Red viaria y fiscalidad mudéjar en el Reino de Granada

 

Extracto del artículo: Carlos Javier Garrido García: “Red viaria y fiscalidad mudéjar en el reino de Granada”. Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos (Sección Árabe-Islam), nº 66 (Universidad de Granada, 2017), pp. 57-76.

            El 28 de mayo de 2015 la Guardia Civil hacía entrega al Ayuntamiento de Guadix de varios documentos que intentaban ser vendidos de manera ilegal y que, tras el oportuno peritaje, no había duda de que procedían del Archivo Municipal. Entre ellos estaban un repartimiento entre los mudéjares de la ciudad y su Tierra de los gastos y mano de obra para la construcción de un carril en mayo de 1495 y una real provisión de octubre de 1500 ordenando la reparación del camino entre Guadix y Granada. Ambos documentos me han animado a realizar una aproximación al estudio de la política de construcción y reparación de las vías de comunicación llevada a cabo por los Reyes Católicos en el reino de Granada en época mudéjar.

El reino de Granada había ido cayendo en manos castellanas entre 1482 y 1492, sobre todo gracias a la política de capitulaciones que permitió la rendición de la parte oriental del mismo, leal al Zagal, en 1488-1489 (las ciudades de Baza, Almería y Guadix y sus tierras) y la misma capital en enero de 1492. Estas capitulaciones establecían el estatus mudéjar, es decir, los nuevos súbditos de la Corona castellana mantenían su religión, leyes, cultura y propiedades. Sin embargo, el intento de sublevación de 1490 en las ciudades orientales, cuando aún Granada mantenía su resistencia, supuso la expropiación de sus propiedades y su expulsión de las mismas, con la excepción de determinados arrabales extramuros que se convirtieron en morerías, como fue el caso del arrabal de la Puerta de Tollir, futura parroquia de Santa Ana, en la ciudad de Guadix.

Se inició así el proceso repoblador de las ciudades orientales, favorecido por exenciones fiscales, mientras que en sus respectivas tierras o comarcas permanecía la población mudéjar. Esta fue sometida a una fuerte explotación fiscal por parte de la Corona, que mantuvo las cargas impositivas nazaríes y les añadió otras castellanas, lo que hizo necesario el establecimiento de unos representantes mudéjares, los alguaciles, que gestionaran los aspectos fiscales, lo que fue el germen de una organización política de las aljamas, dirigidas por el consejo de notables, para su relación con las autoridades castellanas, que potenciaron también a determinados personajes dentro de las mismas: los colaboracionistas.

Dentro de las numerosas cargas fiscales soportadas por los mudéjares destacaba su contribución a las obras públicas, tanto en mano de obra como en aportaciones económicas, estando exentos de las mismas los repobladores castellanos. En las obras públicas destacó la construcción y reparación de caminos y carriles, elemento primordial en la zona oriental del reino, en la que el relieve era muy accidentado, lo que dificultaba el control político-militar del territorio, el desarrollo del comercio y el abastecimiento de las ciudades con productos de primera necesidad, sobre todo en periodos de malas cosechas que impedían el autoabastecimiento de las mismas con los productos de sus tierras. Además, como complemento de la red viaria, la Corona se preocupó también del establecimiento de las oportunas ventas, situadas sobre todo en las zonas de orografía más difícil y menor densidad de población.

Esta dicotomía fiscal entre repobladores, exentos, y mudéjares, sometidos a las cargas nazaríes y, cada vez más, a las nuevas castellanas, acabó, en principio, con las conversiones de los segundos al cristianismo en 1500-1501. La equiparación religiosa suponía la equiparación fiscal, pero el enorme perjuicio que ello suponía para las arcas de la Corona hizo que esta pronto estableciera cargas fiscales propias de los ahora moriscos, como es el caso de la farda.

 

LAS VENTAS

            Uno de los elementos claves para la operatividad de la red viaria era la existencia de ventas que prestaran su servicio a los caminantes y comerciantes, tanto de alimentación y descanso como de seguridad en el trayecto. Por ello, no es casualidad que en el marco del proceso repoblador se concedieran mercedes de ventas o de terrenos para edificarlas, como tampoco lo es que la concesión de muchas de ellas coincida con el proceso de construcción de carriles en 1495.

Así, en julio de 1493, los reyes hicieron merced a Juan de Ordás, contino de la casa real, de un solar en Aguas Blancas, en el camino entre Guadix y Granada, para edificar una venta. Del mismo modo, en febrero de 1495, Martín de Miño, contino de las guardas reales, recibió merced de un solar para edificar una venta en el término de Guadix donde dicen Guarda Otina en el camino que ba de Guadix a Baça en el arroyo de Guarda Otina, ya que es neçesaria e provechosa para en que los caminantes se acojan e alberguen porque la tierra es áspera e trabajosa de andar e yerma. Por último, los reyes hicieron merced el 16 de marzo de 1495 a Gutierre Gaytán, contino de las guardas reales, de vn sytio y término para en que podades fazer e fagades vna venta con todos sus anejos en el término de la dicha çibdad de Guadix a do dizen la Fuente del Álamo, en el camino entre Guadix y Baza.

 

EL ARREGLO DE CAMINOS Y LA CONSTRUCCIÓN DE CARRIL

            Junto con la construcción de ventas, la política de la Corona se centró en el mantenimiento y ensanchamiento de los caminos heredados de los nazaríes y en la transformación de algunos de ellos en carriles, es decir, caminos que permitían el paso de carros.

La primera noticia de esta política se remonta a febrero de 1495, cuando los reyes fueron informados de que los caminos que desde la parte oriental del reino y desde el vecino de Jaén se dirigían a la ciudad de Granada son en algunas partes muy estrechos y ásperos e montosos e avn peligrosos para los caminantes que pasan por ellos…, a la qual cabsa muchas personas dexan de yr de vnas partes a otras con sus cargas e contrataciones e proueymientos, lo qual redunda en diseruicio nuestro e daño común a todos los vecinos e moradores… e de los dichos caminantes. Por tanto, se ordenó a los corregidores e justiçias de las çibdades de Granada e Jahén e Vbeda e Baça e Alcalá la Real e Loxa e Guadix e de todas las otras villas e lugares e tierras realengas e de señorío que son yncluydas en sus comarcas, que repararan los caminos e los sanehades e abrades e demontedes e allanades en todas las partes e lugares que fuere menester de se abrir e allanar e desmontar e ensanchar por manera que libremente e syn enpedimiento alguno puedan pasar por ellos los caminantes con sus cargas e mercaderías e proueymientos, todo ello a realizar en vn término razonable que para ello les dexo e señalo lo fagan e cumplan.

Como consecuencia de ello, en mayo de 1495 el corregidor de Guadix puso en marcha la construcción de un carril entre la capital del corregimiento y Almería. Así, el día 25 de ese mes comparecieron ante el cabildo municipal los alguaciles y representantes de los mudéjares de la ciudad y de la mayoría de los lugares de su tierra para realizar el repartimiento de los gastos y peones en la construcción del citado carril en proporción al número de vecinos de cada localidad, sacando bibdas e pobres saluo los que buenamente pudiesen pagar. Sin embargo, los representantes mudéjares pidieron volver a sus localidades de origen a informarse bien del número de vecinos para no ser agrauiados en el repartimiento, lo que les fue concedido. Así, cuatro días después acudieron Fernando del Castillo por el marquesado del Cenete y Hamete Sillero, Alí Çefin y Alí Abenajara por Guadix y los lugares de su Tierra a dar el número de casas de sus localidades, equivalente al número de peones que debían proporcionar para las obras. Las obras, como indica la documentación posterior, fueron un éxito, ya que se acabaron con celeridad y, además, se convirtieron en el modelo a seguir en el resto del reino.

Así, en septiembre de ese mismo año 1495 los reyes se dirigieron al corregidor de Granada indicándole que ya abeys sabido los carriles que se han hecho desde Guadix e Baça fasta Almería e porque estos nos dizen que son muy prouechosos para el proueymiento e bien general de toda la tierra, le ordenaban llevar a cabo la construcción de toda una red de carriles en la zona oriental del reino, en concreto desde Baça fasta Guadix, e desde Guadix fasta Granada, e desde Almuñécar a Granada, e desde Granada a Lanjarón, e de Lanjarón a Órgiba, e de Órgiba a Vgíjar, e de Vgíjar a Cadia e Andarax, e desde Andarax hasta Huéneja o a La Calahorra o a qualquier lugar del Çenete donde mejor pudiere salir, e desde el Çenete fasta Guadix, e avnque aya algunas partes estrechas e fragosas segund el carril que se ha abierto camino de Almería muy mejor se podrá faser esos otros carriles, porque fechos estos carriles toda la tierra se podrá proueer de vna parte a otra a muy poca costa e sería mucho bien e prouecho de toda la gente generalmente e çertyficamos que al vesyno que más cupo en toda la tierra de carril que se hiso fasta Almería no fue más de a nueve maravedíes e vn peón, ques contya que qualquiera la puede costear. Para ello, se le ordenó reunirse con el arzobispo de Granada, el conde de Tendilla (capitán general del reino), el corregidor de Guadix y el maestre Remiro para convencerlos de su realización y, tras ello, reunir a los alguaciles mudéjares de la Alpujarra y resto de zonas implicadas con ayuda del cadí mayor, Mahomad el Pequeñí, e deys horden como luego se ponga en obra porque agora en este tiempo tiene la tierra mejor dispusyçión para se romper e para faser los carriles que en otro tiempo.

Incluso, posteriormente, el programa se expandió a otras zonas y reinos limítrofes. Por ejemplo, en enero de 1496 los reyes ordenaron a los corregidores de Almería, Vera y Lorca que estudiaran el mejor trayecto para realizar unos carriles entre ellas que mejoraran su abastecimiento y permitieran más trato entre ellas, debiendo actuar en su realización  por la vía e horden y manera que ouieredes ynformaçión que se han fecho los dichos carriles desde Almería fasta Baça e Guadix e repartido la costa dello por la horden e manera e por los moros de las comarcas e tierras desas dichas çibdades e villas e logares asy realengos como de señorío.

Todavía no estamos en condiciones, dados nuestros conocimientos actuales, para saber si toda esta red viaria fue definitivamente construida. Lo cierto es que al final de la época mudéjar y recién realizadas las conversiones obligatorias al cristianismo que darían origen a la etapa morisca, el rey Fernando el Católico se seguía preocupando por el mantenimiento de los caminos. Así, en octubre de 1500 el rey informaba  al Concejo de Guadix que había ordenado a Alonso Enrríques, mi corregidor de la çibdad de Granada, que fuese a ver cierto camino que se ha de fazer para venir desa dicha çibdad a la çibdad de Guadix, el qual fue a ver por do a de yr el dicho camino e diz que es muy necesario e prouechoso para los caminantes e para el trato e conversación de las dichas çibdades e de otras partes, el qual dicho Alonso Enrriques me hiso relación que para faser el dicho camino serán menester algunos peones e otras cosas. Por tanto, ordenó al concejo accitano que todos los peones e otras cosas que fueren menester para se fazer e acabar el dicho camino desde esa dicha çibdad fasta le llegar al término de la dicha çibdad de Granada fagays que salgan desde esa dicha çibdad e su tierra por repartimiento o en la forma e manera que mejor vos paresçiere, encargándose la ciudad de Granada del trayecto del camino que discurriera por su jurisdicción. Por tanto, se puede deducir que el carril entre Guadix y Granada ordenado en septiembre de 1495 no se había realizado, y que las conversiones habían supuesto el fin de la explotación exclusiva para las obras de los mudéjares, ya que en el documento, a diferencia de los anteriores, no se especifica que los repartimientos se harían entre la población morisca. De hecho, en las capitulaciones para las conversiones de la zona oriental del reino, la más afectada por las obras de construcción de caminos y carriles, se suele especificar que los ahora moriscos no serían obligados a efectuar reparaciones de muros, fortalezas y obras públicas salvo que se les pagara el trabajo con un jornal justo, estando tal cláusula presente, entre otras, en las del Marquesado del Cenete.

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