RUTA HISTÓRICA POR LA VILLA DE RIÓPAR (ALBACETE)

Guía de una ruta histórica por la villa de Riópar (Albacete), por Carlos Javier Garrido García.

Vistas desde Riópar VIejo.

PRESENTACIÓN

La villa de Riópar se sitúa en la provincia de Albacete, en la región natural e histórica de la Sierra de Segura, en las Cordilleras Béticas. Es, por tanto, una zona de montaña caracterizada por el relieve accidentado y un clima de montaña con temperaturas contrastadas y altas precipitaciones, y situada en la cuenca del río Mundo, afluente del Segura.

El término Riópar deriva del término latino “Rivus Oppae”, es decir, “Río de la Zorra”. La villa cuenta, según datos de 2017, con 1.391 habitantes, vive en gran parte del turismo rural, asociado a su patrimonio histórico-artístico y natural (con especial mención al Nacimiento del Río Mundo) y a la existencia de servicios hosteleros de calidad. El desarrollo turístico ha permitido frenar en cierto modo el éxodo rural masivo que sufrió la localidad, que contaba con 3.063 habitantes en 1940.

Vamos a centrar nuestra visita en los dos grandes atractivos históricos del municipio: por un lado, Riópar Viejo, primitivo núcleo urbano abandonado y que actualmente acoge una villa turística, y, por otro, la Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz, en torno a las cuales surgió la actual localidad.

RIÓPAR VIEJO

Orígenes

Como se ha indicado, es el núcleo originario de la localidad. Está situado en una meseta de acceso escarpado, de fácil defensa. A sus pies se sitúa el yacimiento neolítico de La Marija, perteneciente al Bronce Final.

La presencia romana queda atestiguada por el hallazgo del denominado “Tesorillo romano de Riópar”, consistente en 364 monedas que se conservan en el Museo Arqueológico de Albacete.

La «Reconquista»

El dominio musulmán acaba en 1213, cuando Alfonso VIII, tras haber ocupado Alcaraz, hizo lo propio con Riópar, estableciendo en el mismo un concejo independiente hasta que en 1256 la localidad fue entregada al Concejo de Alcaraz como aldea dependiente del mismo.

El señorío de los condes de Paredes de Nava

En 1477, y tras enfrentamiento entre el marqués de Villena y Rodrigo Manrique, comendador de Segura y primer conde de Paredes de Nava, en el marco de los cuales la localidad de Riópar llegó a sufrir un asedio de varios meses, esta fue entregada, junto con Cotillas, al Conde de Paredes.

El señorío de la localidad pasó al conde de Navas de Amores en 1746.

La sujeción al señorío hizo que la villa sufriera un acusado proceso de crisis socioeconómica y despoblación. Así lo muestran los datos que aporta el Catastro de Ensenada, realizado en esta localidad en febrero de 1753.

El Catastro de Ensenada (1753)

Según los datos de Ensenada, la localidad contaba con unos 60 vecinos o familias, es decir, aproximadamente 240 habitantes. De ellos, la mayoría se concentraban en la localidad, mientras que 4 familias lo hacían en casas de campo.

Había 68 casas, “las treinta de ellas habitables, veinte derrotadas y maltratadas y las diez y ocho destruidas y con necesidad para su subsistencia de muchos reparos”, situación que muestra la crisis ya citada.

La economía local descansaba en la agricultura. En el término municipal había 3.300 cuerdas o fanegas sembradas, de las que 1.000 eran de regadío, 1.700 de secano, 200 de matorral, 100 de viña y 300 eran dehesas pertenecientes a los propios concejiles. Predominaba una agricultura de subsistencia, siendo los principales cultivos el trigo, la cebada, el centeno, las legumbres, el cáñamo y algunos frutales.

El sector secundario se centraba en la transformación de cereales, existiendo un molino harinero en el río de la Vega, propiedad del Concejo, y 5 hornos de cocer pan. La artesanía se limitaba a la existencia de un sastre.

El sector servicios estaba poco desarrollado, como no podía ser de otro modo en una economía subdesarrollada de subsistencia. Así, el comercio se limitaba a la existencia de 5 arrieros, indicando que no había tiendas, panaderías ni mesones, no existiendo ni comerciantes ni tenderos. En cuanto a los servicios, no había Hospital, siendo el único servicio sanitario un cirujano (Francisco Beltrán Toro), al que el Concejo daba una ayuda anual de 100 reales para el desempeño de su oficio. En cuanto a la educación, había un maestro de primeras letras (Ignacio Morcillo) que compatibilizaba su empleo con el de sacristán de la Iglesia.

La polarización social era destacada, aunque estaba atenuada por la emigración. Así, había en la localidad 9 familias de jornaleros y 8 de pobres de solemnidad, suponiendo el conjunto de ambos grupos el 28’3 % de la población total.

Tras el establecimiento de las Reales Fábricas en 1773, que veremos en el siguiente apartado, la población se empezó a desplazar hacia lo que actualmente se conoce como Riópar o Riópar Nuevo.

Riópar en el «Diccionario» de Madoz (1849)

A mediados del siglo XIX, el Diccionario de Pascual Madoz, de 1849, indica que la localidad, dotada de ayuntamiento, pertenecía al partido judicial de Alcaraz. Estaba situada “en la cúspide de un elevado cerro cortado de difícil y áspero acceso, su clima es frío y poco sano”.

La población ascendía a 196 vecinos o familias, unos 784 habitantes, mostrando estos datos el crecimiento registrado desde 1753 gracias a las fábricas. Había en la localidad 190 casas, incluidas la casa consistorial, la cárcel, la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo (servida por un cura y un sacristán) y una escuela de instrucción primaria, que era frecuentada sólo por 30 alumnos, además de “las célebres mina y fábricas de cobre y zinc”.

En cuanto a las características del terreno municipal, el Diccionario indica que “fertilizado por el río Mundo y otro riachuelo que viniendo de Alcaraz desagua en él, es de buena calidad; participa de quebrado y llano; comprende buenos montes poblados de encina, roble, marojo, tejos, pinos, acebos y avellanos, con diferentes arbustos”.

Uno de los principales problemas de la localidad era la incomunicación, calificando a los caminos, tanto locales como los que se dirigían a La Mancha, Valencia y Murcia como “en mediano estado”. Además, no había servicio de correos, ya que “se recibe y despacha en la cabeza de partido”, es decir, Alcaraz.

La economía se basaba en el sector primario, destacando la producción de “trigo, cebada, centeno, avena, maíz, patatas, frutas, legumbres, seda, leñas de combustible, maderas de construcción y buenos pastos con los que se mantiene ganado lanar, cabrío, vacuno y asnal; hay caza de perdices, conejos, jabalíes y corzos”.

El sector industrial se limitaba a “3 molinos harineros, un batán, el laboreo de las minas y el trabajo en las fábricas”.

El comercio era muy escaso, exportándose de la localidad el “sobrante de frutas y ganados y producción de las fábricas”, e importándose “los artículos que faltan”. La descripción que el Diccionario hace de las fábricas la veremos más adelante.

El plano de Riópar Viejo en 1885

En el plano de la localidad realizado en 1885 y que se conserva en el Instituto Geográfico Nacional, se puede apreciar la Iglesia (manzana 1) y el caserío, que coincide básicamente con el actual.

Plano de Riópar Viejo en 1885. Instituto Geográfico Nacional.

Llama poderosamente la atención su extensión, muy limitada para los casi 200 vecinos existentes. Hay que tener en cuenta que buena parte de los mismos se asentaba en Fábricas, en las cortijadas dispersas por el término y en aldeas como la de Casa de la Noguera, de la cual tenemos también un plano de 1887 en el Instituto Geográfico Nacional.

Plano de la aldea de Casa de la Noguera en 1887. Instituto Geográfico Nacional.

Riópar en el siglo XX

La crisis de las Fábricas desde finales del siglo XIX, por el progresivo agotamiento de las minas, hizo que la localidad sufriera una regresión demográfica, que invierte su tendencia en las décadas de 1930 y 1930, como podemos ver en la gráfica adjunta, procedente de Wikipedia.

Evolución demográfica de Riópar, 1900-2005. Fuente: Wikipedia.

La Guerra Civil española (1936-1939), como no podía ser de otro modo, afectó a la localidad.

Tras el estallido del golpe de Estado en julio de 1936, se inicia en el bando republicano un proceso revolucionario, que empezó a afectar a la localidad en octubre de 1936, tal y como informa la Causa General. Ese mes “profanaron la Capilla de San Juan Bautista”, situada dentro del complejo de las fábricas, “rompieron las imágenes, quemando objetos de madera y destruyendo otros de metal destinados al culto”. Del mismo modo, se iniciaron los actos de represión contra personas de derechas, aunque no se llegaron a cometer asesinatos. Así, a 10 personas de ideología conservadora “les obligaron a cavar” y a “tres Guardias de oficio… les bañaron la cabeza en un pilar y les obligaron a decir por las calles cosas en contra de su honor”. Por otra parte, en el terreno económico, “se hicieron saqueos en casas de individuos de derechas, de cereales y otros efectos”; “se impusieron multas de 100 a 5.000 pesetas” a 33 personas y a la “Industrial Metalúrgica de San Juan de Alcaraz”; y se incautaron 8 coches, cuatro de ellos a la citada “Industrial”.

El 10 de enero de 1937 fue profanada y saqueada la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, en Riópar Viejo, y el 2 de julio de ese año se produjo la única muerte violenta ligada al conflicto en la localidad. La víctima fue Amadeo González Marset, obrero metalúrgico de 24 años, que apareció muerto con heridas de arma de fuego en la Plaza del Conde de Velle. Era militante del sindicato CNT, por lo que su muerte quizás se debió a los enfrentamientos internos entre anarquistas y marxistas, tan frecuentes en la retaguardia republicana.

Una vez acabada la Guerra, la localidad alcanza su máxima población en 1940, sufriendo a partir de entonces un agudo descenso demográfico, como podemos ver en la gráfica ya citada. El descenso demográfico se debió al éxodo rural, especialmente intenso en los años 1950-1970 junto con la crisis y cierre definitivo de las fábricas en 1996. En este periodo se completa el traspaso de la población desde Riópar Viejo a l entorno de las Fábricas. De hecho, Riópar Viejo quedó totalmente despoblado, muriendo su último habitante en 1999.

A partir de entonces, los restos de la localidad son restaurados, convirtiéndose en una villa turística ya en el siglo XXI. Precisamente, el desarrollo de las actividades turísticas permitió frenar la sangría demográfica, pasando la población a estabilizarse, tal y como se puede apreciar en la gráfica. Sin embargo, en los últimos años la población ha vuelto a bajar, debido al envejecimiento demográfico. Esto deja claro, en mi opinión, que el desarrollo turístico no es capaz, por sí solo, de frenar el despoblamiento rural.

Puntos de interés histórico-artístico en Riópar Viejo

Los principales puntos de interés en Riópar Viejo, aparte de su situación topográfica y magníficas vistas son los restos del recinto amurallado, los restos del antiguo cementerio (situado dentro del recinto amurallado y con algunos enterramientos recientes) y extramuros la Iglesia Parroquial del Espíritu Santo, de estilo gótico y datable en el siglo XV.

Restos de las murallas medievales de Riópar Viejo.

“FÁBRICAS” O RIÓPAR NUEVO

Orígenes

La actual localidad de Riópar tiene su origen en el establecimiento de las fábricas en el siglo XVIII. De hecho, la denominación tradicional de este núcleo de población, que se mantiene a nivel popular incluso en la actualidad, es la de “Fábricas”.

El establecimiento de las fábricas de zinc y latón tiene su origen en el reformismo económico llevado a cabo por la nueva dinastía borbónica en el siglo XVIII, especialmente intenso durante el reinado de Carlos III (1759-1788). Uno de sus objetivos fue el fomento de la artesanía a través del establecimiento de manufacturas reales.

En este marco es en el que se produce en 1771 la visita a la localidad del ingeniero austríaco Juan Jorge Graubner, atraído por la noticia de la existencia en la localidad de una mina de calamina, mineral del que se extrae el zinc, que en aleación con el cobre da lugar al latón.

Con estas noticias, el rey Carlos III decidió fundar, mediante Real Cédula de 19 de febrero de 1773, las Reales Fábricas de San Juan de Alcaraz, en la actual población de Riópar, y la de San Jorge, situada junto al río Mundo y las minas, en lo que ahora se conoce como El Laminador. Precisamente, en 1781 se creó la Presa del Laminador, cuyas aguas se empleaban en mover la maquinaria, aumentando la producción.

Las fábricas quedaron bajo administración real hasta el 31 de diciembre de 1821, en que fueron cedidas a Josefa Fernández de Figueras. En 1846 se formó la Sociedad “Compañía Metalúrgica de San Juan de Alcaraz”.

Las Fábricas en el «Diccionario» de Madoz (1849)

Tres años después de la creación de la Compañía contamos con la descripción que de las instalaciones hace el Diccionario de Pascual Madoz en una entrada dedicada a la “mina y fábricas de zinc y latón denominadas de San Juan y San Jorge y conocidas generalmente con el nombre de Fábricas de San Juan de Alcaraz”.

Indica Madoz que se situaban “al Sureste de la villa de Riópar, y a la distancia de ¼ de legua”. Seguidamente ofrece una descripción de las instalaciones fabriles, que podemos cotejar con el plano de las mismas de 1886 que se conserva en el Instituto Geográfico Nacional.

En cuanto a las fábricas de San Juan, indica que “luego que se baja de la población [de Riópar] se encuentra una ferrería abandonada, que fue del ex infante Don Sebastián… Como a un tiro de fusil se halla el primer establecimiento de las fábricas, en el que se elaboran cazos y toda suerte de casquería, como braseros, chocolateras, etcétera, conteniendo además habitaciones para los operarios; a la izquierda de este establecimiento, hay otro donde se hacen calderas y casquería de cobre; sigue luego una acera de edificios en línea como de 200 varas, que sirven para almacén de carbón y casas de operarios, hasta llegar al que ocupan la Dirección y sus empleados con buenos almacenes y varios establecimientos, entre ellos fraguas, tornos y otros; es magnífico edificio casi cuadrado, con un gran patio en el centro, y en medio de él una fuente de aguas potables, su fachada principal que está al Sur, tendrá unas 50 varas de longitud; desde la puerta del edificio hasta la que conduce al patio, hay un cobertizo en el que se colocan las tiendas todos los domingos en cuyo día se celebra mercado; a la derecha se encuentran la entrada a las oficinas y parte alta del edificio ocupada por la Dirección, hallándose también las habitaciones de los empleados, formando el todo un corredor hasta llegar al costado del Norte que lo forma la iglesia (dedicada a San Juan Bautista) y una oficina para fundir casquería y piezas de pequeño calibre; al fin de la galería hay una bajada para el patio, y entre la iglesia y la indicada pieza, una puerta que conduce a un molino harinero, al martinete de hacer calderas, y a otras habitaciones destinadas a almacenes de madera; hállase también dentro de este edificio un horno de pan cocer; delante de la puerta principal se ve una explanada, y al otro lado diez pequeñas casas, una posada de escasas comodidades, y un poco más retiradas otras tres o cuatro casas también reducidas, una gran huerta arbolada y una fuente cuyas aguas solo se aprovechan apara abrevar los ganados; desde este punto principia un camino, al principio áspero, y luego llano y delicioso, formado por una alameda de olmos, plátanos y otros árboles, que conduce al departamento llamado el Laminador”.

El plano de las Fábricas en 1886

En el plano de las Fábricas de San Juan de Alcaraz de 1886 que se conserva en el Instituto Geográfico Nacional, se puede observar cómo estas se dividían en tres complejos: San Rafael, con talleres de fundición, almacén de maderas y viviendas de operarios; San Juan en sentido estricto, con las oficinas, Iglesia de San Juan Bautista, habitaciones del Director, escuelas y casa-comercio; y San Carlos, con el taller de quincalla y almacenes, la balsa de la quincalla y el taller de cartuchos.

Plano de las Fábricas de Riópar en 1886. Instituto Geográfico Nacional.

El Laminador

Describe también Madoz el Laminador, del que contamos también con un plano del Instituto Geográfico Nacional para cotejar la descripción. Indica Madoz que el Laminador contaba con “un edificio suntuoso en el que se elaboran planchas de zinc, cobre rojo y amarillo, se tira el alambre, se blanquea y devana, todo por medio de una máquina que impulsa una sierra para maderas; se refina el zinc, y se fabrica latón; frente a la puerta principal de este edificio, en la cerca que forma su gran plaza, se ve otra puerta que conduce al establecimiento donde se extrae el zinc, a la fábrica de crisoles, a los almacenes de metales y depósito de combustibles; esta oficina se halla al pie de la montaña en que está la mina de zinc, origen de los demás establecimientos”. Además, indica que “para las operaciones de la fundición, hay dos pares de hornos, el uno contiene 50 crisoles y el otro 60”.

En El Laminador, el mapa de 1885 del Instituto Geográfico Nacional indica la existencia de talleres de fundición, talleres de laminería, oficinas y viviendas de operarios, almacenes y taller de carpintería.

Plano de El Laminador en 1885. Instituto Geográfico Nacional.

Las minas de calamina

En cuanto a la mina, Madoz indica que “el mineral más abundante es la calamina o carbonato de cal”. Estaba formada por un conjunto enmarañado de galerías subterráneas, pero un derrumbe de las mismas hizo que la Compañía abriera “una zanja de grandes dimensiones, en cuyas paredes se ven algunas galerías a diferentes alturas”. Describe también Madoz las condiciones laborales de los mineros: “los obreros están a jornal, unos a 4 y otros a 5 reales; por la conducción de 100 arrobas de mineral desde la mina al punto en que se sortea la mena, se pagan 6 reales y por rebuscar una arroba y conducirla al mismo punto, 10 maravedíes”.

De Fábricas a Museo

Como ya se ha indicado, las Fábricas cerraron definitivamente en 1996. El 6 de julio de 2010 las Fábricas de Sam Juan de Alcaraz fueron declaradas Bien de Interés Cultural y en el antiguo complejo de San Carlos se estableció un museo, que es en la actualidad el principal foco de interés histórico-artístico de la localidad.

Las Fábricas de Riópar en 1889 según un grabado publicado en la revista «La Ilustración Española y Americana».

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • Archivo General de Simancas, Catastro de Ensenada, Respuestas Generales, Libro 471, fols. 374-399.
  • Archivo Histórico Nacional, Fiscalía del Tribunal Supremo, Causa General, caja 1015, expediente 68.
  • Archivo de Instituto Geográfico Nacional, Cartoteca, mapas de población.
  • Fuster Ruiz, Francisco: “Las Fábricas de Riópar: pioneras de la industria metalúrgica española”. Al-Basit, 2 (1976), pp. 51-88.
  • Madoz, Pascual: Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Tomo XIII. Madrid: Imprenta del Diccionario, 1849, pp. 490-491.
  • Vera Prieto, Marta: Patrimonio Industrial y Musealización: Fábricas de San Juan de Alcaraz (Riópar, Albacete). Tesis Doctoral. Cuenca: Universidad de Castilla La Mancha, 2015.
  • Wikipedia.

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LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO (711-1474)

Resumen del Tema 2 de Historia de España para Selectividad (Andalucía) referente a la Edad Media, por Carlos Javier Garrido García.

Alfonso II de Asturias, elaborador del concepto de «reconquista».

INTRODUCCIÓN

El periodo comprendido entre la invasión musulmana (711) y el fin del proceso de “Reconquista con la ocupación castellana de Granada (1492) configura dos de las características básicas de la España contemporánea: la diversidad lingüística y cultural de los reinos cristianos que surgen en el norte frente al Islam, que dieron lugar a la monarquía confederal moderna y a los problemas nacionalistas contemporáneos, y el proceso de reconquista que estos reinos inician y que supone una situación bélica casi constante y un proceso de repoblación en el que nobleza e instituciones eclesiásticas fueron determinantes, dando lugar a la expansión en el norte de África y América con los Austrias y al subdesarrollo económico debido a la deficiente estructura de la propiedad agraria.

AL-ANDALUS: LA ESPAÑA ISLÁMICA

La conquista musulmana

La conquista de la Península por los musulmanes fue un proceso rápido debido a las luchas internas de los visigodos y a las dificultades por las que atravesaban las clases más populares por la prefeudalización y los judíos por las medidas segregadoras, por lo que ambos grupos recibieron a los musulmanes como libertadores. Así, entre los años 711 y 715 toda la Península, con la excepción de la franja septentrional, quedó en manos musulmanas.

Como consecuencia de ello, la nueva sociedad quedó conformada por una minoría dominante de invasores árabes y bereberes y la mayoría sometida de los conquistados: la población hispanorromana de religión cristiana (los denominados mozárabes) que era el grupo más numeroso, aunque su número fue decreciendo debido a las conversiones al Islam, dando lugar al que fue el grupo predominante en Al-Ándalus, los muladíes, y por último la minoría judía.

Fase de dominio musulmán: del emirato al califato (711-1031)

Emirato dependiente (711-756): tras la conquista, se estableció para el gobierno de la Península un emir dependiente del Califato Omeya de Damasco.

Emirato independiente (756-929): Tras la caída del Califato Omeya y el establecimiento del Califato Abbásida, el príncipe omeya Abderramán I se refugió en la Península, estableciendo un emirato independiente en el aspecto político, aunque seguía dependiendo en el aspecto religioso, al menos teóricamente, del Califato Abbásida. El nuevo emir hubo de enfrentarse a las disputas internas entre árabes y bereberes, a las sublevaciones de mozárabes y muladíes y a los núcleos de resistencia cristiana surgidos en el norte peninsular que, tras consolidarse, inician un lento proceso de expansión hacia el sur.

Calitafo (929-1031): con el acceso al poder de Abderramán III el emir logra consolidar su autoridad y restablecer la unidad territorial gracias a varias campañas militares. Gracias a ello, en el año 929 se proclama califa, es decir, máxima autoridad civil y religiosa, dejando de depender de los califas de Oriente. Además, gracias a su influencia en el norte de África, consigue controlar las rutas comerciales de la zona, y con ello el suministro de oro del Sudán a Europa, siendo esta una de las causas fundamentales del auge económico de la época. En el terreno político, se establece un estado autocrático, en el que el califa detentaba todos los poderes. Además, establece un ejército profesional y una administración jerarquizada. Territorialmente el califato se divide en coras gobernadas por un representante del califa, el wali, y para la administración de justicia se establecen los cadíes. El máximo apogeo del califato se registra con Al-Hakan II, entrando en crisis con Hixem II, que delegó sus poderes en su visir Almanzor. Este y sus sucesores no pudieron frenar los conflictos internos, que acabaron por disgregar el califato, finalmente disuelto el año 1031.

Fase de dominio cristiano (1031-1492)

La disgregación del califato dio lugar a numerosos estados independientes, los reinos de Taifas, sólo unificados temporalmente por la invasión de grupos integristas procedentes del norte de África como los almorávides (1085-1147) y los almohades (1171-1212). Coincidiendo con esta situación crítica, los reinos cristianos se ven cada vez más fuertes para impulsar la reconquista, de la que solo sale indemne el reino nazarí de Granada, que pervive desde el 1245 al 1492 gracias a su vasallaje con respecto al reino de Castilla, la crisis en que cae sumido este último tras los grandes avances del siglo XIII y su hábil diplomacia.

LA ESPAÑA CRISTIANA EN LA EDAD MEDIA Y EL PROCESO DE RECONQUISTA

La conquista musulmana no fue efectiva en la franja norte peninsular, surgiendo allí una serie de reinos cristianos caracterizados por su inicial debilidad y aislamiento, pero que constituyen la base de la configuración en la Edad Media de los grandes cuatro reinos de Castilla, la Corona de Aragón, Navarra y Portugal, que a partir del siglo XI ganan la partida a Al-Andalus en el proceso reconquistador.

El nacimiento de los reinos cristianos y el proceso de reconquistador

El primer núcleo de resistencia cristiano surge en Asturias tras la batalla de Covadonga (722), surgiendo el principado de Asturias, germen del reino de León, en el que destaca la labor de Alfonso II (791-842) que inicia el proceso de expansión hacia el sur y lo justifica autoproclamándose heredero de la monarquía visigoda, surgiendo entonces el concepto de “Reconquista”. Del mismo modo surgen los reinos de Navarra, Aragón, los condados catalanes dentro de la Marca Hispánica carolingia y Castilla.

Hasta el siglo XI el proceso de reconquista es muy lento por la fortaleza del emirato y del califato, pero tras la disgregación de este en 1031 se intensifica, siendo sus grandes hitos la conquista de Toledo en 1085, la de Zaragoza en 1118, la victoria de las Navas de Tolosa en 1212 y las ocupaciones de Palma de Mallorca (1229), Córdoba (1236), Valencia (1238), Jaén (1246), Sevilla (1248) y Cádiz (1262).

Los siglos XIV y gran parte del XV son de fuerte crisis interna para los reinos cristianos debido a las epidemias de peste y a los conflictos internos entre bandos nobiliarios, frente a los cuales la autoridad real se ve cada vez más impotente. En cualquier caso, esta es la época de la expansión aragonesa en el mediterráneo occidental.

La repoblación

La repoblación es la ocupación y colonización de las tierras arrebatadas a los musulmanes en el proceso de reconquista.

En este proceso podemos distinguir dos grandes fases: la primera, hasta el siglo XI, marcada por la lentitud del avance, por lo que se llevó a cabo a través de la “presura” o apropiación individual. Es decir, del ofrecimiento de pequeños lotes de tierra a los repobladores, de manera complementaria a la colectiva llevada a cabo por señores y monasterios; y la segunda, entre el siglo XI y XIII, en el que la rapidez y amplitud del avance hizo que la tierra fuera entregada en grandes lotes a señores, instituciones eclesiásticas y concejos. Una diferencia básica entre Castilla y Aragón durante la Edad Media fue el trato a los vencidos, expulsados mayoritariamente a partir de la sublevación mudéjar de 1264 en la primera y mantenidos en el terreno en grandes comunidades en el segundo.

La principal consecuencia de las diferencias entre ambas fases es la desigual estructura de la propiedad agraria en la Península, con un norte en el que predominan las pequeñas y medianas propiedades campesinas, aunque con el problema de un creciente minifundismo por los repartos de herencias, y con un sur en el que predominaban los grandes latifundios y la mayor parte de la población agraria eran jornaleros sin tierras.

Características políticas, económicas y sociales de los reinos cristianos peninsulares en la Edad Media

Se establecen ahora las bases económicas y sociales que predominan en el Antiguo Régimen: economía agraria de base señorial y sociedad estamental, aunque el proceso de reconquista supuso que en los reinos peninsulares hubiera características singulares como una mayor presencia de campesinado libre, una mayor fortaleza e independencia de los concejos municipales y la presencia de comunidades mudéjares y judías.

En el ámbito político, en la Edad Media se establecen unas monarquías feudales que, en su lucha frente a nobleza y clero por asentar su poder, se van apoyando en la burguesía ciudadana, lo que explica la importancia de las Cortes o parlamentos estamentales. Frente a los amplios poderes de los monarcas castellanos, que acumulan en sus manos todos los poderes y establecen un estado unificado y centralista, en la Corona de Aragón predomina el “pactismo”, es decir, que el poder del monarca dependía del pacto con sus súbditos, por lo que sus poderes estaban limitados por las Cortes que los representaban. Además, la corona de Aragón era una monarquía confederal compuesta por varios reinos (Valencia, Aragón, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, condados catalanes) que solo compartían al mismo monarca pero que tenían sus leyes e instituciones propias, es decir, sus propios fueros.

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EL PRIVILEGIO DE VILLA PARA SILES EN 1397-1403

Edición y estudio del privilegio de villa de la localidad de Siles, conseguido entre 1397 y 1403, por Carlos Javier Garrido García.

Introducción

La villa de Siles consiguió su condición como tal en 1397, gracias a una carta en la que el maestre Lorenzo Suárez de Figueroa le prometía tal privilegio a cambio de amurallarse. De tal acontecimiento se tenía constancia gracias a las “Relaciones de Felipe II” (VILLEGAS, 234), noticias luego difundidas a nivel local (SÁNCHEZ, 112-113). Sería Modesto Vigueras el que completó tales noticias con la difusión del contenido de la carta (VIGUERAS, 61), cuya transcripción fue publicada en el diario “Jaén” dentro de un especial dedicado a Siles en 1947 (“Jaén”, nº 1952, 14/8/1947, p. 5), datos que posteriormente han sido reproducidos por nuevos estudios locales (MUÑOZ, 35-36; TENEDOR, 80 y 121). Aparte de la historiografía local y comarcal, para la contextualización de este acontecimiento contamos con dos tesis doctorales centradas en la Orden Militar de Santiago en el siglo XV (PORRAS y RODRÍGUEZ).

La intención de este trabajo es realizar un estudio del acceso al villazgo de Siles gracias al hallazgo del documento de concesión, cuya transcripción al final se inserta. En el Archivo Histórico Nacional (Toledo), sección de Órdenes Militares, expediente 59.678, se conserva la confirmación por Felipe II, como administrador perpetuo de la Orden de Caballería de Santiago, por concesión papal realizada a los Reyes Católicos, del privilegio de villa otorgado a Siles por el comendador Lorenzo Suárez de Figueroa. La confirmación está fechada en Madrid el 2 de mayo de 1573 e incluye las confirmaciones realizadas con anterioridad por Carlos I (Valladolid, 31 de julio de 1523), los Reyes Católicos (Tordesillas, 6 de junio de 1494) y el maestre Alonso de Cárdenas (Écija, 14 de mayo de 1494), así como el privilegio original del maestre Lorenzo Suárez de Figueroa fechado en Mérida el 25 de marzo de 1403, incluyéndose en este último la carta del maestre en la que se concede tal condición a cambio de amurallarse de 5 de febrero de 1397.

Confirmación por Felipe II del privilegio de villazgo de Siles. Archivo Histórico Nacional.

Contexto: de aldea a villa 

Tras la conquista de la Sierra de Segura por las tropas castellanas se estableció por la Orden Militar de Santiago el Concejo de Segura, del que dependerían el resto de aldeas de la zona, entre ellas Siles. El 2 de abril de 1243 le fue concedido el fuero de Cuenca (PORRAS, 116), bastante liberal, con la intención de atraer repobladores a la zona (para los fueros de Cuenca y Segura, ver VIGUERAS, 246-250). Por tanto, se configura un amplio concejo, el de Segura, con numerosas aldeas dependientes sujetas a su “señorío”. El concejo segureño quedaba a cargo del control y reglamentación de la economía comunal, del abastecimiento y la fiscalidad, mientras que las aldeas tenían solo competencias de control del ganado local, de participación en los gastos parroquiales y en la gestión de la economía local (PORRAS, 118). Era, pues, un sistema dominado por los Concejos en detrimento de las aldeas, llegándose a hablar de que las “aldeas soportaban al concejo de Segura como otro poder señorial más” (RODRÍGUEZ, 307).

Los cambios en la dirección concejil entre finales del siglo XIV y principios del XV, que pasó del concejo abierto controlado por la comunidad al concejo electo dirigido por los hidalgos y caballeros cuantiosos, es decir, la élite socioeconómica, que elegían los cargos municipales por cooptación (la corporación saliente y 4 ó 5 vecinos influyentes eligen a las personas idóneas para ejercer los oficios, sorteándose entre ellos), determinó un progresivo acceso de las aldeas a una mayor independencia y a alcanzar, en numerosos casos, la independencia como villas (RODRÍGUEZ, 307-308; PORRAS, 124).

El concejo era un poderoso instrumento en manos de la oligarquía para fortalecer su posición socioeconómica al controlar sus bienes propios y comunales y aspectos importantes como el reparto de cargas fiscales y el abastecimiento de la localidad (RODRÍGUEZ, 306-307). Esto, que es aprovechado por las élites de Segura, quiere serlo también por las distintas élites locales de las aldeas, que encuentran en la consecución de su independencia como villas un vehículo de promoción social. Es aquí donde, en mi opinión, reside la causa principal del acceso a la condición de villa de Siles en 1397.

Eso sí, a cambio de acceder a tal condición, la Orden, dirigida por el maestre, asesorado y controlado por el Consejo General de la Orden, incluidos los Trece, o consejo más restringido (PORRAS, 146-148), exigía que la localidad fuera autosuficiente en el aspecto defensivo gracias a la construcción de murallas, además de contar con una fortaleza o castillo señorial. De ahí que se exigiera a Siles, como veremos, la construcción de murallas para acceder al villazgo en 1397, lo mismo que se hizo más tarde con Albaladejo de la Sierra, que accede al villazgo bajo el maestrazgo de Rodrigo Manrique, por lo que cambió su nombre por el de Villarrodrigo (RODRÍGUEZ, 39-40).

Por tanto, la Orden concedía el villazgo como un medio de conseguir una mejora de las estructuras defensivas en una situación de frontera con los musulmanes granadinos como medio de aumentar la seguridad, y por tanto la población y los recursos, de su señorío. Pero si las poblaciones accedían a sufragar ese gasto lo hacían, aparte de razones defensivas, por los intereses de sus élites socioeconómicas, que veían en la independencia una consolidación y aumento de su poder en la localidad. Tradicionalmente, este segundo aspecto se suele obviar, lo que hace que el centro de atención haya sido siempre el hecho fronterizo con los musulmanes, olvidando la frontera interior entre élites y resto de la población. Edificios como el Castillo de Segura o el Cubo de Siles no deben ser entendidos como simples defensas frente a los musulmanes sino también como elemento de poder y dominación de unos grupos sociales sobre otros dentro de las sociedades cristianas medievales y altomodernas.

Pasemos pues a analizar el proceso mediante el cual Siles accede a la condición de villa entre 1397 y 1403.

El acuerdo de villazgo de 1397

 Lorenzo Suárez de Figueroa, maestre de la Orden Militar de Santiago entre 1387 y 1409, dirigió una carta desde Montanches el 5 de febrero de 1397 al “Conçejo e homes buenos del nuestro lugar de Siles, nuestros vasallos”. En la misma indicaba que estos habían presentado una petición en la que, debido a lo cerca que estaban de la frontera con los musulmanes y los daños que recibían de ellos, se ofrecían a cercarse a su costa a cambio de que “hiziésemos villa sobre sí a ese dicho nuestro lugar”. Con el acuerdo del Consejo de la Orden, se decidió hacerlo así “porque vosotros seades defendidos e anparados e no reçibades daño de los dichos enemigos” y para que sirviera como ejemplo a seguir por el resto de aldeas de la zona. Sin embargo, el maestre no se hallaba en la zona, por lo que encargó a Gonzalo Mexía, comendador de Segura, a Gómez Suárez, comendador de Montiel, a Gómez Hernández Malaver, comendador de Santiago de Montizón, y a Lope Suárez Mexía, comendador de Beas, para que fueran a Siles a señalar las características y trazado de la cerca y el plazo en que debería estar concluida, entendiéndose que desde el momento en que fueran establecidas tales condiciones “sea villa sobre sí ese dicho nuestro lugar”. Así, se podría poner “horca” como símbolo de su jurisdicción judicial civil y criminal independiente, presentando las apelaciones ante el comendador de Segura o el maestre de la Orden, y el nombramiento de alcaldes, alguaciles u otros oficiales, cuyos sueldos u honras sería pagados por la localidad, dejando de contribuir a la de los oficiales de Segura y al pago de cualquier tributo de esa localidad. En cualquier caso, los lazos entre Siles y Segura no se rompieron del todo, ya que se estableció la comunidad de términos entre ambas localidades, fijándose un sistema de representación paritaria para tratar de esos elementos comunes.

Arco de San Gregorio, abierto en la muralla construida en Siles a partir de 1397.

 La carta de privilegio de 1403 

Aunque ya desde el momento en que los visitadores acudieron a Siles se supone que la localidad se convertía en villa independiente, lo cierto es que a nivel legal la nueva situación debía ser reconocida a través de una carta de privilegio en regla, en la que además debía establecerse cuál sería su fuero. La concesión del privilegio de villa se demoró hasta 1403, sin que podamos concretar las razones, que pudieron ser un retraso de los visitadores en cumplir su cometido o la oposición de la villa de Segura de la Sierra.

Sea como fuere, la cerca fue construida, informándonos las Relaciones de Felipe II de sus características, que serían las fijadas por los visitadores: “se çercó de una çerca de hargamasa de dos varas de ancho e diez varas de alto y de contorno seysçientas y catorze varas… e que en la dicha çerca ay tres torres a trechos demás de una fortaleza prinçipal” (VILLEGAS, 234).

En cualquier caso, fue el 25 de marzo de 1403 cuando el Consejo General de la Orden, reunido en la Iglesia de Santa Olalla de Mérida, aceptó concederles el privilegio de villa ya que “vos los dichos omes buenos de Siles tenedes en buen estado la cerca e torres que en la dicha villa habedes de hazer e que labrades”. En la carta de privilegio se confirmaba lo concedido en 1397, añadiendo que la villa se rigiera por el mismo Fuero de la villa de Segura de la Sierra, prescribiendo que cualquier cambio en el de la citada villa sería también efectuado en la de Siles. Se lleva así a cabo la práctica común de que las nuevas villas adoptaran el fuero de la que dependían con anterioridad (PORRAS, 116).

Además, se realizaban dos mercedes a las élites del nuevo concejo independiente de Siles, eximiéndoles de dos tributos señoriales; la martiniega y el derecho de terceros. Ambos tributos eran de escasa cuantía y su pago tenía la misión de reconocer el señorío territorial de la Orden sobre la zona. En cuanto a la martiniega, suponía el pago de 12 maravedíes por vecino, proviniendo su nombre de que el pago se efectuaba el día de San Martín de cada año. Por lo que se refiere al derecho de terceros, a finales del siglo XV suponía el pago de 360 maravedíes anuales por localidad en Bayonas, Villarrodrigo, Torres y Génave, sin que nos consten datos para Siles (PORRAS, 193-194 y 430; RODRÍGUEZ, 288-289).

La exención a las élites de estos tributos tendría el sentido de reforzar su dominio local al servir de elemento distintivo con el común de la población. Estas élites eran los caballeros de cuantía, grupo formado por los vecinos que tenían la riqueza suficiente para mantener “vn caballo e vnas hojas e vn baçinete y adarga e lança que le valga todo de cuantía de seteçientos maravedíes”. A cambio de la exención fiscal citada y de que el comendador no les pudiera tomar sus caballos, los caballeros de cuantía tenían la obligación de realizar dos alardes al año, los días de Navidad y San Juan de Junio, formando así el cuerpo de defensa de la localidad. Los caballeros de cuantía constituían un grupo social muy reducido, habiendo en Siles en 1498 sólo 19 vecinos de tal condición sobre un total de 195 (PORRAS, 301 y 306), por tanto un 9’7 % de la población que era el que controlaba el concejo.

Conclusiones

Como hemos visto, el acceso a la condición de villa de Siles entre 1397 y 1403 puede ser explicado por la situación fronteriza de la localidad hasta la caída del reino de Granada, pero también dentro de un proceso de oligarquización del poder local y de polarización social que irá acentuándose con el tiempo.

El Cubo de Siles visto desde las callejuelas de la villa amurallada.

Bibliografía 

 

  • MUÑOZ BUENDÍA, Juan Pedro: Siles, un paseo por su Historia. Jaén: Instituto de Estudios Giennenses, 2015.
  • PORRAS ARBOLEDAS, Pedro Andrés: La Orden de Santiago en el siglo XV. Madrid: Dykinson, 1997.
  • RODRÍGUEZ LLOPIS, Miguel: Señoríos y feudalismo en el reino de Murcia. Los dominios de la Orden de Santiago entre 1440 y 1515. Murcia: Universidad, 1986.
  • SÁNCHEZ GUELDOS, Antonio: Historia de Siles. La última frontera. Ripoll: edición del autor, 1997.
  • TENEDOR TENEDOR, Javier: Historia y patrimonio de Siles: el Cubo y la Tercia. Torredonjimeno: Caja Rural de Jaén, 2017.
  • VIGUERAS GONZÁLEZ, Modesto: Introducción a la Historia de Sierra Segura, Época de la frontera Cristiano-Musulmana (1214-1492). Madrid: Edición del autor, 2001.
  • VILLEGAS DÍAZ, Luis Rafael y GARCÍA SERRANO, Rafael: “Relación de los pueblos de Jaén, ordenadas por Felipe II”. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, 88-89 (1976).

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