EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA ILUSTRACIÓN

Tema 1 de Historia del Mundo Contemporáneo de 1º de Bachillerato sobre las características políticas económicas y sociales del Antiguo Régimen y el desarrollo, frente al mismo, del movimiento de la Ilustración, por Carlos Javier Garrido García.

Luis XIV de Francia, el «rey Sol». Fuente: Wikipedia.

INTRODUCCIÓN

El Antiguo Régimen es el sistema político, económico y social predominante en Europa durante la Edad Moderna (siglos XV-XVIII), caracterizado por la monarquía absoluta, la sociedad estamental, el estancamiento demográfico y la economía agraria de subsistencia.

A finales del siglo XVIII, el fortalecimiento de la burguesía provocó su definitivo asalto al poder. El primer paso, fue el surgimiento de un movimiento ideológico, la Ilustración, que puso en duda los principios ideológicos del Antiguo Régimen, basados en la religión y la tradición, sustituidos por la razón y el espíritu crítico. Este movimiento ideológico fue el origen de otro político, el Liberalismo, lo que provocó las oleadas revolucionarias que se iniciaron a finales del siglo XVIII con la independencia de EEUU en 1776 y el inicio de la Revolución Francesa en 1789 y que terminaron eliminando el Antiguo Régimen en Europa Occidental y Central a mediados del siglo XIX.

CARACTERÍSTICAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

El Antiguo Régimen, como ya he indicado antes, se caracteriza en el aspecto político por la monarquía absoluta, en el social por la sociedad estamental, en el demográfico por el estancamiento y en el económico por la economía agraria de subsistencia.

La Monarquía Absoluta

Durante la Edad Media, el poder se hallaba atomizado en los distintos señores feudales. De hecho, los distintos monarcas europeos tenían más o menos poder en función de sus territorios feudales propios. Durante el siglo XV, los monarcas fueron sometiendo a los señores feudales y acumulando todo el poder político en sus manos, justificando la medida en el origen divino de su poder. Como consecuencia de todo ello, surge la Monarquía Absoluta en la que se concentran todos los poderes del Estado (poder ejecutivo, gobernar; poder legislativo, aprobar leyes; y poder judicial, juzgar el incumplimiento de la ley) por delegación de Dios (derecho divino).

Para el ejercicio de todos estos poderes, los monarcas establecieron un gobierno centralizado en la Corte (lugar de residencia del rey y de las instituciones de gobierno, en principio de carácter consultivo), una creciente burocracia (en manos de miembros de la nobleza y el clero, tanto en la Corte como a nivel regional y local) y un ejército profesional (por lo que deja de necesitar las tropas prestadas hasta entonces por la nobleza, el clero y las ciudades).

Pese a todo ello, el poder efectivo del rey quedaba en realidad limitado por distintas circunstancias, como la resistencia de los poderes locales, la falta de medios de control e información efectivos por el retraso de las comunicaciones y la existencia de asambleas estamentales. En cuanto a estas últimas, recibían distintas denominaciones según el reino (Cortes en España, Parlamento en Inglaterra, Estados Generales en Francia) y estaban integradas por representantes de los tres estamentos sociales (nobleza, clero y estado llano, en este último caso la burguesía rica de las ciudades), que se reunían de manera separada y votaban por estamento, lo que hacía que las votaciones siempre fueran ganadas por los estamentos privilegiados. Durante la Edad Media las asambleas estamentales tenían poderes como jurar al príncipe heredero, aprobar ciertas leyes y dar el consentimiento a la aprobación de nuevos impuestos por parte del rey. Sin embargo, durante la Edad Moderna, las monarquías absolutas fueron quitándoles estos poderes e incluso dejaron de reunirlas periódicamente.

La existencia de todos esos límites provocó que, en realidad, la monarquía absoluta fuera producto no de un sometimiento político de los estamentos privilegiados, sino de un pacto con ellos, por el cual la Corona asumía todos los poderes, pero con su colaboración y actuación en todos los niveles de la administración estatal y con un respeto de sus privilegios socio-económicos.

La Sociedad Estamental

La sociedad del Antiguo Régimen tenía su origen en la Edad Media y se estructuraba en estamentos, es decir, grupos cerrados a los que se pertenecía por nacimiento y que se diferenciaban por su privilegios, ya que era una sociedad en la que primaba el principio de desigualdad. Se distinguía así entre estamentos privilegiados (nobleza y clero) y otro no privilegiado (el Tercer Estado o Estado Llano).

Los estamentos privilegiados constituían una minoría social y tenían privilegios como la exención fiscal (no pagaban impuestos), justicia propia (se les juzgaba por leyes específicas para ellos y por tribunales compuestos por sus iguales), el monopolio de cargos públicos (sobre todo en sus puestos superiores eran copados por ellos) y la posesión de señoríos feudales (no toda la nobleza y el clero las tenía, pero sólo nobleza y clero podían tenerlos). A estos estamentos se pertenecía por nacimiento, ya que para ser noble se debía ser hijo de nobles o recibir la concesión del rey. En el caso del clero, dado el celibato, no se heredaba, pero los puestos del alto clero eran copados por los nobles, mientras que los del bajo clero eran ocupados por miembros del Estado Llano. Pese a su situación privilegiada, dentro de nobleza y clero había grandes diferencias de riqueza, pudiendo distinguir por sus diferencias de riqueza y poder entre el alto clero (arzobispos, obispo, abades…) y el bajo clero (curas, frailes y monjas).

El Tercer Estado o Estado Llano se caracterizaba por su ausencia de privilegios, siendo muy heterogéneo en sus miembros. Así, en las ciudades agrupaba a grupos sociales tan distintos como la alta y mediana burguesía comercial y artesanal, los trabajadores y población marginal como mendigos y esclavos, y en el ámbito rural los labradores ricos, arrendatarios y jornaleros.

Estancamiento demográfico y economía agraria de subsistencia

Durante el Antiguo Régimen predominaba el denominado régimen demográfico antiguo, caracterizado por altas tasas de natalidad y mortalidad, por lo que el crecimiento vegetativo era muy bajo y además desaparecía periódicamente debido a crisis de sobremortalidad provocadas por hambrunas y epidemias. Por tanto, la población tendía al estancamiento. Sin embargo, a partir del siglo XVIII en los países de Europa Occidental se inicia la Transición Demográfica. Durante esta fase, la tasa de natalidad se sigue manteniendo alta, pero la mortalidad inicia un paulatino descenso debido al carácter menos mortífero de las guerras y a las mejoras higiénico-sanitarias y alimentarias. Como consecuencia de ello, la población empieza a registrar un crecimiento acusado y continuado.

En cuanto a la economía, se caracterizaba por el predominio del sector primario (agricultura y ganadería) y su baja productividad, lo que provocaba que fuera de subsistencia, es decir, su objetivo principal era asegurar el autoconsumo del productor, por lo que el cultivo principal eran los cereales (base de la alimentación de la época) y, junto con ello, predominaba el policultivo. La baja productividad estaba provocada por la concentración de la propiedad en manos de los estamentos privilegiados, ideológicamente contrarios a las ideas de progreso y cambio y que además no cultivaban sus tierras de manera directa, sino a través de arrendamientos, censos o utilizando a vasallos feudales o jornaleros. A ello se debe unir la limitación a la propiedad privada por los usos comunales, lo que explica la prohibición del cercado de fincas, predominando así los “openfields” o campos abiertos. Como consecuencia de todo ellos, apenas había inversiones en las tierras y predominaba un acusado atraso tecnológico. Por otra parte, la escasa producción agraria debía soportar fuertes cargas impositivas, tanto por parte de la Corona como por los nobles (rentas señoriales en el caso de los señoríos, fueran estos jurisdiccionales o territoriales) y el clero (el diezmo, es decir, la décima parte de las cosechas), lo que hacía que los excedentes de la población agraria fueran mínimos, lastrando al resto de la economía y provocando frecuentes revueltas campesinas.

En cuanto al sector secundario (artesanía), su desarrollo estaba limitado fundamentalmente por dos factores. Por un lado, el hecho de que la mayor parte de la población dependiera de la agricultura de subsistencia provocó que la demanda de productos artesanales fuera muy limitada. Por otra parte, la existencia de los gremios, asociaciones de artesanos que regulaban bajo régimen de monopolio una determinada actividad artesanal en cada localidad o zona, limitaba la oferta y la fragmentaba en pequeños talleres artesanales. Frente a ello, en el siglo XVIII se extendió el trabajo a domicilio (en el que un comerciante proporcionaba la materia prima a los campesinos para que elaboraran unos productos que escapaban al control gremial) y las manufacturas estatales (grandes talleres artesanales de propiedad estatal que solían producir bienes cuyo máximo demandante era el propio Estado), lo que permitió el crecimiento de este sector.

Por último, en cuanto al comercio estaba igualmente limitado por la limitada oferta (subdesarrollo agrario y artesanal, dificultades de transporte) y demanda (predominio de población agraria de subsistencia). Por ello, el comercio interior estaba poco desarrollado, desarrollándose en mercados, ferias y lonjas). En el comercio internacional, pese a todos esos límites, se registró un fuerte crecimiento debido a la expansión colonial, que favoreció los intercambios entre Europa, América, África y Asia, generalmente en manos de compañías comerciales privilegiadas.

Portada de la «Enciclopedia» de Diderot y D’Alembert, publicada a partir de 1751. Fuente: Biblioteca Nacional de España.

ILUSTRACIÓN Y CRÍTICA DEL ANTIGUO RÉGIMEN

El crecimiento demográfico y económico en el siglo XVIII fortalecieron a la burguesía, un grupo social perteneciente al Estado Llano que, teniendo riqueza. No poseía privilegios, lo que motivó su descontento político y social, surgiendo un movimiento intelectual, la Ilustración, que criticó las bases ideológicas del Antiguo Régimen y fue la base para el movimiento político del Liberalismo, que terminaría acabando con él.

Precedentes de la Ilustración: los sistemas parlamentarios de Inglaterra y Holanda

El movimiento de la Ilustración surge en dos países, Inglaterra y Holanda, en los cuales a lo largo del siglo XVII se establecieron regímenes parlamentarios, que acabaron con la monarquía absoluta y muchos de los elementos de la sociedad estamental con un beneficiario social claro: la burguesía.

En el caso de Holanda o los Países Bajos la definitiva independencia de la Monarquía Hispánica en 1648 supuso la consolidación de una república federal en la que el poder legislativo recaía en los parlamentos y el poder político y social en la burguesía comercial.

En el caso de Inglaterra, las revoluciones de 1649 y 1688 terminaron con la Declaración de Derechos de 1689, que aumentó el poder legislativo del parlamento y estableció derechos individuales. Como consecuencia de ello, se estableció el primer régimen liberal, que sirvió de ejemplo a seguir para las propuestas políticas ilustradas.

La Ilustración

La Ilustración es un movimiento ideológico cuyos precedentes se localizan en Inglaterra y Holanda en el siglo XVII, pero que se consolida en Francia en el XVIII y de allí se extendió por Europa y América. Su base social era la burguesía, aunque también hubo nobles y clérigos, y sus principios básicos eran la defensa de la libertad individual, el racionalismo, la mentalidad crítica, la autonomía del poder civil frente al eclesiástico, la tolerancia religiosa, la defensa del progreso material, de la educación y de las ciencias experimentales, el antropocentrismo y la búsqueda de la felicidad. Todos estos principios chocaban con las bases del Antiguo Régimen y provocaron fuertes críticas, en principio sólo intelectuales, con respecto a él.

Estas críticas se materializaron en las obras de los principales pensadores de la Ilustración:

    • John Locke (1632-1704): filósofo inglés que fue el principal ideólogo de la revolución de 1688, estableciendo las bases del liberalismo político: origen del poder político en el Pacto Social, derecho de rebelión de los súbditos, división de poderes e igualdad ante la ley.
    • Barón de Montesquieu (1689-1755): difusor de las ideas liberales de Locke en Europa, centrándose en la defensa de la división de poderes.
    • Voltaire (1694-1778): centró sus obras en la crítica a la intolerancia y superstición religiosa, defendiendo frente a ellas la razón y la tolerancia.
    • Jean-Jacques Rousseau (1712-1778): desarrolla el principio de Pacto Social de Locke, pero con la diferencia de considerar al ser humano como un ser bueno por naturaleza.
    • La “Enciclopedia”, publicada a partir de 1751, pretendía ser un compendio del saber de su época y en sus distintas entradas sirvió de difusor de las ideas de la Ilustración. Sus impulsores fueron D’Alembert y Diderot.

El Despotismo Ilustrado

Consiste en la adopción por parte de las monarquías absolutas europeas de parte de las ideas de la Ilustración, especialmente en el terreno económico, ya que se consideraba que las reformas basadas en ellas podían producir un crecimiento que beneficiaría a sus súbditos y fortalecería a las mismas monarquías. Sin embargo, no se adoptaron sus principios políticos y sociales, ya que estos ponían en duda a la propia monarquía absoluta y a la sociedad estamental que la sostenía. De ahí su lema: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, es decir, beneficiar a los súbditos pero sin contar con su opinión o participación.

Las reformas económicas del Despotismo Ilustrado favorecieron la tendencia general al crecimiento económico del siglo XVIII pero provocaron el descontento de los estamentos privilegiados, contrarios a las reformas, y la insatisfacción de la burguesía, que deseaba también reformas políticas y sociales. En cuanto a esto último, el desarrollo generado por el Despotismo Ilustrado fortaleció aún más a la burguesía, permitiéndole luchar por su acceso al poder.

CONCLUSIONES

El Antiguo Régimen, caracterizado por la monarquía absoluta, la sociedad estamental y el estancamiento demográfico y económico por el predominio de una agricultura de subsistencia, se hubo de enfrentar a la creciente presión de la burguesía, fortalecida por el crecimiento del siglo XVIII y que se concretó en el surgimiento de un movimiento cultural: la Ilustración. Las monarquías absolutas reaccionaron ante ella con el Despotismo Ilustrado, que no solucionó el problema político y fortaleció aún más a la burguesía. Todo ello explica el surgimiento de un movimiento político, el Liberalismo, que inició su lucha contra el Antiguo Régimen a finales del siglo XVIII y lo acabó derrotando en la primera mitad del siglo XIX, como veremos en el siguiente tema.

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LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN SILES EN EL SIGLO XVIII

Estudio sobre la religiosidad popular en la villa de Siles durante el siglo XVIII, por Carlos Javier Garrido García.

Campanario de la Iglesia parroquial de Siles.

INTRODUCCIÓN

  • La villa de Siles contaba a mediados del siglo XVIII con una población de 280 vecinos o familias, es decir, unos 1.120 habitantes. Ya en otra ocasión me he ocupado de la situación social, económica y demográfica de esta villa de la Sierra de Segura (GARRIDO GARCÍA, 2018). Mi intención ahora es acercarme al tema de la religiosidad popular en esta villa durante este siglo, gracias a una información remitida por su Concejo al intendente de Murcia en 1770 (ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL), dentro de la política de reformas que los gobiernos ilustrados de Carlos III pusieron en marcha. Dicha información ya fue analizada, para el conjunto del reino, hace tiempo (LOPEZ-MUÑOZ, 1995).

LA RELIGIOSIDAD POPULAR Y LA ILUSTRACIÓN

            La Ilustración fue un movimiento cultural que, surgido en Francia, se extendió por el resto del continente europeo a lo largo del siglo XVIII. Su principio básico era el de la razón, que debía ser la guía del ser humano en todas sus acciones. En el caso de España, la Ilustración se difundió sobre todo durante el reinado de Carlos III (1759-1788), monarca que adoptó la tesis del Despotismo Ilustrado. Este consistía en la adopción por parte de los monarcas absolutos de las tesis ilustradas buscando el fomento de la economía, pero sin tocar ni la monarquía absoluta ni la sociedad estamental. Estas ideas se resumían en su máxima: “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. En el tema de la religiosidad popular, los ilustrados proponían regularla mediante la razón, teniendo como objetivo liberarla de todo el fanatismo, la superstición y la ignorancia que, en su opinión, habían llegado a ridiculizarla (EGIDO, 1988: 71; DOMÍNGUEZ ORTIZ, 1989: 146).

            Es en este marco en el que se inserta el documento que sirve de base a este estudio, y que paso a analizar.

EL INFORME DE 1770-1771 SOBRE LA RELIGIOSIDAD POPULAR EN SILES

            El 14 de octubre de 1770 el intendente del reino de Murcia solicitó al Concejo de Siles información sobre las cofradías, hermandades y congregaciones de la localidad. El objetivo era averiguar si las mismas contaban con la aprobación de las autoridades reales y eclesiásticas y aplicar “la regla general de no permitir Juntas, nombramiento, sorteo, turno o elección de mayordomos, demandas, limosnas, refrescos, aguinaldos, convites, caridades, soldadescas, rifas ni otro gasto o demostración profana”. Es decir, lo que el monarca pretendía era eliminar los aspectos festivos profanos asociados a las festividades religiosas y, con ello, eliminar sus elevados gastos y la inestabilidad social y política que provocaban en las localidades las elecciones de cargos directivos o mayordomos, estos últimos encargados de organizar las fiestas, principalmente las patronales.

            El Concejo de Siles respondió el 30 de noviembre de 1770 con un informe firmado por sus alcaldes y regidores: Lucas Martínez, Manuel Garrido, Marcos Martínez Ortega y Pedro Garrido. Según el mismo, había en la localidad siete asociaciones religiosas, indicándose para cada una sus órganos de gobierno, sus funciones y sus gastos anuales. De estas siete asociaciones, dos son definidas como obras pías, tres como cofradías, una como hermandad y una última como congregación.

            La definición como “obras pías” tiene su origen en los actos caritativos que se efectuaban en dos de las festividades de la localidad, las de San Roque y San Blas. Sin duda la más importante era la de San Roque, “por ser dicho Santo Patrón de este Pueblo”. Para organizar su festividad se nombraban cada año “ocho mayordomos para que de sus propias haciendas hagan una fiesta pública de Yglesia, Sermón, Pólvora, toros, refresco y caridad en carne cocida”. En todo ello se gastaban unos 2.400 reales anuales, a los que había que sumar 150 reales que se empleaban en “sus gastos de ermita”, procedentes “de su caudal”, es decir, de los ingresos propios de la asociación. Por lo que se refiere a la Obra Pía de San Blas, empleaba 100 reales anuales “para ayuda a la Caridad que en su día y ermita se da a los vecinos” y otros 300 reales “para parte de dicha Caridad y funciones de Yglesia”, provenientes todos ellos de sus caudales y bienes propios. Ambas obras pías contaban “con aprobación del Vicario de este Partido”.

            En cuanto a las Cofradías, eran asociaciones ligadas a festividades de índole exclusivamente religioso, sin actos festivos profanos anexos, y que eran financiados por sus caudales propios, sin recurrir ni al nombramiento de mayordomos ni a la petición de limosnas. En la localidad existían tres: la de Nuestra Señora del Rosario, la de la Vera-Cruz y la de Nuestra Señora de la Concepción. La del Rosario tenía un gasto anual de 270 reales, salidos de sus caudales propios y que se empleaban en “Yglesia, sermones, párroco y sacristán, juntamente con ceras y demás anejo”. Por lo que se refiere a la de la Vera-Cruz, gastaba anualmente de su caudal 169 reales “en funciones de Yglesia”, incluyendo 27 reales “de un refresco que se da a los hermanos que se disciplinan o azotan en Semana Santa”. En cuanto a la de la Concepción, gastaba anualmente 330 reales “en función de Yglesia”. Estas tres cofradías contaban con libros de cuentas que eran aprobadas por el provisor cuando realizaba las visitas pastorales.

            En cuanto a las Hermandades, tenían iguales fines religiosos que las cofradías, pero sí recurrían a la petición de limosnas y tenían una mayor estructura institucional, celebrando juntas anuales. En la localidad la única Hermandad era la llamada “Obra Pía de Ánimas”. Su fuente de ingresos eran “las limosnas que se recogen”, en torno a 2.500 reales anuales, que se empleaban “en funciones de Yglesia, misa y demás a este fin destinado”. Para su organización “tienen los hermanos cuatro juntas al año y en cada uno se hace aprobación de cuentas por el Provisor de este Partido”.

            Por último contamos con una congregación, la del Divino Pastor. Tenía su sede en el Hospital de Santa Ana de la localidad y contaba con sólo cuatro hermanos. Gastaban unos 1.800 reales anuales de su caudal en realizar “una función pública de Yglesia para el día de Señora Santa Ana”.

            Una vez recibido el informe, el intendente de Murcia, don Antonio Carrillo de Mendoza, sacó conclusiones del mismo e hizo sus propuestas al Consejo de Castilla en un documento fechado en Murcia el 30 de septiembre de 1771. En el mismo indicaba que ninguna de las siete asociaciones de la localidad de Siles tenía “aprobación alguna Real ni del Ordinario”. Además, solicitaba que el Consejo suprimiera “enteramente” las Obras Pías de San Roque y San Blas y la Hermandad de Ánimas “por intolerables al Público”, ya que suponían un gasto al vecindario de “9.000 y más reales anuales que equivalen a más de la mitad de las Reales Contribuciones que consisten en 16.218 reales”. Proponía, por tanto, que sólo subsistieran la Congregación del Divino Pastor y las Cofradías del Rosario, la Vera-Cruz y la Concepción, ya que sus festividades exclusivamente religiosas se financiaban “con las rentas fijas que tienen… sin gravamen alguno del vecindario”. Como vemos, el informe del intendente se centra especialmente en el aspecto económico, más que en la religiosidad y los posibles elementos profanos.

            En nota al margen se indica la solución final del Consejo de Castilla: “quedan extinguidas las 7 Cofradías y corrientes 4 festividades”. Es decir, se suprimieron todas las asociaciones y sólo se permitió que pervivieran las festividades del Divino Pastor, Rosario, Concepción y Vera-Cruz, pagadas por unos caudales propios que ahora serían gestionados, seguramente, por las autoridades eclesiásticas.

CONCLUSIONES

            Como se ha ido viendo, la religiosidad popular estaba fuertemente desarrollada en Siles, asociada a festividades, como las de San Roque y San Blas, donde se mezclaba lo religioso, lo lúdico y lo caritativo. En esta mezcla está precisamente el éxito de la religiosidad popular, ya que funcionaba no sólo como elemento de festividad religiosa dentro de una sociedad absolutamente confesional, sino también como elemento de reforzamiento de los vínculos comunitarios a través de lo lúdico y de atenuante de las tensiones sociales a través de lo caritativo. Sin duda, los ilustrados no comprendieron en toda su magnitud estos tres elementos constitutivos de la religiosidad popular y, desde su perspectiva racionalista, consideraban que las festividades religiosas debían ser sólo eso, considerando que los gastos lúdicos y caritativos no estaban justificados y suponían una enorme carga para las economías locales. Esto explica prohibiciones como la que hemos visto en 1771 pero también su fracaso, ¿o no siguen los sileños celebrando a su patrón con toros, refrescos y caridad en carne cocida?

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

  • ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL: Consejo de Castilla, legajo 7094, expediente 15, nº 5. Expediente de remisión por parte del intendente del reino de Murcia del estado de las congregaciones, cofradías y hermandades que hay en su jurisdicción (1770-1771), fols. 26r.-28r.
  • DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio (1989): Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid.
  • EGIDO, Teófanes (1988): “Política religiosa de la Ilustración”, en Carlos III, Segundo centenario. Madrid.
  • GARRIDO GARCÍA, Carlos Javier (2018): “La villa de Siles en el siglo XVIII: su evolución sociodemográfica y su agricultura”, en: http://abenaxara.com/villa-de-siles-siglo-xviii.
  • LÓPEZ MUÑOZ, Miguel Luis y ARIAS DE SAAVEDRA ARIAS, Inmaculada: “Religiosidad popular e Ilustración: las cofradías de Murcia en 1771”. Melánges de la Casa de Velázquez, 31-2 (1995), pp. 73-107.

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