Explicación de la rocambolesca historia de la búsqueda de petróleo en la Sierra de Segura, por Carlos Javier Garrido García.
La noticia
El pasado curso 2018/2019 una alumna de 2º de Bachillerato en el IES «Doctor Francisco Marín» de Siles (Jaén), Nuria Garvi, procedente de la cercana localidad de La Puerta de Segura me pasó copia de unas fotos que tenía su familia sobre la búsqueda de petróleo efectuada en su localidad en abril de 1957.
Junto con las fotografías, incluía la referencia al hecho publicada en una edición especial del DIARIO DE JAÉN titulado «Crónica de 50 años». La referencia decía así:
«El día 1 de abril de 1957 llegan a La Puerta de Segura periodistas de toda España, tras la noticia de que hay petróleo. El dato está abalado por eminentes geólogos como Rey Pastor y Bonilli. JAÉN recopiló una edición extra que finalmente no llegó a salir. El negocio no resultó ser rentable».
El petróleo
La Primera Revolución Industrial, iniciada en Gran Bretaña en el siglo XVIII, supuso, en el campo energético, el uso de nuevas fuentes como el carbón mineral, cuyo potencial era aprovechado a través de la máquina de vapor. A partir de 1870 se inició la Segunda Revolución Industrial, caracterizada, entre otras cosas, por el uso de nuevas fuentes de energía como el petróleo, a través de la invención del motor de explosión.
A partir de entonces, y de manera cada vez más intensa, la economía mundial pasó a depender de esta nueva fuente energética.
En el caso de España, el fracaso del proceso de industrialización en el siglo XIX y la ausencia de yacimientos petrolíferos hicieron que el consumo de petróleo fuera casi testimonial. Sin embargo, el limitado desarrollo producido en el primer tercio del siglo XX, gracias a los capitales repatriados de las colonias a partir de 1898, a la neutralidad en la I Guerra Mundial (1914-1918) y a la política intervencionista y de obras públicas de la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), aumentó el consumo de petróleo de nuestro país y, por tanto, nuestra dependencia energética exterior.
La autarquía franquista y la «fiebre del petróleo»
El limitado desarrollo que antes hemos citado se frenó en seco como consecuencia de la crisis económica internacional iniciada con el hundimiento de la Bolsa de Neva York en 1929 y con los devastadores efectos de la Guerra Civil (1936-1939).
La victoria de Franco en la guerra supuso la implantación de un régimen político próximo al fascismo. En el terreno económico, el nuevo régimen se basó en la autarquía, es decir, una política económica que, teniendo como objetivo conseguir la autosuficiencia se basaba en el cierre del mercado al exterior y el intervencionismo del Estado en la economía. Esta política económica autárquica era consecuencia del nacionalismo radical característico del fascismo.
A esta motivación ideológica se sumó, a partir de 1945, el aislamiento internacional del régimen. La derrota de las potencias fascistas en la II Guerra Mundial supuso que la inmensa mayoría de los países decidieran cortas relaciones diplomáticas y económicas con España.
La desacertada política económica autárquica y el aislamiento internacional dejaron a España sumida en la miseria. La década de los años 1940 y los primeros años de la de 1950 son conocidos como los «años del hambre», marcados por las cartillas de racionamiento y el mercado negro o estraperlo.
Uno de los principales problemas de la autarquía y del aislamiento era la falta de suministros de petróleo, lo que asfixiaba a la economía. Esto hizo que el régimen cayera incluso presa de intentos de estafa como el protagonizado por por Albert von Filek. Este ingeniero suizo intentó estafar al régimen vendiéndole la llamada «filekina», una gasolina elaborada a base de agua, vino y raíces de plantas que, evidentemente, no funcionaba. El caso ha servido de base a una reciente novela de Ignacio Martínez de Pisón: «Filek. El estafador que engañó a Franco».
El final del aislamiento a partir de 1953 con los pactos con EEUU y el ingreso en la ONU en 1955, gracias al contexto de la Guerra Fría, no supusieron el fin del problema, ya que la política autárquica continuó y el enorme coste en divisas que suponían las importaciones de petróleo continuaron asfixiando a la economía.
Ante ello, el régimen de Franco se empeñó en buscar yacimientos petrolíferos en España, búsqueda que desató una auténtica «fiebre del oro negro». Así, en diciembre de 1952 el régimen declaró de interés nacional la búsqueda de hidrocarburos, encomendando la tarea al holding industrial estatal, el Instituto Nacional de Industria (INI), aunque permitiendo la iniciativa privada, como la de la Compañía Ibérica de Petróleos, creada en 1954.
Finalmente, en 1957 se puso en funcionamiento la Comisión Nacional de Combustibles y la Ley de Hidrocarburos, intensificándose las propecciones y catas por toda España.
Es en este marco en el que en 1957 estas prospecciones llegaron a la Sierra de Segura.
La búsqueda de petróleo en La Puerta de Segura.
Como ya he indicado, el 1 de abril de 1957 se da a conocer que, según ingenieros, podían existir yacimientos de petróleo en La Puerta de Segura, más concretamente en el paraje conocido como El Polinario, situado a las afueras de la localidad en dirección a Orcera, junto al río Guadalimar.
La Puerta de Segura, por aquel entonces, estaba sufriendo un acusado descenso de población, como consecuencia del subdesarrollo y olvido en el que se hallaba secularmente sumida la Sierra de Segura. Así, si en 1930 la localidad tenía 6.674 habitantes, estos se habían reducido a 4.430 en 1950 como consecuencia del fuerte éxodo rural.
En estas condiciones, la posibilidad del hallazgo de petróleo fue acogido con el natural entusiasmo por la población de la localidad, que soñaba, de golpe y porrazo, con la riqueza y el desarrollo. El ambiente sería muy similar al reflejado en la famosa película «Bienvenido Mister Marshall», y tuvo finalmente los mismos resultados.
Como podemos ver en las fotografías, la expectación hacía que los vecinos de la localidad fueran continuamente a seguir los trabajos, que se celebraran misas en el lugar en pro del éxito de las prospecciones y que incluso bodas y bautizos tuvieran como uno de los actos festivos del acontecimiento la visita al Polinario.
Del petróleo a las olivas
Sin embargo, como sucedió en casi todas las prospecciones del periodo, estas no tuvieron éxito y la localidad volvió a la normalidad. De hecho, las esperanzas de desarrollo se volvieron a centrarse en el olivar.
Sólo un año después, en febrero de 1958, el periódico LA VANGUARDIA de Barcelona (edición del 2/2/1958, p. 8) daba noticia de la inauguración de la nueva fábrica de la cooperativa de lo localidad de esta manera:
«Ha sido inaugrada la fábrica de una cooperativa agrícola aceitera del pueblo de La Puerta de Segura, dotada de instalaciones muy modernas, para la molturación de aceituna, con una capacidad de trabajo de dicho fruto de tres millones de kilos por campaña.
La nueva almazara dispone de un gran patio de recepción de aceituna de capacidad para millón y medio de kilos y una bodega con seis depósitos subterráneos de 180.000 kilos de capacidad cada uno.
La cooperativa está integrada por ciento treinta olivareros y las obras e instalaciones de la nueva fábrica han costado tres millones de pesetas».