiliados, hijos o nietos de quemados por el dicho Santo Ofiçio de la Ynquisición o nuebamente conbertidos en nuestra Santa Fe Cathólica para que a ninguno desta calidad no instituyáis ni coleis en ninguna dignidad, raçión, capellanía ni benefiçio”.

Ante ello, el obispo Martín de Ayala solicitará al rey que se aclare si quedaban excluidos sólo los conversos pero no sus hijos, al mismo tiempo que solicitaba al monarca que se señalaran dos beneficios “para que se prouean a theólogos que sepan la lengua arábiga para predicar a los moriscos”. La respuesta del monarca, en marzo de 1550, será pedir un traslado de la anterior real cédula para decidir en consecuencia, y en el segundo aspecto, el de los beneficios destinados a clérigos conocedores del árabe, “teniendo por çierto redundará mucho seruiçio de nuestro señor, hauemos scripto a los serenísimos reyes de Bohemia, mis hijos, que lo manden ver y poner en execución por la mejor manera que les parescerá”, sin que conozcamos su decisión al respecto.

Seis meses después, el rey, una vez vista la real provisión de 1526, decidió que “pareçe que está claro que se entiende y ha de entender que solamente son excluydos los reconçiliados e hijos o nietos de quemados por el Santo Officio de la Inquisición y los que nueuamente se conuertieren de moros y que a estos tales no se ha de hazer la collación, pero los hijos y desçendientes de los nueuamente conuertidos han de ser admitidos siendo buenos christianos y ábiles y sufiçientes, de la esaminaçión de los quales os encargamos tengays mucho cuydado”.

El uso del árabe en la predicación a los moriscos por un clero conocedor de dicha lengua era algo básico para Ayala. Él mismo, al ser presentado por el emperador para la sede accitana en 1548, intenta renunciar a ella alegando su desconocimiento de la lengua árabe. No es de extrañar, por tanto, que la necesidad de contar con un clero arabófono sea tenida en cuenta en el famoso Sínodo celebrado por el obispo Ayala en Guadix en 1554. A lo largo del mismo las referencias a ello son frecuentes.

El Sínodo de Guadix de 1554 y la lengua árabe

Los encargados del adoctrinamiento de los moriscos eran los curas, por lo que el Sínodo estableció que hubiera “algún aráuigo para las parrochias que fueren de christianos nueuos”. En ausencia de curas o cuando el curato estuviera ejercido por un beneficiado, la predicación en árabe a los moriscos estaría a cargo del mismo. Así, se establece “que en los lugares o parrochias donde no vuiere cura que por su turno el beneficiado o beneficiados que fueren semaneros y que tuuieren el curato y sufficiencia y supieren aráuigo declaren el sancto euangelio, deteniéndose en vn punto principal dél… El señalamiento de los quales beneficiados que esto ouieren de hazer (no siendo todos para ello) reseruamos en Nos para les applicar del curato alguna recompensa e las primicias por su trabaja como a Nos más bien visto fuere”.

Además, se decidió que los domingos de adviento y cuaresma y en otras fiestas entre semana se reunieran los moriscos en las ciudades de Guadix y Baza en una iglesia para “tener sermón en aráuigo acerca de la doctrina y euangelio que occurriere, no auiendo en todas las parrochias hombres doctos y aráuigos que los puedan enseñar, y esto hagan los prelados con intérprete o pongan quien lo haga”.

Estas disposiciones se completaban con otras como la contratación en cuaresma de confesores que conocieran el árabe y la predicación una vez al mes en árabe en las parroquias “porque algunos en muchos lugares no saben aljamía y puedan entender lo que rezan”.

En cualquier caso, esta predicación en árabe se estimaba como algo temporal que no eximía de la necesidad de que los moriscos aprendieran la lengua castellana. Por ejemplo, antes de casarse los cristianos nuevos debían examinarse de la doctrina cristiana ante el obispo o sus provisores, estableciéndose que la debían saber “en lengua castellana” para que se les diera licencia.

Como apoyo en la labor misional, Martín de Ayala va a elaborar también un catecismo en 1554 que, incluido en las actas del Sínodo, fue traducido al árabe por Bartolomé Dorador.

Declaración de Bartolomé Dorador en un pleito contra un morisco en 1554, incluyendo la transcripción de varias oraciones musulmanas en árabe. Archivo Histórico Diocesano de Guadix.

Bartolomé Dorador

Este clérigo, beneficiado primero de Lanteira y luego de Santiago de Guadix, utilizó su conocimiento del árabe no sólo para predicar a sus feligfreses morioscos, sino también para, ganándose su confianza, aacabar procesándolos ante la Audiencia Episcopal de Guadix. Esta práctica deja de manifiesto que el aprendizaje y uso de la lengua árabe por parte de los eclesiásticos durante la pontificado de Martín de Ayala difería, y mucho, en sus intencionalidades básicas del realizado durante el pontificado de fray Hernando de Talavera: éste último lo usará como vehículo de diálogo con la comunidad morisca en busca de una conversión voluntaria y sincera; aquél lo hará con el ánimo de conseguir también la conversión de los moriscos, pero ahora a través de la represión y el control. Para ambas acciones saber árabe eran un instrumento necesario, de ahí la actuación de individuos como Bartolomé Dorador.

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COLABORACIONISMO MORISCO EN EL REINO DE GRANADA

El colaboracionismo morisco granadino a través de cuatro ejemplos de Guadix y su Tierra: Hamete Sillero, Hernando el Habaquí y las familias Abenaxara y Valle-Palacios, por Carlos Javier Garrido García.

La Parroquia de Santa Ana de Guadix, morería mudéjar y barrio morisco de la ciudad.

Los colaboracionistas fueron los miembros del pueblo morisco que, a raíz de la conquista de 1482-1492 y de las conversiones de 1500-1502, optaron por colaborar con las nuevas autoridades castellanas. Las razones para ello fueron múltiples: adaptarse a una situación considerada como irreversible, mantener o aumentar su condición social, defender los intereses de su nación… En cualquier caso, hay que huir de cualquier generalización, pudiendo afirmar que hubo tantos tipos de colaboracionismo como colaboracionistas. Las razones de la Corona sí están más claras: controlar a la élite como medio de hacerlo con la comunidad en su conjunto. Sin embargo, para que el colaboracionismo fuera funcional era necesario que la comunidad no percibiera a sus élites como una institución castellana más, sino como una institución propia. De ahí surge la gran contradicción del colaboracionismo: agentes de la Corona castellana que deben mostrar, sin embargo, elementos de solidaridad con la comunidad a la controlan para que ese control sea efectivo.

Voy a acercarme al complejo mundo del colaboracionismo a través de cuatro ejemplos de Guadix y su tierra: las dos grandes familias colaboracionistas de los Abenaxa y los Valle-Palacios y los casos concretos de Hamete Sillero y Hernando el Habaquí para ilustrar la época mudéjar y el final de la época morisca granadina, respectivamente. Todos ellos han sido objeto de estudio pormenorizado por mi parte en sendos artículos publicados en la revista “Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam)” de la Universidad de Granada. Reproduzco ahora las conclusiones de cada uno de ellos e incluyo al final los enlaces para acceder a los artículos completos.

 La época mudéjar: alguaciles, consejos de notables y colaboracionistas. El caso de Hamete Sillero.

Las necesidades monetarias de la Corona, unidas a la discriminación que suponía la diferencia religiosa, explican la fiscalidad diferencial mudéjar. Esta fiscalidad diferencial y el estatus mudéjar de la población explican que la Corona necesitara del establecimiento de unos interlocutores institucionalizados, añadiendo al consejo de notables de cada localidad, herencia nazarí, dos figuras nuevas: los alguaciles nombrados por la Corona y el surgimiento de los grupos colaboracionistas con los castellanos, recibiendo ambos mercedes de la Corona como remuneración por su colaboración. Sin embargo, las mercedes y su nombramiento reales hicieron que las tensiones de los alguaciles con sus comunidades, representadas por el “consejo de ancianos y notables” de la aljama, fueran frecuentes, considerando siempre la Corona a este último como la entidad principal de representación. De ahí la importancia del colaboracionismo, ya que permitía controlar los consejos de notables en caso de conflicto. Todo ello ha quedado constatado en el caso de la ciudad de Guadix con los enfrentamientos entre el alguacil Uleylas y la comunidad mudéjar de la ciudad, representada por destacados colaboracionistas como Alí Çefin, Alí Abenaxara y, sobre todo, Hamete Sillero. Se originan así unas élites colaboracionistas que desde las antiguas aljamas de las ciudades se convertirán en la época morisca en los representantes reconocidos por la Corona y, no sin tensiones, por los moriscos de ellas y sus Tierras.

Los López Abenaxara: intenso colaboracionismo, moderada integración

El origen del colaboracionismo de los Abenaxara se sitúa en los primeros momentos de la conquista castellana, recibiendo a cambio de su lealtad diversas mercedes. Esta función colaboracionista se verá reforzada con las conversiones generales mudéjares, cuando consiga la importante merced del regimiento perpetuo de la ciudad de Guadix.

En cuanto a sus relaciones con las élites castellanas, éstas fueron en general bastante buenas, si exceptuamos el caso aislado en el tiempo y en un determinado conflicto (el pago de los diezmos) de las relaciones con la Iglesia accitana. Dicha posición, propia de cualquier colaboracionista, estuvo potenciada por lo que los Abenaxara le debían: de ser una familia de la oligarquía rural de Fiñana, pasará a ser parte directora de uno de los regimientos más extensos e importantes del Reino de Granada, y, además, gracias a las mercedes de la Corona conseguirá acumular un patrimonio enorme que le hará compararse económicamente con la cúspide dirigente del

Obispado de Guadix. Fruto de ello será el afán de simulación con las élites castellanas, concretadas en la posesión de capilla propia en la Iglesia de Santiago y en la fundación de un mayorazgo.

En cuanto a las relaciones con los moriscos, los Abenaxara mantuvieron un alto grado de lealtad con respecto a ellos, concretada en casos tan sintomáticos como las gestiones realizadas ante Carlos V en 1526 y el rescate de esclavos. En todo caso, no hemos de olvidar que de esa función derivaban sus privilegios, ya que de no haber sido reconocida su función de intermediario por los moriscos, su utilidad habría sido nula para los castellanos.

Con el endurecimiento de las medidas aculturadoras y represivas desde la década de 1550 las labores de intermediación de los Abenaxara se fueron tornando cada vez más difíciles, debido al aumento de la tensión entre moriscos y castellanos y a la cada vez mayor inflexibilidad de la Corona, poniéndose por ello incluso en momentos puntuales (como el problema de la posesión de esclavos negros) en peligro la misma categoría de privilegio de los mismos.

Ante tal coyuntura, los Abenaxara tomaron cada vez más partido por los castellanos, a cuyo lado actuaron en la guerra de 1568-1570, lo que les valió para mantener su status privilegiado: el regimiento perpetuo de Guadix y una posición económica ampliamente boyante. Con la expulsión de los moriscos sus labores de intermediación desaparecieron por inútiles, integrándose cada vez más los Abenaxara en las oligarquías municipales hasta desaparecer la familia como tal en su seno.

Los Valle-Palacios: total integración

El sector colaboracionista morisco lejos de ser uniforme presentó una gran variedad de situaciones que iban desde la plena integración y compromiso con los castellanos hasta el uso de su posición de privilegio en beneficio de los intereses de su pueblo, pasando por variadas situaciones intermedias, llenas de contradicciones. Todo ello ha quedado patente al comparar la distinta actuación de la familia Valle-Palacios, que entró en la primera categoría, y la López-Abenaxara, que lo hizo en la última.

En cuanto a los Valle-Palacios, su integración y colaboracionismo ha quedado patente, actuando como nexo de unión entre las autoridades castellanas y los moriscos de Guadix y su tierra, aunque más en calidad de agente de las primeras que como representante de los segundos. En cuanto a su situación socioeconómica, hemos constatado en época morisca su gran nivel económico, potenciado por los castellanos en los repartimientos y con exenciones fiscales, y su posición predominante en la Parroquia de Santa Ana, donde contaron con amplias redes clientelares y actuaron muchas veces como intermediarios de los moriscos en la gestión de sus asuntos comunes.

Tras la guerra de los moriscos de 1568-1570, en la que la familia actuó del lado castellano, su situación económica se pudo ver menoscabada, aunque su participación en la compraventa de esclavos y la compra de bienes confiscados a moriscos debieron paliar, e incluso reforzar, su posición, manteniendo su status social e incluso reforzando sus redes clientelares. La situación crítica hará que se pase en la explotación de sus bienes de los censos y arrendamientos a favor de un numeroso campesinado morisco a la explotación directa de sus propiedades.

En cuanto a la integración de la familia, fue patente en la rama accitana de la misma, casándose Hernán Valle de Palacios con una cristiana vieja y testando como tal en 1598. Como hemos comprobado, el testamento del último patriarca familiar nos muestra a una persona profundamente católica, muy preocupada por la salvación de su alma. Caso distinto fue el de la rama granadina de la familia, muy similar a la de la familia López-Abenaxara, que se mantuvo en un grado menor de integración, manteniendo una política de matrimonios con familias moriscas. Ello explica que ambas familias fueran puestas bajo sospecha en la dura tesitura de la rebelión de los moriscos, aunque finalmente su larga trayectoria colaboracionista les librará de la expulsión y la confiscación de sus bienes.

Alternativa frente a las grandes familias y deseo de ascenso: Hernando el Habaquí

Pese a ejercer un papel secundario en la conquista y las conversiones, la familia Habaquí obtuvo de la Corona la merced del alguacilazgo de Alcudia, una pequeña localidad de unos ochenta vecinos de la tierra de Guadix, convirtiéndose así en su representante ante la Corona y a la vez en agente de ésta en los asuntos especialmente fiscales. Pese a su entrada, por tanto, en el colaboracionismo, la familia Habaquí presentó una actuación tendente a mantener los lazos con su comunidad de origen a través de una política matrimonial que los liga con las familias moriscas de los Benavides y Abenomar, esta última titular del alguacilazgo de la vecina localidad del Cigueñí, y del mantenimiento de su residencia en Alcudia, de su apellido musulmán y del uso de la lengua árabe. En cualquier caso, el colaboracionismo le prestó una situación económica desahogada, contando con un importante patrimonio que completaba a través del arrendamiento y acensamiento de bienes eclesiásticos para su posterior subarriendo a la mano de obra morisca, en una práctica común a las élites castellanas. Además, su actuación como mayordomo del Monasterio del Parral de Segovia en la localidad de Cogollos y de la Iglesia parroquial de Alcudia, le permitió controlar, en su beneficio, sus bienes.

Desde esta situación más bien modesta, que lo situaba en un nivel medio-bajo dentro de las élites moriscas, Hernando el Habaquí dio el salto a la representación del conjunto de los moriscos del reino de Granada en la dura coyuntura de la aprobación por parte de la Corona de la real cédula de 1 de enero 1567, que suponía el genocidio cultural de la comunidad morisca. Si alcanzó este relevante papel, fue por el enorme desprestigio de las principales familias de las élites moriscas, debido a la contradicción existente al actuar a la vez como representantes de la comunidad y agentes de la Corona. El fracaso de su misión a Madrid para pedir el aplazamiento de las medidas y las represalias que sufrió como consecuencia de ella, cifradas en la pérdida de su alguacilazgo y en su encarcelamiento al iniciarse la rebelión morisca en diciembre de 1568, le llevaron a sublevarse en torno a mayo de 1569. Gracias al prestigio conseguido en su misión a Madrid, Hernando el Habaquí ocupó desde entonces un papel central en la rebelión, convirtiéndose en el máximo defensor del inicio de conversaciones de paz con los castellanos para acabar con el conflicto. Después de estar a punto de fracasar por la orden de expulsión de los moriscos de Guadix y su tierra en abril de 1570, las negociaciones llegaron a un acuerdo en mayo de 1570, consistente en la rendición prácticamente incondicional de los moriscos a cambio de conseguir un trato de favor para el Habaquí y su entorno, lo que finalmente lleva a su asesinato al mes siguiente por parte de Aben Aboo. En cualquier caso, esta actuación hizo que su mujer e hijos, que sufrieron la presión religiosa y la expulsión, se vieran recompensados con una pensión vitalicia.

En definitiva, coincido con el profesor Vincent en considerar a Hernando el Habaquí como un ejemplo de la situación de las élites moriscas, aunque difiero un tanto en el sentido de su ejemplaridad. Así, según Vincent, las élites moriscas vivieron sumidas en la ambivalencia entre el mantenimiento de su situación de privilegio, dependiente de su colaboracionismo con los castellanos, y el deseo de mantener sus vínculos con su comunidad, lo que le llevaba a afirmar que junto a las solidaridades de clase, que fomentarían el primer elemento, existieron los lazos familiares y el sentimiento de pertenencia a la comunidad, reforzado por el constante recuerdo castellano de su diferencia, que fomentarían el segundo. Sin embargo, el ejemplo del Habaquí considero que muestra la importancia prioritaria de las solidaridades de clase dentro de las élites moriscas, en el sentido de que los vínculos con la comunidad de origen eran condición sine qua non para mantener su labor de intermediación con la Corona, origen de su situación de privilegio. Así, no debe extrañar que mantuviera unas prácticas económicas equivalentes a las de las élites castellanas, es decir, de explotación de la población morisca, y que en las negociaciones de paz tuviera como objetivo, más que llegar a un acuerdo beneficioso para su pueblo, conseguir su ingreso en la cúspide del colaboracionismo. De hecho, si se unió a la rebelión fue porque ante el aumento de la presión castellana se ponía en tela de juicio su situación privilegiada, motivo por el cual no dudó en la rendición si ésta podía ser recuperada.

Enlaces

LA ESCLAVITUD DE LOS MORISCOS DEL REINO DE GRANADA

La esclavitud morisca, por Carlos Javier Garrido García

En enero de 2012 defendía mi tesis doctoral en la Universidad de Granada, titulada «La esclavitud en el reino de Granada en el último tercio del siglo XVI. El caso de Guadix y su Tierra» y dirigida por Manuel Barrios Aguilera, obteniedo la calificación de sobresaliente cum laude. Expongo aquí un pequeño resumen de la misma y proporciono los enlaces para consultarla completa.

Esclavitud según Weiditz en1529

La esclavitud en la España moderna

La esclavitud, que vivió su época dorada en el Imperio Romano hasta configurar una sociedad en la que la economía descansaba en buena parte en sus manos, sufrió un retroceso generalizado en la Edad Media, manteniendo su importancia tan sólo en las penínsulas Italiana e Ibérica gracias, principalmente, a que los enfrentamientos en su seno y en el norte de África con el Islam supusieron una fuente constante de personas esclavizadas en razón de su diferencia religiosa.

En el caso de la Península Ibérica, a finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, la esclavitud se vio reforzada, por una parte, por los descubrimientos portugueses en el litoral africano, que reportaron una nueva fuente de personas esclavizadas, la trata negroafricana, y, por otra, por el final de la Reconquista con la conquista del reino de Granada y la inmediata expansión castellana al norte de África.

Aunque sin llegar a configurar una sociedad esclavista como en la Antigüedad, la esclavitud alcanzó una importancia bastante destacada tanto en Portugal como en las zonas sur y mediterránea de las coronas de Castilla y Aragón. En el caso castellano, el fenómeno alcanzaría su paroxismo en el último tercio del siglo XVI gracias, por una parte, a la incorporación a la Monarquía Hispánica del reino de Portugal, que favoreció el suministro de personas esclavizadas de origen negroafricano, y, por otra, a los enfrentamientos con el Islam en el Mediterráneo, tanto desde los presidios norteafricanos, principalmente Melilla y Orán, como en la misma Península como consecuencia de la rebelión de los moriscos granadinos en 1568-1571.

La rebelión de los moriscos granadinos: la esclavitud

En la navidad de 1568 se inicia la rebelión de los moriscos del reino de Granada que, originada en las Alpujarras, se extenderá a lo largo de dos años a la mayor parte del mismo. La rebelión, producto tanto de la explotación económica cada vez más intensa de la minoría por los cristianos viejos como de la agudización de su presión aculturadora, fue la constatación palmaria del fracaso pleno de la política asimiladora puesta en marcha por la Corona desde las conversiones forzadas de 1500. Su consecuencia más inmediata fue, por el bando morisco, el asesinato de cristianos viejos, sobre todo eclesiásticos, y la profanación de las iglesias, y, por el bando cristiano viejo, la esclavización de los moriscos, sobre todo su sector no beligerante, mujeres y niños.

Estas esclavizaciones y su inserción casi inmediata en el mercado produjeron un fuerte debate en las altas instancias políticas y eclesiásticas de la Corona. De hecho, la esclavitud por guerra era una medida reservada a los infieles y, de iure, los moriscos eran desde 1500 cristianos. Sin embargo, ya en marzo de 1569 el monarca decidió, tras consultar a teólogos, que la población morisca podía ser esclavizada al haber cometido un delito de lesa majestad divina y humana, es decir, haberse sublevado contra la Corona y contra Dios, en este último sentido habiendo apostatado de un cristianismo que siempre había sido fingido. La única limitación fue la de establecer que los niños menores de 10 años y medio y las niñas menores de 9 años y medio no serían considerados esclavos sino que pasarían a la administración de cristianos viejos para que los educaran en la fe y cultura castellanas y quedarían libres de todo vínculo al cumplir los 20 años.

Los esclavos moriscos: cuantificación y evolución

Se han cifrado en unas 25.000 las personas de origen morisco esclavizadas en la guerra. Sin embargo, estudios recientes han ido demostrando que la mayor parte de ellas fueron exportadas al exterior del reino. Este hecho, junto a las numerosas liberaciones y a una elevada tasa de mortalidad, explicarían que a finales del siglo XVI quedaran, tanto en el reino de Granada como en el resto de los reinos de la Corona, pocas personas esclavizadas de origen morisco. Ya libertos, estos individuos antes sometidos a la esclavitud, sufrirán las consecuencias de las expulsiones del reino de Granada entre 1570 y 1584 y de la general de 1609-1614. De hecho, si algunos moriscos permanecieron en el reino fueron objeto de lo que el profesor Phillips consideraba como objetivo principal de la esclavitud: la asimilación de una población en principio extraña y que entraba en ella a través de una acción violenta. En el caso morisco, siguiendo esta tesis, se podría considerar la esclavización durante la rebelión como el último intento de asimilación en suelo granadino de una población que se había resistido durante casi 70 años a ella, de modo que cuando estalla la guerra se asimila en la mentalidad castellana la idea de que el reino de Granada y su población morisca pertenecía aún al Islam y era, por ende, un terreno a conquistar.

La esclavitud morisca como fuente de capitalización de la Granada de la repoblación

Sin embargo, como producto de las esclavizaciones de la guerra el reino de Granada se convirtió en sede de un importante mercado de personas esclavizadas, que generó unos grandes beneficios. Esta fuente de capitales fue básica para la reconstrucción posterior a la guerra y, sobre todo, para la consolidación de las élites de la nueva sociedad repobladora ya que los beneficios del mercado afectaron a sólo un sector de la población del reino, el asentado como consecuencia de la primera repoblación de fines del siglo XV, y no a la inmensa mayoría de los nuevos pobladores asentados tras la derrota morisca en 1571.

El mercado esclavista de Guadix

Uno de los principales centros de ese mercado fue Guadix, ya que era una de las principales ciudades del reino de Granada, sede de un corregimiento cuya jurisdicción se extendía por toda la parte oriental del reino y una de las cuatro sedes episcopales fundadas en el mismo tras su conquista por los castellanos. Además, durante la guerra ocupó un lugar central en la retaguardia de las operaciones militares castellanas, lo que unido a su cercanía al teatro de los enfrentamientos, provocó que en la ciudad la incidencia de la esclavitud morisca fuera muy destacada.

Capítulos de la tesis

Metodología y fuentes

En el primero de ellos abordo la metodología adoptada y las fuentes utilizadas, marcadas por una amplia variedad que incluye fuentes notariales, parroquiales, judiciales, inquisitoriales, de la administración civil y expedientes matrimoniales.

Marco histórico

En el segundo capítulo analizo el marco histórico en que se va a desarrollar la esclavitud en Guadix y su Tierra en el último tercio del siglo XVI. Así, abordo su evolución histórica entre 1489, cuando se conquista la zona por los Reyes Católicos, y 1630, cuando la historiografía da por concluida repoblación del reino tras la expulsión de los moriscos. Además, para situar mejor la esclavitud morisca en su contexto, estudio en primer lugar la esclavitud en la zona antes de 1568, teniendo como puntos fundamentales la actitud de la comunidad morisca frente a la esclavitud y la constatación de la presencia esclava en la ciudad a través de las fuentes parroquiales.

En segundo lugar, el desarrollo de la rebelión morisca de 1568-1571 en Guadix y su tierra como un punto muy necesario para entender las esclavizaciones masivas a que dio lugar y cómo la sociedad cristiano vieja, muy afectada por el conflicto y la posterior expulsión de la población morisca, ampliamente mayoritaria en la zona, afrontó el fenómeno.

El debate sobre la esclavización de los moriscos y el control de la población esclavizada

En el capítulo tercero analizo el debate y el control de que fue objeto el botín de guerra conseguido en la rebelión morisca. Empiezo estudiando el debate sobre la esclavitud de los moriscos capturados en la guerra hasta llegar a la decisión real de marzo de 1569 que sancionó la esclavización de los mayores de edad y cómo el incumplimiento de los bandos reales de expulsión fue otra de las causas de entrada en la esclavitud, aunque menos extendida que la más general de haberse sublevado contra la Corona y haber apostatado de la religión cristiana.

Tras ello, intento aproximarme al volumen de personas esclavizadas en Guadix durante la rebelión morisca, utilizando para ello tanto la crónica de Mármol Carvajal como los registros que el corregimiento accitano lleva a cabo para su control y reparto. De hecho, la captura de población morisca en el conflicto era el inicio de un proceso controlado por las autoridades civiles y militares que pasaba por el registro de las capturas, su depósito en terceras personas y, por último, su reparto.

Evolución y distribución de la población esclava en Guadix y su Tierra

En el capítulo cuarto analizo la evolución y distribución de la población esclavizada en Guadix y su Tierra en el último tercio del siglo XVI. Las capturas durante la rebelión morisca fueron muy numerosas en la zona, a lo que habría que unir el carácter redistribuidor de Guadix durante la guerra al funcionar la ciudad como centro de la retaguardia de las tropas cristianas. Sin embargo, como en el resto de España, el volumen de personas esclavizadas de origen morisco fue descendiendo de manera constante.

En el caso de Guadix y su tierra constato cómo este descenso se debió al proceso de exportación al exterior, a los decretos de expulsión de esclavos moriscos de sexo masculino, a los problemas que las autoridades eclesiásticas pusieron a la posesión de esclavas moriscas en edad fértil a eclesiásticos y legos solteros, a las numerosas liberaciones y a una dinámica natural claramente regresiva. Así, los datos del censo de 1580 son muy esclarecedores de este descenso, que continúa hasta el final de la centuria.

Además, en este capítulo estudio la evolución y distribución de la población esclavizada en Guadix y su tierra entre 1569 y 1599 a través del análisis de las fuentes parroquiales, constatando cómo el fenómeno se concentra predominantemente en la parroquia del Sagrario, en la que se asentaba la élite civil y religiosa de la ciudad, mientras que en las parroquias en las que predominaban las clases medias (Santiago y San Miguel), las clases bajas asentadas en el naciente barrio de las cuevas (Santa María Magdalena) y los repobladores que sustituyen a la población morisca (Santa Ana) los valores son mucho más bajos, lo mismo que en el medio rural, analizado gracias a los casos de las localidades de Gor, Huéneja y Alquife, las únicas de la zona que conservan registros parroquiales del periodo.

El funcionamiento del mercado esclavista de Guadix

El capítulo quinto se dedica al análisis del funcionamiento del mercado esclavista accitano entre 1569 y 1578 a través del estudio de las compraventas. Tras analizar su evolución, estudio tanto los objetos del mercado, las personas esclavizadas, en función de su volumen, etnia, sexo, edad, procedencia, nombres y apellidos, como los actores del mercado, vendedores, compradores y propietarios. A ello uno el análisis de los precios, tanto de su volumen y evolución como de su variación en función del sexo, la edad y la etnia de las personas esclavizadas, y de la fiscalidad.

La vida en esclavitud

En el capítulo sexto abordo la vida en esclavitud, estudiando las condiciones de vida de las personas esclavizadas, que venían determinadas por su situación de colectivo social marginado y por el tratamiento de los amos; su vida afectiva y capacidad reproductiva, determinada por la explotación sexual que sufrían las esclavas y por el predominio del amancebamiento frente al matrimonio; su religiosidad, muy relacionada con los fenómenos de sincretismo, hechicería, magia y, en el caso de los moriscos, criptoislamismo; y, por último, su explotación laboral, entendiendo en este último aspecto la esclavitud como un medio de ostentación, un factor productivo con rentabilidad económica y un instrumento de cambio.

El acceso a la libertad y la población liberta

El capítulo séptimo se dedica al análisis del acceso a la libertad y la población liberta. Empiezo analizando las vías de acceso a la libertad de las personas esclavizadas para pasar al estudio de las cartas de ahorría otorgadas en Guadix entre 1569 y 1578 y el acceso judicial a la libertad de la población morisca ilegalmente esclavizada por ser menores de edad o moriscos que no se habían sublevado. Por último analizo el destino de la población liberta, muy marcado por su pasado esclavo y por los prejuicios raciales y religiosos de la limpieza de sangre predominantes en la época.

Consecuencias de la esclavitud morisca

En el octavo y último capítulo, a modo de conclusión, planteo algunas hipótesis acerca de las consecuencias de la esclavitud morisca en Guadix y su tierra, tanto demográficas como económicas y sociales, incidiendo en el hecho de destacar la importancia del fenómeno para entender el reforzamiento de la élites urbanas del reino de Granada y el surgimiento de la élites rurales de las zonas de repoblación.

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El morisco Hernando el Habaquí

EL MORISCO HERNANDO EL HABAQUÍ

Hernando el Habaquí pasó de ser el alguacil de Alcudia de Guadix a convertirse en representante de los moriscos del reino de Granada en 1567 y en uno de los máximos dirigentes de la rebelión morisca de 1568-1570. Este es un extracto de mi artículo: “Entre el colaboracionismo y la rebelión: el morisco Hernando el Habaquí”, publicado en la revista Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam), nº 63 (Universidad de Granada, 2014), pp. 45-64.

UN MIEMBRO DE LAS ÉLITES MORISCAS

Lo único que se conoce de Hernando el Habaquí antes de 1568 es que era el alguacil de Alcudia, una pequeña localidad situada en el valle del Zalabí a seis kilómetros al sur de Guadix. Este valle, como la mayor parte del medio rural de la zona oriental del reino de Granada, tenía una abrumadora mayoría de población morisca, ya que al ser ocupada por los castellanos en 1489 no fue objeto de repartimiento. Así, en 1568 Alcudia tenía 76 vecinos moriscos y 6 cristianos viejos, mientras que en el resto de localidades del valle todos sus vecinos eran moriscos: los 25 de Exfiliana, los 50 del Cigueñí y los 40 del Zalabí. De hecho, en la zona la presencia castellana se reducía en buena medida al personal eclesiástico ligado a las parroquiales establecidas en 1505 tras las conversiones mudéjares. Aunque el papel de la familia Habaquí no debió ser muy importante ni en la conquista en 1489 ni en las conversiones de 1500, lo cierto es que hubieron de actuar a favor de los castellanos, ya que en la época morisca aparecen como alguaciles de su localidad.

En época nazarí los alguaciles eran unos oficiales subordinados que tenían competencias de justicia y de administración fiscal, teniendo un papel muy secundario en las capitulaciones de conquista frente a los cadíes y alfaquíes. De hecho, van a ser los castellanos los que van a potenciar la figura del alguacil, tanto en las aljamas de las ciudades como en los núcleos rurales, ya que necesitaban unos intermediarios subordinados que ejercieran la doble función de agentes de la Corona y de representación de las comunidades mudéjares ante las nuevas autoridades. En cualquier caso, esta autoridad de nombramiento real compartió sus funciones de representación de las comunidades mudéjares con los alfaquíes y con las élites mudéjares. Las conversiones forzosas de 1500-1501 van a suponer la potenciación definitiva de la figura del alguacil, que se consolida ya como el representante único de las comunidades rurales moriscas por merced de los reyes. De hecho, mientras que en las ciudades desaparece, en los pueblos moriscos los alguaciles ocupan un lugar básico en la gestión de la fiscalidad morisca. Así, los alguaciles eran los encargados de repartir entre los vecinos, con ayuda de los seises, el montante de la farda, el impuesto específico establecido por la Corona sobre los moriscos, que había recaído en la localidad y para la negociación de cualquier aspecto relacionado con su cobro. Así, en septiembre de 1552, el alguacil de Alcudia, Hernando el Habaquí, acompañado de otros vecinos de la localidad, que actuarían como una especie de consejo restringido, otorgaron poder al colaboracionista Jerónimo de Palacios, regidor de Guadix, para que, en nombre de todos los vecinos de la localidad, solicitara al conde de Tendilla y a los repartidores de las fardas una reducción en el montante del impuesto asignado a la localidad en atención a los daños provocados por el desbordamiento del río de Guadix.

Desconozco si la familia Habaquí recibió la merced de alguacilazgo de Alcudia tras la conquista o tras las conversiones mudéjares. Lo cierto es que en 1547 un Habaquí ostentaba tal cargo al tomar a censo perpetuo unos bienes de la Mesa Capitular del Cabildo Catedral de Guadix en Alcudia, censo que después tendría Hernando el Habaquí como principal heredero.

Sea como fuere, Hernando el Habaquí es un ejemplo magnífico de la disyuntiva que sufrieron la mayor parte de las élites moriscas entre sus deseos de integración y mantenimiento de una elevada condición social, que dependía de mantener su colaboracionismo con las autoridades castellanas, y los de conservar un lazo con su comunidad de origen. Esto último se apreciaría en elementos como los matrimonios con otros miembros de la comunidad morisca, siendo muy escasos los matrimonios mixtos con cristianos viejos, y el mantenimiento de sus antiguos lugares de residencia conviviendo con sus vecinos moriscos para mantener sus lazos comunitarios. En el caso de Hernando el Habaquí se observan estos mismos instrumentos. Así, se casó con María de Benavides, de la que desconozco su procedencia, pero no cabe duda de que sería morisca ya que fue expulsada del reino de Granada después de la rebelión de 1568-1570. Además, buscará alianzas matrimoniales dentro de la comunidad morisca, casando ya durante la guerra a su hija María Habaquí con Luis Abenomar, vecino de Guadix e hijo de Bartolomé Abenomar, alguacil de la vecina localidad del Cigueñí y de sus anejos de Exfiliana y el Zalabí y que de hecho era pariente dentro del quarto grado del dicho Hernando Habaquy, es decir, ambos tenían algún antepasado en común, seguramente alguna de sus abuelas, motivo por el cual para poder casar a sus hijos se vieron obligados en vísperas de la rebelión a conseguir breve de Su Santidad para se poder casar respeto de que son primos hermanos. Por otra parte, mantiene su residencia, pese a su posición de privilegio, en la pequeña localidad de Alcudia, hecho que si bien pudo limitar sus posibilidades de ascenso a una situación de mayor privilegio, sí le permitió mantener el contacto con sus paisanos y dar sentido así a su función de intermediación, de la que dependían, no se olvide, los favores de la Corona y la existencia de unas importantes redes clientelares. Por último, mantuvo un gran apego a sus orígenes y cultura propia, como demuestra el hecho de que, contraviniendo la tendencia auspiciada por la Corona, mantuviera el uso de su apellido musulmán sin sustituirlo por otro castellano o, al menos, por el uso de un apellido mixto castellano-morisco como sí hicieron otros colaboracionistas. Por otra parte, conservó el uso de la lengua árabe, pese a conocer perfectamente el castellano, tanto al otorgar documentos oficiales, como en el ámbito doméstico, indicándolo así el hecho de que en 1570 su hija, al ser procesada por la justicia eclesiástica, requiriera para declarar la intermediación de un intérprete.

En cuanto a su situación económica, ya en su momento el profesor Vincent destacó que las élites moriscas tenían en común una buena situación económica, que posteriormente fueron reforzando a través de alianzas matrimoniales.  Este fue el caso de Hernando el Habaquí, que en vísperas de la rebelión disponía de un patrimonio valorado en 500 ducados, es decir, 187.500 maravedíes, y el que sería su yerno, Luis Abenomar, con uno valorado en 800 ducados, 300.000 maravedíes. Aunque pueden parecer cifras modestas, sobre todo si las comparamos con el patrimonio de grandes familias colaboracionistas como los López-Abenaxara, que disponía de unas rentas anuales de 1 millón de maravedíes en el período 1500-1528, se debe tener en cuenta que la cifra se tiene que referir sólo a los bienes raíces y que esas cantidades en el marco de una pequeña localidad como Alcudia le concedían, sin duda, una posición de claro privilegio con respecto a sus vecinos.

De hecho, su patrimonio se veía completado con el arrendamiento y toma a censo perpetuo de bienes de instituciones eclesiásticas para después subarrendarlos a la abundante y productiva mano de obra morisca, en una tendencia que, propia de los cristianos viejos residentes en el reino, será compartida por las élites moriscas. Del mismo modo, en 1556, 1557 y 1558 fue mayordomo por arrendamiento de los bienes de la Obra Pía que el Convento del Parral de Segovia tenía en Cogollos de Guadix, como consta por un pleito de marzo de 1559 entre Hernando el Habaquí y el mayordomo de la iglesias menores del Obispado de Guadix, Diego de Ugarte, por el pago del horno e morales de Cogollos del año de çinquenta e syete e çinquenta e ocho. Esta posición de arrendador en Cogollos, además de los ingresos que supusieran por el sobrecoste de los subarriendos, le permitió ampliar su área de influencia a la citada localidad. El arrendamiento o toma a censo perpetuo de los bienes eclesiásticos se completaba con su ostentación del cargo de mayordomo de la Iglesia Parroquial de Alcudia, lo que le permitía gestionar y controlar sus rentas. La Bula de erección de las iglesias parroquiales de 1505 establecía que los bienes y rentas de las fábricas de las mismas debían ser administrados por un ecónomo o mayordomo elegido anualmente por los vecinos.

La buena situación económica de Hernando el Habaquí, producto de sus bienes inmuebles y del arrendamiento-acensamiento y control de bienes eclesiásticos, se completaba con unas actividades comerciales en torno al ganado y los cereales que motivaron que, en mayo de 1560, fuera acusado por el fiscal del Obispado de usura, ya que vendía estos productos fiados por encima de su precio de mercado. Así, según declaraban los testigos del proceso, Hernando el Habaquí, aprovechando la producción de sus bienes inmuebles, tanto propios como arrendados-acensados a la Iglesia, en los meses previos a la nueva cosecha, cuando empezaba a escasear el grano, vendía trigo a mayor precio que el del mercado, un grano que debían pagar los compradores en agosto, es decir, una vez realizada la nueva cosecha y cuando, por tanto, dispondrían de nuevo de dinero. Por tanto, este pleito muestra claramente la posición de privilegio socioeconómico de Hernando el Habaquí y las prácticas, a veces fraudulentas, que se usaban para consolidarlo, todo ello un elemento común con las élites cristianoviejas.


REPRESENTANTE DE LOS MORISCOS DEL REINO FRENTE A LA REAL CÉDULA DE 1567

             En 1566 la política regia con respecto a la población morisca del reino de Granada entró en un camino de no retorno. Como consecuencia de la Junta de Madrid, se aprobó la pragmática de 1 de enero de 1567, que suponía la prohibición legal de todos los elementos diferenciadores de la minoría, no sólo de los religiosos, sino también de los culturales, entendidos por las autoridades castellanas como muestra flagrante de la disidencia religiosa. Frente a ello, los moriscos optaron por los mecanismos tradicionales de presión, realizando súplicas de aplazamiento su procurador general, Jorge de Baeza, y el notable don Francisco Núñez Muley. Al fracasar, los moriscos optaron por recurrir a la nobleza granadina, muy interesada en seguir manteniendo a su productivos vasallos moriscos, y a colaboracionistas moriscos de segundo orden. Así, el noble castellano don Juan Enríquez de Guzmán, de Baza, acudió a Madrid acompañado por Juan Hernández Mofadal, vecino de Granada, y Hernando el Habaquí, alguacil de Alcudia. Pero, ¿cómo explicar que la labor de representación recayera en un morisco que, como Hernando el Habaquí, no destacaba por pertenecer a los grandes linajes moriscos del reino ni a las principales familias colaboracionistas? Creo que la respuesta está en el desprestigio que, ante el pueblo morisco, fueron sufriendo las élites colaboracionistas de primer orden como consecuencia de la contradicción de actuar a la vez como supuestos representantes de su pueblo y también como agentes de la Corona. En su día ya destaqué esta contradicción en el caso de las dos principales familias colaboracionistas de Guadix y su Tierra, los Valle-Palacios y López-Abenaxara. Siendo los miembros de ambas familias seises y repartidores de la farda en la zona por designación castellana, los moriscos no tuvieron más remedio que elegir un procurador, Hernando de Gálvez, que defendiera sus intereses en el reparto del impuesto. Mi hipótesis, por tanto, es que si Hernando el Habaquí fue nombrado representante de los moriscos del reino fue porque éstos ya desconfiaban de los colaboracionistas de primer nivel en su calidad de agentes reales.

Sea como fuere, la participación en esta comisión va a ser fundamental en el devenir posterior de Hernando el Habaquí, en su paso del colaboracionismo a la rebelión. Así, la comisión alcanzó un rotundo fracaso, iniciando, tras el rechazo regio, un periplo infructuoso de varios meses que les llevó a entrevistarse con el cardenal Espinosa en Madrid y con el presidente de la Chancillería, Pedro de Deza, en Granada. Estas negativas continuas, el tiempo que hubieron de esperar sin respuesta y las misivas que recibían de los moriscos describiéndoles los malos tratamientos que recivían de los ministros causarían una negativa impresión en el Habaquí, que se iría decantando hacia posturas más extremistas, como pasó con el resto de moriscos del reino que se vieron ante la disyuntiva de aceptar la pragmática o rebelarse. De hecho, su participación en las negociaciones le supuso sufrir represalias por parte de las autoridades castellanas. Así, según indica Mármol, el Habaquí fue apresado, seguramente al iniciarse la rebelión, porque había ido a contradecir las premáticas a la Corte, e incluso perdió su cargo de alguacil de Alcudia, siendo sustituido por Hernando López de Ayala, un funcionario castellano ligado a la cobranza de las rentas reales, mostrando así quizás una tendencia de las autoridades castellanas a eliminar los últimos rastros de la autonomía de los pueblos moriscos.

En definitiva, la decepción y humillación sufrida por su comisión a Madrid y la presión castellana que le hizo perder su alguacilazgo sobre Alcudia debieron provocar un cambio de actitud en Hernando el Habaquí con respecto a los castellanos. De hecho, el estallido de la rebelión morisca en diciembre de 1568 y la actitud castellana durante la misma le harán decidirse ya por completo por la sublevación.

 

PAPEL CENTRAL EN LA REBELIÓN MORISCA

Finalmente, la tensión acumulada durante los últimos años estalló en la navidad de 1568 en la forma de una rebelión morisca que, iniciada en las Alpujarras, pronto se extendió al resto de zonas del reino. En el caso de Guadix, en el mismo mes de diciembre se sublevaron las poblaciones de Abla y Abrucena y, ya en enero de 1569, el marquesado del Cenete, situación que aprovecharon las milicias concejiles accitanas para saquearlo. Sin embargo, Hernando el Habaquí no se unió de manera inmediata a la rebelión, sumándose a ella en torno a mayo de 1569, pocos días antes del ataque morisco a la villa de La Peza, ya que, como indica Mármol, se había ido a la sierra estos días, porque habiendo estado preso en Guadix por sospecha de rebelión, o como él nos dijo después, porque había ido a contradecir las premáticas a la Corte, y habiéndole soltado en fiado el corregidor de aquella ciudad, supo que le mandaban prender de nuevo. De hecho, el mismo Habaquí explicó al presidente de la Chancillería granadina, Pedro de Deza, los motivos por los que se sublevó en una carta fechada el 18 de diciembre de 1569. En ella indicaba que se había sumado a la rebelión por los abusos que sufrió por parte de los cristianos viejos, que intentaron meterlo en prisión y le saquearon sus bienes y los de su hermano, y concluía indicando que en lo que tienen por allá entendido que yo lo he hecho mal en renegar de la fe de Jesús Christo, juro por Dios que si con cualquier caballero se hubiera hecho lo que conmigo, aunque fuese christiano viejo de todos cuatro costados, no hubiera parado en el reino de Granada sino pasado a Turquía y renegado de su fe.

Por tanto, la excesiva presión castellana fue lo que motivó la rebelión del Habaquí, que huyó a la sierra acompañado de su familia. Una vez allí, su ascenso en la cúpula dirigente de la rebelión fue meteórico, seguramente gracias al prestigio que había adquirido en su comisión a Madrid para intentar frenar la pragmática de 1567. Así, nada más llegar, en mayo de 1569 entró a formar parte del consejo del rey Aben Humeya y en agosto de ese año realizó un viaje a Argel con la intención de conseguir refuerzos de su rey, Luch Alí, vasallo del Imperio Otomano, volviendo de hecho acompañado por 400 escopeteros dirigidos por el turco Hoscein. Una vez vuelto a las Alpujarras, y sobre todo tras el asesinato de Aben Humeya por parte de Aben Aboo en septiembre de 1569, se convirtió en el máximo defensor en el bando morisco del inicio de conversaciones de paz con los castellanos, tanto por convicción propia como porque éstos intentaron aprovechar sus contactos con las élites cristianoviejas accitanas anteriores a la guerra, especialmente con Hernando de Barradas y Francisco de Molina, para utilizarlo como medio de conseguir la rendición morisca. Así, recién nombrado general del río Almanzora, Baza y Guadix, el 15 de febrero de 1570 Hernando el Habaquí se reunió con Hernando de Barradas en la sierra de Aldeire y el 10 de marzo de ese año en Purchena con Francisco de Molina. En esta última entrevista, Francisco de Molina intentó convencer al Habaquí prometiéndole el mantenimiento de su situación de privilegio anterior al conflicto e incluso su aumento haciéndole entrar en la cúspide de las élites moriscas. Finalmente, el Habaquí prometió conseguir que Aben Aboo aceptara llegar a la paz, promesa que volvió a repetir el 20 de marzo a Francisco de Córdoba. En abril de 1570 los acontecimientos se precipitaron. El 17 de ese mes don Juan de Austria publicó el bando de reducción en Santa Fe de Mondújar y el día 22 Aben Aboo, aconsejado por el Habaquí, respondió a una carta de Alonso de Granada Venegas indicándole que la culpa de la rebelión la tuvieron los consejeros del rey por hacer la vida imposible a los moriscos, porque si los agravios que se hacían a estas gentes se hicieran al más cuerdo hombre que hay en la cristiandad, no se contentara con hacer lo que ellos hicieron, sino que hiciera mucho más, y que se mostraba favorable a continuar los tratos de paz. Estos fueron de nuevo gestionados por el Habaquí, teniendo como interlocutores a Hernando de Barradas, Francisco de Molina, Francisco de Córdoba y otros caballeros, lo que Mármol califica sintomáticamente como negociar por la vía de Guadix.

Cuando las negociaciones de paz se iban encauzando, entraron en peligro por la continuación de las actividades bélicas por parte de las tropas castellanas y porque los moriscos sublevados entendiendo que se trataba de sacar los moriscos de las ciudades de Guadix y Baza, que no se habían rebelado, estaban escandalizados. Esta expulsión, que afectaba también a la población de la Tierra de ambas ciudades, se preparó concentrando a los moriscos en las iglesias y, en el caso de Guadix, en la Alcazaba. En este sentido, en una nueva entrevista entre el Habaquí y Barradas en el castañar de Lanteira el morisco le indicó que si se detenía la expulsión se comprometía a conseguir la rendición morisca. La respuesta de don Juan de Austria fue positiva, no siendo de hecho expulsados los moriscos de Guadix hasta noviembre de 1570, coincidiendo con la expulsión general del reino. Esta preocupación prioritaria del Habaquí por la suerte de los moriscos de Guadix y su Tierra se explica no sólo porque entre ellos estarían sus familiares y amigos, sino también porque sería consciente que una vez expulsados sus congéneres no tendría sentido que la Corona siguiera contando con él como interlocutor, razón de su situación privilegiada y de su misma permanencia en el reino.

La paralización de la expulsión de los moriscos de paces accitanos permitió que las negociaciones de paz siguieran adelante y el 13 de mayo de 1570 se reunieron en Fondón de Andarax los moriscos, representados por el Habaquí, los alcaides moriscos y los generales turcos, y los castellanos, representados por Alonso de Granada Venegas, otros caballeros, los eclesiásticos de origen morisco beneficiados Torrijos y Tamarid y el colaboracionista accitano Hernán Valle de Palacios. En esa reunión los moriscos accedían a reducirse a cambio de poder permanecer en el reino de Granada con las provisiones antiguas, es decir, el estatus anterior a 1567. Don Juan de Austria respondió que trajeran poder de Aben Aboo y que sus peticiones fueran recogidas en un memorial en forma de suplicación, es decir, que no se tomaba una resolución inmediata al respecto, sino que se esperaba a la voluntad real.

Finalmente, el 19 de mayo de 1569 volvieron a Fondón el Habaquí y los demás alcaides moriscos, y entregaron sus poderes y memoriales a Hernán Valle de Palacios para que los entregase a don Juan de Austria. El acuerdo final estipuló que los moriscos se rendirían y serían bien tratados por los castellanos, aunque serían expulsados de las Alpujarras. Admitido el acuerdo, el Habaquí solicitó un trato de favor para él mismo y para Aben Aboo y el resto de dirigentes de la rebelión, cosa que le fue concedida por don Juan de Austria como agradecimiento por la reducción. Tras firmar el acuerdo y realizar la ceremonia pactada, Hernando el Habaquí permaneció en campo cristiano tres días más, marchando el 22 de mayo a dar cuenta del acuerdo a Aben Aboo y al resto de caudillos.

El 25 de mayo, festividad del Corpus Christi, volvió el Habaquí al campo cristiano, trayendo el consentimiento de Aben Aboo, entregándole don Juan de Austria el bando confirmando el acuerdo. El Habaquí, por su parte, se comprometió a conseguir embarcar para Berbería a los turcos y berberiscos, que constituían el grupo más reacio al acuerdo, e incluso se ofreció a conseguir la reducción de los moriscos aún rebeldes en Ronda y Marbella. Por tanto, el trato de favor que le habían dispensado las autoridades castellanas y las relaciones retomadas con sus élites, hicieron que el Habaquí retornara a la senda del colaboracionismo.

El embarque de las tropas turcas lo consiguió el Habaquí a principios de junio de 1570. Sin embargo, la llegada de nuevas fuerzas de Berbería hizo que Aben Aboo cambiara de parecer, factor al que contribuyó su desconfianza hacia el Habaquí, al que acusaba de haber sido el protagonista de la reducción con el objetivo de conseguir honra y provecho para él y sus deudos. Así, empezó a denunciar al Habaquí frente al resto de moriscos indicando que había mirado mal por el bien común, contentándose con lo que solamente don Juan de Austria le había querido conceder, y procurando el bien y provecho para sí y para sus deudos, cuando en realidad, según Mármol, su fin era, viendo al Habaquí hecho tan señor del negocio de la redución, quitárselo de las manos y hacerlo él, para asegurar más su partido con servicio tan particular. Evidentemente, el Habaquí se dio cuenta de este cambio de postura de Aben Aboo, por lo que se ofreció a don Juan de Austria para entregárselo, de grado o por fuerza, para lo cual éste le concedió 800 ducados de oro con que levantase cuatrocientos moros de quien pudiese tener confianza para el efeto que decía. Así, volvió a Bérchul para sacar de allí a su mujer e hijas y llevarlas a Guadix antes de realizar el golpe, cosa que aprovechó Aben Aboo para asesinarlo. Para no comprometer el proceso de reducción, que pasó a gestionar él mismo, encubrió su muerte, tanto a su familia, a la que permitió que se fuese a Guadix diciéndole que no tuviesen pena, porque él le tenía preso y brevemente le soltaría, como a los castellanos. De hecho, éstos no descubrieron la muerte del Habaquí hasta que el 30 de julio de 1570 don Juan de Austria envió a Hernán Valle de Palacios a entrevistarse con Aben Aboo con el objetivo principal de averiguar lo sucedido. Cuando el colaboracionista accitano volvió a Guadix el 5 de agosto, trajo la noticia de la muerte, rompiéndose al instante las negociaciones de paz y reanudándose la guerra.

Muerto el Habaquí, fue su familia la que sufrió tanto la presión religiosa castellana como la expulsión. Ya he indicado que, según Mármol, la familia del Habaquí marchó a Guadix en junio de 1570. Sin embargo, al menos su hija María Habaquí y su marido Luis Abenomar, estaban ya en la ciudad en mayo de ese año, cuando bautizaron en la Iglesia de Santa Ana a su hijo Rafael. Ambos se habían casado durante la guerra según el rito musulmán, por lo que en octubre de 1570 fueron procesados por la Audiencia Episcopal de Guadix, que los condenó al pago de una multa de 4 ducados y ordenó que se casaran por el rito católico.

En cuanto a la expulsión, la mujer del Habaquí, María de Benavides, y su hija y yerno fueron expulsados a la ciudad de Jaén, donde recibieron unas pensiones por parte del rey en 1574, como agradecimiento a la labor de su marido y padre en las negociaciones de paz.

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