LAS RENTAS DE PROPIOS DEL CONCEJO DE SEGURA DE LA SIERRA EN 1523

Análisis de las rentas de propios del Concejo de Segura de la Sierra en 1523, por Carlos Javier Garrido García.

Vista de la villa de Segura de la Sierra. Fuente: Andalucia.org

INTRODUCCIÓN

El día 6 de noviembre de 1523, en la villa de Segura de la Sierra, Íñigo López de Perea, gobernador de los partidos de Montiel y las Sierras por la Orden Militar de Santiago, tomaba las cuentas a Hernando de Mendoza, mayordomo del Concejo dela citada villa, «de todos los propios del Conçejo que fueron a su cargo el año de su ofiçio», que abarcaba del 29 de septiembre de 1522 al mismo día del año siguiente. El documento, que se conserva en el Archivo Histórico Nacional de Toledo, permite un acercamiento a la vida económica de la Sierra de Segura a principios del reinado de Carlos I, ya por esas fechas emperador electo del Sacro Imperio Romano Germánico.

Primeras páginas de las cuentas de Propios de Segura de la Sierra en 1523.

En el Antiguo Régimen, los Concejos, es decir, los Ayuntamientos, tenían a su cargo dos tipos de bienes raíces. Por un lado, los bienes de propios, que consistían en bienes inmuebles rústicos (tierras de cultivo, dehesas) y urbanos (viviendas, hornos, molinos, tiendas) que solían arrendarse o darse a censo, sirviendo lo recaudado para sufragar los gastos municipales. Por otro lado, los bienes comunales, fundamentalmente bienes rústicos como dehesas y bosques, eran de libre aprovechamiento por parte de los vecinos, aunque su uso estaba regulado por los Concejos, y constituían otra vía de ingresos para ellos a través de las licencias concedidas a forasteros para su aprovechamiento.

El documento que nos ocupa contiene los datos de los ingresos del Concejo de Segura procedentes tanto de sus bienes de propios como de las licencias concedidas a forasteros para el aprovechamiento ganadero y forestal de los bienes comunales.

MARCO HISTÓRICO

Tras la batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, la Sierra de Segura va cayendo en manos castellanas, formándose el primer Concejo en Segura de la Sierra, de la que dependerían las aldeas de su término, habitadas hasta 1264 por mudéjares. Sin embargo, en 1242 la Sierra de Segura fue cedida a la Orden Militar de Santiago. Esta, para asegurar el poblamiento de la zona, mantuvo el Concejo de Segura y le otorgó el Fuero de Cuenca. En este momento, el Concejo controla sus bienes de propios y controla los bienes comunales de su amplio término. Estos bienes comunales eran fundamentales en la economía de la zona, que debido a su abrupto relieve descansaba en la explotación forestal y la ganadería. En cualquier caso, esa explotación se veía limitada por la situación fronteriza con el reino nazarí de Granada.

De manera paulatina, las aldeas de su término fueron accediendo a su independencia, estableciendo concejos propios pero manteniendo el «Común», es decir, el aprovechamiento conjunto de los bienes comunales que siguen, eso sí, bajo control del Concejo de Segura, que establecía sus ordenanzas de regulación. Estos concejos sufrieron, a lo largo de los siglos XIV y XV, un proceso de oligarquización, pasando a estar dominados por los grupos dominantes locales. Estos tenían interés en el control concejil, entre otras cosas, como vía de control en el aprovechamiento de los bienes de propios y comunales, básicos en la economía local.

El final de la situación fronteriza en 1492, con la conquista de Granada, supuso una mayor explotación de los terrenos comunales, tanto por parte de las oligarquías locales como de las foráneas, interesadas en la explotación de los bosques y ganados de Segura. Este crecimiento fue la base de la fuerte expansión demográfica y económica que registra la Sierra de Segura en la primera mitad del siglo XVI, pero acabó derivando en una explotación cada vez más intensa del medio hasta prácticamente llegar a una situación límite. Esto provocó finalmente un enfrentamiento entre las oligarquías locales, centradas en la explotación ganadera, y las oligarquías de Segura, que controlaban la explotación de los bienes comunales y deseaban una expansión de la ganadería foránea, ya que esto les permitía establecer lazos con oligarquías foráneas, facilitando entre otras cosas la importación de productos de primera necesidad de los que la Sierra era deficitaria (como cereales, vino, aceite y productos artesanales), y aumentar los ingresos del Concejo que controlaban, ya que, a diferencia de los locales, que podían utilizar los bienes comunales libremente, los foráneos debían pagar derechos para su aprovechamiento.

Finalmente, este enfrentamiento se saldó con el triunfo de las oligarquías de Segura de la Sierra gracias a las Ordenanzas del Común de 1580, que les otorgaban el control sobre el uso de los bienes comunales serranos y además el nombramiento de los «caballeros de la sierra», encargados de velar por su cumplimiento, que debían de ser caballeros con unos patrimonios elevados (que le permitieran tener caballo y armamento propio) y además ser vecinos de Segura de la Sierra o de su arrabal de Orcera.

A partir de ese momento, las poblaciones del término de Segura ven limitada su explotación del territorio, lo que hunde la base de su economía: la explotación ganadera. Como consecuencia de ello, entraron en una crisis demográfica de la que no se saldrá hasta principios del siglo XIX.

El documento que nos ocupa se sitúa, por tanto, en el momento inicial de crecimiento de la explotación ganadera, en el germen por tanto del conflicto que acabará estallando un lustro después.

VALORACIÓN GLOBAL DE LAS RENTAS

La distribución de los ingresos de propios en 1523 por partidas es la siguiente:

PARTIDAS DE INGRESOS VALOR 
Sentencias 8.318 maravedíes
Cargos públicos y rentas 41.000 maravedíes
Arrendamiento de bienes inmuebles (casas, molinos, tierras y dehesas) 4.272 maravedíes y 173 fanegas de trigo
Venta de grano panificable 53.266 maravedíes
Ganado: licencias de herbaje 128.092’5 maravedíes
Madera: licencias de corta 2.312 maravedíes
TOTAL 237.260’5 maravedíes y 173 fanegas de trigo

Como podemos ver, el principal capítulo de ingresos del Concejo, que suponen más del 50 %, es la venta de licencias de herbaje para el ganado forastero, lo que se explica por la importancia de la explotación ganadera en la economía serrana y por los intereses de la oligarquía de la villa, que controlan la gestión de los bienes de propios y tienen intereses económicos vinculados a las oligarquías foráneas. Le sigue en importancia la venta de grano panificable, derivado de los problemas que generaba una agricultura de subsistencia muy limitada y que no satisfacía la demanda interior, y las dificultades de importación de granos foráneos por la orografía y el subdesarrollo de las vías de comunicación y medios de transporte. Le siguen en importancia los cargos públicos y administración de rentas. El resto de partidas, pese a su poca cuantía, tenían gran importancia en la economía de la zona: el arrendamiento de bienes inmuebles, algunos de ellos como los molinos y las dehesas fundamentales para la población; y las licencias de corta de madera, en este caso muy limitadas porque el autoconsumo estaba permitido y la explotación y exportación de la madera estaba en manos de la oligarquía local, mientras que estas licencias están destinadas sólo a los forasteros.

SENTENCIAS, CARGOS PÚBLICOS Y RENTAS

La partida supone sólo 8.318 maravedíes, producto de las condenas contra Francisco de Vecares, vecino de Albaladejo (318 maravedíes), y contra Alonso Ardid, vecino de Cartagena (8.000 maravedíes). El documento no informa sobre el motivo de la condena, pero dada la procedencia foránea de los dos condenados, podemos deducir que podría estar relacionado con herbajes o cortas de madera sin licencia. Entre las condenas no hay ningún vecino de la comarca y su escaso montante nos indican que la presión del Concejo de Segura aún es muy tenue, por lo que aún no se ha entrado en la citada colisión de intereses entre las oligarquías segureñas y las de las poblaciones del Común.

Los cargos públicos y restas suponen la tercera fuente de ingresos del Concejo, con 41.000 maravedíes. Consistían en arrendar determinados oficios del Concejo a cambio de un dinero, quedando el arrendador con el producto del cobro de sus servicios. Así, se remató la escribanía pública de la villa y sus aldeas a Ruy Sánchez de Arroyo por 25.000 maravedíes; se remató la renta de la Almotacenía (es decir, del contraste de pesas y medidas) en Pero Gallego, vecino de Segura, por 6.500 maravedíes; y se hizo lo propio con la renta de la Dehesecía (es decir, del control del uso de las dehesas comunales y de propios) en Pedro Ximénez el Moço, vecino también de Segura, por 9.500 maravedíes.

ARRENDAMIENTO DE BIENES INMUEBLES

Dentro de los bienes inmuebles, el Concejo contaba con casas, tierras, dehesas y, sobre todo, molinos, rentando en total 4.272 maravedíes y 173 fanegas de trigo.

Por lo que se refiere a casas, el Concejo sólo contaba con una, citada como «la casa de Estevan Rodrígues, ques del Conçejo», por la que Rodrigo Cano pagaba anualmente 3 reales, es decir, 102 maravedíes.

Contaba también con una sola Dehesa, la de Catena, que arrendaba Sancho Fernández Garvy, vecino de Orcera, por 550 maravedíes. El resto de dehesas de la villa eran comunales, por lo que no se arrendaban.

El Concejo arrendaba también «las tierras del Horcajo de Guadarmena», cuya extensión desconocemos. Su arrendador, «por diez años», era Pedro Díaz, vecino de Beas, a cambio del pago de 120 maravedíes anuales.

En cualquier caso, los principales bienes inmuebles de los propios eran los molinos, que suponían unos ingresos de 3.500 maravedíes y 173 fanegas de trigo anuales. Los distintos molinos, renta y arrendadores los podemos ver en la tabla siguiente:

MOLINO ARRENDADOR/CENSUALISTA RENTA ANUAL
Molino del aceite (Renta) Martín Sánchez de Mula 1.125 maravedíes
Molino de Benatae (Censo)   500 maravedíes
Molino que tiene el Alcalde (Censo) Señor alcalde 250 maravedíes
Molino de Zumeta (Censo) Pedro Rodríguez 250 maravedíes
Molino de Guadalquivir (Censo)   1.000 maravedíes
Molino de Royo Mezcano (Censo) Martín Ruyz 375 maravedíes
Molino de Orcera (Renta) Pedro Sánchez Pino, Íñigo López y Rodrigo de Jaén 56 fanegas de trigo
Molino somero de Orcera (Renta) Sancho y Juan Martínez, hermanos vecinos de Orcera 20 fanegas de trigo
Molino Hondonero (Renta) Diego Delgado, vecino de Segura de la Sierra 30 fanegas de trigo
Molino de Enmedio (Renta) Fernando Romero, vecino de Segura de la Sierra 15 fanegas de trigo
Molino de Zumeta (Renta) Pedro Rodríguez 22 fanegas de trigo
Molino de Marjalacana (Censo) Sebastián Gómez, tutor de los menores de Lázaro Fernández 12 fanegas de trigo
Molino del Royo las Azeytunas (Censo) Alonso Gómez, vecino de Hornos 6 fanegas de trigo
Molino de Trujala (Censo) Álvaro Rodríguez 8 fanegas de trigo
Molino del Pontón del Tejo (Censo) Martín Ruyz 4 fanegas de trigo («de cinco meses que anduvo hasta el día de San Myguel»)

En total pertenecían a los propios 15 molinos, uno de ellos de aceite y los 14 restantes de moler grano, mostrando por tanto el escaso desarrollo del olivar en la zona y la importancia de los cereales dentro de la agricultura de subsistencia y la alimentación de la época. De estos 15 molinos, 9 estaban dados a censo, es decir, se cedían por un periodo amplio a cambio de un pago anual, y 6 estaban arrendados, es decir, alquilados por cortos periodos de tiempo. Los arrendadores/censualistas, pertenecerían a la élite de Segura de la Sierra y, de manera secundaria, de otras localidades como su arrabal de Orcera y Hornos, extendiéndose por el amplio término de la villa (Orcera, Zumeta, Pontón, Trujala) y por localidades ya independientes como Benatae.

VENTA DE GRANO PANIFICABLE

Como ya se ha indicado, los cereales eran un bien de primera importancia para la alimentación humana de la época, basada principalmente en el consumo de pan. De ahí que los Concejos, especialmente en zonas aisladas como la que nos ocupa, se preocuparan por el suministro de trigo necesario para los panaderos locales. Así, en el periodo en estudio el Concejo de Segura recaudó 53.266 maravedíes de la venta de trigo a los panaderos locales: 310 fanegas, a 156 maravedíes cada una, a cuatro panaderas: las mujeres de Miguel Sánchez, Francisco Romero, Sancho Rodríguez y Benito de Mula; 30 fanegas a 136 maravedíes cada una a las anteriores; y 6 fanegas también a 136 maravedíes cada una a Marín Ruyz, que era la misma persona que tenía el Molino del Pontón del Tejo. El primero de los ingresos, dado el alto valor de la fanega y la gran cantidad suministrada, debió coincidir con el agotamiento del grano local previo a la nueva cosecha de esa temporada. 

GANADO: LICENCIAS DE HERBAJE

Los ingresos derivados de la ganadería suponían el principal capítulo de los ingresos de propios, con  128.092’5 maravedíes. Estos procedían principalmente del registro de ganados que venían a herbajar a los terrenos comunales o a las dehesas del concejo. Los datos que aportan las cuentas nos van a permitir valorar la importancia del desarrollo ganadero en la Sierra de Segura a principios del siglo XVI.

Reses en “La Llaná”. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 52.

El Concejo de Segura cobraba por cada buey o vaca 20 maravedíes, por cada oveja o cabra 3 maravedíes, por cada puerco 8’5 maravedíes y por cada yegua 34 maravedíes. A veces, los ganaderos pagaban los derechos en especie, así, por ejemplo, por la entrada de 6.300 ovejas se cobraron 33 ovejas y dos cuartos. El ganado que pasaba a ser propiedad del Concejo como consecuencia de ello se solía vender, oscilando su precio entre 200 y 210 maravedíes cada oveja. De hecho, en 1523 el Concejo vendió 159 ovejas, 16 primales de cabrío, 56 carneros, 15 borregas y 15 pellejos y «çallos» de ganado muerto.

En las cuentas que sirven de base a este estudio se contienen datos sobre la vecindad de los ganaderos y sobre el número de ganado registrado, este último dato se especifica en muchas ocasiones y en otras podemos calcular su cantidad teniendo en cuenta lo que se pagaba por la entrada.

En cuanto a la vecindad de los ganaderos, tenemos en primer lugar vecinos de pueblos de la Sierra, como Albaladejo (2), Benatae (1), Cotillas (1), Hornos (1), Orcera (5) y Villaverde (6). Todos ellos pagaban el registro de su ganado para pastar en las dehesas concejiles de Segura y suelen traer pocas cantidades de ganado, especialmente bueyes, vacas, puercos y yeguas. Las grandes manadas de ganado, especialmente ovino, son introducidas por vecinos de zonas circundantes, especialmente La Mancha, Murcia, Jaén y el Reino de Granada. De La Mancha hay ganaderos procedentes de Almadén (1), Almagro (1), Almodóvar del Campo (2), Ciudad Real (1), La Hinojosa (4) y Puertollano (3); de Murcia hay dos ganaderos de Caravaca; del reino de Jaén hay 1 de La Iruela, 2 de Torredelcampo y 1 de Vílchez; del reino de Granada hay 3 de Huéscar y 1 de Vélez; y del resto de España hay 1 de Torremilano en Córdoba y 4 de Santofenia (quizás sea Santovenia, en Valladolid). En 20 ocasiones conocemos al ganadero pero no se cita su vecindad.

En cuanto al ganado registrado, teniendo en cuenta que hay dos partidas sin especificar, fue el siguiente:

GANADO NÚMERO DE CABEZAS REGISTRADAS
Vacuno (bueyes y vacas) 73
Puercos 25
Yeguas 2
Ovejas 6.300
Ovejas y cabras 68.676
TOTAL 75.076

Como podemos ver, el ganado es básicamente ovejuno y caprino, con poca importancia del vacuno, porcino y caballar. La ganadería trashumante de la época se basaba precisamente en el ganado ovino, especialmente la oveja merina, que se desplazaba en verano a las zonas de sierra, entre ellas la Sierra de Segura, en busca de pastos frescos, mientras que en invierno hacía lo propio hacia zonas litorales.

Para valorar la importancia de la entrada de casi 75.000 ovejas y cabras al año en la Sierra, tengamos en cuenta que en 1631 el ganado local suponía casi 70.000 cabezas de ganado, en una época en la que este había descendido considerablemente. Se entenderá así como el crecimiento paulatino tanto del ganado local como foráneo terminó generando un conflicto de intereses entre las oligarquías ganaderas locales y las foráneas, apoyadas estas por las oligarquías de Segura de la Sierra, que controlaban el uso de los pastos comunales y cobraban rentas por su utilización por parte de forasteros. El conflicto acabó con la victoria de estos últimos, sancionada con las Ordenanzas de Común de 1580, dejando sumidos a los pueblos de la zona en una aguda crisis demográfica y socioeconómica. 

MADERA: LICENCIAS DE CORTA

Las licencias de corta de madera a forasteros suponían un capítulo modesto de los ingresos de propios, de solo 2.312 maravedíes. Dentro de las licencias destaca la presencia de madereros vizcaínos habitantes o estantes en Segura, es decir, residentes temporales en la villa. Las licencias concedidas son las siguientes:

  • Licencia a unos armeros vizcaínos vecinos de Granada «para cortas dos carretadas de varas de avellanos» a cambio del pago de 204 maravedíes.
  • Licencia a Alonso Muñoz, criado que fue de Antón García «de su hacha e porque trabajase en los términos desta dicha villa», a cambio del pago de 272 maravedíes.
  • Martín Juan Vizcaíno, habitante en Segura de la Sierra, realizó dos pagos de 408 maravedíes «del registro de su hacha». 
  • Alonso Gómez, habitante en Segura de la Sierra, paga 408 maravedíes por su hacha y por ejercer el oficio de cardirero, es decir, de elaborar sillas torcas y artesas con madera de pino.
  • Martín de Aramajona, vizcaíno habitante en Segura de la Sierra, paga 340 maravedíes por su hacha.
  • Mateo Vizcayno pagó 272 maravedíes «del registro de su hacha».
Trabajadores de la madera en Siles en los años 1920. Fotografía: El Cura Blanco. Fuente: “Recuerdos del Ayer y Siles”, p. 59.

PARTIDAS EXCLUÍDAS POR NO SER DE PROPIOS

En el documento se incluyen varias entradas de ingresos que el mismo documento saca del cómputo general por indicarse que no pertenecían al caudal de propios. Su montante ascendía a 5.948 maravedíes y 4 quintales de hierro.

Se trata de partidas muy diversas, destacando entre ellas en primer lugar las referentes a la alcabala, impuesto perteneciente a la Corona que suponía en esa época el pago del 10 % en todas las transacciones comerciales. Así, se indica el pago de 1 ducado (375 maravedíes) realizado por Gabriel de Úbeda ante el escribano Ruy Sánchez de la alcabala «del vino que vendió en esta villa en cinco de noviembre»; el pago de 232 maravedíes dos días después por parte de Hernán de Santestevan, recaudador de la alcabala de 1522; el pago de 2.515 maravedíes por Cristóbal Rodríguez, vecino de la villa, «que devía al concejo del alcabala» de 1522; y el pago de 2.000 maravedíes por parte del mayordomo Gómez Garçía «en prendas y en dineros de lo que pagó el concejo del alcabala por los vecinos que quedaron reçagados de pagar su alcabala el año» 1522.

Por otro lado, se consigna el ingreso de 3 ducados pagados por el herrador Alonso Hernández, «que se los avía prestado el concejo en el tiempo de Gómez Garçía, mayordomo, los quales recibí en vnas prendas en vn manto de mujer y en vn poyal y vna sávana que me dio el dicho Gómez Garçía».

Por último, se ingresaron 4 quintales de hierro «que ouo de aver el concejo en las herrerías del Salobre por razón de la renta del venero de Guadarmena».

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA